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Choele Choel, diez años después…
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En abril de
2016, regresé por un par de dÃas a Choele Choel, esa “ciudad†del Valle Medio
del rÃo Negro, que tanta vinculación habÃa tenido con la llamada “Campaña del
Desiertoâ€, ya que fuera el asiento de la Tercera División del Ejército
Argentino, y a su vez, Comandancia de la LÃnea del RÃo Negro y Neuquén. Â
A fines de
1875, los habitantes del llamado “desiertoâ€, principalmente de la comunidad
mapuche, continuaban con los enfrentamientos en la lÃnea de la frontera sur. Y
fue entonces que Adolfo Alsina, quien ocupaba el cargo de Ministro de Guerra y
Marina, dirigió la defensa del paÃs, concentrándose en la frontera de la
provincia de Buenos Aires, siendo partidario de una polÃtica defensiva y no
ofensiva, afirmando que emprenderÃa una campaña “contra el desierto y no contra
el indioâ€. Tras su muerte, ocurrida en diciembre de 1877, el presidente Nicolás
Avellaneda nombró en su reemplazo al General Julio Argentino Roca, quien habÃa
criticado la actitud “de debilidad†de su predecesor. Y en contraste con él,
que habÃa intentado incorporar a los indÃgenas a la civilización occidental,
Roca creÃa que la única solución era su sometimiento definitivo.
Y fue asà que plasmó
su posición en el discurso que diera ante el Congreso Nacional el 13 de septiembre
de 1878, con las siguientes palabras:
“Tenemos seis
mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para
oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni
otras armas que la lanza primitivaâ€.
A finales de
1878, se puso en marcha la primera ola para dominar la zona comprendida entre
la Zanja de Alsina y el rÃo Negro, a través de ataques sistemáticos y continuos
a los toldos de los indÃgenas. El Coronel Nicolás Levalle, y luego el Teniente Coronel
Freire, atacaron a las fuerzas encabezadas por Manuel Namuncurá, provocándole
más de doscientos muertos.
Pocos meses
después, en abril de 1879 comenzó la segunda ola. Con seis mil soldados en
cinco divisiones alcanzaron la isla de Choele Choel en dos meses, después de
matar a mil trescientos trece indios y capturar a más de quince mil.
Desde otros
puntos, las compañÃas del sur hicieron su camino hacia los rÃos Negro y Neuquén,
construyendo muchos establecimientos en sus cuencas, asà como también en el rÃo
Colorado.
Sin embargo, a
pesar de haber sido uno de los mayores genocidas de la historia argentina, en
la década de los ’90 del siglo XX, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem se emitieron
billetes de cien pesos, máximo valor en ese entonces, con la figura del General
Julio Argentino Roca en el anverso, y en el reverso las huestes de su ejército.
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En el anverso de
los billetes de cien pesos se encontraba la imagen del General Julio Argentino
Roca,
y en el reverso
las huestes del Ejército Argentino
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Junto con mis
compañeros de viaje caminé desde el “Centro†hasta las cercanÃas del rÃo, donde
aun quedaban muchos terrenos sin edificar. La temperatura era baja, pero, estando
en movimiento no se sentÃa demasiado.
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Terrenos a la vera del rÃo Negro
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Con Estrella durante la caminata
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Me resultó sorprendente
la gran incertidumbre acerca del significado del topónimo Choele Choel.
Una versión era
la del sacerdote jesuita José Cardiel, que en sus relatos del año 1745 nombraba
a este lugar como “Choeechoelâ€, manifestando que tal denominación correspondÃa a
los “toelchesâ€. Mientras que otro jesuita, el padre Thomas Falkner, en 1772
realizó un mapa donde aparece el nombre de “Choelehechelâ€.
En 1833 aparecieron tres menciones sobre este paraje. Charles Darwin, en
su viaje cientÃfico a bordo del bergantÃn Beagle, haciendo reconocimientos a lo
largo del rÃo Negro lo denominó Choelechel; el General Ãngel Pacheco en carta
al General Tomás Guido, lo llamó Chelechel; mientras que Juan Manuel de Rosas
en carta al General Juan Ramón Balcarce, lo escribió Chulechel. Y el General Manuel José Olascoaga
consideraba que “Choel Choel†se referÃa a “espantajos de cáscaras de árbolâ€, señalando
a las cortezas que las crecidas del rÃo dejaban enredadas en los árboles cuando
se producÃan las bajantes, todos en el marco de la “Conquista del
Desiertoâ€.
Por otra parte,
la “GuÃa Comercial†del Ferrocarril Sud (1862) decÃa textualmente: “Choele
Choelâ€, vocablo indÃgena que significa CHOELE (fantasma) y CHOEL (perros)â€,
completando la frase “echar los perros al fantasmaâ€, muy usual en los indios
del lugar en razón de oÃr ruidos extraños que procedÃan de los rápidos del rÃo
al estar encerrado entre los cerros.
Durante el siglo
XX surgieron otras versiones. El padre Domingo Milanesio afirmó que CHOSCHEL
provenÃa de CHOS (amarillo) y CHEL (espectro).
En un trabajo
dirigido por el profesor Antonio Millán (1940) titulado “De Tehuelhetchu a
Choele Choel†se consideró que el término era de origen puelche, y que, deformado
a través del tiempo, habÃa pasado de ser Tehelhetchu a
Tehuelhetchuel, Choleechel, Choelehechel, Choelechuel, y por último Choelechoel,
significando “lugar
de la gente del surâ€.
Por otro lado,
el arqueólogo y paleontólogo Rodolfo Casamiquela (1932 – 2008) afirmaba que el
problema consistÃa en determinar si se trataba de un vocablo mapuche o tehuelche.
Si se trataba del primer caso, podrÃa equivaler a “raza con flor amarilla o
amarillentaâ€, mientras que, en el segundo caso, significarÃa “quijarro†o “ripio
fino del rÃoâ€.
Evidentemente, la sola confrontación de la fecha de ingreso de los araucanos,
conocidos como "mapuche", con el ya preexistente nombre de CHOELE
CHOEL en sus distintas expresiones no podÃa relacionarse de ninguna manera a
una afinidad idiomática de esta etnia, según la investigación llevada a cabo
por el historiador Héctor Espeche en 2002.
Pero a pesar de las diferentes interpretaciones, me pareció factible, que
el rÃo tuviera algo que ver con el tema, ya que, para este sitio, su influencia
era trascendente.
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Llegando al rÃo
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En la ribera norte del rÃo Negro
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Imagen del rÃo Negro a su paso por
Choele Choel
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Recorrimos diversos lugares que se presentaban especialmente coloridos
por la influencia del otoño en la vegetación, y respiramos el aire puro del cual
carecÃamos en la gran ciudad.
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Tranquilo camino arbolado en las afueras
del pueblo
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Rojizos tonos otoñales
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Espacio deportivo municipal
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Circuito Parque El Mangrullo
Choele Choel
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La pista de karting de El
Mangrullo
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Grandes espacios para la recreación
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Un establecimiento abandonado
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A través de la avenida General San MartÃn volvimos
al Centro, que lógicamente tenÃa una muy baja densidad, pero, además, no
respondÃa a las caracterÃsticas de la mayorÃa de las ciudades latinoamericanas.
AllÃ, la Municipalidad, la Iglesia Católica, el Correo y el Banco de la Nación
Argentina no sólo que no se encontraban concentrados alrededor de una plaza principal,
sino que distaban algunas cuadras unos de otros, lo que era demasiado en un pueblo
tan pequeño. Lo que ocurrÃa era que no habÃa sido fundado por los conquistadores
de América sino por los “conquistadores del desiertoâ€, en 1879. Más aún, la primera
fundación con el nombre de “Nicolás Avellanedaâ€, que estuviera
a cargo del General Conrado Villegas, mano derecha del General Julio Argentino
Roca, necesitó reubicar el ejido en otras dos oportunidades, escapando de las
crecidas, lo que también explica semejante dispersión.
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Avenida General San MartÃn
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Rosas rojas…
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Y amarillas en el boulevard de la avenida General San
MartÃn
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Intersección de la avenida San MartÃn con Alfonsina
Storni
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La avenida San MartÃn entre Gobernador Tello y 9 de
Julio, frente al Banco de la Nación Argentina
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“Pueblo
chico, infierno grandeâ€, asà lo reflejaba el dicho popular. Y fue que andando
sin rumbo nos encontramos con una tienda en cuya vidriera habÃa grandes
carteles con los nombres y detalles de las deudoras.
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Escrache de deudoras en la vidriera de la tienda
Sandra
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En diez años nada habÃa cambiado. Y si bien habÃa tenido un leve crecimiento demográfico,
continuaba con sus poco más de diez mil habitantes, y sin casi nuevos emprendimientos
comerciales. Era también entendible que, si la producción frutÃcola del Valle habÃa
pasado su momento de esplendor, no era demasiado probable que los pueblos más
dependientes de dicha actividad florecieran.
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Ana MarÃa Liberali