Dice
John Hamre, presidente del Centro de Estudios
Estratégicos e Internacionales, que el
rejuvenecimiento acelerado de una sociedad, fruto de una alta tasa de
natalidad, tiende a crear condiciones revolucionarias. Puede ser el
caso del mundo
árabe-musulmán, donde la edad promedio es de 18 años.
En Palestina es de 16. Y
que una población declinante, como hoy la rusa, trae decadencia. En el
Islam, la población se duplicó en los últimos 18
años. Arabia Saudita, que
en 1950 tenía 3 millones de habitantes, tendrá 120 millones en 2050.
¿Cómo hará su monarquía para retener el control político? En ese país,
y en general en los que rodean a Irak, e Irak misma, no se generan
puestos de trabajo suficientes. De cada cinco hijos que da a luz la
madre promedio, tres serán desocupados, y sin red alguna de contención
y sostén. Mientras tanto, Europa envejece, si bien no
vertiginosamente, salvo en Rusia. Pero en la mayor parte
del continente, no nacen suficientes niños. Esto, entre otras cosas,
resta poder militar al Viejo
Mundo, que ya está claramente por debajo del
estadounidense. Paulatinamente, un 30 por ciento de la pirámide
poblacional europea dejará de tener edad para combatir. Europa
dispondrá de menos jóvenes para llamar a filas, pero además necesitará
que trabajen para mantener a los viejos, cuya proporción seguirá
creciendo. Así, en el 2030 la inferioridad militar europea respecto de
Estados Unidos no será
menor que hoy sino mayor. Esto ayuda a entender, dice Hamre, por
qué EE.UU. antepone la vía
armada, mientras Europa se
inclina por las negociaciones. Los norteamericanos son de gatillo
fácil, en tanto los europeos prefieren darle a la lengua. Se saben
militarmente cada vez más débiles. Por ende, las tensiones entre las
dos orillas del Atlántico
Norte seguirán in crescendo, mientras ante ellos se
irá agravando el desafío estratégico del Oriente Medio. El húngaro
Peter Schwartz, presidente de la Red
de Negocios Globales, acota que la CEE, hoy Unión Europea, es un producto de
la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo fundamental no fue ni es la
eficiencia económica, sino lograr que los europeos dejasen de matarse
entre ellos. Y por eso sigue agrandándose hacia el este, y no tardará
mucho en incorporar a Rusia. No cree que vaya a jugar un gran
papel geopolítico porque la UE estará concentrada en atender sus
problemas internos. Volviendo a la famosa pirámide social, México también envejece: en los
últimos 20 años envejeció tanto como EE.UU. en 120. China, al haber prohibido tener
más de un hijo por pareja, envejece más rápidamente aún. Pronto, uno
de cada cinco chinos tendrá más de 65 años, y el país carece de un
sistema jubilatorio digno de ese nombre.
India, a su vez, dentro de dos decenios tendrá el
mismo perfil etario que EE.UU. ¿Qué significa la
declinación poblacional del Hemisferio Norte? Que su base de consumo se
achicará, y con ello perderá fuerza el mayor motor de crecimiento
económico. Esas economías ricas deben colocar un desproporcionado
acento en el aumento de productividad y en las ganancias para poder
sostener a una creciente legión de retirados. Para Hamre, esto exige
encontrar oportunidades de negocio en el Sur, porque en los países subdesarrollados la
rentabilidad del capital es más alta. El reto, por ejemplo para un
político norteamericano, es muy difícil: debe conseguir que aumente
drásticamente el ahorro interno, y además favorecer su inversión en
lugares como China, India, Brasil, quizás Argentina. ¿Cómo puede un
capitalista alemán esperar mayores tasas de retorno sobre su inversión
en Alemania si allí hay
cada vez menos habitantes y éstos son más viejos? “Tendremos que
exportar más capital ahorrado hacia el mundo subdesarrollado. Nuestro
futuro, irónicamente, está mucho más conectado –razona Hamre– con el
desarrollo humano y el buen gobierno” en los países pobres, aunque
sólo sea para responder a esa dinámica demográfica.
Richard Cincotta y Robert
Engelman, investigadores de Population Action
International, afirmaban recientemente que, demográficamente,
la edad de la rebelión y el terrorismo es notoriamente similar en
Haití, Afganistán o Gaza y Cisjordania: “Son jóvenes que no
trabajan ni estudian y están cargados de odio”. Eso dicen ellos, y
aseguran que países con una alta proporción de adultos de menos de 30
años tienen dos veces y media la probabilidad de experimentar un nuevo
estallido de conflicto social, en relación a naciones con poblaciones
más maduras. Estas son en general las que han atravesado la transición
demográfica que consiste en pasar de una sociedad caracterizada por
grandes familias y corta duración de la vida a otro perfil, de
familias chicas y vida larga. Para redondear el cuadro,
Maya MacGuineas, miembro de la New America
Foundation, describió las terroríficas perspectivas de la
Seguridad Social en EE.UU., ahora que la generación
del baby-boom encara su retiro, mientras en general crece la esperanza
de vida sin elevación paralela en la edad jubilatoria, cae la tasa de
natalidad, etcétera. En síntesis, el valor presente del monto de
dinero que los estadounidenses deberían apartar hoy si quisieran
asegurar la solvencia del sistema en los próximos 75 años asciende a
3,5 billones de dólares, algo así como 20 deudas externas argentinas.
Pero sanear realmente el sistema exigiría 10,5 billones, que equivale
al tamaño de la economía estadounidense. Ahora, si también se deseara
prefinanciar tanto la Seguridad Social como el PAMI norteamericano,
harían falta 44 billones de dólares. Frank Eich,
asesor económico del Tesoro británico, sostuvo que la
mayor inmigración neta que recibe
EE.UU. en relación a la Unión Europea, que restringe
cada vez más el ingreso de extranjeros, es una razón que explica por
qué EE.UU. envejece más
lentamente y logra un crecimiento económico más acelerado. Pero, a
mayor o menor ritmo, en todos los países ricos seguirá subiendo el
cociente de dependencia de la vejez, que indica cuánta gente hay que
ya superó la edad laboral en relación a quienes tienen aún edad para
trabajar. Para colmo, los países que están por entrar a la Unión Europea también están
envejeciendo. El ya citado Schwartz predice, en otro plano, un
resurgimiento del Estado como actor económico. Su intervención muestra
éxitos impresionantes, desde la minúscula Singapur a la gigantesca China. Según él, la economía de
mercado, a la Thatcher y a la Reagan, deja paso a otro modelo. Todo
esto dicho y oído en un debate público sostenido en la sede del
Fondo Monetario
Internacional.
Fuente: diario
Página 12, de Buenos Aires, Argentina; 6 de marzo de
2004.
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