NCehu 65/20
Una corta visita a Porto en un día gris
Estábamos en temporada alta y no habíamos conseguido un mismo lugar donde alojarnos durante los cuatro días que íbamos a permanecer en Porto, así que el jueves 4 tuvimos que cambiar de hotel, trasladándonos al Ibis de Vila Nova de Gaia. Como la mayor parte de la cadena, el servicio era bueno, pero en este caso, la ubicación estaba lejos de ser de nuestra preferencia, ya que se trataba de un lugar relativamente aislado, en una zona elevada, cerca del puente de la Arrábida, y lejos del Centro, lo que nos obligaba a movernos permanentemente en vehículos. Y sumado a dichas limitaciones de desplazamiento, una llovizna impidió nuestros habituales paseos, pero, a mitad de la tarde, el tiempo mejoró, y aunque bajo un cielo gris, pudimos hacer una corta visita a Porto.
En sendos taxis llegamos a la plaza o jardín del Infante Dom Henrique, que tuvo su origen a finales del siglo XIX y se caracterizaba por tener una gran pendiente. Con la presencia del rey Dom Carlos, en 1894 se llevó a cabo la ceremonia de colocación de la primera piedra del monumento al Infante Dom Henrique, obra del escultor Tomás Costa. La estatua, fusionada en París, fue inaugurada en el año 1900.
La plaza estaba rodeada de antiguos edificios típicos de Portugal, algunos muy coloridos con techos de tejas a dos o más aguas, por la iglesia de San Nicolás, la parte posterior de la iglesia de San Francisco, el Palacio de la Bolsa y el mercado Ferreira Borges.
El nombre de la iglesia de San Nicolás se debía a quien la mandara a construir a fines del siglo XVII, el obispo Nicolau Monteiro. El edificio original había sufrido un incendio que la destruyó en 1758. En 1861 su fachada fue decorada con azulejos presentando una mezcla de estilos clásico y barroco. Destacaba su monumental portada rodeada de columnas y pilastras sobre la que reposaba el escudo de armas del obispo Montero, encima del cual se abría un gran ventanal rematado con una hornacina en cuyo interior se encontraba una imagen de San Nicolás.
Porto se había destacado históricamente por la cantidad de iglesias y conventos, sin embargo, a partir de la Revolución Republicana de 1910, surgió un profundo anticlericalismo que separó la Iglesia del Estado. En ese momento, los bienes de la Iglesia fueron expropiados, las fiestas religiosas se convirtieron en días hábiles manteniendo sólo el domingo como jornada de descanso por razones laborales, se le prohibió a las fuerzas armadas participar de actos religiosos solemnes, se aprobó la ley de divorcio por considerar al matrimonio como un contrato puramente civil, se prohibió la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, y fueron expulsadas las órdenes religiosas. Los obispos que se opusieron firmemente fueron perseguidos y el papa Pío X emitió la encíclica Iandudum, sin buenos resultados. En ese contexto la iglesia de San Nicolás estuvo a punto de ser derribada con el propósito de extender la calle Ferreira Borges, pero ese proyecto no llegó a llevarse a cabo.

Plaza del Infante Dom Henrique con su monumento en la parte central,
edificios antiguos y la iglesia de San Nicolás
La primera iglesia del convento de San Francisco había sido mandada a construir en el año 1245, gracias a la intervención del papa Inocencio V, que a través de la bula Doelentis accepimus confirmó la posesión del terreno a la orden franciscana. La actual comenzó a levantarse en 1383, finalizándose en 1410. Pero durante el siglo XIX sufrió graves desperfectos como consecuencia de la inestable situación política que atravesaba el país. En 1809, durante la ocupación napoleónica de Portugal, el edificio fue usado como caballeriza, sufriendo diversos daños algunos de los retablos y otros elementos artísticos del templo, como las columnas. Durante la Guerra Civil Portuguesa (1828-1834) el convento contiguo quedó destruido, y los miembros de la Orden Franciscana fueron expulsados por orden del rey Pedro IV debido a que durante la contienda habían apoyado a su adversario el rey Miguel I. Por esas razones, el lugar que ocupaba el convento fue adquirido por la Asociación Comercial de Porto construyendo el Palacio de la Bolsa en 1842. Era esa situación la que evidentemente explicaba algo que nos parecía incomprensible, que semejante edificio relacionado con el comercio quedara absolutamente pegado a una iglesia tan diferente en estilo y antigüedad.
En 1910 esta iglesia gótica fue declarada Monumento Nacional y en 1996, fue integrada por la UNESCO en el Patrimonio de la Humanidad al formar parte del conjunto monumental del Casco Antiguo de Porto.

Iglesia de San Nicolás, parte posterior de la iglesia de San Francisco
y Palacio de la Bolsa de Porto
El Mercado da Ribeira había sido reemplazado en 1885 por el Mercado Ferreira Borges por orden municipal, constituyendo un excelente ejemplo de arquitectura realizada en hierro, una construcción metálica muy típica de la época ochocentista de la ciudad de Porto. Se trataba de un gran pabellón de planta rectangular realizado en hierro fundido de color rojo y vidrio, y constaba de tres espaciosas naves situadas sobre una base de granito.
El nombre del mercado fue en honor de José Ferreira Borges, un jurista y político liberal de la ciudad, quien ocupara un importante cargo público y su papel fuera decisivo en la revolución del 24 de agosto de 1820, pasando a formar parte del Gobierno Provisional de la Junta Suprema del Reino que se proclamó ese día. Fue el fundador de la Asociación Comercial de Porto, y jugó un papel fundamental en la reorganización de las actividades económicas y comerciales de Portugal.
Pese al lamentable estado en el que se había encontrado el antiguo Mercado da Ribeira, tanto los comerciantes como el público se mostraban reacios a acudir al nuevo Mercado Ferreira Borges, por lo cual a lo largo del siglo XX la Junta Municipal de Porto comenzó a cuestionarse su continuidad. Y fue así como, finalmente, tras una reforma realizada en 1983, el espacio fue destinado a actividades culturales, ferias y exposiciones, además de albergar al Hard Club que concentraba la mayor parte de los conciertos ofrecidos en la ciudad. El Mercado Ferreira Borges fue declarado Edificio de Interés Público.

Puerta de ingreso al mercado Ferreira Borges

Manuel, Omar, Estrella y Martín en el interior del mercado Ferreira Borges
Después de visitar el Mercado Ferreira Borges nos encontramos con que la lluvia había retornado, lo que nos impedía continuar recorriendo a pie el Casco Histórico de Porto, así que no tuvimos otra opción que regresar al hotel en Vila Nova de Gaia.
Ana María Liberali
www.viajandoconanamaria.blogspot.com