La Revolución silenciosa
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de
su propia destrucción” Simón Bolívar.
Alfredo César Dachary
Cuando el científico y divulgador de la ciencia
Isaac Asimov planteaba que los adultos deberían ir nuevamente a la escuela a
mitad de su vida y de que los niños serían los lazarillos de sus abuelos, nos
parecía algo posible, pero décadas adelante, por no sumir que estamos ya en ese
momento y que éste es el comienzo de nuevos cambios.
En el siglo XIX y XX las revoluciones eran
armadas y el propio siglo XX se abrió con dos de las mayores revoluciones de la
humanidad, la Rusa y la China y a mitad del siglo fue la Cubana, luego vienen
las revoluciones en África, en Asia y su vida era acorde a los tiempos y las
coyunturas mundiales
Eso hoy es el pasado, ya las revoluciones han
dejado las armas porque éstas se usan en lo que se conoce como la guerra
continua que se viene dando desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que no
ha parado, y está considerado como escenario alterno al conflicto permanente por
la hegemonía de las principales potencias hoy con Estados Unidos.
Pero no nos engañemos, los cambios que determinan
al mundo actual no se dan allí, sino que son silenciosos, acumulativos,
interconectados y que juntos conforman la mayor transformación que se da en el
mundo desde la emergencia y consolidación del capitalismo en la primera parte
del siglo XIX.
Las revoluciones en las últimas cuatro décadas
han pasado de ser generadas por los poderes económicos a través de sus
organismos y grupos de presión, los golpes del dinero o de la bolsa, a otros
aparentemente más “transparentes” como son los golpes judiciales, algo que se ha
dado en América en Brasil; Perú, sin consolidarse; Argentina como epílogo
electoral y en Paraguay, que fue el primero.
La Corte Suprema o los legisladores o jueces
venales lo llevan adelante y así se dan las condiciones para un cambio drástico
de poderes de grupos o partidos opuestos, sin pasar por las urnas, son los
denominados caminos cortos de la democracia.
Esto significa que se han dado nuevas situaciones
para poder implementarlos y que los grandes grupos sociales los acepten como
posibles y esto es debido a que se terminó la política entendida como lucha de
ideas y se pasó a algo nuevo cuya punta del gran iceberg es lo que se conoce
como post-verdad.
Cuando los grandes grupos sociales dejaron de
creer en las ideas políticas, porque los medios y otros instrumentos de lavado
de cerebro construyeron las bases de un individuo absoluto, el hombre se
encontró doblemente liderado, de las ideas políticas, por un lado, y de la
solidaridad de clase o grupo por el otro, y se remplazó la carencia de política
por sentimientos.
No fue un descubrimiento más de los creadores de
campañas, fue una recuperación de algo que dominaba antes a la sociedad
individualista, donde la gente no necesitaba más entender las propuestas sino
sentirlas como propias, de allí que hoy en México dominan los discursos
moralistas y no de propuestas, las masas dejaron de exigir propuestas para pasar
a una etapa de creer o no en el mensaje, el corazón remplazó a la razón, y es
que el primero sintetiza al éxito o fracaso de una vida y el segundo de una
idea.
Con el fin de las utopías sociales se dará un
proceso de adormecimiento de la conciencia, lo cual nos libera como sujetos sin
ideas predeterminadas a navegar por el mundo de Internet y sus redes como un
ejercicio de “recuperar la libertad”, aunque ésta se enterró con sus utopías;
hoy hay libre circulación sobre exposición y al final el “vacío”, que solo se
llena con el consumo que genera un placer corto, pero termina haciendo del nuevo
sujeto un adicto.
Así el mundo se polariza entre una gran mayoría
zombi que vive una realidad construida alrededor del consumo y que se considera
informado, aunque no sepa el origen de las noticias, ni le interese y, en el
otro extremo, una minoría que concentra la riqueza, el poder y la información
real, sobre los sujetos consumidores, sobre los actores diversos y con ello
ejerce el poder doble, controla el mercado de las ideas y el de los consumos
mundanos.
Si bien esta primera visión fue diseñada por
Orwell en el texto (hoy más que clásico) “1984”, aplicado al extremo en dos
modelos opuestos, aunque muy similares como el Estado islámico(EI) y Corea del
Norte, esta perspectiva termina generando rechazo en la sociedad, inducido para
generar el tradicional “demonio” que existe en la versión maniquea de la
historia de Estados Unidos.
Aldous Huxlley, con una visión de estrategia
menos violenta que no requería ser impuesta de manera represiva, burda y brutal
para inocular miedo y “respeto” al poder político-policial, como fórmula para el
control y desactivación de la población, sino de una manera más astuta y sutil,
en base a “inundar” el mercado de tecnología audiovisual para hiper-estimulación
de los sentidos, con la consecuencia de adormilamiento y colapso social, de una
mayoría ciudadana ensordecida ante las llamadas a la solidaridad en la calle.
En su estrategia de mantenernos en esa caverna
virtual, ellos cada día las sueltan, “Fake News”, creadas de manera premeditada,
con el motivo de incendiar las redes y mantenernos horas ocupados mirando a
nuestras pantallas, hasta el punto de llegar a interiorizar que reenviar
mensajes o audiovisuales, nos autojustifica como la mejor manera de ser
“contestarios activos” para este nuevo tiempo, sin
política.
Los
smartphone han ocupado el lugar de las personas en la vida diaria, desde
teléfono a agenda, a cuenta de banco, a textos, etc, han logrado integrar
nuestras pantallas con nuestros cerebros, en un puente ya fijo que manda miles
de imágenes e información al día, saturación total, pero que el final de la
jornada no nos quedarnos con ninguna, todo está de paso, incluido nosotros.
Así el subconsciente logra estar invadido por un
mar de imágenes y textos, mientras que la memoria, al tener aturdida la
conciencia queda en el olvido, y esto es lo que los hace zombis, ya que esta
mayoría vive inconsciente de la verdadera realidad al no entender la razón de la
existencia.
Para cerrar el círculo del control de la sociedad
hay que agregar un complejo entramado legal cuyo objetivo es hacer de la
protesta social un delito, algo que logra motivar a los sectores más duros de la
sociedad en apoyo a estas medidas, que ya están vigentes desde Estados Unidos
con el Acta Patriótica del 11-S al cono sur y las leyes de control a la protesta
social, sea de los sin tierra en Brasil a los mineros en Argentina, a los
mapuches en Chile y Argentina y así una larga lista
El objetivo de militarizar las calles y
judicializar la protesta social es uno: generar el miedo inducido que lo inocula
el poder político-mediático, al utilizarlo como antídoto contra la desobediencia
y movilización social y así poder mantener sin oposición sus fines en lo
económico y político, en general, y poder el ciudadano así regresar a la cueva
de Internet y desde las redes “luchar” y poder aceptarse como un ciudadano con
civilidad o patriotismo.
Al imponer miedo inducido junto con promover la
inmoralidad política como principios más eficaces para someter y alinear las
mentes, el Estado se asegura que estos nuevos “principios” son más fuertes que
los antiguos valores como el altruismo, amor, empatía, generosidad y
solidaridad, hoy “pasados de moda”.
Por ello es que esta “revolución silenciosa” ha
generado una gran transformación en la sociedad que hoy le permite al poder
gobernar, legislar, promulgar decretos exprés o leyes que cambien las bases de
la Constitución con una ligereza mayor; allí emerge lo que se conoce como la
revolución judicial, para luego dar lugar a un nuevo modelo de sociedad el que
describió George Orwell en el libro “1984”.
Esta es la parte social y política de los
cambios, falta la otra cara, la productivo-tecnológica, la más amenazada por el
remplazo del hombre por máquinas, un proceso que puede ser impuesto en una
sociedad zombi, donde el sujeto no sepa que lo que hay más allá de su ventana;
mañana lo verá en su casa.
Así vemos tristeza en una Europa sin memoria, la
que le acordara que gran parte de toda su población fue emigrante por necesidad
a América y otra no menor fue como agentes y empleados de un colonialismo más
duro a África y así, tanta gente
como la que hoy rechazan y se ufanan lo partidos fascistas de lo que han
denominado “Inmigración 0”.
La revolución silenciosa va más allá de la
tecnológica, porque no solo hace el papel de agente de promoción, sino que ha
sentado las bases para una futura falta de solidaridad que deje más solo al
hombre o la mujer que no acceda al trabajo y quizás termine con una renta
universal, como una nueva forma de limosna del Estado, ante un cambio que no
controla y además no pretende frenarlo, porque en él está su futuro: el de la
minoría.
alfredocesar7@yahoo.com.mx