NCeHu
70/18
ARGENTINA
18/D: la crisis de la burguesía
"offshore"
Un gobierno fracasado
nos lleva al FMI
Gabriel
Solano
Prensa
Obrera
El anuncio de Macri de que
buscará un rescate del FMI fue la confesión más contundente de que las medidas
anunciadas de manera improvisada al fin de la semana pasada habían fracasado. La
suba de la tasa de interés al 40% y la obligación de que los bancos se
desprendan de parte de sus tenencias en dólares no lograron revertir la corrida
contra el peso. La corrida cambiaria comenzó a entrecruzarse con la caída de la
bolsa. La cotización de las empresas argentinas en Wall Street y en la bolsa
local se derrumbó aún más que la moneda. La pérdida de valor en pocos días
adquirió una velocidad inusitada.
Lo precipitado de la
decisión debe entenderse por el contexto. El próximo martes vencen Lebac por un
equivalente a 600.000 millones de pesos y la posibilidad de que se renueve ese
monto fabuloso era improbable. Se corría el riesgo cierto de una corrida aún más
fuerte que las vistas estos días, que llevase el dólar a 30 pesos.
El anuncio de que mañana
finalmente se aprobaría en el Congreso la ley de mercado de capitales en acuerdo
con la oposición pejotista no causó tampoco el fenómeno esperado. Sencillamente,
llegó tarde. La desregulación aún mayor del sistema financiero, favoreciendo
todo tipo de mecanismos especulativos, no logró atraer al capital financiero
internacional; al revés, la única puerta utilizada fue la de salida.
Macri y Dujovne atribuyeron la
aceleración de la crisis económica a las condiciones internacionales, en
particular a la suba de la tasa de interés de los EEUU y al valor ascendente del
petróleo. Sin embargo no explicaron por qué la corrida cambiaria se concentra en
Argentina y no ocurre lo mismo en otros países. El peso argentino fue la moneda
que más se devaluó en lo que va del año, esto a pesar de tener la tasa de
interés más alta. Este premio a la especulación financiera tampoco detuvo la
fuga de capitales, que llegó a los 8.000 millones de dólares en los últimos
meses.
El impacto tan brutal del cambio
de las condiciones internacionales en el país no solamente habla de que
Argentina, por el endeudamiento serial llevado adelante hasta ahora, se ha
transformado en un país francamente vulnerable. Tiene que ver además con la
crisis interna. Durante los dos años de gobierno macrista se acumularon una
serie de contradicciones que acaban de hacer implosión: tenemos un déficit
fiscal que supera el 7% del PBI, un déficit comercial récord que marcha a un
ritmo de 18.000 millones de dólares anuales y de balanza de pagos de 30.000
millones. El ingreso de capital de corto plazo –el llamado carry trade–
valorizó artificialmente la moneda local agravando todas las contradicciones. El
BCRA, por su lado, se transformó en una bomba de tiempo para toda la economía.
Las Lebac, que superan el 1.2 billón de pesos, requieren una emisión enorme para
hacer frente a intereses que con una tasa del 40% superan los 480.000 millones
de pesos anuales.
La inviabilidad del plan
económico se puso de manifiesto en un detalle nada menor: Aranguren debió
renegociar el aumento de las naftas con las petroleras –aunque sólo consiguió
que se haga en tres cuotas del 4% cada una–, ante la evidencia de que un aumento
que siga el tipo de cambio hubiese representado intolerable y hasta detonado una
rebelión popular. Pero la dolarización de las tarifas y precios fue concebida
para las devaluaciones; si cuando ésta ocurre no se puede aplicar quiere decir
que estamos ante una economía inviable.
El intento de rescate del FMI es
tan improvisado como las medidas adoptadas días atrás. Hasta ahora, sólo hubo un
llamado desesperado de Macri a Lagarde para frenar la corrida y la fuga de
capitales. Pero en cualquier caso, refuta la versión de que Argentina tenía
reservas suficientes para hacer frente a una fuga de capitales que se transforme
en una crisis financiera y bancaria.
La búsqueda de un salvataje del
FMI refuta la especie de que Argentina cuenta con reservas suficientes para
hacer frente a una fuga de capitales sin que se transforme en una crisis
financiera y bancaria. La vuelta al FMI no será gratis: representa antes que
nada la decisión de avanzar en un ajuste de enormes dimensiones. En su informe
de la revisión del artículo IV, el FMI recomendó bajar las jubilaciones, subir
la edad para jubilarse a los 70 años, despedir empleados públicos y avanzar
decididamente en la reforma laboral. Un ajuste de este tipo refuta toda idea de
´gradualismo ´ y plantea un choque aún más agudo con los trabajadores y todo el
movimiento popular.
Ante el fracaso del
gobierno y su intento de descargar la crisis sobre las espaldas de los
trabajadores, es necesario pasar de inmediato a la acción. Es necesario un paro
activo de la CGT, la CTA y todos los sindicatos contra el acuerdo con el FMI,
para voltear el tarifazo y la reforma laboral, e imponer una reconvocataria
inmediata de las paritarias.
Para que la crisis no la
paguen los trabajadores es necesario un programa de fondo: anular el tarifazo,
nacionalizar los recursos naturales y energéticos, nacionalizar la banca para
parar la fuga de capitales y repudiar el pago de la deuda usuraria.
|