NCeHu 906/03
La crisis del capitalismo americano y la
guerra contra Irak
David North
Globalización
La invasión ilegal y no provocada a Irak
por Estados Unidos es un suceso que vivirá en la infamia. Los políticos
criminales de Washington que han lanzado esta guerra y los villanos de los
medios que gozan mostrando el baño de sangre han cubierto de vergüenza a este
país. Cientos de millones de personas en todo el mundo han experimentado la
repulsión por el espectáculo de un poder militar brutal y descontrolado que
pulveriza a un país pequeño e indefenso. La invasión a Irak es una guerra
imperialista en el más claro sentido de la palabra: un acto vil de agresión que
se realiza en el interés de los sectores más reaccionarios y predadores de la
oligarquía corporativa y financiera de los Estados Unidos. Su propósito
inmediato y abierto es establecer el control sobre los vastos recursos
petroleros de Irak y reducir a ese país tanto tiempo oprimido a ser un
protectorado colonial americano.
Ni siquiera en la década de los treinta,
cuando los regímenes fascistas de Hitler y Mussolini estaban en la cima
de su poder y demencia, había enfrentado el mundo tal despliegue de gangsterismo
internacional como el que nos provee hoy la administración Bush. El
precedente histórico más directo para la violencia que se ha desencadenado
contra Irak es la invasión de Polonia en 1939. La intención anunciada de los
militares norteamericanos de lanzar una andanada de miles de misiles y bombas
sobre la ciudad de Bagdad es parte de una estrategia consciente para aterrorizar
al pueblo iraquí. A lo que se refiere el Pentágono como la estrategia "shockeo y
asombro" saca su inspiración de los infames métodos de la Blitzkrieg empleados
por la Wehrmacht nazi a principios de la Segunda Guerra Mundial. Así es como
describe un historiador la destrucción nazi de Polonia:
"La tormenta
de fuego y acero que golpeó a los polacos durante los primeros días de
septiembre dejó a ese pueblo infeliz asombrado y aplastado. Al cabo de diez
días, las puntas de lanza mecanizadas de los alemanes habían cortado las
defensas polacas abriéndose paso hasta Varsovia." La mayor parte de la
inadecuada fuerza aérea polaca había sido destruida en tierra, antes de que
hubiera podido entrar en acción; los aviones de combate y los bombarderos Stuka
en picada de la Luftwaffe, actuando como soporte táctico de las tropas de tierra
destruyeron las comunicaciones polacas y sembraron el terror y la destrucción
desde los cielos. 'Los alemanes', reportaba un periodista norteamericano,
'están aplastando a Polonia como un huevo'"(i)
Todas las
justificaciones dadas por la administración Bush, y sus cómplices en
Londres, se basan en verdades a medias, falsificaciones y mentiras en directo. A
esta altura, ya no es siquiera necesario contestar sus reclamos de que el
propósito de esta guerra era destruir las llamadas "armas de destrucción masiva"
de Irak. Después de semanas de las inspecciones más intrusivas que haya
experimentado ningún país, nada que tuviera significado material se ha
descubierto. Los últimos informes de los directivos de los equipos de Naciones
Unidas, Hans Blix y Mohamed ElBaradei, específicamente refutan las
declaraciones hechas por el secretario de estado Collin Powell durante su
famoso discurso del 5 de febrero de 2003. ElBaradei señala que los
alegatos cacareados por los Estados Unidos sobre los esfuerzos de Irak para
importar uranio desde el Níger se basaban en documentos falsos provistos por el
servicio de inteligencia del primer ministro inglés Tony Blair. Otros
alegatos, como los relacionados con los tubos de aluminio con propósitos
nucleares y la existencia de laboratorios móviles productores de armas
bioquímicas, también se mostraron sin base alguna. Cada vez que se
desenmascaraba una mentira, la administración Bush inventaba otra. Tan
grande es su desagrado por la opinión pública, que poco le importaba la falta de
consistencia de sus propios argumentos.
El domingo 16 de marzo, apareció
en televisión el vicepresidente Richard Cheney para decir que Irak "en
los hechos ha reconstituido sus armas nucleares". Cinco minutos más tarde
afirmó "es solo cuestión de tiempo que Saddam Hussein adquiera armas
nucleares". Esta contradicción flagrante entre dos declaraciones de
Cheney se dejó pasar por los entrevistadores. Sin embargo, lo dicho por
Cheney ya fue refutado por Mohamed ElBaradei que informó al
Consejo de Seguridad "no hay ninguna indicación de una reanudación de
actividades nucleares". La segunda justificación mayor para la guerra contra
Irak -que el régimen Ba'athista de Saddam Hussein tiene ligas con los
terroristas de Al Qaeda- es otra fabricación en la que la administración
Bush se ha basado, así como en que la inspección de las Naciones Unidas
encuentren 'armas de destrucción masiva'. Pero estos intentos de ligar a
Hussein con Al Qaeda no tienen fundamentos.
Absolutamente ninguna
evidencia creíble ha sido provista por la Administración para apoyar estos
argumentos.
1.- Quizás la más absurda y cínica de todas las
justificaciones dadas por Bush es que la guerra se realiza para traer
democracia al pueblo iraquí. Este tema puede jugar bien con las sanctimonius
ignoramuses de Thomas Fiedman, columnista del New York Times,
que escribió el 19 de marzo: "remover a Saddam y ayudar a reemplazar
este régimen con un gobierno decente y responsable que pueda servir como modelo
en el Medio Oriente, vale la pena –no porque Irak nos amenace con sus armas
(que Friedman había reconocido previamente que no era el caso),
sino porque estábamos amenazados por una colección de Estados Árabes Musulmanes
fracasados, que impulsaban a mucha gente joven que se sentía humillada sin voz y
pospuesta. Tenemos un interés real en asociarnos con ellos para el
cambio".
¡Que habladuría más despreciable! ¡El asesinato de miles de
iraquíes en una tormenta de bombas y de fuego se presenta como una forma de
"asociación"!
Algo debe decirse para replicar a esta "Guerra por la
Democracia". Fuera del hecho de que la llegada al poder de la administración
Bush a través de un fraude electoral representa una gran derrota de la
democracia en Estados Unidos, no hay ninguna razón en absoluto para creer que la
conquista americana del Irak traerá a este pueblo y a los de la región otra cosa
que opresión y miseria. El rol histórico de los Estados Unidos en el Medio
Oriente es un récord sangriento de crímenes contra los pueblos de esta parte del
mundo. Todo aliado importante de los Estados Unidos en el Medio Oriente y en el
norte de África – Marruecos, Egipto, Arabia Saudita, Kuwait, Jordania y Turquía-
han sido citados por el Departamento de Estado por sus grandes abusos a los
Derechos Humanos. Israel, esa democracia ejemplar apoyada por los americanos,
gobierna al pueblo palestino sobre la base del terror más crudo. Los métodos de
gobierno empleados por los sionistas en los territorios ocupados cad a vez se
parecen más a los usados por los nazis contra los judíos en Varsovia. En Irán
hubo una opresión de un cuarto de siglo bajo un dictador instalado por la CIA y
después, ésta, organizó la caída de un gobierno popular nacionalista que dirigió
la revolución de 1979. Este poder subsecuentemente cayó en manos de los
fundamentalistas islámicos de derecha, lo que vino a ser una consecuencia de la
destrucción supervisada por la CIA de los socialistas que se opusieron al
régimen del Shah.
El régimen de Saddam Hussein es también
un subproducto de los esfuerzos criminales de los Estados Unidos desde 1950 a
los 70, por liquidar el movimiento obrero socialista que en algún momento
representó una fuerza política significativa en el Medio Oriente. El golpe de
estado del 8 de febrero de 1963 que derribó al régimen nacionalista de izquierda
de Kasim y que llevó al poder a los Ba'athistas por primera vez, fue
organizado con el apoyo de la CIA. Un periodista egipcio autorizado, Mohamed
Haikal, nos informa lo que le dijo el rey de Jordania,
Hussein: "Permítame decirle que sé con certeza que lo que ocurrió
en Irak el 8 de febrero, tuvo el apoyo de la inteligencia americana. Algunos de
los que gobiernan ahora en Bagdag, no saben de esto pero yo estoy seguro de la
verdad. Muchas reuniones se realizaron entre el partido Ba'ath y la inteligencia
americana, las más importantes en Kuwait. Usted debe saber que... el 8 de
febrero una radio secreta dirigida hacia Irak fue entregando a los hombres que
harían el golpe los nombres y las direcciones de los comunistas de allí que
debían ser detenidos y ejecutados".(ii) Es entre tales operaciones
sangrientas cuando emerge Saddam Hussein por primera vez como una figura
importante en el movimiento Ba'ath. Más tarde a lo largo de su carrera volverá a
encontrar el favor de los Estados Unidos, quien apoyó su purga de los comunistas
iraquíes en 1979 que jugó un papel tan crucial en su consolidación en el poder.
La decisión de Hussein de ir a la guerra contra Irán en 1980 fue
impulsada por los EEUU que le entregó material y apoyo logístico durante los
siguientes 8 años. Gran parte de los agentes biológicos almacenados por
Hussein en los años 80 fue proporcionado por una compañía norteamericana,
la American Type Culture Collection , de Manassas, Virginia.
Esto se
realiza con la aprobación explícita de la administración Reagan–Bush.
"A.T.C.C. nunca habría podido embarcar estos especimenes a Irak sin la
aprobación del Departamento de Comercio, de todos los pedidos", -- dijo
Nancy J. Wysocki, vicepresidenta de Recursos Humanos y Relaciones
Públicas de la American Type Culture Collection, una organización sin fines de
lucro, que es una de las principales firmas proveedoras de material
biológico. "Todo fue enviado para propósitos de investigación legítimos". [
iii]
Aparte de éstos y otros importantes detalles de la larga y
desagradable relacion entre Estados Unidos y Saddam Hussein, el intento
de invocar los ideales democráticos como una excusa para atacar Irak, ignora uno
de los principios democráticos esenciales, a saber, la autodeterminación
nacional. La invasión y conquista del país, y el establecimiento de un
protectorado militar bajo las órdenes del posible Generalísimo Tommy
Franks, constituye una completa violación a la soberanía nacional de
Irak.
Ninguno de los argumentos presentados por la administración
Bush y sus apologistas mediáticos –fuera de su básica falta de
credibilidad—provee una justificación legal para la guerra. Debe subrayarse sin
embargo, que antes del ataque a Irak, la administración Bush ya había
proclamado una nueva doctrina estratégica que reconocía la legitimidad de la
"guerra preventiva" –esto es, que Washington se reservaba el derecho a atacar a
cualquier país que a su juicio fuera una amenaza potencial para los Estados
Unidos. En su mensaje a la nación el 27 de marzo, Bush invocó formalmente
esta doctrina como justificación final para atacar a Irak. "Actuamos ahora porque el riesgo de la inacción puede llegar a ser más
grande. En un año o en 5 años, el poder de Irak para infligir daño a las
naciones libres se habrá multiplicado muchas veces".
En otras
palabras, los Estados Unidos atacará a Irak cuando aún está indefenso y no por
acciones que haya adoptado, sino por acciones que pudiera ser capaz de adoptar
en un tiempo futuro no especificado. Esta doctrina, que carece completamente de
base en la ley internacional, incluye a la guerra y a la conquista como opciones
legítimas. La invasión a Irak se ve como primera en una serie de guerras de
"opción" que se iniciarán en persecución de la hegemonía global indisputable de
los Estados Unidos. Los rivales potenciales han de ser destruidos antes de que
puedan ser una amenaza mayor.
2.- La descarada glorificación de la guerra
como un instrumento legítimo de la realpolitik imperialista global
representa una terrorífica regresión moral y política. Una parte importante de
la ley internacional se desarrolló sobre la base de experiencias sangrientas de
la primera mitad del siglo XX. La carnicería de la Primera Guerra Mundial entre
1914 y 1918, que mató a decenas de millones de gentes, llevó a una furiosa
controversia sobre la responsabilidad para el estallido de hostilidades –la
cuestión de la "culpa de guerra". Subyacente a este debate estaba la idea
esencial que la decisión de un gobierno para iniciar y utilizar a la guerra como
un medio para cumplir ciertos objetivos políticos – cualesquiera que fueren—era
un acto criminal. Si bien las razones subyacentes para el estallido de la guerra
de 1914 fueron ciertamente complejas, surgía de allí un cuerpo sustancial de
evidencias de que el gobierno alemán era responsable principalmente. Ese
gobierno decidió , por razones de política, explotar las circunstancias creadas
por el asesinato del Archiduque de Austria en Sarajevo, de manera que de modo
calculado, condujera hacia la guerra.
El tema de la "culpa de Guerra"
asumió aún mayor significación al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La
indudable responsabilidad del Tercer Reich en el estallido de la guerra de 1939
llevó a la decisión de los poderes aliados, entre los que Estados Unidos era el
representante más poderoso, a llevar a juicio a los antiguos líderes del Estado
alemán.
Al encuadrar los principios legales sobre los que se basaría la
persecución de los líderes nazis en Nürenberg, el fiscal norteamericano
Telford Taylor insistió en que el propósito del juicio no era determinar
todas las diversas causas de la Segunda Guerra Mundial. Más bien se trataba de
una cuestión específica. Como Taylor le escribió en un Memorando al
principal fiscal norteamericano Robert Jackson: "La cuestión de la
causación es importante y se discutirá por muchos años, pero no tiene lugar en
este juicio que deberá apegarse rigurosamente a la doctrina de que planear y
lanzar una guerra agresiva es ilegal cualesquiera que fueren los factores que
impulsen a los acusados a planearla y a lanzarla. Las causas contribuyentes
podrán ser alegadas por los acusados ante la historia, pero no ante el tribunal"
[ iv] Se entendió bien en 1946 que el Juicio de Nürenberg, estableció un
importante precedente legal. El propósito legal del juicio era establecer como
una cuestión importante del derecho internacional, que la planeación y el
lanzamiento de una guerra agresiva era un acto criminal. Los representantes de
los Estados Unidos insistieron en este principio y reconocieron que los Estados
Unidos estaba obligado a él. Como escribió Jackson: "Si ciertos actos
de violación a los tratados son crímenes, lo son así los realice Estados Unidos
o Alemania, y no estamos preparados para dejar de lado una regla de conducta
contra otros, que no estemos dispuestos a aceptar que se invoque contra
nosotros." [v] La "Guerra a elección" que ha lanzado la administración
Bush no es en ningún sentido legal, fundamentalmente legal de las
decisiones y acciones por las que los líderes nazis fueron juzgados y ahorcados
en octubre de 1946. El gobierno de los Estados Unidos sabe esto muy bien, y es
por eso que rehúsa aceptar la jurisdicción de la Corte de Justicia Internacional
de La Haya.
3.- Que los Estados Unidos es el instigador de esta guerra no
merece dudas. El principal objetivo de la guerra es hacerse con el control de
los recursos petroleros de Irak. Todos los esfuerzos para negar el papel
central del petróleo en los afanes norteamericanos por conquistar Irak son sólo
deshonestidad y cinismo. Ningún otro recurso natural ha jugado un papel tan
central en los cálculos políticos y económicos del imperialismo norteamericano
en el último siglo, como lo ha sido el petróleo y el gas natural. Envuelta en
esta preocupación central no están sólo las ganancias de los norteamericanos –de
los conglomerados petroleros—aún cuando esto de ninguna manera deja de ser
significativo. La industria norteamericana, la estabilidad de la estructura
monetaria-financiera norteamericana y su posición mundial dominante son todas
dependientes del acceso absoluto y del control de los vastos recursos petroleros
del Golfo Pérsico y, más recientemente, de la Cuenca del Caspio. Su estrategia
militar en las últimas tres décadas puede estudiarse desde un punto de vista
económico.
La historia de la política exterior norteamericana es como una
respuesta al "shock del petróleo" de 1973 cuando el embargo declarado por los
principales productores árabes en respuesta a la guerra árabe-israelí de aquel
año llegó a cuadruplicar los precios del petróleo, un desarrollo que estancó a
la economía capitalista mundial. El segundo "shock petrolero", tras la
revolución iraní de 1979, llevó a la proclamación de la "Doctrina Carter" que
reclamó el acceso libre al Golfo Pérsico por ser de importancia estratégica para
los Estados Unidos. Esto estableció el escenario para la construcción masiva de
fuerzas militares norteamericanas que ha continuado sin interrupción a lo largo
de los últimos 23 años.
La posición mundial de los Estados Unidos como
principal poder imperialista depende no solamente de su propio acceso
indisputado al petróleo, sino también de su habilidad para determinar qué
cantidad de este recurso natural en disminución estará al alcance de los demás
países –especialmente de sus actuales rivales potenciales. La aproximación que
ha realizado Estados Unidos a este aspecto geopolítico internacional del
petróleo como un recurso crítico, se ha visto afectado por el suceso político
más significativo de la última parte del siglo XX: la disolución de la
URSS.
El colapso de la Unión Soviética fue interpretado por la elite
dominante norteamericana como una oportunidad para lanzar una rápida agenda
imperialista que había sido imposible tras la Segunda Guerra Mundial y durante
el medio siglo de la Guerra Fría.
Proclamando la llegada del "momento
unipolar", los Estados Unidos se preparan para prevenir, y esto como principal
objetivo estratégico, la emergencia de otro poder, sea una Europa reunificada,
Japón o potencialmente China que pudiera desafiar su posición internacional
dominante. Conscientes de la declinación significativa de la posición de los
Estados Unidos en la economía mundial, los estrategas del imperialismo
norteamericano, llegaron ver a su inmenso poderío militar como el principal
medio por el cual los Estados Unidos podían efectuar un reordenamiento
fundamental del mundo en su provecho. En este contexto, el uso del poder militar
para establecer el control efectivo de las regiones productoras de petróleo y de
la distribución mundial de este producto, se transformó de una idea estratégica
a un plan concreto de acción.
4.- Reconocer la centralidad del petróleo
en cálculos geopolíticos de los Estados Unidos no significa, sin embargo, que se
esté dando una completa y plena explicación de la guerra contra Irak y para esta
devoción por el militarismo. La manera en que los Estados Unidos u otro país
capitalista identifica y define sus intereses críticos y los medios por los que
Bush busca asegurárselos, no es sólo el producto de cálculos económicos.
Más bien estos cálculos, por críticos que fueren, se ven influidos y conformados
fundamentalmente por toda la estructura y dinámicas internas de una sociedad
dada. Desde este punto de vista, la invasión a Irak es la manifestación de
malignas y profundas contradicciones en el cuerpo político
norteamericano.
No hay ninguna barrera impenetrable que separe la
política extranjera de la interna. Ellas representan componentes
interdependientes de la política de clase elaborado por el estrato dominante de
la elite gobernante. Aunque sujeta a la continua presión de las fuerzas de la
economía mundial, la política exterior que persigue la elite gobernante refleja,
complementa y proyecta sus intereses domésticos esenciales.
Han pasado
casi 60 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un examen de este
período, revela muy claramente la correlación ente la política externa y la
interna.
Estos 60 años pueden ser divididos en dos eras: durante los
primeros 30 años, entre 1945 y 1975, la tendencia predominante en la política
interna norteamericana era el de la reforma social liberal. En su política
exterior, la burguesía norteamericana proclamaba una versión del
internacionalismo liberal enraizado en varias instituciones multilaterales. Para
estar seguros, estas instituciones servían lo que para la clase gobernante
norteamericana eran sus intereses a largo plazo. Más aún, la tendencia
predominante hacia el acomodo y compromiso con la Unión Soviética, recibió
siempre la oposición de sectores poderosos de la clase capitalista, y aún dentro
de los marcos del compromiso, la burguesía norteamericana defendió ferozmente, a
riesgo incluso de guerras, lo que percibía como sus intereses globales. Pero
bajo las condiciones de la inmensa expansión de la economía mundial después de
la Segunda Guerra Mundial el capitalismo norteamericano consideraba al
liberalismo social en casa y al internacionalismo liberal (y anticomunista) como
la fórmula más aconsejable.
El fin de esta Guerra liberal fue
ensombrecida en el debilitamiento del Nuevo orden económico que se estableciera
en 1944 (el sistema Bretton Woods). Su colapso en 1971 con el fin de la
convertibilidad del dólar y el oro, prohijó un período de creciente
inestabilidad económica internacional –manifestada especialmente en una
inflación de precios sin precedentes—y una lenta declinación dentro de los
Estados Unidos, de la ganancia corporativa.
El deterioro en general del
clima económico mundial, provocó un cambio fundamental en las políticas externas
e internas de la clase dirigente norteamericana. Dentro de los Estados Unidos,
las políticas sociales que se habían orientado hacia una redistribución limitada
de la riqueza y hacia niveles algo reducidos en la desigualdad social, se
deajaron en reversa. La elección de Reagan a la presidencia en 1980 fue
seguida por grandes reducciones de las tasas impositivas de los norteamericanos
ricos, por cortes masivos en el gasto social que abrumaba a los norteamericanos
pobres, y un asalto general a los sindicatos.
El componente internacional
de esta política fue el repudio a la detente con la Unión Soviética y la
intensificación general de la presión militar en contra de los movimientos
nacionales en el "Tercer mundo" que fueron vistos como peligrosos para los
intereses globales norteamericanos.
5.- Las políticas agresivas del
imperialismo norteamericano produjeron las consecuencias deseadas: dentro de los
Estados Unidos los estándares de vida de la clase trabajadora se estancaron o
declinaron; en el llamado "Tercer mundo" hubo un horrible deterioro en las
condiciones de cientos de millones de personas. Para la clase gobernante y para
los sectores más ricos de las clases medias estas políticas produjeron
beneficios en los que antes ni siquiera habrían soñado. Los salarios deprimidos
en los Estados Unidos, una inagotable provisión de trabajo barato proveniente
del extranjero y la disponibilidad de mercancías de bajo precio produjeron el
medio ideal para el boom bolsístico de los años 90 (que se recordará,
comenzó después de la primera guerra del Golfo de 1991).
La estabilidad
económica del capitalismo norteamericano y, con él, las vastas fortunas
acumuladas por su elite gobernante en el curso del boom especulativo en
Wall Street, llegó a ser dependiente a los niveles de salarios deprimidos en los
Estados Unidos y al continuo aprovisionamiento desde ultramar de materia prima
barata, (especialmente petróleo) y trabajo de bajo costo.
El asombroso
enriquecimiento de la elite gobernante norteamericana durante la última década y
la horrible indigencia de América Latina, África, Asia y la antigua Unión
Soviética, son fenómenos interdependientes. Si un matemático fuera a estudiar la
relación entre la acumulación de riqueza en los Estados Unidos y las
consecuencias locales de los bajos precios de las mercancías y la
superexplotación del trabajo en ultramar sería capaz de calcular cuántos
millones de muertes prematuras inducidas por la pobreza se requerirían
colectivamente en África, Asia, Eurasia y América Latina para cosechar un solo
billonario de Wall Street.
La elite gobernante norteamericana es poco
inconsciente de las relaciones entre su propia riqueza y la explotación y saqueo
de la gran masa de la población mundial. Esta relación ha creado la base
objetiva para la clientela social de la barbarie imperialista entre un medio
estúpido, ruidoso y arrogante de los nuevos ricos que surgieron del boom
especulativo de los años 80 y 90. Es este elemento social corrupto que domina a
la mass media e imparte a través de las ondas y la prensa sus
características reaccionaras, distintivamente egoístas y
autocentradas.
La bronceada glorificación del militarismo norteamericano
en la mass media refleja la correspondencia de los intereses de este
estrato con las ambiciones geopolíticas del imperialismo norteamericano. Y así,
Thomas Friedman del New York Times¸ que epitoniza la visión del
nouveau riche pro- imperialista, escribe sin el menor sentido de
vergüenza: "no tengo ningún problema con una guerra por
petróleo" .
La guerra contra Irak promete producir una bonanza para
la clase gobernante. Como lo explica Stratfor, un sitio Internet que
transmite a tono con los objetivos del gobierno norteamericano: "Los grandes
ganadores del conflicto inminente serán los inversionistas que estén deseosos y
sean capaces de adquirir activos baratos. Extranjeros familiarizados con la
región y sus prácticas de negocios, que tienen contratos allí y una habilidad
para tolerar riesgos, encontrarán un sinnúmero de oportunidades de inversión en
cualquier cosa, desde las telecomunicaciones a las manufacturas... pues para
inversionistas astutos que se toman un riesgo, las oportunidades serán
sublimes". Esto es, en pocas palabras, el objetivo de "Operation Iraqi
Freedom!"
6.- Que estas palabras puedan ponerse por escrito,
testimonian los casi indescriptibles niveles de corrupción y de degradación
moral que impregna a la elite dirigente de los Estados Unidos. En resumidas
cuentas, la magnitud de la corrupción, que tiene sus metástasis a través de toda
la sociedad burguesa, es un fenómeno social con profundas raíces objetivas. La
creciente crisis del sistema capitalista, que encuentra sus más esenciales y
críticas expresiones en la larga depresión de los niveles de ganancias en las
industrias manufactureras, ha generado un ambiente que estimula toda clase de
fraudes.
Los ejecutivos, faltos de confianza en un crecimiento a largo
plazo en el valor real de los bienes de los que supuestamente son responsables,
se dedican enteramente a su enriquecimiento a corto plazo. Donde las ganancias
no pueden crearse legítimamente ellos las inventan alterando los libros. La
ciencia de la administración corporativa, uno de los logros del negocio
norteamer icano en la primera mitad del siglo XX, ha degenerado en el arte del
fraude y del defalco.
7.- La administración Bush no es otra cosa
que la quintaesencia de la expresión política de esta cresta social. Su
Vicepresidente Mr. Richard Cheney divide su tiempo entre presidir un
gobierno secreto y trabajar como el hombre de las platas para Halliburton que le
paga más de medio millón de dólares al año. El Secretario del Ejército,
Mr.Tom White es un ex ejecutivo de ENRON. Mr. Richard Perle, que
dio forma a la política de la administración en Irak, mantiene reuniones de
negocios secretos con el mercader de armas Khashoggi. En cuanto al mismo
Presidente, la elevación de este don nadie –cuya más notable característica es
su sadismo personal—será visto por los historiadores como la expresión de la
degradación moral e intelectual de la clase gobernante norteamericana. Una clase
que pudo elegir a Mr. Bush como su líder es una que figurativa y
literalmente ha perdido su cabeza.
8.- Pero a pesar de todo, existe
todavía un mundo real. Debajo de los espejismos y brillos la crisis del
capitalismo norteamericano está asumiendo proporciones gigantescas.
De
los 50 estados de la Unión, muchos más de la mitad están al borde de la
bancarrota. Los sistemas esenciales del Seguro Social se están quebrando. El
Sistema Escolar está en ruinas. Si el alfabetismo se definiera por la habilidad
para escribir un párrafo sin un error gramatical, menos de un cuarto de los
norteamericanos podrían calificarse como alfabetos. El Sistema de Salud está
pobre de fondos y muchos servicios se han recortado drásticamente. Industrias
completas se enfrentan el colapso. En menos de un año, la mayor parte de las
líneas aéreas ya no existirán. La masiva distracción de recursos para financiar
los cortes impositivos a las secciones ricas de la población, amenazan con la
insolvencia nacional. Los niveles de desigualdad social exceden con mucho a
cualquier otro gran país capitalista . Un sorprendente porcentaje de la riqueza
de la nación está en manos del 2% más rica de la población. Un estudio de
Kevin Phillips establece que el ingreso anual de las 14 mil familias más
ricas es más alto que el ingreso anual de las 20 millones de familias más
pobres.
9.- Es imposible evitar la conclusión de que la evolución
extremadamente militarista de la política exterior norteamericana es, en una
extensión significativa, un intento de la elite dirigente para enfrentar los
peligros planteados por los crecientes niveles de tensión social dentro de los
Estados Unidos. El militarismo sirve a dos funciones críticas: primero, la
conquista y el saqueo, que pueden proveer , al menos en el corto plazo, de
recursos adicionales que pueden mejorar los problemas económicos; segundo, la
guerra provee los medios para redirigir las presiones internas hacia
fuera.
10.- Pero los beneficios a corto plazo no pueden curar las
enfermedades económicas y sociales que afectan a Estados Unidos. Aún si los
Estados Unidos logran una rápida victoria militar sobre Irak la crisis social y
económica de Estados Unidos continuará enconándose e intensificándose. Ninguna
de sus instituciones –económicas, sociales y políticas—está equipada para
responder.
La misma guerra representa en sí misma un fracaso devastador
de la democracia norteamericana. Una pequeña camarilla de conspiradores
políticos –trabajando con una agenda secreta y que llegaron al poder sobre la
base del fraude—han llevado al pueblo norteamericano a una guerra que no
comprende ni quiere, pero no existe absolutamente ningún mecanismo político
establecido a través del cual la oposición a las políticas de la administración
Bush –en lo que se refiere a la guerra, al ataque a los derechos
democráticos, a la destrucción de los servicios sociales, al incansable asalto a
los niveles de vida de la clase trabajadora—puedan encontrar expresión. El
Partido Demócrata –el cadáver podrido del liberalismo burgués—está profundamente
desacreditado. Las masas y el pueblo trabajador se encuentran completamente
privados de sus derechos civiles.
11.- El siglo XX no se vivió en vano.
Sus triunfos y tragedias entregaron a la clase obrera valiosas lecciones
políticas, entre las cuales, la más importante, es la comprensión del
significado y de las implicaciones de la guerra imperialista. Ésta es, sobre
todo, la manifestación de las contradicciones nacionales e internacionales de
que no se encuentran soluciones dentro de "canales normales". Cualquiera que sea
el resultado de las etapas iniciales del conflicto que ha comenzado, el
imperialismo norteamericano tiene una cita con el desastre. No puede conquistar
al mundo. No puede reimponer los grilletes coloniales a las masas del Medio
Oriente. No podrá encontrar mediante la guerra una solución viable a sus
enfermedades internas. Más bien, las dificultades todavía no percibidas y la
creciente resistencia engendrada por la guerra, intensificarán todas las
contradicciones internas de la sociedad norteamericana.
A pesar de las
encuestas de opinión, que no son más confiables que cualquier otro producto de
la mass media, ya existe una substancial y creciente oposición hacia la
guerra. Las manifestaciones en víspera de la guerra fueron más grandes que
cualquiera que realizaran los movimientos contrarios a la guerra durante la era
de Vietnam. Sobre todo, las manifestaciones en los Estados Unidos se desplegaron
como parte de un amplio movimiento internacional contra la guerra. Esto
expresaba la emergencia de una cualidad enteramente nueva en la conciencia
social de creciente advertencia de que los grandes problemas sociales de nuestra
época requieren más que soluciones nacionales, de soluciones internacionales.
Esta capacidad debe desarrollarse a través de la construcción de un nuevo
movimiento político de masas de la clase trabajadora.
En el fin de
semana del 29 al 30 de marzo, el World Socialist Web Site y el
Socialist Equality Party han estado patrocinando una conferencia pública. Su
tarea será realizar un balance preliminar de las consecuencias de la guerra y
desarrollar el programa internacional y socialista en que deberá basarse la
lucha contra el imperialismo y el militarismo.
Notas: [i] Gordon
Wright, The Ordeal of Total War 1939-1945 (New York, 1968), p.
17. [ii] Hanna Batatu, The Old Social Classes and the Revolutionary
Movements of Iraq (Princeton, 1978), pp. 985-86. [iii] The New York
Times, March 16, 2003. [iv] Telford Taylor, The Anatomy of the
Nuremberg Trials (New York, 1992), pp. 51-52. [v] Ibid, p.
66 Publicado en ingles en http://www.wsws.org
Traducción: F. García
Gentileza: Dr. Rodolfo Richard
Jorba |