El 65% de las acciones de Impsa pasarán a los
acreedores, un grupo que encabeza el BID y el Banco Nación
La
Naciòn
Buenos Aires,
28/4/18
Es cuestión de horas, de papeles,
firmas, asambleas y formalidades. Cuando eso finalice marcará la retirada de uno
de los empresarios más importantes de la vida argentina en las últimas décadas.
Enrique Pescarmona perderá el control de Impsa, la empresa metalúrgica que creó
su abuelo en 1907 y que él conduce desde hace más o menos 50.
El paso al costado de Enrique será la finalización
de un acuerdo con los acreedores, que se quedarán con el 65% de las acciones de
la compañía, que se especializó en construcción de soluciones para grandes obras
energéticas.
Será el desenlace de una negociación que empezó en
2014, cuando la compañía declaró el default con un pasivo de alrededor de
US$1100 millones. Ahora, el grupo de acreedores, que encabeza el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Nación y un fondo de inversiones de
Chile, entre otros, será el que coloque dos de tres directores. Además, ya
cambió el management y se reemplazaron la gran mayoría de los cargos jerárquicos
que respondían a la familia Pescarmona.
Será la resurrección de la empresa después de tres
años de default. En el ambiente industrial, los últimos pasos de Enrique
respecto de la decisión de ceder el control fueron valorados como una fuerte
determinación para que la compañía continúe, aunque no en sus manos. "Podría
haberla mandado a la quiebra y que se ejecuten los activos. Pero prefirió perder
el poder de la compañía que fundó su abuelo con tal de verla con las puertas
abiertas", dijo un empresario que compartió con él varias mesas sectoriales
durante décadas.
A la hora de buscar las causas de la caída, en el
entorno del empresario miran a América Latina. No le fue bien en su excursión
regional al grupo. Vendió soluciones energéticas a Venezuela y construyó en
Brasil. Pero, por diferentes motivos, ninguno de los dos países pagó. Semejante
problema de cobranzas, al que se sumaron la coyuntura argentina y la baja
participación de Impsa (Industrias Metalúrgicas Pescarmona) en la obra pública
local, fue demasiado para la empresa.
La principal proveedora de turbinas y soluciones
energéticas de la Argentina entró en cesación de pagos en 2014. Entonces, envió
un comunicado a la Comisión Nacional de Valores (CNV), en el que reconoció que
no podrá hacer frente a un pago de intereses previsto por $42 millones y US$23
millones.
Entre las dificultades más significativas que tuvo
entonces se encuentra una deuda que el gobierno de Venezuela generó con Impsa
por la central de Tocoma. En Brasil, dicen cerca del empresario, jamás pudo
competir con las bondades que ofrecía Odebrecht a la hora de ganar obras. "Es
una de las víctimas indirectas de esa manera de competir que ahora deja presos
por toda América Latina", dice una fuente cercana a la compañía.
En la Argentina, Pescarmona ganó en 2010 la primera
licitación para la construcción de las represas Condor Cliff y La Barrancosa.
Debían aportar financiamiento y terminarlas en seis años. No pasó ni una cosa ni
la otra. El financiamiento se cayó y jamás se inició el proyecto. Fallecido el
expresidente, llegó el momento de los homenajes. Se anuló la licitación, se le
cambió el nombre por Néstor Kirchner y Jorge Cepernic y surgió un nuevo ganador:
Electroingeniería y sus socios chinos.
Fue el último proyecto grande que ganó Pescarmona
en la Argentina y jamás lo pudo iniciar. La empresa creció de la mano de las
grandes obras pública. Su relación con el Estado siempre fue estrecha aunque en
los últimos años, con la falta de financiamiento de la Argentina, perdió la
pulseada con brasileños, que usaban el banco de fomento (Bndes) y con los
chinos, que llegaron con empresas, construcción y plata.
Con plantas en Mendoza, Brasil y Malasia, Impsa fue
una de las primeras multinacionales argentinas. A fines de los 90 tuvo especial
inserción en Asia, continente al que atendió desde Kuala Lumpur, capital de
Malasia. En este país del sudeste asiático fue líder y llegó a facturar los
US$600 millones anuales, con contratos en Malasia, China, Taiwán y
Filipinas.
Por estas horas, en una asamblea, se formaliza el
nuevo directorio de Impsa. En esa mesa, Enrique, el nieto del fundador, mirará
en minoría como sigue el camino de la compañía mendocina más importante de la
historia.