Brasil: los primeros 12 meses del PT en el gobierno.
Entrevista a César Benjamin
Lula es Fernando Henrique Cardoso sin “plan real”, es
decir, nada
Flavia
Marreiro
Folha de Sao Paulo
Folha:
¿Cómo uno de los fundadores del PT y uno de los primeros en
señalar en el partido los cambios de rumbo, allá por 1995 ¿cómo evalúa usted la
salida de los llamados radicales? ¿Habrá un efecto de largo plazo? ¿Habrá
cambios internos?
Benjamin: Primero vamos a leer las señales,
como hacen los profetas. Delúbio Soares fue elegido por la corriente mayoritaria
del PT para defender en el Directorio Nacional, la expulsión de la senadora
Heloísa Helena. En su condición de eterno tesorero, Delúbio tiene una
trayectoria opaca. Se le exige a él que apenas sea capaz de conseguir
financiamientos, moviéndose de forma discreta y demostrando absoluta fidelidad a
sus jefes. Heloísa Helena es lo contrario de eso: extrovertida, sincera,
independiente, motivada por las ideas. Es la cara de la militancia. Uno vive
siempre en la sombra y la otra vive en la luz. Delúbio apuntó su dedo acusatorio
contra Heloísa en una reunión que costó 150 mil reales (Redacción: mas de 50 mil
dólares) realizada en un hotel de lujo, cuyo propietario fue el principal socio
y garantía de Fernando Collor. Desde un punto de vista simbólico ¿qué mas puede
decirse?
En el terreno de la práctica, todo me parece más patético.
Pues, si prestamos atención a lo que los llamados radicales dicen, veremos que,
en economía, ellos proponen apenas que el capitalismo funcione: que la tasa de
interés sea inferior a las ganancias en la producción, que haya condiciones para
que los empresarios contraten mas trabajadores, que el Estado invierta en
infraestructura y los servicios públicos, y cosas por el estilo. Como máximo,
desean algunas reformas que los países desarrollados hicieron hace mucho tiempo.
En política, ellos piden poco: que la democracia representativa sea respetada.
Porque un régimen democrático presupone una relación de lealtad entre el
representante y el representado. El PT agredió y debilitó a la democracia
brasilera, con consecuencias imprevisibles en el mediano plazo cuando llega al
poder y cambia súbitamente todas sus posiciones.
Creo que deberíamos
intentar entender por qué personas que defienden cosas tan simples, actúan
pacíficamente y buscan mantener la propia integridad, son llamadas de radicales
en Brasil.
Folha: Con la salida de los radicales, el movimiento
que se anuncia para formar un nuevo partido de la izquierda, con el
fortalecimiento del PSTU, la disidencia de los intelectuales ligados al PT y de
otros petistas históricos ¿usted cree que el gobierno Lula tendrá una oposición
de izquierda?
Benjamin: Tendrá la oposición del pueblo brasilero,
pues no tiene nada que ofrecerle. Repetirá un ciclo que conocemos bien por la
trayectoria de los grupos que ocuparon antes la Presidencia: se instalan, se
deslumbran, piensan que van a quedarse 20 años y son defenestrados. Con sus
cargos y privilegios con un amplio margen de maniobra para la práctica del
fisiologismo, el Ejecutivo brasilero es bastante fuerte cuando se trata de
premiar a los amigos y sancionar a los adversarios. Anula con facilidad el
Legislativo, compra la adhesión de los medios de comunicación de masas, manipula
científicamente la enorme necesidad colectiva de mantener viva la esperanza y
así en adelante. Eso confiere a los inquilinos recién llegados al Planalto la
ilusión de que manejan un poder incontrastable.
Pero todo es un castillo
de naipes, pues vivimos en una sociedad de masas inmersa en una profunda crisis,
y ese mismo Estado es débil como instrumento de transformación. Así la crisis se
repone. Como la sociedad necesita ser oída de tiempo en tiempo, aquel superpoder
se evapora. Fernando Henrique Cardoso (presidente de 1995 a 2002) demoró más
porque tuvo el enorme impulso del Plan Real. Lula viene siendo un Fernando
Henrique sin real, o sea, nada.
Folha: En el libro "Las
transformaciones del PT y los rumbos de la izquierda en el Brasil", usted dice
que el liderazgo de Lula "podrá ser trágico" para el país. ¿Por qué?
Benjamin: Al llegar al gobierno y adherirse al recetario
conservador, el PT creó una situación en que el pueblo y la Nación se tornaron
mucho más vulnerables. Por un lado se desarticuló, por lo menos por un tiempo,
la capacidad de resistencia de la sociedad brasilera a la agenda conservadora,
pues esa capacidad estaba depositada en el propio PT y en los movimientos que él
influencia. Por otro lado, como todo recién convertido, el PT viene de asumir un
nuevo credo con más radicalidad de los creyentes tradicionales, cuya fe está por
encima de cualquier desconfianza. Las sucesivas demostraciones de vasallaje del
PT al establishment, buscando conquistar y mantener la "credibilidad", le
costará muy caro al Brasil. Parece que el próximo paso será la concesión de la
autonomía legal al Banco Central, operación que Celso Furtado clasificó, con
mucha prudencia, de "privatización del Banco Central". Hemos entrado,
definitivamente, en el terreno de alta traición a los intereses
nacionales.
Yo dije que el liderazgo de Lula podrá ser trágico también
porque la crisis de su gobierno - ella me parece inevitable, más temprano que
tarde - colocará al Brasil delante de una situación peligrosa. Tasas de más del
20% de desempleo en grandes ciudades siempre conducirán a crisis sociales y
políticas graves, con resultados inciertos, muchas veces dramáticos. Cuándo la
esperanza en Lula se deshaga, ¿qué le restará al pueblo brasilero? ¿De donde
surgirá el aventurero salvador? ¿ O será que están creadas las condiciones para
congelar de una vez el sistema de poder, con la adopción de un régimen
parlamentarista con el Banco Central independiente? Así, el pueblo no elegiría
más al jefe del gobierno, y el gobierno, por su lado, no podría más hacer
política económica. Así el blindaje estaría completo. Me parece probable que el
PT vaya a ser cómplice de esa operación. Como la crisis no sería resuelta
veríamos entonces surgir en el Brasil a los verdaderos
radicales.
Folha: El gobierno apuesta a la reanudación del
crecimiento en el 2004 para desviar la ruta de la crisis de la cual usted habla
¿no?
Benjamin: El problema es justamente que estamos delante de
otra apuesta mas. Es tan inconsistente como todas las que la antecedieron. Hace
mucho años, que en el Brasil, el crecimiento ocurrirá al año siguiente. A veces,
algún crecimiento ocurre ya sea por efecto estadístico o inercia, en el contexto
de que los economistas llaman "stop and go". Crecimos un 4% en el año 2000 y ¿de
ahí? ¿Algún problema fue solucionado? Al limitar su utopía a prometer un sollozo
de crecimiento de nuestro capitalismo dependiente, el gobierno de Lula anuncia
orgullosamente su propia mediocridad.
Folha: ¿Qué alternativa
puede haber a ese modelo que usted critica?
Benjamin: El gobierno
actual, como los anteriores, es esclavo de una macroeconomía de corto plazo que
se nutre del propio fracaso. Pues esa macroeconomía se justifica por la
necesidad de generar una crisis que ella misma ayuda a eternizar. Se crea así un
cerco perpetuo que no permite una salida a partir de sí mismo. Al contrario: el
fracaso conduce a los ideólogos a la idea de que es necesario hacer más de lo
mismo, doblar la apuesta, pues siempre faltó hacer alguna cosa.
En la
comunicación con las masas, esa ideología se reviste con el mito de la travesía:
necesitamos purgar los pecados en el presente para alcanzar la tierra prometida.
Lula se comporta como una especie de Moisés de opereta, hasta porqué, en la
travesía que propone, nada sale del lugar.
Esa lógica necesita ser
destruida de afuera hacia dentro, por una acción de naturaleza política que
recoloca la discusión encima de los fines de la propia economía y por encima de
los fundamentos de nuestra vida en sociedad. Sólo así el problema de la
transformación cualitativa de la sociedad - que es el problema de todos los
socialistas, así como de los más moderados - podría ser colocado. En un contexto
de estímulo la participación aparecerían innumerables alternativas. Pero la
credibilidad junto al capital financiero exige también un comportamiento
político desmovilizador.
La adhesión del PT al discurso de la falta de
alternativas es opresora, pues torna inútil todo el esfuerzo que hicimos para
elegir al propio Lula y no a otro cualquiera. ¿ Por qué él se presentó como
candidato, entonces? El fatalismo, que siempre fue considerado una señal de
ignorancia, se convirtió súbitamente en una señal de sabiduría. Peor: adoptando
ese discurso, los nuevos dirigentes de la nación huyen de sus responsabilidades.
Los abogados saben muy bien que una decisión o acción sin alternativas no está
sujeta a juzgamiento.
Todo eso es una operación ideológica primaria, que
solo prospera en un ambiente de desmoralización del pensamiento. La idea de
ausencia de alternativas es siempre falsa, pues las probabilidades inscriptas en
el real siempre mucho mayores de lo que está en vía de realizarse en un momento
dado. Ningún conjunto de opciones cumple con el campo de lo posible, ninguno es
inevitable. La elección que hacemos en cada momento es una entre muchas y es
nuestra responsabilidad.
Folha: En "El triunfo de la Razón
Crítica", artículo publicado en la revista "Caros Amigos", usted declaró la
muerte del PT. Después, pidió disculpas, pero no retiró las críticas. ¿Al final,
el PT murió?
Benjamin: Fui dirigente del PT durante 15 años, en
un período en que intentamos construir un partido socialista, democrático y de
masas. Me fui después de la campaña de 1994, cuando vi que el huevo de la
serpiente estaba incubado. De ahí, para acá, todo empeoró, con el ascenso
fulminante de los Delúbios y la marginalización de las Heloísas. Aquellas tres
características esenciales de nuestro proyecto desaparecieron completamente de
la vida y del imaginario del PT. Por eso el partido está
muriendo.
Estamos asistiendo al fin de un ciclo de existencia de la
izquierda brasilera, cuya crisis es profundísima. Es una crisis de práctica,
pues la izquierda rompió sus lazos de convivencia y solidaridad con el pueblo,
es de valores, pues ella respira hoy la cultura del pragmatismo, del oportunismo
y del individualismo; es de pensamiento, pues en ese contexto se pierden de
vista los verdaderos problemas y potencialidades de la sociedad brasilera. No se
resuelve eso por la creación de una nueva sigla, sino por la construcción de
nuevas prácticas, valores y pensamientos, lo que es un proceso incomparablemente
más difícil. Mismo así, muchas personas se dedican a preparar ese camino hace
varios años.
Folha: Usted participa en un foro de movimientos
sociales, otra base, rostro de los que apoyan a Lula. ¿Qué papel tendrán esos
movimientos?
Benjamin: El gobierno está colgado de la popularidad
personal de Lula, que por su lado transcurre por la necesidad, comprensible y
legítima, que las personas tienen de apegarse a una esperanza. Nos puede decir
cuanto tiempo dura eso. Los movimientos sociales sólo tendrán capacidad de
acción minimamente eficaz después de que el descontento difuso de propagar,
creando una legitimidad social del fondo para que ellos recuperen la
autoconfianza y percibieron la necesidad de actuar. Pienso que eso podrá
comenzar a ocurrir ya en el próximo año. Pero es una evaluación muy
subjetiva.
Folha: Lula tiene una alta popularidad sólo en el
Brasil. Es depositada en las esperanzas de la izquierda de toda América Latina.
¿Cuáles son las perspectivas de izquierda en el continente?
Benjamin: En la última década, los Estados nacionales del
continente fueron en gran medida desmontados y desmoralizados, se debilitaron
las institucionales esenciales para el ejercicio de la soberanía y de la
ciudadanía. La monitoria externa de los actos del gobierno se tornó rutina. Las
monedas nacionales se debilitaron o, en diversos casos, fueron simplemente
abolidas. Los espacios económicos están bajo la amenaza de extinción, con la
creación del ALCA. Se intensificaron movimientos en torno al Plan Colombia que
pronunciaron un aumento de la presencia militar externa en la región amazónica.
Si esos procesos no fueran revertidos, el escenario estructural del continente
habrá sido dramáticamente alterado ya en el fin de esta década. La evolución
reciente de los acontecimientos en Argentina, en Bolivia y en Venezuela muestra,
mientras tanto, que podemos reaccionar.
El Brasil está inmerso en esa
crisis continental, manteniendo no obstante las características estructurales
que le son peculiares: la continentalidad del territorio, la gran masa
demográfica, una base técnica razonablemente desarrollada, una economía llena de
potencial, enorme capacidad de creación cultural. Es el gran país periférico de
las Américas, uno de los cinco o seis grandes países periféricos del mundo. Vive
una crisis grande grave, pero tiene un enorme potencial para superarla. Es
insustituible en la creación del proyecto de un área regional de cooperación y
desarrollo, con la presencia autónoma en el mundo, y que podría ser el embrión
de una federación continental - latino y americana. Parece un sueño, pero la
historia, a largo plazo, siempre fue hecha por los soñadores. Los llamados
realistas desaparecen sin dejar vestigios.
* Militante fundador del
PT, miembro de su dirección por muchos años. Es autor de "Opción brasilera" y
uno de los responsables (junto a Emir Sader) del Laboratorio de Políticas
Públicas y Outro
Brasil
28-12-03
Traducción de Ernesto Herrera - Correspondencia de
Prensa