NCeHu 159/04
Una Existencia Precaria: ¿El Destino de Billones?
Fred
Magdoff
Monthly Review, volumen
55
Traducción. Victoria
Rouge
Los Miserables de la Tierra
El número de personas que viven de manera precaria ha
crecido en muchos países del mundo, también el hambre se expandió. Hay
aproximadamente 6 millones de personas en el mundo, cerca de la mitad vive en
ciudades y la otra mitad en áreas rurales. Entre los pobres que viven en
ciudades y los de las áreas rurales, un vasto número de los habitantes del mundo
viven bajo severas condiciones. Se estima que alrededor de la mitad de la
población del mundo vive con menos de dos dólares diarios, la mayoría de ellos o
bien crónicamente mal nutridos o continuamente preocupados por de dónde saldrá
su próxima comida. Muchos no tienen acceso a agua potable (1 billón),
electricidad (2 billones), o saneamiento (2,5 billones).
De los 3 billones
de habitantes de las ciudades, un reciente informe de las Naciones Unidas indica
que cerca de 1 billón vive en villas –número que se expandió vastamente durante
los llamados años del boom de los ’90. Se estima que en los próximos 50 años el
número de personas que viven en villas se incrementará en un 300 por ciento. (El
Desafío de las Villas-Informe Global sobre Asentamientos Humanos, 2003, ONU
Programa de Asentamientos Humanos.) [The Challenge of Slums—Global Report on
Human Settlements 2003, UN Human Settlements Program]
La otra mitad de
la población mundial –alrededor de 3 billones de personas- vive en áreas
rurales. La mayoría produce alimentos para su propio consumo y/o para venderlos
a otros. Muchos habitantes rurales viven en condiciones difíciles, pero aquellos
con acceso a tierra por lo general pueden proveer a sus familias de alimentos.
La situación está lejos de ser estática. Se está dando una continua
migración en masa de personas desde regiones rurales a las ciudades del tercer
mundo. Entre 20 y 30 millones abandona sus pueblos cada año, acrecentando las
masas de poblaciones urbanas. La gente se muda a las ciudades en respuesta a las
difíciles condiciones en las áreas rurales (pensando que hay mejores
perspectivas en las ciudades) o porque son expulsados de sus tierras cuando un
sector capitalista en expansión expropia tierra o mecaniza la producción.
En
los países centrales, la migración de campesinos y agricultores a las ciudades
comenzó con el primer desarrollo del capitalismo desde el siglo XVI hasta
principios del siglo XIX –y continuó a lo largo del siglo XX. A medida que la
población se mudaba a las ciudades, se creaban nuevas oportunidades de empleo
por la industrialización y tiempo que la creciente mecanización agrícola y
productividad disminuían la necesidad de mano de obra para trabajar la tierra.
También había otra salida para los que eran expulsados de la tierra en Europa
cuando no había suficiente empleo en las ciudades. Millones de personas migraban
hacia las colonias y ex-colonias –Estados Unidos, Canadá, y Australia- donde la
tierra y otros recursos expropiados a los pueblos indígenas les brindaban, por
un momento, una frontera que parecía interminable.
Lo que está ocurriendo
hoy en el tercer mundo, que comenzó a fines del siglo XX, es algo muy diferente.
Es la migración de agricultores, campesinos, y familias rurales sin tierras a
ciudades que no tienen suficientes puestos de trabajo para absorber
productivamente a los inmigrantes. Aunque algunos se las arreglan para migrar
hacia los países capitalistas centrales, esta salida ha sido efectivamente
cerrada a las masas por “exceso” de población. El resultado ha sido el
crecimiento explosivo de villas en el tercer mundo, acompañado de personas
afectadas por la miseria y el hambre sin acceso a tierra para cultivar sus
propios alimentos.
Uno de los problemas más importantes para la humanidad en
nuestros tiempos es el futuro de vastos números de personas en todo el mundo que
viven de la producción de alimentos y qué sucederá con ellos cuando sean
expulsados de la tierra. También es un problema que recibe muy poca atención por
parte de los académicos oficiales y de izquierda.
¿Por Qué Hay Tantos Hambrientos?
Comúnmente se cree que el hambre está confinada a
periodos en los que las sequías, las inundaciones o las guerras alteran la
producción y distribución normal de alimentos, resultando en desgarradoras
hambrunas. Sin embargo, el hambre y la inseguridad alimenticia (no saber de
dónde saldrá su próxima comida) son una situación normal para una gran
proporción de la humanidad. Aunque no tan visible y dramática como la hambruna,
la mal nutrición crónica tiene resultados desastrosos en términos de desarrollo
físico y mental insuficiente en niños, dificultades con el aprendizaje, y demás.
La ONU estima que alrededor de 840 millones de personas –incluyendo 10 millones
en los países industrializados centrales- sufrieron desnutrición en el período
de 1999-2001. Según la ONU, ha habido un incremento en el número de personas
desnutridas de alrededor de 18 millones más en el período 1999-2001 que en el
1995-1997. Sin embargo, mucha más gente de lo que estima la ONU vive con
inseguridad alimenticia, en varios grados de hambre -quizás hasta 3 billones.
Aún si el número fuera “sólo” 840 millones, ¡igualmente es increíble!
Si
bien el hambre ciertamente existe en el campo, puede ser un problema mucho más
serio en las ciudades. Expulsados de la tierra, las personas no pueden cultivar
sus propios alimentos y deben encontrar alguna fuente de ingresos. Cuando el
desarrollo económico no provee de suficientes puestos de trabajo para aquellos
obligados a ir a las ciudades, la gente trata de ganarse la vida en la “economía
informal” –frecuentemente compran ítems y los revenden en cantidades menores- o
recurren al crimen.
Globalmente se producen suficientes alimentos como para
satisfacer las necesidades nutricionales básicas de todas las personas del
mundo. Lo mismo ocurre dentro de la mayoría de los países. La mal nutrición
crónica y la inseguridad alimenticia son causadas por la pobreza y no por falta
de producción de alimentos. No hay que ir más lejos que Estados Unidos para ver
que el hambre existe a la par de un sistema agrícola que produce alimentos más
que suficientes para nutrir a toda la población adecuadamente. Doce millones de
familias estadounidenses son consideradas con “inseguridad alimenticia” y en
cerca de 4 millones de familias –que contienen más de 9 millones de personas-
alguien saltó comidas por falta de alimentos. La Conferencia de Alcaldes de
Estados Unidos informó que “… durante el 2002 los pedidos de asistencia de
emergencia alimenticia incrementaron en un promedio de 19 por ciento, 100 por
ciento de las ciudades registraron un aumento.” (A Status Report on Hunger and
Homelessness in America’s Cities 2002, http://www.usmayors.org). Incluso en mi
Estado, Vermont, con una tasa de desempleo oficial relativamente baja, los
pedidos de alimentos por parte de varias organizaciones de caridad privadas ha
subido estrepitosamente en los últimos años. El ochenta por ciento de las nuevas
familias en búsqueda de asistencia alimenticia tienen a alguien que trabaja. El
director de uno de los programa de asistencia alimenticia comentó, “He visto un
número creciente de padres que dicen que no han comido en uno o dos días para
darles de comer a sus hijos.”
La coexistencia de alimentos excedentes y de
hambre también sucede en el tercer mundo. India es una de las historias exitosas
de la “revolución verde”, donde una combinación de variedades mejoradas y una
serie de técnicas agronómicas llevaron a una producción de alimentos mucho más
grande. Sin embargo, India hoy tiene “exceso” de alimentos al mismo tiempo que
se expande el hambre. Un titular de un diario lo dice todo, “Los Pobre de la
India se Mueren de Hambre Mientras el Excedente de Trigo se Pudre” (New York
Times, 12 de diciembre, 2002). Este excedente de alimentos se pudre, se lo comen
las ratas, o es exportado a bajo precio mientras que la gente en India tiene
hambre.
En general, la gente tiene hambre crónica porque son pobres y no
tienen suficiente dinero para comprar alimentos. ¡Es así de simple! Bajo el
capitalismo, el alimento es simplemente otra mercancía –como un par de zapatos,
un televisor, o un automóvil. Las personas no tienen más derechos legales para
obtener comido del que tienen para obtener cualquier otra mercancía.
Que Coman Libre Mercado
La respuesta de los gobiernos de los países capitalistas
centrales –así como las numerosas organizaciones internacionales como el FMI y
el Banco Mundial- para casi todos los problemas de desarrollo, incluyendo la
pobreza y el hambre, en una sola medida para todo. Sin tener en cuenta las
necesidades y deseos del pueblo de ese país y su situación concreta, esta medida
comienza con eliminar los aranceles y otras barreras comerciales a los productos
y permitir el libre movimiento del capital para entrar y salir de los países.
La teoría neoliberal es la siguiente. La eliminación de barreras para la
circulación de bienes y capital permite a un país concentrarse en desarrollar
las áreas en las que tiene una “ventaja comparativa”. Es decir, el país debe
concentrarse en la minería, la agricultura o las manufacturas de productos para
los que tiene una ventaja debido al clima, recursos naturales, una fuerza de
trabajo calificada u otros factores. Luego, puede comprar lo demás que necesite
con la moneda ganada en la exportación de estos productos. Además, según la
teoría, estos pasos superan uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo
de los países de la periferia –la falta de inversión de capital para construir
fábricas, sistemas de comunicación, rutas, y puertos. A continuación, según la
lógica neoliberal, generando condiciones más atractivas para las corporaciones
extranjeras (por ejemplo, permitiéndoles repatriar todas sus ganancias)
significa que invertirán más, llevando a mayor desarrollo económico y
prosperidad. Los mercados de bienes y capital, liberados del control
gubernamental, funcionarán de manera que crearán mágicamente condiciones óptimas
para todos –¡una situación en las que ganan las dos partes sin perdedores!
Hay muchos problemas con la medida de “libre comercio” orientado al
mercado, en los cuales no me adentraré ahora. Sin embargo, uno en particular ha
acechado a los países de la periferia por un largo tiempo, aún antes de la
reciente presión para que se abrieran completamente al capital extranjero. El
proceso mismo de inversión del capital desde el centro a la periferia tiende a
generar deuda y crisis monetarias –causadas por el endeudamiento excesivo por
parte de países de la periferia, así como la repatriación de las ganancias del
capital invertido a los países del centro. Muchos países tienen continuas faltas
de moneda extranjera como para escapar a sus compromisos. Esto provoca que
estimulen las industrias orientadas a la exportación y la agricultura para tener
ganancias en moneda extranjera para pagar préstamos o permitir el movimiento de
capital fuera del país. Los programas de gobierno estimulan el cultivo con
potencial de exportación como naranjas, algodón, soja, vegetales de
especialidad, frutas tropicales, y café por su potencial de ganar moneda dura.
Otra parte de la medida neoliberal, alentada u ordenada por el FMI y el
Banco Mundial, es disminuir el presupuesto del gobierno. Esto usualmente se
logra eliminando subsidios de ayuda los pobres, como los que son para
fertilizantes o alimentos, y privatizando algunas funciones gubernamentales.
Raramente es mencionado, por supuesto, el hecho de que los países
capitalistas ricos se desarrollaron protegiendo a sus industrias y sólo luego
–cuando sus economías se fortalecieron y los capitalistas requirieron mayor
accedo a otros mercados y recursos- llamaron a un comercio menos restrictivo con
otros países. También es raramente discutido el hecho de que la agricultura de
EE.UU. se desarrolló con el apoyo masivo del gobierno –comenzando con la captura
de tierras de los nativos y transfiriéndolas a los inmigrantes europeos, y
desarrollando infraestructura de transporte, irrigación, investigación,
extensión, subsidios para los agricultores, incentivos a las exportaciones, y
demás. Nadie se preocupó por la hipocresía de la situación, los gobiernos del
centro capitalista rico continúan utilizando una variedad de medios para
proteger y favorecer los negocios de sus países mientras que abogan por el libre
comercio y el libre mercado.
Los
Resultados Devastadores
Seguir la prescripción estándar
–abrir países de la periferia a la libre circulación de bienes, servicios, y
capital así como disminuir los programas gubernamentales de apoyo que dan ayuda
a los pobres- puede ser devastador. Hay numerosos ejemplos recientes de cómo
esas políticas han perjudicado a los pobres. Siguiendo el consejo del Banco
Mundial y varias organizaciones de ayuda, el gobierno de Malawi redujo la
asistencia a la agricultura al mismo tiempo que dejó flotar su moneda. Esto
condujo a la devaluación de su moneda y el incremento en cinco veces del costo
del fertilizante importado –poniendo a este ingrediente esencial de la
agricultura fuera del alcance de la mayoría de los agricultores (New York Times,
13 de julio, 2003). El uso de fertilizantes es una de las claves para aumentar
el valor de la producción agrícola en los suelos antiguos y agotados de
nutrientes de África. Aunque las agencias de ayuda hayan ayudado a algunos
agricultores a obtener modestas cantidades de fertilizantes, las “soluciones”
orientadas al mercado de los expertos han llevado al hambre expandido y más
persistente, aún cuando el clima sea favorable. En Ghana, el gobierno,
“presionado por sus acreedores occidentales para mantener su casa fiscal en
orden, no dar subsidios para fertilizantes, apoyo al precio de las cosechas, o
cualquier otro equivalente a financiamiento barato…” (Wall Street Journal 3 de
diciembre, 2002). Con precios de fertilizantes relativamente altos, que deben
ser importados, una falta de subsidios significa que los agricultores no
utilizan nada o casi nada de fertilizantes, así la producción de alimentos y las
oportunidades para ganar un ingreso extra están mucho más allá de los niveles
asequibles.
Los efectos de la transición a los “mercados libres”, el
“libre comercio”, y el disminuido apoyo del gobierno para la producción de
alimentos han sido aún más nocivo para Etiopía. El gobierno, atendiendo a las
organizaciones de ayuda que aconsejaban un camino de “libre comercio” con
aminorada “interferencia” del gobierno, decidió que luego de haber estimulado la
producción agrícola necesitaba reducir la asistencia estatal a la agricultura.
Mejores semillas y mayor acceso a fertilizantes se hicieron accesibles a los
agricultores y la producción creció. A medida que caía dramáticamente el precio
de lo que recibían los agricultores, en respuesta a una inundación del mercado,
había pocas facilidades de almacenamiento que permitieran a los agricultores
almacenar los granos y esperar a que el precio subiera. No había fondos
disponibles para aquellos que quería construir estructuras de almacenamiento.
Los agricultores respondieron de una manera totalmente lógica al récord más bajo
de precios en 2001. Redujeron la cantidad de sembrado al año siguiente. Esta
disminución del área plantada, junto con un clima desfavorable en 2002, creó
condiciones para la expansión del hambre e incluso la hambruna en 2003.
Debido al apego del gobierno filipino a las políticas neoliberales –con el
alineamiento de aranceles y leyes para acomodar los requerimientos de la
Organización Mundial del Comercio (OMC)- la situación de los productores y de la
agricultura en Filipinas dio un giro total para peor. Las importaciones del
arroz y del maíz fluctuaron, como muchos los habían anticipado, generando
miseria entre los agricultores. Se esperaba que cambiaran a un cultivo más
lucrativo para la exportación. Sin embargo, la agricultura filipina era débil,
no sólo en comparación con los establecimientos altamente subsidiados de EE.UU.,
sino también en relación a China, Taiwán, Tailandia, y Vietnam. Los agricultores
filipinos han sido alentados a producir vegetales, carnes blancas, y rojas para
tener exportaciones beneficiosas, pero no podían competir internacionalmente,
así que hasta sus mercados domésticos fueron inundados por las importaciones.
Laura Carlsen, analista del Programa de las Américas del Centro de
Recursos Interhemisférico (IRC), en un discurso en junio del 2003 ante el Comité
de Industria, Comercio Exterior, Investigación y Energía del Parlamento Europeo,
explicó lo que sucedió en México, uno de los primeros participantes del ímpetu
por liberalizar las relaciones comerciales:
En suma, dos décadas de
liberalización comercial de la agricultura en México han llevado a: un
incremento en la pobreza rural, mal nutrición, migración externa e
inestabilidad; incremento de las cargas laborales, especialmente para las
mujeres; incremento de los precios al consumidor; aumento de las ganancias y
control del mercado por parte de comerciantes y procesadores trasnacionales a
costo de los pequeños productores agrícolas; pérdida de las rentas públicas
nacionales que podrían haber sido aplicadas al desarrollo de programas; y severo
riesgo para el medio ambiente y la biodiversidad.
(http://www.americaspolicy.org/commentary/2003/0306eu_body.html)
Los
severos efectos del Área de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA) sobre la
población que vive en el campo mexicano son parcialmente equiparados por la
migración a los Estados Unidos y por los giros que los inmigrantes envían a sus
familias en su país de origen. Hay una larga historia de migraciones desde
México, el grueso de los inmigrantes provienen de los estados con suelos más
pobres y una tradición de inmigración. Sin embargo, muchos de los de la nueva
ola de mexicanos que vienen a los Estados Unidos en respuesta a los efectos del
NAFTA están abandonando regiones que tienen buenos suelos y agricultura
productiva.
La situación que tuvo lugar con el café –que alguna vez fue
un cultivo que daba ingresos modestos, pero de los que podían depender
razonablemente muchos pequeños agricultores- deben ser una advertencia para los
que abogan por una producción orientada a la exportación. No obstante, en un
periodo de tiempo relativamente corto, tanto Vietnam (que antes era un jugador
menor en el mercado internacional de café, pero que ahora da cuenta de alrededor
del 12 por ciento del total de las exportaciones mundiales de café) como Brasil
incrementaron enormemente sus plantaciones de café con la esperanza de tomar
ventaja de este cultivo de “alto valor”. Como la producción fue tanto más allá
que la demanda, los precios recibidos por los agricultores cayeron en picada
alrededor del 50 por ciento, creando un desastre por los productores mundiales
de café. Esta caída del precio ha creado, por supuesto, oportunidades de
ganancias corporativas significativas, ya que los precios de los productos
agrícolas terminados rara vez declinan demasiado cuando hay una inundación de
materia prima en el mercado.
La OMC y
Cancún: Un Desafío para el Centro
No es sorprendente que
tantos países de la periferia hayan comprado inicialmente las supuestas ventajas
del libre comercio y hayan reducido sus presupuestos gubernamentales, y hayan
participado del furor por unirse a la OMC y ajustar las leyes nacionales y los
aranceles para encajar en el nuevo paradigma del “libre comercio”. Los
funcionarios de finanzas y comercio de muchos países del tercer mundo fueron
entrenados en Estados Unidos y Europa con lo que se ha convertido en la teoría
ortodoxa de crecimiento y desarrollo. No obstante, algunos líderes de gobierno y
muchas organizaciones populares de la periferia se están cuestionando sobre los
propósitos y los resultados de la llamada globalización que está teniendo lugar
bajo la orquestación de corporaciones gigante y gobiernos capitalistas del
centro. Está en marcha una lucha sobre las reglas que gobiernan el comercio
internacional, hay muchos líderes de la periferia preocupados por los efectos de
los nuevos arreglos para sus pueblos. Aunque no cuestionan los supuestos
básicos, algunos están comenzando a cuestionarse si el “libre comercio” es
realmente tan libre.
Antes de la cumbre de la OMC de Cancún en
septiembre de 2003, los presidentes de Mali y Burkina Faso, Amadou Toumani Touré
and Blaise Compaoré, reclamaron por los altos subsidios para los productos
agrícolas estadounidenses products (New York Times, July 11, 2003). Declararon
que los subsidios a los cultivos en los países centrales resultan en una
superproducción y precios bajos artificiales en el mercado mundial, dificultando
a los países de la periferia ganar cambio extranjero vendiendo las mercancías
agrícolas que producen. Esencialmente, los dos presidentes le estaban pidiendo a
los Estados Unidos que actuaran según su retórica de libre comercio.
Se
estima que un agricultor estadounidense promedio recibe un subsidio anual de más
de $20.000 mientras que el agricultor mexicano promedio recibe alrededor de $700
(Business Week, 18 de noviembre, 2002). Como lo señalaron los presidentes Touré
y Compaoré en su artículo, “los 25.000 agricultores americanos recibieron más en
subsidios –unos $3 billones- que la capacidad económica total de Burkina Faso,
donde dos millones de personas dependen del algodón”. No fue mencionado por los
dos presidentes otro subsidio –alrededor de $1,7 billones al año va a las
compañías estadounidenses que compran algodón doméstico. Los subsidios a los
agricultores norteamericanos que no tiene ningún sistema de gerenciamiento de
provisiones, que estimulan la producción y hacen que el cultivo sea vendido por
debajo del costo de producción, más el marketing agresivo de las corporaciones
trasnacionales, perjudican a los agricultores mexicanos y filipinos. La
protección europea a sus productores de azúcar de remolacha y las cuotas de
azúcar estadounidenses perjudican a los productores de caña de azúcar de África
y América Latina.
La cumbre de los ministros de la OMC en Cancún fracasó
porque un grupo importante de países de la periferia comenzaron a entender que
las reglas del juego –desarrolladas y favorecidas por las superpotencias- han
sido armadas en su contra. El Grupo de los 20 (el número varía a veces), bajo el
liderazgo de Brasil e India, se rehusaron a aceptar algunas de las reglas
desarrolladas por los países capitalistas del centro que los dejaban en una
posición especialmente vulnerable.
Muchas organizaciones no gubernamentales
de la periferia también están demandando un cambio. México ha tenido 10 años de
experiencia con el “libre comercio”, incluyendo la agricultura de cultivos de
alto valor en los estados del norte, con la pérdida de un gran número de
agricultores en el proceso y la devastación de muchas áreas rurales. En enero
del 2003, unas 100.000 personas tomaron las calles demandando la renegociación
del NAFTA. También manifestaron a favor de un pacto de desarrollo rural nacional
y un compromiso de soberanía de alimentos.
Falsas Esperanzas Sobre los Subsidios
La ruptura de la reunión de la OMC de Cancún puede ser
un punto de inflexión importante en las relaciones entre la periferia y los
países centrales, dificultando a las corporaciones trasnacionales arreglar toda
la agenda de comercio internacional. Sin embargo, el énfasis del Grupo de los 20
en los subsidios a los agricultores en los países centrales como el obstáculo
mayor para lograr más prosperidad para los agricultores en la periferia puede
estar fuera de lugar. Hay dos razones por las cuales eliminar los subsidios y
dejar que operen los mercados libres puede no tener los efectos positivos
imaginados. Primero, los agricultores no necesariamente se comportan como lo
predicen los modelos de los economistas. Segundo, hay otros asuntos que
probablemente son más importantes que los subsidios.
Se cree que si se
eliminaran los subsidios, reduciendo en efecto los beneficios que reciben los
agricultores, los agricultores estadounidenses disminuirían la producción
plantando menos tierra o cambiando por un cultivo más lucrativo. Sin embargo,
este escenario mantiene poca relación con lo que realmente sucede en el corto a
mediano plazo. Una conversación que presencié a fines de los ’90 ayuda a
ilustrar este punto. En una reunión con ganaderos en su oficina, el economista
al frente del Departamento de Agricultura estadounidense se quedó asombrado al
oír que uno de los granjeros explicaba que cuando declinaban los precios de la
leche aumentada vacas a su manada y cuando los precios subían, vendía algunas.
Esto es exactamente lo opuesto a lo que predeciría la teoría económica. Cuando
le preguntaron por qué, explicó que cuando los precios bajaban tenía que
producir más leche para cubrir sus gastos fijos (como impuesto a la propiedad y
mantenimiento de inmueble). Cuando los precios aumentaban, vendía algunas vacas
(en lugar de sumar más, como sostiene la teoría) para simplificar su vida. La
decisión tomada por cada uno –amentar la producción en respuesta a precios
decrecientes- tiene absoluto sentido económico para el individuo, aunque si
muchos hacen lo mismo los perjudique a todos de conjunto al estimular la
sobreproducción y bajar los precios aún más.
Además de la tendencia
general de los productores de producir más cuando los precios bajan, hay otros
obstáculos para el comportamiento ideal imaginado por los economistas. Por
ejemplo, debido a que muchos cultivos requieren maquinaria especializada y un
manejo diferente del que usualmente utiliza el productor, no siempre es fácil
cambiar rápidamente de un cultivo a otro. Además, frecuentemente se las arreglan
para producir por pocos años recibiendo menos del costo de producción difiriendo
el mantenimiento y tomando más préstamos. Finalmente, los granjeros nunca saben
cómo estará el clima en sus establecimientos o en otros lugares en el mundo en
el que se cultiva un cultivo específico. Los precios bajos en un año, debido a
una inundación del mercado, pueden estar seguidos de precios más altos el año
próximo por declinación de la producción debido a malas condiciones de cultivo
en una región de producción importante.
También es posible que la
eliminación de los subsidios acelere la concentración de los productores
estadounidenses en grandes unidades productivas, con un costo promedio de
producción relativamente bajo. Por ejemplo, las haciendas con más de 1.500 acres
de algodón tienen menores costos de producción por libra de hilas que las
pequeñas que tienden a no especializarse en la producción de algodón. El mismo
patrón general se mantiene para los establecimientos de soja y maíz.
Las
experiencias de retiro de los subsidios y/o bajos precios de los productos
agrícolas en Australia, Canadá, y México indican que el total de tierra
cultivada puede bien mantenerse o aumentar. Algunas veces los agricultores
cambian su combinación de cultivos en respuesta al retiro de los subsidios o
debido a los bajos precios de un cultivo, pero frecuentemente no lo hacen. (El
comportamiento de los agricultores de Etiopía, que disminuyeron la cantidad de
tierras cultivadas tras un año de precios desastrosamente por debajo de los
costos de producción, es diferente del de los agricultores de Estados Unidos,
Canadá, o Australia que son capaces de resistir uno o dos años de precios
bajos.)
A pesar de las desventajas, algunos agricultores de la periferia,
como los que cultivan soja en Brasil, ya están compitiendo con éxito en el
desigual campo de juego del mercado agrícola. Muchos más serían capaces de
competir en un hipotético mercado libre (y sin subsidios). Pero pronto
encontrarán que para tener éxito tendrían que “modernizar” sus establecimientos.
Esto implica una serie de técnicas –un alto grado de mecanización, uso de las
variedades más nuevas, y un apoyo extensivo en fertilizantes y pesticidas, que
frecuentemente sólo están disponibles como productos importados. Algunos países
de la periferia, como Brasil, han considerado la agricultura progresiva a gran
escala orientada a la exportación porque es más eficiente en términos de trabajo
y al mismo tiempo ayuda a generar la moneda extranjera que se necesita
desesperadamente para sacar a sus países del vasallaje de la deuda. Sin embargo,
existe extensa documentación que da cuenta de los daños ambientales causados por
el exceso o el mal uso de pesticidas y fertilizantes.
La mecanización de
la producción agrícola, como una estrategia para ayudar a los agricultores de la
periferia para que puedan competir internacionalmente, pueden en realidad ser la
mayor amenaza para la provisión de alimentos a las personas del tercer mundo.
Como lo señalé antes, si bien la mecanización de la agricultura incrementa la
productividad del trabajo, no necesariamente resulta en mayores cantidades de
alimentos producidos por hectárea o acre [Fred Magdoff, “Pros y Contras de la
Mecanización Agrícola en el Tercer Mundo” (“Pros and Cons of Agricultural
Mechanization in the Third World”), Monthly Review, Mayo 1982, 33–45.]. Además,
cuando la mecanización ocurre sin disponibilidad de trabajo en otros sectores,
los resultados normales son desempleo y hambre. A pesar de que las condiciones
en el campo pueden ser muy duras, tener algo de tierra en la que cultivar
alimentos brinda un grado de protección contra el hambre. Samir Amin estimó que
20 millones de agricultores capitalistas a gran escala y altamente mecanizados
podrían producir todo el alimento necesario en el mundo. Pero, no hay ninguna
posibilidad realista de que en algún lado con la cantidad suficiente de puestos
de trabajo se llegue a dar empleo a la masa de la humanidad desplazada por la
agricultura capitalista avanzada, cualquiera sea el lugar donde se encuentren
esos establecimientos. ¿Cuál será el destino de esos billones de personas
“innecesarias” si eso realmente sucediera?
¿Cuáles Son los Obstáculos Críticos?
Perdidos en la discusión de los subsidios a los agricultores de los
países capitalistas ricos del centro hay otros asuntos importantes que socavan
la agricultura y las condiciones de los pobres en la periferia. Por ejemplo, la
competición entre los países de la periferia bajo un verdadero libre comercio es
una potencial amenaza a su agricultura y sus agricultores tanto como los
subsidios a los productores de Estados Unidos y Europa. La decisión de aumentar
la producción de café en Brasil y Vietnam está teniendo severas repercusiones
para los productores de café en América Latina, África y Asia. Ansiosa por
reducir los cultivos almacenados, India exportó arroz a precios muy bajos,
afectando adversamente a los productores de otros países. Las importaciones de
cultivos de “alto valor” de China Taiwán, Tailandia y Vietnam han minado la
posición de los agricultores filipinos.
El camino hacia la privatización
de la infraestructura para el negocio agrícola [agribusiness infrastructure] que
pertenecía al estado y la reducción de los presupuestos gubernamentales también
es parte del problema, no la solución. La privatización de las empresas de
algodón en África –que vendía insumos a los agricultores, compraba sus cultivos,
desmontaba el algodón, y prensaba las semillas para hacer aceite de cocina- creó
su propio problema. Una gran porción de los cultivos de semillas de algodón de
África ahora se exporta a Europa para ser utilizado como alimento para animales,
dejando a las fábricas de aceite de algodón trabajando del 25 al 30 por ciento
de su capacidad. Como se discutió más arriba, los subsidios del gobierno para
fertilizantes han sido reducidos o eliminados en varios países africanos, lo que
redujo la producción de alimentos y el ingreso rural. El agrónomo ganador del
premio Novel de la Paz, Norman Borlaug, trabajó en África por varios años
mostrando que técnicas simples podían aumentar la productividad en las tierras
de los pequeños agricultores. No obstante, fue frustrado por la falta de
programas gubernamentales para implementar y mantener un sistema de apoyo para
los agricultores. “Soy biólogo, no economista, pero hasta yo puedo ver que las
políticas [occidentales y africanas] no están funcionando. Es hora de encarar la
realidad” ” (Wall Street Journal, 3 de diciembre, 2002).
Quizás la mayor
amenaza para los agricultores de la periferia es el control corporativo del
cultivo sobre la provisión mundial de alimentos.
La agricultura de la
periferia es acechada por las fuerzas que representan el gran negocio agrícola
[agribusiness] de los países del centro –las corporaciones que comercian granos,
los proveedores de insumos (especialmente las compañías de semillas y químicos,
que ahora están entrelazadas), los procesadores y los distribuidores. Los atacas
se han llevado a cabo bajo la máscara de la promoción de “el libre mercado” y“el
libre comercio”. Los beneficios reales de la agricultura no se obtienen del
cultivos de trigo, maíz, arroz, algodón o manzanas. Los beneficios del capital
son generados por el agribusiness de ambos lados (antes y después) del cultivo.
A principios del siglo XX, cerca del 40 por ciento del valor de las compras de
alimentos en Estados Unidos era para los agricultores, a fines de siglo reciben
sólo el 10 por ciento. El dinero restante fue para proveedores de insumos (25
por ciento) y transporte, procesamiento y marketing (65 por ciento). Las
transnacionales del agribusiness ya están bien establecidas en la periferia. Por
ejemplo, la gigante Cargill Corporation opera en 18 estados brasileros, y tiene
más de 120 unidades incluyendo sus plantas, depósitos, oficinas, terminales
portuarias y plantaciones. Es uno de los principales exportadores y procesadores
de soja (generando siete millones de toneladas anuales), tiene una de las
plantas procesadoras de cítricos más grandes del país, y una terminal portuaria
exclusiva en Guaruja –la única terminal portuaria automatizada de Brasil, para
embarcar productos del azúcar bloques o en bolsas.
¿Hay Salida?
El mundo está
transitando hacia una mayor integración económica bajo
reglas que favorecen
casi exclusivamente a las grandes corporaciones en los países capitalistas
centrales. Si las cosas continúan por este camino, y la agricultura
industrializada –que ahora domina la agricultura de EE.UU.- se implementa en el
resto del mundo, las condiciones de los pueblos del mundo ciertamente se
deteriorarán. A pesar de no tiene una solución real al problema, el
ex-presidente de Filipinas, Fidel Ramos, que alguna vez abogó y participó de la
vorágine por unirse a la OMC, ahora expresa la preocupación de un creciente
número de personas por este juego claramente manipulado. “Los países pobres no
pueden mantenerse con la peor parte de este acuerdo por mucho tiempo”, dijo. “La
gente realmente tiene necesidades. La gente se está muriendo” (New York Times,
21 de julio, 2003).
Borrar la pobreza es necesario para eliminar las
condiciones abismales –incluyendo el hambre- bajo las cuales vive tanta gente.
Los programas anti pobreza, ahora disponibles en las organizaciones nacionales e
internacionales, suponen que si el sistema pudiera simplemente ser modificado,
podría incluir completamente a las llamadas masas marginales. Si tan sólo
pudiéramos tener suficiente caridad, despensas de alimentos y comedores se
podría dar comida a los hambrientos. Si tan sólo pudiéramos dar micro préstamos
para permitirle a las personas que comiencen un negocio y salir de la pobreza.
Si tan sólo pudiésemos subsidiar a nuestros agricultores para que pudieran
utilizar más fertilizantes para incrementar la producción de alimentos. No
obstante, el mismo funcionamiento del capitalista crea tanto un grupo central de
naciones ricas como una periferia de países muy pobres y medianamente pobres.
También produce una estructura de clase que siempre tiene una clase baja
trabajadora –una masa de trabajadores que alternan entre empleo y desempleo o
que están casi siempre desempleados. Estas personas en los “márgenes” de la
actividad económica son tan centrales para el capitalismo como el capitalista,
el obrero de la fábrica o el funcionario de gobierno que ayuda a mantener el
sistema operando.
No es posible escribir una simple prescripción para
mejorar la producción de alimentos y aliviar el hambre y la miseria que hay en
todos los países. Hay demasiadas diferencias en la historia, la cultura y los
recursos naturales y humanos. Sin embargo, está claro que firmar acuerdo que
benefician a las naciones ricas, tratar de hacer un país más “atractivos” para
la inversión de capital y haciendo arreglos tecnológicos como los cultivos
genéticamente modificados no son la salida. ¡Estas medidas en muchos casos
empeoran las cosas! Los países incluso también deban abandonar la asistencia de
las agencias y organizaciones para el desarrollo que atan su ayuda a políticas
gubernamentales perjudiciales. Como lo dijo un alto funcionario del Ministerio
de Alimentos y Agricultura de Ghana, “Con que sólo mencionemos subsidios,
nuestros socios de desarrollo comienzan a aullar, y quieren atraparnos y
comernos” (Wall Street Journal, 2 de diciembre, 2002). ¿Con socios de desarrollo
como esos, quién necesita enemigos?
¿Hay alguna manera para que los países
de la periferia salgan de esta situación devastadora? Hay algunas medidas
generales que deberían ser consideradas. Los arreglos comerciales que son
mejores que los que originalmente fueron desarrollados antes de que muchos
entendieran las implicancias de los acuerdos de “libre comercio” pueden
ciertamente proteger a los agricultores y a los pobres de la periferia. Pero
mejores tratos de “libre comercio” no son la solución para eso asuntos. A pesar
de que en estos días esté fuera de moda, los gobiernos de la periferia deben
tomar un rol activo para asistir la transformación de su agricultura –no sólo
utilizando técnicas que protejan el medio ambiente, sino también siendo capaz de
sostener un gran número de agricultores. Hasta que haya suficientes puestos de
trabajo disponibles en las ciudades, mantener a las personas en empleos
productivos en las tierras así como dar subsidios a la producción de al menos
los alimentos básicos pueden ser prerrequisitos para aliviar la pobreza y el
hambre en la periferia. Esto puede requerir muchas iniciativas, como apoyo
significativo a prácticas ecológicamente adecuadas y productivas y mejores
facilidades de transporte y almacenamiento. La reforma de la tierra es
desesperadamente necesaria en muchos países de América Latina y África. Tampoco
tiene sentido ecológico tener un mundo en el que los alimentos sean
transportados miles de millas cuando pueden ser producidos cerca de donde se los
necesita. Los esfuerzos agrícolas deberían concentrarse en la producción de
alimentos para el consumo dentro del país. Sobre esto, se puede aprender mucho
de la experiencia cubana luego de la desintegración de la Unión Soviética. Ha
liderado el camino del desarrollo extensivo de la agricultura urbana (y también
prácticas agrícolas orgánicas), donde el cultivo en las ciudades contribuye
significativamente al bienestar de la gente.
No es, por supuesto, un
asunto de si hay que comerciar o no, sino de comerciar en términos que puedan
ayuda a la masa de la población y alienten el desarrollo. Tampoco es una
cuestión de si hay o no que endeudarse o buscar tecnologías que sólo pueden
obtenerse en el exterior. No obstante, es importante que los países controlen la
dirección de la inversión –cuánto dinero se pedirá para qué propósitos (y bajo
qué términos). Las tecnologías deben ser seleccionadas a fin de que den el mayor
provecho económico a la vez que minimicen los potenciales problemas ambientales.
Aumentar el bienestar de los pobres de un país depende del desarrollo basado en
primer lugar en los recursos humanos y naturales de la propia nación y dirigidos
de manera que beneficien a su pueblo –a pesar de que en la mayoría de los casos
esto iría en contra de los deseos del capital internacional.
Extraído de: Panorama
Internacional, en www.ft.org , 7/2/04.