NCeHu
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Derrotemos la
provocación imperialista de Trump. ¡Defendamos los derechos del pueblo
palestino!
Por una Palestina libre y socialista
Con su provocación del 6 de diciembre de 2017, cuando declaró a
"Jerusalén como la capital de Israel", el presidente estadounidense, Donald
Trump, intensificó las guerras crecientes, las crisis políticas y rebeliones
populares en el Medio Oriente. Este repudio brutal de todos los derechos del
pueblo palestino es una nueva agresión a los pueblos árabes y musulmanes y una
amenaza contra toda la humanidad a través de la expansión de la guerra
imperialista.
Llamamos al movimiento obrero internacional, a todos los luchadores
por la libertad y a los oprimidos del mundo a movilizarse inmediatamente
en solidaridad con el pueblo palestino, unirnos en apoyo a su heroica lucha en
su territorio usurpado, ocupado por el régimen sionista israelí, sus tropas
militares y colonos.
El propio Trump ha demostrado inequívocamente que no hay lugar para
el compromiso con el imperialismo y su bastión sionista en la región. Los
imperialistas de la UE, los regímenes árabes reaccionarios de la región
liderados por la monarquía saudí, así como la llamada "Autoridad Palestina" del
colaboracionista Mahmud Abbas simularon estar sorprendidos por la provocación de
Trump, "protestando" que Estados Unidos puso en peligro el " proceso de
negociación de paz" y la "solución de los dos Estados". Hace mucho tiempo que
las "negociaciones" bajo la supervisión de los EE.UU están muertas y la
"solución de los dos Estados" es un zombie. ¿Qué clase de "Estado" palestino
podría ser un Bantustán desarmado y fragmentado en el 15 por ciento del
territorio histórico de Palestina, sin control sobre el agua y otros recursos
vitales, bajo el asfixiante control militar de Israel?
La hipocresía de las protestas de los imperialistas de la UE y de
los gobiernos reaccionarios en los países árabes y musulmanes se demuestra por
el vacío de su "condena" y la falta de una acción práctica real contra las
provocaciones de Trump y Netanyahu. La "Cumbre islámica" en Estambul, además de
las palabras vacías, no dio ningún paso real hacia una ruptura con el
imperialismo y el sionismo.
De acuerdo a su línea general, Erdogan, de Turquía, amenazó con
romper relaciones diplomáticas con Trump e Israel. Pero esto es simplemente para
el consumo interno, y para persuadir a las masas árabes de que él es el único
líder en el mundo sunita que puede desafiar a los EEUU en nombre de los derechos
de los palestinos. Su conducta pasada en el incidente de Mavi Marmara, el barco
humanitario asaltado por comandos sionistas, donde finalmente capituló y
normalizó las relaciones con Israel (¡en forma vergonzosa, el acuerdo de
normalización lleva las firma oficiales de Ankara y….¡ Jerusalén!) debería
mostrarle al mundo árabe el vacío de su postura actual. La verdadera tarea es
terminar con todos los vínculos diplomáticos, económicos y militares con Israel,
romper con la OTAN y cerrar la base militar Incirlik en el sudeste de Turquía,
desde donde la Fuerza Aérea de EEUU bombardea a todas las fuerzas que considera
opositoras al imperialismo estadounidense y al sionismo en Oriente
Medio.
En Grecia, Tsipras y su llamado gobierno de "izquierda" han
establecido una estrecha alianza estratégica con el régimen sionista de extrema
derecha de Netanyahu, y la dictadura militar en Egipto. El gobierno griego está
empeñado en una asociación con el estado sionista para explotar en el futuro las
reservas de gas del Mediterráneo. En la víspera de la declaración de Trump,
Tsipras elogió al presidente de los Estados Unidos y acordó ampliar la red
estratégicamente crucial de las bases militares estadounidenses en
Grecia.
Francia y la UE, después de la decisión del imperialismo
estadounidense, recibieron la visita de un triunfante Netanyahu y combinaron
críticas verbales suaves con la aceptación declarada del “papel principal de los
EEUU en el proceso de paz". Lo que separa a Macron de Trump es la oposición de
Trump a los negocios de la francesa Total en Irán.
Putin también combinó algunas críticas suaves con una gira del
presidente ruso en Turquía, Siria y Egipto. El anuncio de una retirada parcial
de las tropas rusas de Siria, los nuevos contratos económicos con el dictador
pro-estadounidense, pro-Saudí, el egipcio Al Sisi, y las relaciones existentes
con Netanyahu, subraya la voluntad del Kremlin de actuar como un poder global
que busca un compromiso negociado con los Estados Unidos, ahora no solo en Medio
Oriente, sino sobre todo en Ucrania y en el antiguo espacio de la Unión
Soviética.
La fuerza principal de la reacción árabe sigue siendo Arabia
Saudita. Trump no podía poner en peligro la estrategia estadounidense de
construir un eje entre Israel y Arabia Saudita, a la cabeza de otros estados
sunitas, contra Irán y sus aliados en la región. La monarquía saudita de Mohamed
Bin Salman se encuentra en una profunda crisis económica, acumulando por primera
vez déficits, mientras la depresión mundial afecta el precio del petróleo y, en
lo político, con casi la mitad de la familia real en prisión, e importantes
reveses en Yemen, además del enfrentamiento con Qatar. Trump tenía,
indudablemente, el consentimiento tácito saudita antes de tomar su decisión
pública. Pero este hecho profundiza la crisis saudí y exacerbará la
inestabilidad política tanto en Ryadh como entre todos sus aliados.
La crisis de credibilidad y legitimidad de todos los regímenes
regionales se profundiza, incluidos los líderes palestinos en Ramallah y Gaza.
No es un accidente que el 70% de la población palestina rechace a Abbas y le
pida que abandone el poder. Una mayoría exige una rebelión popular prolongada
para derrotar la provocación de Trump. Hamas y Hezbollah pidieron una tercera
Intifada. Independientemente del número de personas que ya participan en la
batalla en las calles de la Palestina ocupada, la ira popular está creciendo
rápidamente como un volcán listo para la erupción.
Una parte importante del movimiento palestino considera que 2017/18
no es 1987, el momento de la primera Intifada, que fueron frenadas por las
traicioneras negociaciones de Oslo, ni el 2000, cuando la segunda Intifada
estalló después de la provocación de Sharon y el colapso del proceso de Oslo. El
impacto de la crisis capitalista mundial, no resuelta durante una década en
Medio Oriente e internacionalmente, no tiene precedentes. La propia decisión de
Trump no es una señal de fortaleza, sino de la gran crisis económica y política
en los propios Estados Unidos, de la rápida caída de su popularidad y su
dependencia de los lunáticos evangélicos, de la guerra civil política dentro del
gobierno de los Estados Unidos y del interior de su clase capitalista
profundamente divididos. Esta lucha interna se demostró con el caso Flynn justo
antes de la decisión sobre Jerusalén, y la derrota electoral de Trump en las
elecciones senatoriales de Alabama inmediatamente después.
Emergen nuevos peligros y nuevas posibilidades
revolucionarias que no pueden ser encaradas ni a nivel nacional ni a nivel
regional, sino a escala mundial.
Secciones de la vanguardia palestina entienden que lo que se
necesita no es solo otra Intifada, una rebelión, sino una verdadera Thawra, una
revolución hasta la victoria. Y para lograr tal victoria es necesaria una
movilización revolucionaria internacional contra el imperialismo y el
capitalismo.
Cada vez más palestinos están convencidos de que la única solución
es el establecimiento de un estado donde todos los ciudadanos tengan los mismos
derechos. Pero esta solución de un estado con los mismos derechos civiles,
incluido el derecho al retorno de los refugiados palestinos, garantizados para
todos, árabes y judíos, no puede implementarse sin el enfrentamiento, la derrota
y el desmantelamiento de las estructuras estatales sionistas. Sólo puede
lograrse sobre una base socialista de unidad de todos los oprimidos y
explotados, emancipados del imperialismo, del sionismo y de los regímenes
reaccionarios locales, en el marco de una Federación Socialista de pueblos
libres - árabes, judíos, kurdos, iraníes, etc.- de Medio Oriente.
Para avanzar y realizar esta perspectiva, se necesita una lucha
obstinada en dos niveles:
• Trabajar sin demora para establecer un Frente Único internacional
y regional de acción de todas las fuerzas revolucionarias de izquierda y
populares antiimperialistas en solidaridad con la lucha del pueblo palestino y
contra la guerra imperialista, tal como se delineó en la Resolución del Cuarto
Acuerdo Euromediterráneo, en la Conferencia celebrada en Atenas, Grecia en mayo
de 2017.
• Superar la crisis de dirección en las luchas de liberación social
y nacional, mediante la construcción de partidos revolucionarios fuertes y una
Internacional revolucionaria.
¡Fuera las manos de Al Quds / Jerusalem!
¡Abajo el imperialismo, el sionismo y sus
títeres!
¡Por una Palestina
unida, libre y socialista dentro de una Federación Socialista de Medio
Oriente!
15 de diciembre de 2017
DIP (Turquía)
EEK (Grecia)
Marxist Workers League/MTL (Finlandia)
Partido Obrero (Argentina)
Partido de los Trabajadores (Uruguay)
VERSION EN GRIEGO
VERSION EN INGLES
Leer más: La lucha por la IV Internacional en
marcha
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