ARGENTINA: EL PUEBLO NO LUCHÓ POR ESTO Escribe
Horacio López (Dirigente del Partido Comunista de
Argentina)
Más allá de los distintos nombres de los que supuestamente se
erigen en salvadores de la Argentina, la crisis capitalista en este país ha
tocado fondo, al punto que el tradicional bipartidismo de la U.C.R. y el Partido
Justicialista se encuentran imposibilitados de encontrar una salida a la
situación actual. Los cinco presidentes que tuvo la Argentina en los últimos
12 días ( De La Rúa, Puerta, Rodríguez Saá, Camaño y Duhalde) conforman un
muestrario más que evidente de la degradación de un sistema político, que no
sólo tocó fondo, sino que evidencia no tener ya capacidad para reproducir nuevas
expectativas esperanzadas.
El poder de los Cacerolazos Cuando el pueblo del país
salió a las calles, a partir del 19 de Diciembre, espontáneamente y no tanto,
con sus ruidosas cacerolas y sus consignas anti-políticos del sistema, y logró
tumbar a un gobierno que ya no lo era en la práctica, comenzó a darse cuenta de
la capacidad que puede adquirir una movilización popular. Al mismo tiempo que
sonaban las cacerolas, en la Argentina profunda los más pobres se cobraban en
los supermercados lo que un régimen neoliberal no fue capaz de darle, más allá
de las maniobras que realizaban los punteros peronistas para echar más nafta al
fuego. La brutal represión, como no se veía desde la época de la dictadura, y
en medio de un Estado de Sitio del cual se hizo caso omiso, intentó aplastar la
generalizada reacción. 34 muertos -varios de ellos con balas precisamente
dirigidas, lo que demuestra que no fueron balas perdidas- , fue el resultado del
accionar de una dirigencia política desbordada, con complicidad de una policía
siempre al servicio de los poderosos de turno.
Las maniobras del sistema En su desesperación por
acallar a una sociedad que los condenaba, y presionados por los factores del
poder económico internacional -encabezados por Bush exigiendo un gobierno
estable y dócil y capaz de controlar la situación, y por los españoles que con
celeridad enviaron a Felipe González primero y a su canciller después, para
exigir garantías a sus negocios en el país- , intentaron una salida
institucional con la designación, por parte de la Asamblea Legislativa de
Rodríguez Saá (gobernador de la provincia de San Luis) como nuevo presidente. La
maniobra llevada a cabo con el nombramiento de un dirigente peronista de segunda
línea, iba dirigida a evitar la interna feroz que comenzaba a desatarse en el
seno del P.J. entre los candidatos presidenciables que se proponían para una
elección que dicha Asamblea había resuelto convocar para el 3 de marzo.
Rodríguez Saá tuvo que renunciar a los 7 días de haber asumido, al no contar
con el apoyo de los principales dirigentes de su partido, y al no poder evitar
que el pueblo siguiera expresando que no quería más de los mismo.
Duhalde: la última trinchera La Alianza no quería
elecciones, sabiendo que había perdido toda credibilidad. El P.J. que seguía en
su interna, comenzó a ver un escenario peligroso, pues con la Ley de Lemas
acordada para el 3 de marzo, podían presentarse alternativas desde la
centroizquierda y la izquierda que pusieran en peligro la gobernabilidad
bipartidista. Entonces en una brusca maniobra de cúpulas (remedo del pacto de
Olivos entre Menem y Alfonsín) le quitan todo apoyo a Rodríguez Saá y acuerdan
que Duhalde asuma como nuevo presidente. ¿Quién es Duhalde? Nada más y nada
menos que quien fuera vicepresidente de Menem, desde cuyo cargo avaló todas las
reformas (privatizaciones de las empresas públicas y de las jubilaciones,
flexibilización laboral, acuerdos con el FMI , etc.) del modelo neoliberal que
implantó la pobreza extrema en la Argentina Pero además, como gobernador de la
Provincia de Buenos Aires (1991-1999) dejó a la misma con un déficit fiscal de
más de 2000 millones de dólares; mal vendió las empresas de Agua y Energía, y
llevó la deuda provincial, mediante financiamiento proveniente del exterior, de
2500 millones a 5000 millones, sin contabilizar las deudas del Banco Provincia
por un total de 2000 millones. La desocupación en la geografía bonaerense
alcanzó cifras inéditas en su historia (más del 20%); la educación y la salud
fueron prácticamente destruidas. Duhalde es uno de los máximos representantes de
la dirigencia política que llevó a este país al desastre. El sistema se
juega su última carta con Duhalde. En su primer discurso como presidente
prometió resolver los problemas más acuciantes, pero estos no se resolverán si
la Argentina sigue atada a los designios del FMI. Y Duhalde ya mostró su
verdadera cara: su intención de enviar al futuro canciller la próxima semana a
Washington para negociar el pago de los intereses de la deuda externa, como una
muestra de que la Argentina seguirá siendo un socio confiable para las
transnacionales y el gran capital, así lo demuestra.
El pueblo no luchó por esto En las consignas de las
movilizaciones que noche a noche se siguen dando, en las marchas de la izquierda
y diversas organizaciones sociales, la voluntad que se expresa como una
exigencia es la de un cambio total, pidiendo que renuncien todos (Presidente,
Diputados, Senadores, Corte Suprema) , reclamando elecciones generales para
renovar la totalidad de los cargos políticos y el llamado a una Asamblea
Constituyente que reforme de plano un sistema perimido y antipopular. El
Partido Comunista, Izquierda Unida y otras fuerzas de izquierda luchan además
por la construcción de una Nueva Alternativa Política capaz de conducir este
proceso hacia la liberación nacional y social. En la medida en que el pueblo
siga movilizado, siga repudiando a todos los políticos corruptos, seguirán en
pié las garantías para un verdadero cambio popular en la Argentina.
Extraído de Correos para la Emancipación Nro 113, del 13 de
enero de 2002.
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