El catolicismo: una crisis
profunda
“Sólo hay una religión verdadera, pero puede
haber muchas especies de fe” I. Kant.
Alfredo César Dachary
Entre los meses de julio - agosto ocurrió un
fenómeno complejo, pero no fuera de tiempo. En Argentina, en medio de una crisis
sin límites y falta de credibilidad de los políticos, se discutió y luego votó
negativamente la ley que permitiría legalizar el aborto dentro de un plazo
máximo de las primeras catorce semanas.
El tema, que en los países de mayor desarrollo
hace muchos años está vigente, generó una verdadera revolución en la sociedad
argentina, especialmente en la capital, Buenos Aires, y en la gente joven, que
ya venía de una práctica política de los últimos
años.
La
derecha más dura, la que inspiró, solapó y apoyó al genocidio de más de 30,000
ciudadanos durante la dictadura cívico – militar argentina (1976-1983) junto a
la Conferencia Episcopal Argentina iniciaron una campaña, cuyo resultado fue
lograr que en la Cámara de Senadores se rechazara el proyecto ya aprobado en la
Cámara de Diputados.
Los “pañuelos verdes”, que identificaban a la
población que exigía la aprobación de la ley, mayoritariamente gente joven,
generaron una campaña que logró imponer sus ideas y el tema en la agenda
nacional, al formar parte de las reivindicaciones para una sociedad igualitaria,
no patriarcal, derechos iguales a todos, sin discriminación por identidad de
género.
A los pocos días de la votación negativa en el
Senado, vemos en las noticias grupos de gente, especialmente jóvenes que se
arremolinaban y llenaban unas hojas, éste era un acto de apostasía colectiva,
renunciar a pertenecer a la Iglesia católica, el que fue convocada por
la Coalición Argentina por un
Estado Laico (CAEL).
Las y los jóvenes con los pañuelos verdes que
identifican al amplio grupo que luchó por la aprobación de la ley, en este
momento representaban una primera demostración que el triunfo de la derecha
argentina fue a lo “Pirro”, ya que esto se vincula a una situación muy fuerte en
América y Europa, la crisis de la Iglesia católica, la cual se prefirió
sacrificar.
América Latina construyó una nueva identidad
religiosa como parte del proceso de sojuzgamiento colonial, y ésta se cimentó en
los restos de las diferentes religiones que existían, transformando en cinco
siglos a Latinoamérica en el gran bastión del
catolicismo.
Pero esto está cambiando y ya se desploma el
catolicismo en América Latina donde ya hay siete naciones en la que el
catolicismo ya representa menos de la mitad de la
población.
En los países donde hay más personas que se
declaran católicas son: Paraguay (89%), México (80%), Ecuador (77%), Perú (74%),
Colombia (73%) y Bolivia (73%), llama la atención el caso de Brasil y el
desarrollo del protestantismo en el país y su exportación a los países vecinos.
Los grandes escándalos de pederastia, que vienen
sacudiendo cada vez más fuerte a la Iglesia católica han sido en parte el
detonante de esta estampida de gente que renuncia y que toma diferentes opciones
como las iglesias protestantes, evangélicas y otras denominaciones, o se echan
en brazos del agnosticismo y del ateísmo.
El auge de la religión evangélica y un acelerado
proceso de secularización, son parte de los resultados de acuerdo con un sondeo
de Latinobarómetro presentado en Santiago de Chile, este 2018, donde además
muestra la evolución de la religión en
18 países latinoamericanos entre 1995 y
2017.
Respecto a la figura del Papa Francisco, un
latinoamericano, los que le dan una mejor evaluación al Pontífice son Paraguay
(8.3), Brasil (8) y Ecuador y Colombia (7.5), mientras que en el otro extremo
están Uruguay (5.9) y Chile (5.3).
Pero al filtrar las
respuestas según la religión que profesan los encuestados, respecto
del Papa, los católicos le dan una nota de 7.7, los evangélicos 5.1 y los ateos
o agnósticos 5.3.
Este mismo estudio señala que las naciones donde
tiene más crédito la Iglesia católica son Honduras (78%), Paraguay (77%) y
Guatemala (76%), mientras que en Chile solamente el 36% de los ciudadanos tiene
confianza en la institución, algo muy similar a
Uruguay.
Según Marta Lagos, el punto de quiebre en el
caso chileno es la condena por abusos sexuales contra el influyente sacerdote
Fernando Karadima que el Vaticano dictó en 2011.
Antes que se destapara ese escándalo, la confianza de los
chilenos en la Iglesia católica bordeaba el 60%, pero en 2011 descendió
abruptamente al 38%.
Los ciudadanos latinoamericanos que se declaran
católicos han caído de manera paulatina durante las dos últimas
décadas. Si en 1995 los católicos representaban el 80%, este porcentaje bajó al
59% en 2017, según el sondeo.
Hay
siete naciones donde la religión católica ya representa a menos de la mitad de
la población: República Dominicana (48%), Chile (45%), Guatemala (43%),
Nicaragua (40%), El Salvador (39%), Uruguay (38%) y Honduras (37%). En países
como Honduras y Guatemala,
el brusco descenso de católicos está directamente relacionado con el auge de la
religión evangélica, que se ha convertido en el credo
mayoritario.
En Chile y Uruguay, en cambio, se explica
por el alza de la población que no profesa ninguna religión, que es atea o
agnóstica. En Uruguay este grupo representa el 41% de sus ciudadanos y en Chile
el 38%, según la encuesta.
"A esta velocidad, de aquí a diez años la cantidad de países de
América Latina que tendrán la religión católica dominante va a ser una
minoría", señaló Marta Lagos directora ejecutiva del estudio. Latinobarómetro
es un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 20,000
entrevistas en 18 países de América Latina representando a más de 600 millones
de habitantes, su sede está en Chile.
La Directora de Latinobarómetro cree
que el desencanto general con la
religión católica en América Latina se debe al descenso de la
pobreza y la aparición de una clase media más individualista que se aleja de las
instituciones.
El estudio incluyó entrevistas personales a 1,200
personas de países sudamericanos y México, y 1,000 en Centroamérica,
con un margen de error de entre 2.8 y 3 %.
En el mundo el problema no es menor, de los
diferentes ángulos que se analicen, por ejemplo, en las próximas dos décadas
nacerán más niños de mujeres musulmanas que de cristianas en todo el mundo, que
es la última señal del rápido crecimiento del Islam, que lleva camino de
convertirse en la mayor religión del mundo al acabar el siglo, según un nuevo
estudio publicado por el Pew Research Center.
El cristianismo está literalmente agonizando en
Europa, para Conrad Hackett, jefe del equipo de investigadores del informe del
Pew, según el cual entre 2010 y 2015 la población mundial musulmana se
incrementó en más de 150 millones de personas, hasta llegar a los 1,800
millones.
En Europa, entre 2010 y 2015, la cifra de muertes
superó a la de nacimientos en casi 6 millones y a este ritmo, el cristianismo
podría desaparecer de Europa, donde los jóvenes no son propensos a ninguna de
las religiones dominantes.
En la mayoría de los países europeos, Gran
Bretaña, Alemania, Italia y Rusia incluidos las muertes superaron a los
nacimientos entre los cristianos. “Sólo en Alemania, por ejemplo, se calcula que
hubo 1,4 millones más de muertes que de nacimientos de cristianos entre 2010 y
2015, una pauta que se prevé se mantenga en gran parte de Europa en las próximas
décadas”, descubrió el Informe Pew. Pero hay patrones claros en las tendencias
demográficas, los niveles de asistencia a las iglesias, el número de parroquias
cerradas y la menguante cifra de sacerdotes.
Estos patrones son la razón de que los líderes
islámicos como el Presidente turco, Recep Tayip Erdogan, estén librando una
guerra demográfica contra Europa. “No tengáis tres, sino cinco hijos”, pidió
Erdogan a los musulmanes del Viejo Continente. “Sois el futuro de Europa”. Este
plan se llama, en el islam, hégira: expandir el islam mediante la migración,
inspirándose en la huida de Mahoma de La Meca a Medina en
622.
Recientemente, tras una campaña publicitaria a
escala nacional de la Sociedad Atea, miles de personas abandonaron la Iglesia de
Dinamarca. La iglesia estatal de Noruega perdió más de 25,000 miembros en un
solo mes. En 2016, más de 90,000 personas decidieron dejar de pertenecer a la
Iglesia de Suecia, casi el doble que el año anterior; entre tanto, en un año,
163,000 migrantes, la mayoría de ellos musulmanes, entraron en el
país.
El cristianismo también está colapsando en el
Reino Unido. Veinte iglesias cerrarán pronto en el Gran Manchester. Según
algunas informaciones, el anglicanismo habrá desaparecido de Gran Bretaña para
2033. La Arquidiócesis de la Iglesia Católica de San Andrés y Edimburgo prevé
reducir el número de parroquias de más de cien a treinta. La Arquidiócesis de
Glasgow, la mayor del país con creces, tendrá pronto –en las próximas dos
décadas– sólo 45 sacerdotes, y probablemente cerrará la mitad de sus parroquias.
Imagínense: una inmensa comunidad católica va a cerrar la mitad de sus
iglesias.
En Holanda, los católicos también están asumiendo
un “futuro sin iglesias”. El cardenal Willem Eijk, arzobispo de Utrecht, anunció
que para 2025 un millar de parroquias católicas habrán sido clausuradas.
“Predecimos que un tercio de las iglesias católicas habrán cerrado para 2020, y
dos tercios para 2025”, declaró.
La mayoría de las iglesias de Bruselas también
cerrarán; 108 de ellas. La Arquidiócesis de Viena, en Austria, también liquidará
la mayoría de sus iglesias –concretamente 660 – en los próximos diez años. Las
fusionará en 150 parroquias más grandes.
El tema no es menor, ya que la religión ha sido
uno de los pilares del eurocentrismo y la reducción de su influencia será
significativa en las nuevas opciones de un futuro próximo.
alfredocesar7@yahoo.com.mx