NCeHu 64/18
La gran
victoria
5/5/18
Cada vez que se
estudia la Segunda Guerra Mundial, en particular, la lucha en el Frente
Oriental, uno no se explica cómo Alemania Nazi no ganó esa guerra. Tuvo todo
para derrotar a la URSS, pese a ello, hace 73 años los soldados soviéticos
tomaron Berlín, sede de un sistema que, según esperaba Hitler, debía imperar
durante los siguientes mil años. Veamos cómo fue la victoria.
Su meteórica
carrera, de cabo a Führer, es lograda gracias al apoyo del gran capital
financiero que veía en Hitler suficientes atributos para controlar la
efervescencia revolucionaria que se gestaba en el pueblo alemán. Una vez en el
poder, pretendió un nuevo reparto colonial del mundo, para lo cual Japón atacó a
China, Alemania a Austria y Checosloaquia e Italia a Etiopía. A la sazón, tal
como lo analiza Stalin, se podía dividir al mundo en potencias imperialistas
agresoras y potencias imperialistas agredidas. Las primeras, que nada tenían y
lo exigían todo, atacaban a las segundas, que lo poseían todo.
Las potencias
agredidas, pese a ser económica y militarmente mucho más fuertes que las
agresoras, cedían y cedían posiciones. La razón de esta rara conducta era darle
aire a la agresión hasta que se transforme en un conflicto mundial. Las
potencias agredidas presionaban a los alemanes para que vayan cada vez más lejos
en dirección al Este, le abrían a Hitler la posibilidad de atacar a la Unión
Soviética a través de los países del Báltico, para, al mismo tiempo, quedar
ellos al margen de un eventual conflicto germano-soviético. Incitaban a Alemania
Nazi a atacar a la Unión Soviética, con la esperanza de que la guerra agotase
mutuamente a ambos países; entonces les ofrecerían sus soluciones y les
dictarían sus condiciones. Los países beligerantes, cuyas fortalezas se
encontrarían destruidas como consecuencia de un largo batallar entre ellos, no
tendrían más opción que aceptarlas. Una forma fácil y barata de conseguir sus
fines.
Este juego peligroso
terminaría muy mal para Londres y París, que propugnaban el anticomunismo como
política de Estado. Es que, ofuscados por el odio al comunismo, no podían y no
querían ver el peligro que para ellos mismos representaba el
nazi-fascismo.
Luego de que Hitler
controló toda la Europa continental, firmó la orden para desarrollar un conjunto
de medidas políticas, económicas y militares, llamadas “Plan Barbarrosa”. En él
se contemplaba la destrucción de la URSS en tres o cuatro meses. Sus metas
principales eran Moscú, Leningrado y las regiones industriales de la zona
central. El plan, que tenía las mismas características que tan buenos resultados
le habían dado a Hitler en el resto de Europa, fue elaborado cuando Alemania,
país altamente desarrollado y cuya producción se encontraba dirigida
fundamentalmente hacia la industria de guerra, se había apoderado ya de los
principales centros industriales europeos y poseía dos veces y media más
recursos que la URSS, lo que la convertía en la más fuerte potencia imperialista
del mundo. El alto mando alemán estaba tan seguro del éxito del Plan Barbarrosa
que planificaba, para después de su cumplimiento, la toma, a través del Cáucaso,
de Afganistán, Irán, Irak, Egipto y la India, donde las tropas alemanas
esperaban encontrarse con las japonesas. Esperaban también que se les unieran
España, Portugal y Turquía. Dejaron para después la toma de Canadá y los EEUU,
con lo que lograrían el dominio del mundo.
La madrugada del 22
de junio de 1941, la Wehrmacht, fuerzas armadas jamás vistas por su magnitud,
experiencia y poderío, se lanzaron al ataque en un frente de más de 3.500
kilómetros de extensión, desde el mar Ártico, en el norte, hasta el mar Negro,
en el sur. Eran un total de 190 divisiones, cinco millones y medio de soldados,
4.000 tanques, 4.980 aviones y 192 buques de la armada nazi.
El plan fracasó
cuando la Wehrmacht no pudo desfilar el 7 de Noviembre de 1941 en la Plaza Roja
de Moscú, tal cual estaba planificado, sino que lo hizo el Ejército Soviético,
para luego marchar directamente al frente de batalla e infligirle al ejército
nazi su primera derrota. Sobre la Batalla de Moscú, el General Douglas Mac
Arthur escribió en febrero del 1942: “En mi vida he participado en varias
guerras, he observado otras y he estudiado detalladamente las campañas de los
más relevantes jefes militares del pasado. Pero en ninguna parte había visto una
resistencia a la que siguiera una contraofensiva que hiciera retroceder al
adversario hacía su propio territorio. La envergadura y brillantez de este
esfuerzo lo convierten en el logro militar más relevante de la historia”.
Al detener su avance
sobre Leningrado, hoy San Petersburgo, y ordenar a sus tropas atrincherase, el
alto mando alemán se preparó para romper la resistencia de ese pueblo por medio
de un prolongado asedio, mediante el bombardeo continuo de la aviación y por el
fuego de artillería; suponían que el hambre iba a doblegar a la ciudad. El
bloqueo duró cerca de 900 días. Como consecuencia murieron 1'200.000 de sus
habitantes, la mayoría de hambre y frío, pero Leningrado no se rindió.
Desde el verano de
1942 hasta el 2 de febrero de 1943 se dio la Batalla de Stalingrado, la más
sangrienta y encarnizada de la historia, con más de tres millones de muertos; la
misma culminó, luego de combatir sin tregua en cada piso de cada casa, con la
increíble victoria del Ejército Soviético sobre el poderoso Sexto Ejército
Alemán, algo que nadie en el mundo occidental esperaba.
Después de liberar a
numerosos países del yugo nazi-fascista, las tropas soviéticas entraron en
Berlín y el 1 de mayo de 1945 izaron la bandera su país en el Reichstag, el
parlamento alemán. Terminaban 1418 jornadas de denodados combates en los que
fallecieron cerca de 60 millones de seres humanos, de los que 27 eran
soviéticos. La mayor parte de ellos fueron muertos como consecuencia de la
salvaje represión ejercida por la tropas ocupantes contra la población civil. La
historia no conoce otra destrucción, barbarie y bestialidad de la que hicieron
gala los nazis en la tierra soviética, donde aniquilaron el fruto del trabajo de
muchas generaciones.
Hoy, gracias a la
valentía y el enorme espíritu de sacrificio del pueblo ruso y demás naciones que
conformaban la URSS, la humanidad está libre de haber sido esclavizada por el
nazi-fascismo, pues en la entrañas de este gigantesco y heroico país fue
destrozado el 75% del más potente complejo militar bélico creado por la especie
humana, la Werhmacht, que sólo conoció victorias cuando de manera arrolladora
marchó a lo largo y ancho de Europa continental, apoderándose de sus riquezas y
esclavizando a sus habitantes. Se necesitó de colosales esfuerzos del pueblo
soviético para, sin desmoralizarse ante tan dura prueba, revertir la situación y
lograr una victoria, que se dio hace 73 años.