En una estancia de la provincia de Buenos
Aires
Junio de 2008. El día siete era el Día del
Periodista. Mi padre había fallecido hacía un año y medio, sin embargo, el
Circulo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires de donde él había sido Miembro
Honorario, nos invitó a mi madre y a mí a un festejo que se haría en una
estancia de la provincia de Buenos Aires.
Durante la mañana comenzamos recorriendo el lugar
mientras nos explicaban las particularidades del ganado criado
allí.
Primeramente vimos las ovejas, que en este caso se
trataba de la raza Corriedale (Ovis aries), que era de doble propósito, tanto
para la producción de lana como de carne. Se caracterizaba por no tener cuernos
y con un peso de hasta ciento veinticinco kilos para el carnero y hasta ochenta
y dos, para la hembra.

Ganado ovino de raza Corriedale

Ovejas sin cuernos y con doble
propósito
Luego, continuamos observando el ganado vacuno que
era tanto Holando- Argentino como Jersey, ambas para producción de
leche.
La Holando-Argentino era una raza derivada de la
Holstein, introducida desde los Países Bajos en 1880 en la fértil región
pampeana. Y se caracterizaba por ser blanca con manchas negras, de aspecto
anguloso, muy desarrollada la ubre, y por el bajo porcentaje de grasa con mayor
producción de leche.

Ganado Holando-Argentino

Excelente ejemplar de
Holando-Argentino

Ganado Holando-Argentino echado para
descansar
La Jersey era una raza de origen británico de pelaje
marrón claro, famosa por el alto contenido graso de su leche, la cantidad de
litros por unidad de peso, y la docilidad de las
vacas.

Ganado Jersey característico por su
docilidad

Ubres desarrolladas de las vacas
Jersey
Más tarde nos mostraron ordeñadoras mecánicas,
boleadoras, arneses, monturas y otros instrumentos requeridos para las
actividades campestres.

Ordeñadoras mecánicas

Boleadoras utilizadas para atrapar a los animales desde sus patas
traseras

Diferentes tipos de arneses

Monturas y otros instrumentos
Ya pasado el mediodía nos convidaron con un
espectacular asado que estaba en el fogón desde varias horas atrás haciéndose en
las brasas lentamente. También hubo cantores y bailarines de folklore. Y en una
larga sobremesa, mi madre compartió anécdotas de mi padre con sus viejos
compañeros.

Mi madre de sobremesa recordando a mi
padre con algunos periodistas amigos

Con mi madre durante la sobremesa
Por la tarde hicimos una plácida caminata por los
caminos de la estancia para después presenciar una típica carrera de sortija.
En un arco de dos o tres metros de altura se colgaba una
sortija donde el jinete debía embocarle un palillo o puntero que llevaba en su
mano, arrancando su carrera desde una distancia aproximadamente de cien metros,
parándose sobre los estribos y con el brazo en
alto.

Caminata por los caminos de la
estancia

Preparando los caballos para la carrera de
sortijas

Arrancó la carrera a cien metros del
arco

Los jinetes embocando los palillos en las
sortijas

Los jinetes alejándose del arco

Un jinete retirando la sortija

El jinete mostrándoles a mi madre y sus compañeras las
características de la sortija
Y para terminar el
hermoso día de campo nos invitaron con mate cocido y tortas fritas, algo
totalmente telúrico.
Ana María
Liberali