NCeHu 44/18
La guerra
imperialista y la refundación de la IV Internacional
Intervención de Jorge Altamira en la
Conferencia Internacional realizada en Buenos Aires el 2-3 de abril de
2018.
Compañeras y compañeros:
En la tarde de hoy me toca presentar un informe
internacional que funcione como una premisa política para establecer algunas
conclusiones para esta conferencia y diseñar un rumbo de actividades, de
propaganda, de agitación, de organización.
Tengo la obligación de señalarles que con esta intervención
culmina un trabajo relativamente largo y nutrido, porque la Comisión
internacional del Partido Obrero trabajó en tres grandes documentos, muy
importantes en mi opinión, para abrir el debate con vistas al XXV Congreso del
PO. Luego, en la Comisión internacional del Congreso del PO, hicimos una
revisión y una ampliación, por medio del debate, de las conclusiones de esos
informes, y salieron varias resoluciones que amplían esa orientación. Ahora, por
tercera vez, tengo que presentar ante ustedes un análisis, que no va a ser una
repetición ni de los informes presentados ni de las resoluciones presentadas,
porque en base a esos nuevos debates hemos desarrollado nuevas conclusiones
políticas. Además, como después lo va a señalar la mesa, hay algunas
resoluciones escritas por el compañero Sungur, otras por el compañero Savas, que
ellos van a exponer, que se van a discutir, y que amplían el horizonte político
del debate.
Guerras y guerras
Antes de entrar directamente en la materia, y a un título
ilustrativo que no es inútil destacar, en las experiencias que el Partido Obrero
en materia de guerras, la de Malvinas no fue la única y no fue la posición sobre
Malvinas el modelo único que siguió el PO ante las guerras que involucraron a
Argentina. En la guerra de Malvinas, una guerra imperialista contra un país
sometido, tuvimos la posición que describió Marcelo Ramal en su intervención, no
tuvimos una posición de derrotismo revolucionario, es decir la igualación de los
ingleses, por un lado, y la posición de Argentina, por el otro. La prioridad era
la derrota de la flota británica. La lucha para derrocar a la dictadura debía
tener lugar bajo esa reivindicación, distinguiendo a la nación opresora de la
oprimida.
Bajo la dictadura militar, sin embargo, Argentina estuvo a
punto de entrar en una guerra con Chile por conflictos limítrofes, y nosotros
levantamos una posición de sabotaje a la Argentina, de sabotaje a Chile y por la
unión de los trabajadores de Chile y Argentina para derrocar a Pinochet y a
Videla. Este señalamiento recupera una experiencia histórica, pero sirve también
como método. No hay nada que supere el análisis concreto de las situaciones
concretas. Esto significa que no se debe operar de un modo empírico,
considerando cada caso particular en torno a un campo circunscripto, sino en
función de una caracterización histórica general. Por ejemplo, en este momento,
el compañero Savas alertó sobre los peligros de guerra en los Balcanes, donde el
nacionalismo griego pretende comportarse como si la cuestión Macedonia, en una
disputa por el derecho a usar ese nombre, pero que puede alcanzar un carácter
territorial, fuera similar a la cuestión de Malvinas, alegando un derecho
histórico. Ahora bien, Grecia, un país sometido, juega en los Balcanes una
función imperialista, porque las finanzas de los Balcanes, en una parte
importante, han estado controlada por los bancos de Grecia. En este caso no
defendemos los supuestos derechos nacionales de Grecia sino la unidad socialista
de los Balcanes.
La crisis mundial y la guerra
La crisis mundial de 2008 ha tenido unas consecuencias
políticas absolutamente enormes, que son fácilmente explicables. Una crisis
mundial significa que el régimen social dominante ha entrado en un impasse
completo, o sea en una contradicción violenta entre las fuerzas productivas
desarrolladas por ese régimen y las relaciones de producción propias de ese
régimen. Las consecuencias en materia de políticas internacionales no podían
demorarse de ninguna manera. Al ser la consecuencia de esta contradicción
fundamental, que caracteriza a todos los sistemas sociales, y es particularmente
violenta en la época del imperialismo, toda la estructura política desarrollada
por el capitalismo es alcanzada por esa contradicción. Por ejemplo, un régimen
que ha estructurado una economía mundial sobre la base de Estados nacionales, el
estallido de esa contradicción genera la tendencia a la guerra
imperialista.
He leído hoy algunas publicaciones de izquierda en la
Argentina que hablan de las guerras como una suerte de accidente del proceso
político actual, y no como la expresión del estallido de las contradicciones
fundamentales en el sistema social en el cual estamos viviendo. Si ustedes
vuelven a la literatura de nuestro partido, relativa al estallido de la crisis
de 2007/8, van a ver que allí se traza un rumbo de esta crisis: crisis
internacionales, guerras, crisis de regímenes políticos, es decir anticipa en
los diversos planos del desarrollo histórico las consecuencias de esta
crisis.
De manera que cuando somos acusados de catastrofistas se
cometen dos errores, en primer lugar, que no lo somos, porque vemos a la crisis
como un desarrollo histórico y no como una implosión inmediatista, es decir que
no somos catastrofistas, porque vamos desenvolviendo lo que muchas veces hemos
llamado la metástasis de la crisis mundial; en ese sentido no somos
catastrofistas. En otro sentido, sin embargo nos hemos ganado con todo derecho
el título de catastrofistas, porque ese catastrofismo no solamente se manifiesta
en la economía, sino en los Estados, la política, las clases y toda la
perspectiva histórica presente.
Ayer señalé que la guerra por un lado y la revolución por el
otro son la manifestación final y última de la completa explosión de las
contradicciones sociales. Se trata de un metabolismo social. Es el tema
fundamental que tenemos que tratar porque, en primer lugar, es de actualidad y,
en segundo lugar, es la consecuencia de todo el proceso de la crisis
capitalista. El que habla de crisis capitalista y no la conecta con la guerra no
puede sacar una conclusión. No se puede construir un partido y tampoco se puede
llevar a ese partido a una lucha de clases consecuente, ignorando este marco
histórico.
La crisis de 2007/8 es la última, la más aguda, de una serie
de crisis que arrancan en la década del ’70, o antes incluso. La crisis de
Argentina, en 2001, por ejemplo, puede ser considerada como modelo de crisis
capitalista, porque provocó con una disolución de las relaciones de mercado, que
es el nexo social del capitalismo. La crisis alemana del año ’23, la alemana y
la norteamericana del ’30, y la argentina de 2001, muestran, precisamente, la
tendencia fundamental de la crisis capitalista, que es la disolución de las
relaciones sociales capitalistas, que entran en un estado de parálisis. Las
provincias tuvieron que emitir monedas, los municipios también, no se compraba y
no se vendía. De estas crisis, a nivel mundial, nace todo un conjunto de
procesos de guerra.
La restauración capitalista
Estas guerras, por su parte, tienen una lógica, porque son
el producto de rivalidades nacionales. El impresionismo de que las guerras de
carácter mundial son imposibles en la actualidad, debido al excepcional poder de
destrucción de las armas modernas, debe ser superado por medio de un análisis
concreto.
El primer elemento histórico de esta guerra, vinculada a la
decadencia histórica del capital y a la crisis de conjunto, tiene una
vinculación profunda con la restauración capitalista en la ex Unión Soviética y
en la República Popular China. La primera lógica de esta tendencia a la guerra
imperialista, está determinada por la lucha por la captura de mercados, que pone
en primer lugar la colonización de los mercados abiertos por la restauración
capitalista en la tercera parte geográfica y poblacional del planeta.
Esa restauración capitalista está incompleta, se encuentra
en transición. La restauración capitalista en China tiene la peculiaridad de que
tiene lugar en las condiciones de un Estado nacional, que en China existe por
primera vez en la historia contemporánea, que se ha erigido como consecuencia de
la victoria de la revolución de octubre de 1948. Este Estado nacional ha
permitido hasta ahora que el proceso de la restauración capitalista no haya
producido una dislocación nacional, como ocurrió siempre en el pasado, en que
las guerras imperialistas y la penetración imperialista terminaron provocando el
reparto territorial de China entre Japón, Inglaterra, Estados Unidos e incluso
Rusia. El Estado chino actual precede al proceso de restauración capitalista,
creado por una revolución que no es capitalista, que es una revolución
anticapitalista.
Ahora, este Estado Chino, del cual parte la iniciativa
política de una restauración capitalista, es presentado ahora como una barrera
para el proseguimiento de esta restauración capitalista, y hasta como un rival
en el mercado mundial. Recientemente, el Estado chino ha re-centralizado todavía
más el poder, ante el crecimiento de la desigualdad, el agudizamiento de la
lucha de clases, la acentuación de los desequilibrios internos y la inminencia
de la quiebra del sistema bancario. Una de las manifestaciones de la tendencia a
la disgregación política del régimen, es el elevado grado de corrupción del
Partido Comunista de China, el sujeto político del Estado. La misma tendencia
mundial que presiona a una apertura económica mayor de China y a una
‘democratización’ política, ha producido en EEUU el resultado inverso: una
tendencia a la concentración bonapartista del poder y al ‘proteccionismo’ como
arma de guerra financiera. La misma tendencia a un bonapartismo de derecha tiene
lugar en Europa y en Rusia. Cuando en China el presidente obtiene la reelección
indefinida, el presidente de los Estados Unidos, en lugar de denunciar la deriva
anti-democrática, le manda una felicitación.
La crisis mundial plantea llevar la colonización de China y
de Rusia hasta sus últimas consecuencias – por eso estos dos países ocupan el
lugar central en las hipótesis de guerra del Pentágono y de la Otan. Es lo que
se manifiesta, por ejemplo, en Ucrania, y antes en la destrucción de la
federación yugoslava. La amenaza de disolución nacional llevó al gobierno de los
servicios de seguridad en Rusia, con Putin, que arrancó masacrando a los pueblos
del Cáucaso, y una guerra en Georgia, cuando quedó bajo el control de la Otan.
Este es el conflicto que opone Estados Unidos y China militarmente en el mar de
la China, Es el conflicto también, que no vamos a tratar hoy aquí, con
Corea del Norte.
Quienes sostienen que se trata de guerras de carácter local
o meros accidentes; hacen abstracción del agotamiento histórico del capitalismo
y de la crisis mundial, o sea la explosión de todas las contradicciones
capitalistas. Estas han roto un conjunto de equilibrios y alterado el sistema
político en todos los países. Aunque Trump no ha logrado todavía imponer a
rajatabla su política, qué duda cabe que todos los intentos y todas las
ofensivas que aplica van dirigidas a abolir o a restringir severamente el
sistema parlamentario tradicional y el lugar especial que tiene el Poder
Judicial en Estados Unidos. La crisis política en Estados Unidos es uno de los
elementos más poderosos que alimenta la crisis mundial. Cuando Trump empieza a
amenazar con un bombardeo nuclear a Corea del norte, especialmente ahora que
sabemos que ya no lo piensa bombardear sino que va a usar el garrote
‘diplomático, eran inminentes la elecciones en Pennsylvania, donde Trump había
ganado a Hillary Clinton por una diferencia de 30 puntos. Las encuestas daban
ahora, sin embargo, que la candidata negra demócrata, negra y mujer, iba a
derrotar al candidato republicano. Para cambiar este escenario electoral desata
ua histeria bélica contra Norcorea. Resultado: ganó la mujer negra, la crisis
política del trumpismo creció y Trump empezó a echar a miembros del gabinete que
no eran de su palo, para cerrar filas con su camarilla.
Rivalidades imperialistas
Este es el escenario principal, el otro es el escenario de
las viejas guerras y choques interimperialistas, que está conectado al primero,
porque la recolonización de los viejos espacios ‘socialistas’ acentúa la
rivalidad para apropiarse de esta situación potencial – como ya ocurre. Trump ha
lanzado una una guerra fiscal y financiera, que apunta a repatriar
capital-dinero del exterior, en una suerte de blanqueo. Apunta a armarse de una
caja financiera lo suficientemente poderosa para poder hacer una guerra
comercial en momentos que el Estado norteamericano tiene una deuda pública del
110% del PBI, más de u$s 20 billones, y una tendencia a la desvalorización de
esa deuda y del dólar. La decisión de China de responder creando un mercado
petrolero y financiero en yuanes, desata, potencialmente, una guerra
monetaria.
La ruptura de los equilibrios externos e internos en las
naciones – en EEUU, la UE, China y Rusia -, se transforma en un factor
estratégico en la tendencia política mundial, y prepara las condiciones para que
las luchas de clases asuman un carácter de conjunto. La decisión que debate la
UE de crear una fuerza militar independiente, en lugar de contribuir al
presupuesto de la Otan, ha desatado una advertencia estratégica explícita de
parte del Pentágono y de Trump. Esto explica los coqueteos de Trump con Putin,
que investiga un juez especial en EEUU, que apunta contra los europeos, y en
especial Alemania, a lo que Merkel ha respondido con un gran acuerdo gasífero
con Moscú, y Francia con un acuerdo petrolero con Irán. La oligarquía rusa,
ligada al gobierno ruso, es un jugador fundamental en el mercado de Londres - un
paraíso fiscal.
Guerra internacional
Al ver este panorama, ¿qué conclusión sacamos? Que si bien
las guerras aparecen localizadas, tienen un hilo conductor internacional - es
una confrontación general entre los Estados y las clases capitalistas como
consecuencia de una ruptura del equilibrio social, económico y político
irreversible, que deberá encontrar otro equilibrio través de crisis y guerras,
un equilibrio más cerca de la barbarie – o abatido por la revolución mundial.
Este es el análisis concreto de la guerra. A la pregunta de si la escena final
de toda esta guerra es la destrucción de la humanidad, la respuesta tiene que
ser política. Cuando todo el mundo pronosticaba el holocausto entre los misiles
de la Unión Soviética y los misiles norteamericanos, y aseguraban que este
‘equilibrio’ garantizaba un empate estratégico o una “convergencia pacífica”, la
presión económica y la carrera armamentista quebraron a la Unión Soviética, e
iniciaron este nuevo período – de guerras en mayor número. La quiebra de los
rivales por medio de guerras, presiones, guerras comerciales, ataques cada vez
más vastos apuntan a la quiebra de los opositores, pero no a la eliminación de
las guerras y a la creación de un poder capitalista única, sino al revés – a la
posibilidad de guerras aún mayores.
Acá tengo un folleto del PTS, que dice que hay “conflictos”,
pero no analiza las guerras, no las caracteriza, y no denuncia su tendencia a
guerras aún mayores. Estamos ante una falencia metodológica grave, porque un
documento internacional, en febrero de 2018, que no explique por qué hay
guerras, que no vea su lógica y que no haga un balance histórico de las que hubo
hasta ahora y de su extensión; que no vea que la matanza de 17 palestinos, en
los días pasados, es la expresión de una iniciativa militar del sionismo, no
sólo en Gaza sino en el conjunto de la guerra de Siria, como lo acaba de
declarar el jefe del estado mayor de las Fuerzas Armadas de Israel, ¿cómo puede
tener una política internacional?, ¿a qué vamos a jugar a la política
internacional? Las políticas nacionales, fuera del contexto mundial de
catástrofes crecientes, no podría despertar la conciencia internacional del
proletariado, lo que lo haría sucumbir a las tendencias en pugna de las
burguesías de cada país.
Guerra y Revolución
¿Cuál es el principal problema para el imperialismo en estas
guerras? No se han creado todavía las condiciones en las metrópolis
imperialistas para llevar a cabo estas guerras hasta sus últimas consecuencias.
Cualquier pronóstico elemental ahora diría que si se reunieron dos millones de
personas en Estados Unidos por un tiroteo de alguien que estaba medio loco o
algo así en Miami, una amenaza de guerra generalizada en un país que tiene
fresca la memoria de la resistencia contra la guerra de Vietnam, va a tener una
crisis política gigantesca. Un desarrollo bonapartista de Trump podría crear las
condiciones interiores para una política internacional de guerra. Pero este
bonapartismo y de un modo general las crisis, agudizan la lucha de clases
interna, la lucha de clases interna puede derribar a los gobiernos que van a la
guerra, más todavía si hay una dirección política que les dice que esta lucha de
clases tiene que tener como uno de sus objetivos abatir a la clase dominante,
establecer gobiernos de trabajadores para liquidar cualquier posibilidad de
guerra como única alternativa, es decir: a la guerra, la revolución.
Cuando nosotros analizamos lo que se dijo acá, de parte del
compañero de Renaissance Ouvriere, lo que dijo el compañero, a la luz de este
debate, acerca de la huelga ferroviaria en Francia y la posibilidad de una
huelga general, queda claro que la lucha contra el enemigo del propio país, en
este caso Macron, es un arma decisiva para derrotar la guerra imperialista. No
hay nada más favorable en la lucha contra la guerra que el derrocamiento de
Macron, porque la guerra es la forma extrema en un polo, que tiene en el otro
polo la revolución. La guerra pretende el ordenamiento internacional hacia la
barbarie y la revolución, acabando con el capitalismo, pretende reestructurar a
la sociedad en el sentido de la libertad. Esta relación está señalada en los
documentos preparatorios de la Conferencia Internacional. Gran parte de la
izquierda en Francia ha capitulado ante la guerra imperialista de su Estado.
Frente a un gobierno pierde la autoridad librando guerras en Africa del Norte y
en el Medio Oriente, las huelgas en Francia trascienden la lucha reivindicativa
y asumen importancia internacional.
Tenemos varios aspectos. En primer lugar, la guerra y la
revolución. Segundo, el escenario de una guerra inter-imperialista que se
libraría con el auxilio alternativo de los regímenes burocráticos
restauracionistas de Pekín o de Putin. Sería una guerra que se parece a las
guerras pasadas. El otro escenario de guerra es la unidad del imperialismo para
proceder a una colonización completa de la ex Unión Soviética y de China. Ambas
guerras están entrelazadas, porque una alianza de Rusia con un sector europeo
frente a una alianza de Japón con Estados Unidos, va a acentuar la restauración
capitalista, incluso con un protagonismo mayor de los gobiernos
restauracionistas.
Bonapartismo y fascismo
En este contexto de crisis capitalista, regímenes políticos
y de guerra, han surgido, incluso antes Trump, un montón de otros movimientos
derechistas. En Europa oriental, el presidente de Turquía, Erdogan, que debutó
en política procurando conciliar democracia con islamismo, ahora tiene decenas
de miles presos, no me acuerdo el número, y gobierna con poderes de facto, están
suspendidas todas las garantías constitucionales y los jueces hacen lo que dice
el Poder Ejecutivo. Tenemos el régimen húngaro de Orbán, tenemos ahora la
victoria de la Liga del Norte, que ahora quedó como Liga y ya no es sólo del
norte, o el ascenso de Marine Le Pen. Algo fundamental, el crecimiento
‘neo-nazi’ en Alemania.
Simplemente, unas indicaciones, porque el carácter de
estos movimientos y regímenes políticos está puesto a discusión. Ninguno de
estos regímenes es fascista, es una respuesta bonapartista reaccionaria, es una
construcción de Estados policiales, frente a la presión desintegradora de la
crisis mundial y a la presión desintegradora del imperialismo por colonizar los
espacios de la ex Unión Soviética o de China. No son movimientos fascistas,
porque éstos son, antes que nada, movimientos de masas, en situaciones de
pre-guerra civil o guerra civil. El Partido Obrero, ya hace tiempo, destacó que
el nacionalismo del pasado en Europa era el nacionalismo alemán, el francés, el
húngaro, el rumano. Con la Unión Europea, esos nacionalismos empequeñecieron
estratégicamente. El interrogante es: ¿podrá la burguesía europea construir un
nacionalismo fascistizante continental? No sé si ven la contradicción. Han
construido la Unión Europea, los nacionalistas plantean, en forma zigzagueante,
hacer rancho aparte de la Unión Europea, ¿pero tendrán, en sus respectivos
países, Inglaterra, Francia, Alemania, la capacidad de movilización fascista de
las masas y, por lo tanto, intereses estratégicos nacionales, como los tuvieron
en la década del ’30? Esos países y sus Estados están completamente debilitados,
históricamente y a nivel internacional como fuerzas autónomas con respecto al
pasado, El Movimiento Cinco Estrellas, que fue descripto acá como antieuropeo,
ya advirtió que de ninguna manera va a retirar a Italia de la Unión Europea. Y
la Ukip de Gran Bretaña ha desaparecido, y los gobiernos autoritarios en Hungría
o en otros países de Europa Oriental no tienen la menor intención de salirse de
la Unión Europea. Es decir, que es un nacionalismo que se encuentra en un
impasse. Otra cosa es que Alemania pueda explotar la unidad europea para volver
a construir el viejo nacionalismo de Hitler, usando a los nacionalismos locales
como tributarios. Hay una verdadera crisis de orientación en el nacionalismo en
Europa viene creciendo desde hace treinta años y nunca llega a un éxito. En
Austria se ha formado un co-gobierno con el fascismo, pero enseguida se declaró
neutral cuando la UE expulsó diplomáticos rusos por el envenenamiento de un
doble espía y su hija en Gran Bretaña.
La envergadura potencial o la agresividad a estos fenómenos
son claros, y hay que combatirlos con el método del frente único de la clase
obrera. De lo que se trata es tener una caracterización correcta, pues de lo
contrario queda afectada la caracterización de la situación mundial y descontada
una derrota del proletariado que no ha tenido lugar de ninguna manera. Los
frentes democráticos y los frentes populares se valen de esta caracterización
para convidar a las masas a colaborar con la burguesía liberal, como ha ocurrido
en las últimas elecciones en Francia., que son los últimos recursos del
imperialismo.
En este tema del nacionalismo hay que colocar una cuestión
esencial, que la cuestión de la migración gigantesca que ha acentuado las
guerras imperialistas en Medio Oriente y África. El chovinismo europeo está
ligado a la guerra del Medio Oriente y a la creación de una masa de refugiados
espantosa, que confinan en campos de concentración y expulsan de Europa. La Otan
ha armado una fuerza militar para controlar esos países y los países de donde
vienen los inmigrantes para que no entren. La cuestión de migrantes y refugiados
ha desatado también una crisis en la UE, porque Alemania pretende evitar, por el
pasado hitleriano, que se la clasifique en este campo. Ahora, la población que
es masacrada en el Medio Oriente y en Asia, y que es obligada a huir de esos
países e ir a Europa, es la población que tiene lazos con la que vive en los
barrios periféricos de París, lo que evoca un sentimiento de indignación entre
una población que los franceses creían que era definitivamente francesa, como
los mismos hispanos mexicanos en Estados Unidos, que hablan un excelente inglés.
Entonces, es un polvorín mundial y si nosotros vamos a hacer una campaña
internacional, tenemos que desarrollar una posición política sobre todo esto;
defensa incondicional al acogimiento de todas las víctimas de las guerras
imperialistas.
Independencia política del
proletariado
Hay un elemento también, que quedó expresado, tanto en el
día de ayer como creo que hasta cierto punto en el día de hoy, por la posición
que expresó la compañera del Partido Comunista Unificado de Rusia. Para decirlo
en términos locales, Macri es Trump y el imperialismo yanqui, Putin es Scioli,
“no vayan a votar en blanco” en estas guerras.
Ahora, la política de la
burocracia restauracionista es buscar todos los apoyos políticos posibles para
llegar a un compromiso con el imperialismo, para proceder de común acuerdo a la
restauración capitalista y no en forma unilateral. Entonces, tenemos a Putin en
Siria, que parece un shopping center, donde Putin vende o alquila el control que
ejerce en el espacio aéreo, sea a Turquía, sea a EEUU, sea al estado sionista.
En la tentativa de ese compromiso, diseñan un acuerdo, que se ha firmado en la
ciudad de Astrana, en la cual Siria es repartida entre las fuerzas foráneas
intervinientes, lo cual invalida que bajo la dirección de Putin vamos a tener
una república Siria autónoma, incluso bajo el régimen de Al Assad. El punto que
yo quiero señalar acá es prestar atención a cómo los movimientos
revolucionarios, populares del Medio Oriente, se encuentran condicionados por
una propaganda que dice “No le hagan el juego al imperialismo”, para frenar las
movilizaciones de masas contra la miseria y la opresión interna, incluso en Gaza
o Cisjordania. En la rebelión de Túnez y en la rebelión de Irán del último
período, ése fue el mensaje. Cuando los trabajadores se levantaron contra la
miseria y la carestía, las quiebras bancarias y la expropiación de ahorros,
cierres de fábricas, agresión a mujeres, la suba del precio de la cebolla, el
régimen dijo “no le hagan el juego al sionismo”, porque si esto avanza y
nosotros, los ayatollas caemos, viene Macri. Es una extorsión política sobre el
movimiento popular, la comprensión adecuada del rol que está jugando cada uno en
todo esto, debe ayudar a clarificar a las masas populares del Medio Oriente, y
en general de todo el mundo, de que no debe ir detrás de ningún sector populista
ni llamado nacional y popular porque es un camino de derrota para el movimiento
de los trabajadores, y la revolución depende de su independencia política del
imperialismo norteamericano y de la burocracia restauracionista.
Con este análisis y estas caracterizaciones queremos
construir una política, porque lo que nosotros queremos es que de aquí salga una
declaración política y se adopten medidas organizativas, compromisos, para
clarificar todo esto, y a través de una serie de consignas orientar nuestro
trabajo mundial. Fíjense lo siguiente: no es nosotros vamos ‘a bajar línea’ en
Egipto, con todo lo serio que es bajar línea en Egipto, se trata de desarrollar
el ordenamiento político de la IV Internacional en el mundo, que es el
ordenamiento de ideas, la estrategia de la IV Internacional en el mundo, que a
cada partido y a la Internacional en su conjunto le abra un camino de
desarrollo. Cuando acá los compañeros del Partido Obrero repiten y machacan todo
el tiempo, como que nosotros nos delimitamos del nacionalismo burgués,
préstenles atención, porque es un planteo mundial, no solamente nacional – es un
método. Este aspecto político hay que desarrollarlo. La presencia aquí de una
organización de Rusia es un hecho muy importante, más importante todavía porque
tenemos una divergencia, una divergencia que va a ser discutida
democráticamente, y va a extender la IV Internacional a Rusia.
Comunistas contra la restauración
capitalista
Apostamos a eso, ¿pero el método cuál es? La libre
discusión, el gran respeto por el adversario, porque los compañeros rompieron
con el Partido Comunista que apoya a Putin y la restauración capitalista. Los
compañeros de Rusia tienen el desafío de ser comunistas en la época de la
restauración capitalista. En la época de Stalin, ser comunista, oficialmente,
era pertenecer al aparato oficial, hoy no se puede pertenecer al aparato oficial
y ser comunista, y los compañeros libran una lucha contra el gobierno de Putin,
no son putinistas, son antiputinistas, pero hay que discutir toda una serie de
consecuencias que se derivan de esta contradicción y este desafío y todo lo que
ocurre en su entorno. Por eso, en un programa político que se va a discutir acá
sobre Rusia: derrocamiento de la burocracia, expropiación de la oligarquía,
renacimiento de los soviets y todo lo demás, hay que agregar “por una política
revolucionaria en la tradición de Lenin y Trotsky en el Medio Oriente, en el
Cáucaso, en Ucrania, por la libre determinación de los pueblos y por la
reconstrucción de la unidad de Repúblicas Socialistas Soviéticas”
(aplausos).
Vamos a seguir este camino, vamos a proponer una declaración
sencilla, pero también vamos a asociar a los compañeros invitados a esta
Conferencia a cualquier iniciativa que tome la CRCI o los partidos que hemos
convocado a esta Conferencia. Por ejemplo, abrir nuestras páginas, si los
compañeros del Partido Comunista Unificado de Rusia quieren discutir nuestra
política en “Prensa Obrera”, tienen una columna, ellos escriben un miércoles y
nosotros fijamos posición el miércoles siguiente, y después todo el mundo lo lee
el jueves. Abrimos la discusión.
Y éste es el aspecto final, esta Conferencia tiene un
método, nosotros vamos a seguir por este camino, porque vamos a desarrollar,
como estrategia, la concepción de una IV Internacional revolucionaria sobre la
base del principio del centralismo democrático y los métodos organizativos del
bolchevismo, y vamos a abrir la discusión con todos los revolucionarios que un
momento tan dramático de la Historia se ven obligados a reconstruir todo un
marco de ideas, capaz de fructificar en un programa que lleve a la victoria a la
revolución. Yo, a un compañero del Partido Obrero, que está acá presente y con
el cual en un momento determinado intercambiamos dos palabras, le dije algo muy
personal: aprendí mucho de todas las intervenciones éstas, en algunas cuestiones
voy a cambiar de idea, en otras voy a profundizar, es decir esto no impulsamos
un movimiento en el que se busca obtener una figuración política
‘internacionalista’. Eso es ajeno al Partido Obrero, nosotros nunca estuvimos
interesados en obtener figuración política, no es nuestro método. La figuración
oculta las ideas y oculta el programa y oculta los métodos, y oculta nuestra
combatividad.
Si alguien se pregunta, “bueno, después de 50 años, qué
aprendieron”. Es lo que estamos traduciendo en esta Conferencia.
América Latina
América Latina vive una crisis política tremenda y uno de
los méritos de las discusiones que hubo hasta ahora es mostrar que América
Latina también se encuentra en el terreno de estas guerras mundiales, que se
manifiesta en la política del imperialismo yanqui con la IV Flota, con la triple
frontera, con las bases en la Amazonia, con los ejercicios conjuntos en el
Atlántico sur. Acá en la Argentina se ha hundido un submarino argentino y nadie
sabe por qué se hundió, porque forma parte de una operación internacional cuyas
características exactas aún desconocemos, y no fue simplemente un accidente de
alguien que andaba por el mar. El Atlántico sur es uno de los terrenos más
importantes de la guerra, por eso los ingleses mandaron hace 36 años la flota a
Malvinas y llegaron a un acuerdo con Reagan y Alexander Haig, porque las
Malvinas son un lugar estratégico del imperialismo mundial en el dispositivo de
guerra que estamos caracterizando. Entonces, en la jornada de mañana y en el
tiempo que todavía podemos aprovechar hoy, vamos a escuchar más propuestas sobre
cómo desarrollar iniciativas que por lo menos tiene que empezar con una
declaración, mostrando esta orientación.
Concluyo con esto, ¿qué ha tratado de demostrar este
informe, que es el producto de muchas discusiones? Vuelvo a insistir, de una
Comisión internacional del Partido Obrero, de una Comisión internacional con la
presencia de todos los delegados extranjeros, que están acá, en el Congreso del
Partido Obrero, con la presentación de los problemas al Congreso del Partido
Obrero y ahora aquí. ¿Qué queremos mostrar? Cómo se debe pensar
metodológicamente la cuestión de la guerra. Si la guerra es la continuación de
política por otros medios, nosotros tenemos que caracterizar toda la política a
la cual sirve esa guerra. Entonces, lo más interesante del texto de los
compañeros nuestros del PTS, es que ellos, que son vonclausewitzianos, no pueden
analizar la guerra actual. Se limitan a uno o dos párrafos: hay un conflicto de
poderes por asuntos territoriales… ¡Clausewitz, volvé! El gran mérito del
estratega alemán fue determinar el carácter histórico-social de las fuerzas en
pugna. Si no, ¿qué quería decir con la guerra es la continuación de la política
por otros medios? Donde no hay una caracterización de la lucha de clases y de la
lucha social, ¿cuál es la política? No hay política, y si no hay política, ¿cuál
es la base de la guerra y la naturaleza de los objetivos en presencia? Nuestro
propósito fue llegar a este tipo de caracterización. Nos planteamos combatir el
enfoque impresionista: nada de que la guerra estalla mañana porque Kim Jong-un
no sé qué hizo y Trump le mandó un twuit, ni tampoco de que la guerra es una
ficción porque ahora un conjunto musical de Corea del Sur fue a brindar un
espectáculo a Corea del Norte con la presencia de Kim Jong-un.
¿Hemos agotado nuestro análisis, estamos satisfechos?
No, la presentación del problema es para que todas las fuerzas internacionales y
todo el Partido Obrero se vuelque a esta cuestión, y todos juntos, elaborando,
discutiendo y avanzando, desarrollemos una política revolucionaria internacional
de la cual Lenin y Trotsky pudieran estar orgullosos.