LONDRES.- Anthony Giddens, probablemente el sociólogo más
leído de su generación, arquitecto intelectual de la "tercera vía"y "gurú" del
primer ministro Tony Blair, atiende en la puerta de su casa de Chalcot Square,
en el norte de Londres, con una impecable camisa recién planchada, blanquísimas
zapatillas de tenis (deporte que practica con su entrenador personal) y una
sonrisa muy formal. Tanto, que parece su propia foto.
Su casa, en un segundo piso, es como todas las que rodean la pequeña plaza
con bancos de madera y juegos para niños: de estilo georgiano, con dos plantas,
ventanas alargadas que absorben los escasos rayos de sol, y una puerta
flanqueada por pilares. Pero el barrio de Giddens tiene un toque especial: cada
casa está pintada de un estridente amarillo, azul, rojo, incluso verde y, pese a
la distancia abismal, uno no puede dejar de pensar en Caminito. Para la suya,
Giddens eligió un discreto color pastel, y dice que es sólo una coincidencia que
en la puerta de al lado haya vivido la poetisa norteamericana de trágico fin
Sylvia Plath, que Gwyneth Paltrow acaba de interpretar en el cine.
"Compré esta casa hace 18 años y no por Sylvia Plath, cuya obra está
sobrevaluada", dice Giddens. Ofrece té e insiste en que lo llamen Tony con la
misma naturalidad con la que escribió -en birome y a las apuradas- "Giddens"
sobre el botón del maltrecho portero eléctrico de su casa.
La intención de la entrevista es revisar el prolífico pensamiento de este
sociólogo enamorado de la globalización, impulsor de la renovación de la
izquierda y del laborismo inglés y creador de la teoría de la estructuración,
que intenta terminar con la vieja puja entre la micro y la macrosociología. La
idea, también, es hablar de su propia vida, que es fascinante: nacido en 1938,
fue el primer miembro de su familia que fue a la universidad (de Hull). Fue
profesor en la exclusiva Universidad de Cambridge y dicen que dejó el cargo tras
esperar durante casi dos décadas una promoción que nunca llegó, por sus orígenes
humildes. Entró en Londres por la puerta grande: ayudó a Blair a diseñar el
Nuevo Laborismo, que lo catapultó al poder, con la premisa de que la
globalización no es un monstruo al que temer, sino que de ella se puede sacar
provecho. Su amistad con el primer ministro británico, cuya popularidad está en
picada tras la guerra contra Irak, sigue intacta, y todavía es invitado a
reuniones en el número 10 de Downing Street.
Hasta 2003, Giddens dirigió la época más dorada de la London School of
Economics (LSE). Su libro "La tercera vía", en el que ofrece una alternativa a
la izquierda y derecha tradicionales, vendió más de 30.000 copias desde su
publicación, en 1998. Esa obra ya fue traducida a 25 idiomas. En 2002, España lo
condecoró con el Premio Príncipe de Asturias en las Ciencias Sociales.
-¿Todavía mantiene una visión tan positiva de la globalización, a la que
definió en su libro "Un mundo desbocado" como liberadora de mujeres, difusora de
la democracia y creadora de nueva riqueza?
-Las simplificaciones sobre la globalización conducen a conclusiones
erróneas. Quizás usted esté pensando que la principal fuerza impulsora de la
globalización es la expansión mercado, y no es así. Es la comunicación, más
específicamente la comunicación electrónica, que se ha venido desarrollando
desde el "casamiento" entre el satélite y la tecnología de la información de los
años 70. Este "casamiento" permitió la comunicación instantánea entre lugares y
culturas remotas. Decir si esto es bueno o malo es complicado, ya que los
avances en la comunicación han tenido consecuencias mezcladas. Han permitido,
por un lado, que los niños reciban educación por medio de Internet, pero al
mismo tiempo facilitan también la comunicación de grupos terroristas. Si se
refiere a la globalización económica, nunca creí en una economía globalizada
dirigida, simplemente, por las fuerzas del mercado. Siempre creí que las fuerzas
del mercado deben ser dirigidas de cierto modo por el Estado y por las
instituciones para conducirlas al desarrollo y proteger a los países. Los
Estados nacionales aún son importantes. En la globalización, las naciones tienen
que repensar sus identidades, ahora que las viejas formas de geopolítica se
están volviendo obsoletas. También creo que hay muchos aspectos positivos de la
globalización. Como consecuencia de la globalización, las grandes guerras
tradicionales, que enfrentaban a una nación con otra, son mucho menos frecuentes
que en el pasado. La globalización, que favorece el desarrollo económico de los
países pobres, permite liberar a las mujeres dominadas por sus familias, por
medio de la educación y del mercado laboral.
-Su visión de la globalización sigue siendo optimista...
-Sí, pero hay que tener en cuenta qué aspectos se están analizando. Por eso,
hablar en general de movimientos "antiglobalización", de "antiglobalistas",
etcétera, es comenzar una discusión sin sentido.
-Entre las consecuencias positivas de la globalización acaba de nombrar el
hecho de que ya no hay guerras entre naciones. También ha dicho que Gran
Bretaña, Francia, Brasil, por caso, "ya no tienen enemigos".
-Sí, me refiero a que no tienen enemigos como naciones basadas en un
territorio. Las naciones deben enfrentar hoy más riesgos y peligros que enemigos
tradicionales.
-Sin embargo, me parece demasiado decir que Gran Bretaña ya no tiene
enemigos nacionales. Ni hablar de España, con los últimos atentados en Madrid.
-No, no los tienen, al menos en el sentido en el que lo eran antes. Un
enemigo tradicional de Gran Bretaña ha sido Francia, y ya no lo es más. Luego lo
fue Alemania, y ahora tienen una estrecha relación. Por supuesto que aún hay
amenazas en el nivel mundial, la más obvia de las cuales es el terrorismo
global. Por eso es muy poco probable que los ataques de Madrid hayan venido de
ETA, porque el nuevo terrorismo, global, es básicamente geopolítico. En cambio,
el viejo terrorismo, como el de ETA, está ligado a naciones locales y tiene
objetivos nacionales, como alcanzar la autonomía en el País Vasco. En muchos
aspectos, Al-Qaeda es como una ONG maligna. Tiene ramas relativamente autónomas
en diferentes países, con una estructura de comando jerárquico flexible. Se
mantienen juntas por su sentido de una misión compartida. Al-Qaeda utiliza todo
tipo de tecnologías modernas y, como una ONG global, depende de los sistemas de
comunicación modernos.
-Parece dar por sentado que los ataques de Madrid fueron perpetrados por
Al-Qaeda....
-Bueno, todavía no podemos decirlo, pero lo que sí parece es que los ataques
fueron realizados por un grupo islámico, de un tipo o de otro. Lo que no creo es
que alguien todavía pueda pensar que fue ETA.
-Hay quienes hablan de una combinación de ETA y Al-Qaeda, ya que los
explosivos utilizados habrían sido fabricados en el País Vasco. ¿Puede tratarse
de una combinación del viejo terrorismo, con fines nacionales, y el nuevo
terrorismo global?
-Podría ser, pero eso significaría el fin para ETA, porque generaría una
fortísima revulsión de la gente contra ella.
-Además de generar terror, ¿cuál cree que podría ser el propósito de
Al-Qaeda con esos ataques?
-Posiblemente lo que quieren es lo que, en cierta manera, han conseguido:
desintegrar la coalición en Irak, apartar a los españoles de los
norteamericanos, influir en los resultados de las elecciones en España. Hay un
amplio rango de posibles motivaciones. Lo único claro es que las consecuencias
han sido terribles: han influido en los resultados de las elecciones en España y
ahora el nuevo gobierno español está pensando en retirar sus tropas de Irak en
junio y romper así la coalición con los Estados Unidos y con Gran Bretaña.
-¿No le cuesta seguir creyéndole a Blair cuando afirma que los ataques en
Madrid no tienen nada que ver con el apoyo español a la guerra en Irak?
-Creo que todavía no lo podemos saber...
-La explicación del primer ministro británico parece, cuanto menos,
naíf...
-La respuesta a esa pregunta depende de lo que surja cuando se interrogue a
la gente que está realmente involucrada en los hechos. Soy ambivalente con
respecto al resultado de la acción de Blair en la guerra, pero mi sensación no
es demasiado distante de la del gobierno británico: creo que una gran cantidad
de gobiernos europeos subestimaron la importancia del nuevo terrorismo y
pensaron que estaba fuera de casa. Dijeron: "Dejemos a los norteamericanos que
se arreglen con eso", y, bueno, se comprobó que estaban equivocados. No me
convence la idea de que los ataques de Madrid sean una reacción por la guerra en
Irak, y creo que muchos olvidan que los ataques del 11 de septiembre de 2001
ocurrieron antes de la guerra.
-Dice que se siente ambivalente hacia la política de Blair en lo que
respecta a la guerra contra Irak...
-Sí, en lo que respecta al resultado final de lo que se hizo, sí, pero eso no
es tanto culpa de Blair, es principalmente por Bush.
-Pero Blair apoya a Bush...
-Sí, pero fue en un momento crucial, y de todas formas, sin el apoyo de
Blair, Bush igualmente hubiera seguido adelante. Pero, en conjunto, creo que la
situación que se creó no era la que Tony Blair quería.
-Cuando venía a su casa, en subte, pude sentir el miedo de la gente ante
los constantes mensajes por parlantes en los vagones, pidiendo a los pasajeros
que estén atentos a la existencia de bolsos con posibles explosivos. Hay
carteles con la pregunta "¿De quién es esa valija?" firmados por Scotland Yard.
Realmente cuesta no relacionar este miedo con la decisión del Reino Unido de
atacar Irak.
-Claro que hay una conexión general. Pero no es solamente una cuestión de lo
que pasó en España, sino que es una cuestión más amplia, para Europa. ¿Quiere
Europa sacarse de encima los problemas globales? ¿Qué es lo que quiere hacer la
Unión Europea frente al nuevo terrorismo? Yo todavía no tengo la respuesta para
esa pregunta.
-¿Cree que Saddam Hussein era tan peligroso para el orden mundial como se
lo presentó?
-Bueno, yo no apoyo para nada a Bush, pero tampoco creo que haya mentido en
ese asunto. Cada país cree en sus servicios de inteligencia, y éstos dijeron
que, si bien quizá no había armas de destrucción masiva en el momento, sí las
hubo en el pasado y había planes para desarrollar más en el futuro. Por eso creo
que incluso si no había armas de destrucción masiva en Irak, Saddam era
intrínsecamente una amenaza global.
-¿Cómo cree que afecta la decisión de Rodríguez Zapatero de retirar las
tropas de Irak la relación entre España y el Reino Unido?
-Creo que Zapatero va a lamentar, con el tiempo, sus anuncios iniciales.
Todos queremos que triunfe la paz, y desintegrar de esa manera la coalición en
Irak ciertamente no va a ayudar a la paz y a la democratización de Irak.
Realmente, desearía que Zapatero no retirara las tropas españolas, y creo que
dentro de unos meses este distanciamiento inicial con Blair se va a superar.
-¿Es el fundamentalismo resultado de la globalización?
-Bueno, la globalización tiene mucho que ver con el desarrollo de los medios
de comunicación, y los medios de comunicación permiten a la gente que se informe
y que conozca nuevas ideas, lo que provoca un cambio cultural muchas veces en
contraposición con las tradiciones de sus países. El fanatismo consiste en
tratar de impedir eso por medio de la ofensiva, quitando del camino al que
piensa diferente.
-Usted distingue el "riesgo manufacturado", producto de la ciencia y de la
tecnología, de los "riesgos externos", como los huracanes, los terremotos. ¿Es
el nuevo terrorismo un "riesgo manufacturado" de la globalización?
-Sí, ciertamente lo es. El riesgo manufacturado es el creado por los seres
humanos. Con él no podemos calcular el verdadero peligro, porque no tenemos
abundante experiencia directa de él hasta que es demasiado tarde. Así, sabemos
que el calentamiento global puede ser peligroso, pero no podemos calcular
exactamente el riesgo. Ni siquiera estamos todos de acuerdo en lo que significa
"calentamiento global". Muchos dicen que hay que evitarlo, pero realmente no
podemos medir el riesgo, no lo conocemos. Lo mismo con la tecnología genética,
los productos agrícolas genéticamente modificados y, claro, con el terrorismo
global, que es nuevo y sobre el que no tenemos mucha información. Con Al-Qaeda,
no se puede saber cuál es el riesgo verdadero.
-¿Cómo ve el futuro ante la amenaza permanente del nuevo terrorismo?
-Veo que la única posibilidad es confrontarlo, y que no alcanza con la
negociación o con los servicios de inteligencia. En algunas ocasiones sólo se
puede usar la fuerza contra el terrorismo global, e incluso en ciertas ocasiones
ese uso de la fuerza debería ser, probablemente, preventivo. Los terroristas no
aceptan conciliaciones. Todos estamos en el frente de batalla, también los
países latinoamericanos. Ustedes también, en la Argentina, han tenido sus
propias experiencias de terrorismo. Al-Qaeda es una red global que opera
globalmente. No quiero pintar un panorama negro. Creo que los países
democráticos superarán el terrorismo. Y claro, creo que es deseable la
democratización de Medio Oriente.
-Ya que habla de la Argentina, me gustaría saber su opinión sobre el
desempeño de Kirchner. ¿Cree que ha renovado, en cierta forma, la izquierda,
entendiendo esta renovación como usted la define en la tercera vía?
-Sí, ciertamente. Para mí, se trata de preservar ciertos valores de la
izquierda, como la solidaridad, la equidad, la protección del medio ambiente, el
pluralismo, el papel del Estado, pero redefiniendo el Estado de acuerdo con las
nuevas necesidades. Hay cosas de la vieja izquierda que ya no son
adecuadas en un contexto globalizado, por lo que hay que cambiarlas, pero
aún creo que el Estado puede hacer mucho, por ejemplo, para ayudar a los pobres.
-¿Le parece que la postura dura de Kirchner ante el FMI es positiva o
profundiza el aislamiento de la Argentina en un contexto tan globalizado?
-En general, considero que hizo lo que había que hacer. El resultado final de
la negociación fue positivo, tanto para la Argentina como para el Fondo. Pero
hay que recordar que la Argentina aún está en crisis y que hay algunas luchas
que deberá afrontar, como las reformas largamente exigidas por la comunidad
internacional. Aún hay mucha corrupción, pese a que Kirchner está intentando
eliminarla. Y existen, sí, cosas que admiro del presidente Kirchner, como su
decisión de mirar al pasado en busca de culpables. Creo que eso es positivo.
Gabriela
Litre
fuente:diario La Nación,
de Buenos Aires, Argentina; 24 de marzo de
2004.