Palabras previas
Las páginas que siguen han sido escritas con el fin de
presentar de manera clara y concisa diversos aspectos de un problema, cuyas
implicancias no hay que subestimar. De entre todo el abundante, heterogéneo y
disperso material informativo al tuvimos acceso, que además de las referencias
finales, incluye emisiones de onda corta de radios internacionales, entrevistas
con estudiosos y aprendizaje in situ con campesinos, en su mayoría mujeres,
hemos incorporado en esta publicación, sólo aquél cuyo contenido permite
visualizar cuál sería el escenario en Bolivia, en caso de sembrarse aquí plantas
genéticamente modificadas. Para tal hipótesis, hemos puesto el énfasis
fundamentalmente en dos aspectos: salud humana y diversidad biológica. Todos los
datos que aparecen en esta publicación corresponden a las fuentes citadas al
final. Hemos omitido las referencias bibliográficas puntuales por razones de
espacio. Quienes consideren necesario preguntar o criticar, están invitados a
hacerlo y gustosamente se le responderá.
El rol protagónico en este guión está asignado, por motivos
obvios, a la soya transgénica cuya patente es propiedad de la corporación
transnacional Monsanto. Otros casos, como ser el maíz, no revisten igual
importancia por cuanto su producción se destina en su totalidad al consumo
interno, a través de diversos usos tradicionales, para los que el cultivo
genéticamente manipulado no es utilizable. Dado el hecho de tratarse de la
implementación de un paquete de tecnologías y no de la simple siembra de una
semilla, dedicamos considerable espacio al herbicida Roundup (glifosato)
co-protagonista de esta trama y a los efectos y consecuencias de su
aplicación.
Asimismo, con el fin de llenar el aparente vacío normativo
observable en esta materia, hemos incluido un breve análisis legal, aportando
conclusiones justificables dentro del marco estricto de la legislación
vigente.
Consideramos también la necesidad de interpretar el fenómeno
de la ingeniería genética agrícola desde perspectivas epistemológicas y
biológico-evolutivas. A ello también consagramos algún empeño. Creemos haber
cumplido este propósito de manera satisfactoria.
Dada la abstracta aridez del tema, hemos intentado amenizar
la exposición a través de algunas ejemplificaciones de tipo alegórico-deportivo,
y mediante títulos que condensan el sentido de los textos que encabezan. Este
dispositivo de titulación de textos, facilita la lectura, permitiendo una
lectura ordenada a medida de cada lectora o lector. Es posible leer este trabajo
en una pluralidad de secuencias u órdenes, aliviando así el tedio y cierta
monotonía argumental. Sin embargo, existen ciertas limitaciones y en algunas
ocasiones será necesario leer dos, o eventualmente tres bloques para una
información adecuada. Esperamos que este trabajo brinde una modesta contribución
para las discusiones relativas al Area de Libre Comercio de las Américas, uno de
cuyos objetivos clave, es la eliminación de todos las restricciones a la
introducción de semillas genéticamente manipuladas, que se hallan, además,
subsidiadas en un 70-80% de su costo de producción. Dicha contribución, consiste
a nuestro juicio, en que aquellos que sostienen las bondades de la transgénesis,
que lo prueben en debate público, venciendo la lógica argumental que se les
opone; tienen ellos ahora la palabra. Finalmente, hicimos referencia a un caso
concreto de 'biotecnología limpia' implementado en el país. Creemos que lo
realizado en Bolivia en este terreno, permite afirmar que aquí están dadas las
condiciones para ofrecer alternativas inconmensurablemente superiores a las
'bondades' prometidas por la ingeniería genética.
Primeros peligros
Hay un buen número de razones convincentes que justifican
evitar los alimentos que contengan ingredientes derivados de organismos
genéticamente modificados y tratados con herbicidas, como la soya, el maíz, la
colza y las papas. En particular, los niños deben ser aleccionados para evitar
estos alimentos. Los científicos asistentes al Grupo Abierto de Trabajo sobre
Bioseguridad de la Convención de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica
realizado entre el 13 al 17 de octubre de 1998 solicitaron a 'todos los
gobiernos a emplear todas las medidas que estén a su disposición para excluir de
sus mercados los frijoles de soya genéticamente manipulados Roundup-Ready de
Monsanto resistentes a herbicida, porque dañan la salud pública'.
Un experimento reciente llevado a cabo en el Reino Unido por
un experto independiente, el Dr. Alpad Pusztai, ha mostrado que los alimentos
genéticamente manipulados pueden, cuando se alimenta en cantidad suficiente con
ellos a los animales, causar en forma muy gradual daños en sus órganos y en el
sistema inmunológico.
El alimento utilizado en el experimento fueron papas
genéticamente manipuladas. Se cultivó dos grupos de papas en los mismos tiestos
dentro de un solo invernadero. Uno de los grupos era una variedad genéticamente
alterada para producir una proteína aglutinante no tóxica, y el otro era una
variedad corriente de papas. La papa normal fue suministrada a los animales sin
que se produjeran efectos adversos. La papa genéticamente modificada causó daños
graduales a los órganos y al sistema inmunológico.
El problema del
método
Un experimento de seguimiento separado llevado a cabo por el
Dr. S.W.B. Ewen, Patólogo Senior en la Universidad de Aberdeen, Escocia, ha
confirmado que no fue la proteína la causante de daños en los órganos y en el
sistema inmunológico de los animales alimentados con las papas modificadas, sino
los residuos tóxicos o infecciosos acumulados durante el proceso de manipulación
genética. Del hecho de que no fue la proteína en las papas, sino el proceso de
manipulación en sí, el factor decisivo que llevó a la aparición de la toxicidad,
se puede esperar resultados similares en animales o humanos, alimentados durante
un prolongado período de tiempo (años o décadas) con soya, colza y maíz
genéticamente manipulados directamente, o como ingredientes en alimentos
industrialmente procesados.
Una cuestión clave en la peligrosidad que entraña el ingerir
OGM, es el empleo de virus altamente infecciosos como vector portador del gene
introducido. Un virus comúnmente empleado es una variedad muy infecciosa del
virus mosaico (combinación clonada de diferentes genotipos) del coliflor. La
variedad de este virus que se halla en alimentos comunes no tiene estas
caracterísiticas y no puede ser absorbido por los mamíferos. Los daños fueron
descriptos en detalle por el renombrado geneticista, Dr. Mae-Wan Ho en una
reunión mantenida el 31 de marzo de 1999 a invitación del entonces ministro de
medio ambiente del Reino Unido, Michael Meacher.
Cosechas de recompensa o
problemas-plaga
Los que abogan por la introducción masiva de OGM en el
mercado, aducen que estos productos brindan mayor seguridad ambiental y
protección a la salud de productores y consumidores, pues permiten reducir el
uso de plaguicidas y de herbicidas.
De hecho las investigaciones realizadas dejaron claro que
los agricultores que cultivan OGM emplean en promedio una cantidad igual o
superior de plaguicidas que sus colegas dedicados a producir cultivos no
manipulados.
Los agricultores 'cosechan recompensas si cultivan OGM', es
un eslogan muy utilizado por los promotores de la ingeniería genética. Pero, no
es así. Los agricultores en realidad no se benefician de ningún modo. La verdad
es que:
El rendimiento de los OGM es menor que los cultivos
tradicionales, pues la función genética insertada de resistencia al herbicida,
disminuye la energía de la planta que antes se hallaba disponible para el
crecimiento.
El gasto en insumos químicos es mayor, dada la rápida
generación de resistencia en poblaciones de insectos-plaga o de
malezas.
El deterioro permanente de los suelos
disminuye el valor potencial de la propiedad agrícola
Monsanto lleva adelante políticas intimidatorias en
perjuicio de los productores y acciones judiciales por pago de patentes, lo que
obliga a los agricultores a incrementar costos para aislar sus cultivos, y
evitar así la contaminación con OGM y las demandas judiciales de la
transnacional por el uso de su semilla patentada sin pago de
regalías.
El periódico científico Nature con fecha 9-9-1999 informa
que un grupo de agricultores en los EEUU se proponía iniciar acciones legales
colectivas (class-action lawsuits), en representación de numerosos productores
contra Monsanto y otras compañías, porque publicitaban sus OGM como benignos
para la agricultura y el ambiente.
El diario Washington Post ha publicado el 18 de septiembre
de 1999 que, 'los agricultores norteamericanos han plantado OGM de buena fe, en
la creencia de que el producto es seguro y que ellos serían recompensados por
sus esfuerzos' citando una declaración de la Asociación de Productores de Maíz
(American Corn Growers Association) emitida la semana previa a la publicación.
'En lugar de ello, - publica en sus páginas el Post) los productores se ven
engañados por las empresas productoras de semillas y agroquímicos, quienes los
alentaron a sembrar un mayor número de hectáreas de estas variedades
manipuladas, sin advertirles sobre los peligros vinculados con la producción de
un cultivo que no habría de tener una mínima aceptación entre los
consumidores'.
Breve filiación de
Monsanto
Monsanto tiene en su haber el desarrollo del 'agente
naranja' defoliante usado en la guerra de Vietnam. Otra de sus creaciones ha
sido el DDT, y el methil parathion, uno de los ingredientes esenciales para
fabricar el gas nervioso de las tan temidas 'armas de destrucción
masiva'.
La vedette del momento para la corporación, fue hasta poco
tiempo atrás, Roundup, un exterminador químico de plantas. En 1997, este
herbicida representaba un 15% del total de las ventas de la transnacional.
Solamente en el territorio estadounidense se fumigaba 11.800 toneladas al año en
sembradíos, jardines y bermas. Los derechos intelectuales protegidos por la
patente de invención de este herbicida, han expirado en el año 2.000 y como era
esperable, el precio cayó en forma abrupta, pues ya hay una importante planta
que lo produce en China. La soya transgénica Roundup Ready, SRR es una buena
forma de asegurar los beneficios que producía la venta del Roundup, glifosato,
antes de la caducidad del monopolio. El primer paso en ese sentido fue hacer
dependiente la soya manipulada del herbicida fabricado por la misma corporación.
Si se fumiga la soya SRR de Monsanto con algún otro herbicida que no fuera la
formulación de glifosato registrada comercialmente como Roundup, la soya
Monsanto, sencillamente muere.
Manipulación del derecho a elegir en forma
voluntaria lo que comemos
La desconfianza entre los consumidores se nutre del hecho
evidente de ser las mismas empresas que introdujeron en el mercado el methyl
parathion, el DDT, el agente naranja y docenas de otros productos químicos
peligrosos, prohibidos desde hace largo tiempo atrás, las que ahora nos dicen
ahora que los organismos genéticamente manipulados son seguros y aún benéficos
para el medioambiente.
Los insumos derivados de frijoles de soya, por ejemplo, son
empleados en casi tres cuartas partes de los alimentos procesados por la
industria, ofertados en supermercados y tiendas, desde cremas heladas y
chocolate, margarina y sodas, pan y salsas de tomate, papas fritas y mermeladas
hasta la pasta italiana. Otra 'vedette' entre los OGM son los edulcorantes
derivados del maíz transgénico. Es evidente que no hay prácticamente alimento
elaborado que esté libre de estos nuevos productos. Ante esto, resulta
paradójico y por demás significativo, el hecho de que quienes insisten de manera
obstinada que los OGM son alimentos seguros y saludables, sean también los
mismos que se niegan, por todos los medios, a identificar con etiquetado de
fábrica, cuáles son los productos que contienen ingredientes elaborados con esos
OGM 'seguros' y 'saludables'.
Ayudas no
filantrópicas
Mediante las campañas publicitarias promovidas por la
industria biotecnológica, se pretende hacer creer que los fines buscados por
estas corporaciones son de naturaleza filantrópica. Mejorar las condiciones
ambientales, preservar la salud de la población y aliviar el hambre padecido por
millones en el mundo, son algunos de los nobles embustes metódicamente
difundidos. Sin embargo, con más de 800 millones de personas en el mundo
sometidas a una cruel e injusta hambruna, hambruna que no sólo no fue atenuada
por la Revolución Verde, sino que, como consecuencia de la implementación de
ésta en el Tercer Mundo se acentuó, cabe preguntar si el problema es debido a
deficiencias en la producción alimentaria, a falta de comida. La respuesta es:
definitivamente no. Es un mito que no hay suficiente alimento como para dar de
comer a toda la humanidad. Actualmente, existen excedentes que superan en un 50%
la cantidad necesaria para lograr este propósito, excedentes a los que mucha
gente no tiene acceso por razones ligadas a las políticas agrícolas de los
países industrializados, entre éstos, aquellos en donde fueron desarrollados los
OGM.
La llamada 'ayuda alimentaria' a los países pobres,
proveniente de los Estados Unidos y de la Unión Europea, ha empeorado, no
mejorado la situación alimentaria de los primeros. Gracias a los astronómicos
subsidios otorgados a los productores, superiores a los U$S 1.000 millones
diarios, esta ayuda se comercializa a precios muy inferiores a los costos reales
de producción de los agricultores del Tercer Mundo. Cargill, por ejemplo compra
cosechas de maíz al 20% del costo real del agricultor. Los efectos de estas
políticas son la expulsión del mercado local de los campesinos, quienes engrosan
las multitudes de desocupados que se hacinan en las ciudades y la creciente
dependencia de insumos y alimentos importados del Norte industrial.
Más aún, los métodos de cultivo basados en el empleo de
insumos de 'alta tecnología', promovidos por las corporaciones transnacionales,
han desquiciado los esquemas de suficiencia alimentaria existentes en los países
en vías de desarrollo. Estos métodos, por su parte, han causado, debido al uso
desproporcionado de agroquímicos y a la práctica irracional del monocultivo,
severos daños a suelos y contaminado acuíferos, además de reducir drásticamente
la diversidad de la agricultura nativa en muchos países.
Vacas sagradas
Es posible oír frecuentemente que, el hambre en el mundo se
debe, fundamentalmente, a factores tales como la superpoblación, o el atraso
tecnológico. Estas suposiciones se amparan en la sistemática desinformación que
hay en este tema, y que se difunde gracias a las campañas de relaciones públicas
de los intereses corporativos globales que manejan la producción y distribución
global de alimentos.
Un ejemplo aclaratorio: Dos tercios de la humanidad consumen
al año unos 170 kilogramos de cereales per capita. El norteamericano y el
europeo medios registran en promedio, un consumo per capita cuatro veces y media
superior a esa cifra. Sin embargo, no lo comen en forma directa, sino a través
de carne, huevos, leche y productos derivados, provenientes de ganado y aves,
que a su vez se alimentan con un 80 % de los aproximadamente 760 kilogramos de
granos de consumo promedio. Es sabido que la eficiencia de la vaca en la
conversión de substancia vegetal en proteína animal es muy baja, hasta el punto
que sólo entre el 10% y el 20% del cereal o del grano que se le da, resulta
convertido finalmente en proteína animal. Esto implica, necesariamente, que las
vacas, por ejemplo, despilfarran durante su propio proceso de nutrición, entre
un 80% y un 90% del cereal, que se les suministra. Esto implica que se
desperdicia, más de media tonelada de granos por cabeza de ganado vacuno criada.
Conclusión: existe una marcada preferencia entre las corporaciones del sector
alimentario a producir alimento para animales y no para humanos, de los cuales
sólo un número relativamente escaso consume alimentos de origen
animal.
La UE produce la mayor parte de sus cereales, 108 millones
de toneladas, de oleaginosas, 12,6 millones de tns, y de oleo- proteaginosas,
18,3 millones de tns, con el único propósito de alimentar ganado vacuna, porcino
y aves.
Hectáreas-fantasma
¿De dónde se obtiene una importante parte de los recursos
para esta producción de carne y productos lácteos consumidos en forma generosa
en los países industrializados? Veamos algunos datos ilustrativos, aunque no
demasiado actualizados, pues corresponden al año 1992: En aquél momento, los
Estados Unidos y otros países del hemisferio Norte generaban grandes excedentes
de cereales, carne, leche y otros productos para el mercado mundial de
alimentos, aunque, no lo lograban dependiendo solamente de sus propias tierras
cultivadas. Lo hacían, gracias a la explotación de 'hectáreas - fantasma' en el
extranjero para producir sus insumos agrícolas y alimentos. Holanda, a modo de
ejemplo, dependía no sólo de lo producido a partir de sus dos millones
(2.000.000) de hectáreas bajo cultivo, sino de quince a dieciséis millones (15 a
16.000.000) de hectáreas adicionales ubicadas en otros países. El Reino Unido
explotaba en ese entonces para la agricultura, dos (2) hectáreas en otros países
por cada hectárea cultivada en su territorio. En total, más de noventa y nueve
millones, novecientas setenta y cuatro mil (99.974.000) hectáreas eran
explotadas con ese propósito en países del Sur - un área equivalente a cuatro
(4) veces la superficie total de las tierras bajo producción agropecuaria de
todo el Reino Unido -. Irónicamente, aquellos países cuyos gobiernos han venido
declarando solemnemente que luchan con firmeza contra 'los problemas del exceso
de producción', en el hipotético caso de ser retiradas de la producción sus
'hectáreas fantasma', tendrían, casi con certeza, dificultades en la provisión
de sus propias necesidades alimentarias, de no haber cambios radicales en sus
dietas.' Como dato ilustrativo puede decirse que prácticamente el 80% de la
cosecha mundial de soya, excluida la República Popular China, está destinada a
convertirse en alimento balanceado para las vacas y los cerdos cuya carne comen
en exceso norteamericanos y europeos.
Efectos negativos de la práctica de
monocultivos
Según datos difundidos por la FAO hace algo más de un
quinquenio, el 25% del total de tierras arables en el mundo ha sido degradado
por mal manejo. El 10% se ha perdido completamente durante los últimos 50 años.
El despojo de la cubierta vegetal protectora, el uso de maquinaria pesada, el
monocultivo continuado, el descuido de las prácticas de conservación de suelos,
la tala de árboles en el campo, la pérdida de materia orgánica y de diversidad
de vida por uso de pesticidas químicos son los factores causantes de la
degradación. Cada año, en todo el mundo, se pierde por erosión 24.000 millones
de toneladas de suelo fértil. Suficiente cantidad para llenar un tren con
vagones de carga cuya longitud sería la distancia cinco veces ida y vuelta,
entre la Tierra y la Luna.
El mal manejo del agua está estrechamente ligado a la
degradación de suelos. La agricultura acapara el 73% del total del consumo
mundial de agua y alrededor del 10% de las tierras bajo riego en el planeta se
ha perdido o está severamente dañado por el riego intensivo que causa
salinización, alcalinización y descenso en el nivel de las napas.
El uso intensivo e indiscriminado de fertilizantes,
insecticidas, fungicidas y herbicidas sintéticos ha producido estragos entre los
organismos que habitan los suelos, disminuyendo drásticamente su fertilidad;
reduciendo la calidad nutritiva de los alimentos y generando en las personas el
crecimiento exponencial de enfermedades como cáncer, mal de Parkinson,
esclerosis múltiple, enfermedad neuromotora y encefalomielitis miálgica, así
como también inmunosupresión y otras afecciones de su sistema inmunológico.
También se ha verificado que estas substancias eliminan los insectos benéficos,
y, provocando mortandad masiva, amenazan con extinguir especies de aves, peces y
mamíferos.
Las pérdidas causadas por insectos-plaga en la agricultura
han crecido en los EEUU desde un 7% de las cosechas en 1945, hasta prácticamente
un 13% en el año 1989, no obstante haberse incrementado, durante el mismo
período, más de diez (10) veces el volumen de insecticidas sintéticos aplicado a
los cultivos. Resulta preocupante que la mitad de las 500 especies de insectos
que ocasionan en ese país pérdidas por valor de 2.000 millones de U$S al año, ha
desarrollado resistencia a los insecticidas.
El reservorio genético de la mayor parte de las especies
comúnmente cultivadas ha sufrido una devastadora erosión, especialmente aquellas
que son comercializadas en los mercados globales. La erosión es resultado del
desplazamiento de las especies nativas por variedades de alto rendimiento
introducidas por la 'Revolución Verde'. El arroz y el trigo han recibido el
golpe más duro. En 1990 las variedades híbridas de arroz cubrían ya el 74% de
las tierras arroceras en Asia. En algunos países como Sri Lanka, Filipinas,
China y Malasia la cesión del mercado en favor de las nuevas líneas genéticas es
hoy prácticamente total. Unas pocas décadas atrás, en la India, los agricultores
cultivaban unas 50.000 variedades diferentes de arroz; hoy cultivan apenas unas
pocas docenas. De la misma manera, en las Filipinas alguna vez fueron cultivadas
unas 4.000 variedades distintas de este cereal, sin embargo, ahora los
agricultores sólo plantan unas pocas en todo el país. En Indonesia, 1.500
variedades locales de arroz se extinguieron en los últimos 15 años.
Datos del autor: Claudio Tygier es periodista-investigador y
traductor. Premio nacional de periodismo científico 1997, miembro
correspondiente del Center for Amazonian Literature and Culture, CALC, Smith
College, Northampton, Massachusetts, EEUU.