NCeHu 1253/03
HAMBRE EN EL MUNDO
La Organización Mundial
de la Alimentación, la FAO según se la conoce por su acrónimo en inglés,
integrante del sistema de la ONU, brega desde su fundación, en 1945, por el
aumento de la productividad agrícola y por su lógica consecuencia, la obtención
de mejores niveles de alimentación y nutrición humana. El organismo, con sede en
Roma, acaba de publicar el mapa mundial del hambre, que lamentablemente exhibe
una tendencia creciente.
De la comparación con el
informe de la FAO, publicado en 1980 y titulado "Agricultura: Hacia el 2000",
surge la siguiente conclusión: la situación insinuó una mejora en los años
noventa, pero en el período 1999-2000 volvió a experimentar un significativo
deterioro.
En aquel tiempo de 1980,
con una población mundial de 4500 millones de personas, vivían en condiciones
severas de desnutrición 435 millones, es decir, el 9,6 por ciento del total.
Entre 1999 y 2000, en cambio, con una población de 6000 millones se registraron
842 millones de desnutridos, una proporción del 14%, cifra que revela un aumento
francamente desalentador.
Ciertamente, se trata de
tendencias y no de datos precisos, por cuanto el organismo internacional debe
necesariamente basarse en datos proporcionados por las naciones. Pero la
tendencia negativa es tan acentuada que no se puede dudar de su veracidad. La
explicación radica en el formidable crecimiento demográfico, que se tradujo en
un aumento de nada menos que 1500 millones de almas en sólo dos décadas,
incremento no compensado con un desarrollo igual de la producción de alimentos.
El fenómeno demográfico,
el denominado "diluvio humano", ha adquirido velocidad creciente como resultado
del aumento de la duración promedio de la vida humana, consecuencia
principalmente del avance de la ciencia médica, acompañada de otros factores que
inciden en la calidad de vida.
Recuérdese que entre 1800
y 1930 la población mundial aumentó en 1000 millones, lo cual mostraba ya el
principio de la veloz carrera demográfica. Pero recientemente, en sólo 20 años,
el aumento fue -como queda dicho- de 1500 millones. Ahora ese crecimiento está
desacelerándose.
Según la FAO, el
agravamiento de la desnutrición se conforma con el aporte de China e India,
seguidas por un conjunto de naciones africanas. América latina refleja una leve
mejoría: contribuye con 53 millones a la cifra global de desnutridos
Argentina figura con 400.000
personas para 1999-2001, un guarismo que llama la atención si se la compara con
las estadísticas -más alarmantes- que presentan hoy nuestros organismos
oficiales.
Ciertamente, el
crecimiento de los problemas de la pobreza en la Argentina tiene vinculación con
hechos conocidos, ocurridos en los últimos dos años. De cualquier modo, y dado
que los datos de la FAO se nutren con informaciones de los países, sería útil
aclarar el motivo de tales discrepancias numéricas.
Un hecho destacable es la
diferencia existente entre alimentación y nutrición, ya que mientras el
primero de esos dos conceptos mide la ingesta de calorías, base de las
informaciones de la FAO, la nutrición atiende a cuestiones cualitativas, que
tienen en cuenta la dieta equilibrada con participación de proteínas, minerales
y vitaminas. Este aspecto está vinculado no solamente con la pobreza, sino
también con la cultura, tema expuesto en la columna el 27 de noviembre último, en el
editorial "Niños con alimentación
deficiente".
La expansión de la
agricultura y el mejoramiento de los ingresos del mundo en desarrollo
constituyen claves para cambiar la infortunada tendencia actual. En materia
agrícola, un pilar para ese logro expansivo se vincula con la ciencia, creadora
-entre otras innovaciones- de los cultivos genéticamente modificados, tan
resistidos, sin razones valederas, en algunas naciones, mientras que el
crecimiento de los ingresos y su distribución son un tema más complejo, aunque
de abordaje absolutamente necesario.
Gentileza: Félix
Marcos |