NCeHu 356/17
Macri "na corda bamba" (*)
Jorge
Altamira
16/12717
Una vez disipados los gases que la democracia argentina tiene en el
stock, ayer [por el jueves] volvió a quedar en claro la hipocresía de los
politicastros argentinos. Los ‘opositores’ se abalanzaron hacia la mesa del
Presidente de Diputados para denunciar la falta de un quórum que en efecto no se
había reunido, mientras los oficialistas desconcertados eran rescatados por
‘madame’ Carrió, que impuso el levantamiento de la sesión. El macro-peronismo no
pudo votar el despojo de los ingresos de los jubilados, pero lograba ‘salvar’ la
aciaga tarde con una reprogramación del intento. Conseguía, incluso, de ese
modo, evitar modificaciones que hubieran devuelto el proyecto oficial al Senado.
Habrá una segunda tentativa y podría haber una tercera – como ocurre con el José
López brasileño, Michel Temer, que mandó su propio proyecto de desfalco para
febrero. El desfalco a los jubilados recibió un perdigón o una bala de goma,
pero no fue a parar al basurero parlamentario; sigue con vida. Los mentideros
del Congreso dicen que sería reavivado por un bono (el bitcoin del macrismo),
que compensaría el perjuicio que provoca el ‘empalme’ entre el método de ajuste
anterior y el que se quiere parir ahora. El bono, sin embargo, no podría alterar
la disminuida nueva base de cálculo que establece la contrarreforma previsional
y, por lo tanto, una pérdida jubilatoria permanente.
Es cierto que el afano de los cien mil millones y más de pesos a
los jubilados forma parte de un ‘paquete fiscal’, que fue arreglado con los
gobernadores (incluida doña Alicia) y la ex Heidi. Los opinólogos aseguran que
el macrismo necesita el “fondo del conurbano” para hacer clientelismo y cooptar
intendentes pejotistas hasta 2019. Pero aquí no reside el corazón de la
contrarreforma previsional. El propósito, acordado con el pejotismo y el
massismo en los acuerdos acerca del blanqueo y la ‘reparación histórica’, el año
pasado, apunta a elevar la edad para la jubilación y reemplazarla por una
pensión para la vejez, para permitir la anulación de los aportes patronales y
convertir al Fondo de Sustentabilidad de Anses en un fondo de aportes para una
jubilación complementaria, cuyo dinero iría a solventar “un mercado ‘nacional’
de capitales”. Este desarrollo está contemplado en la ley que reforma el mercado
de capitales. El capital, a escala mundial, apunta a abolir, con el derecho
laboral, el derecho previsional. La Legislatura bonaerense está intentando
elevar la edad de retiro para los trabajadores del Banco Provincia, cuya
actividad, para una mayoría es insalubre. La respuesta de los bancarios, me
cuenta un compañero, fue un paro y movilización a La Plata, sin apoyo de la
burocracia sindical, que no puso micros ni movilidad alguna. Están dadas las
condiciones para una huelga general, concluye, que le doble el brazo a Vidal.
Estamos ante una lucha de clases de alcance estratégico. El encarnizamiento de
las patronales no debe sorprender.
La crisis previsional tiene un significado estratégico, porque pone
de manifiesto la imposibilidad del capital para asegurar la supervivencia de la
clase que explota. Por eso sólo será resuelta por una reorganización socialista
de la sociedad. La jubilación es un salario diferido que debe adelantar el
capital con sus ganancias realizadas o esperadas. La insurgencia del capital
contra el aumento de la expectativa de vida de los trabajadores, es una
expresión concluyente de su decadencia histórica.
Crisis
política
El éxito provisorio de la maniobra de levantar la sesión (deseada y
acompañada por los ‘opositores’ que el gobierno considera como propios y por los
que se dicen ajenos) no oculta la crisis política potencial que ha dejado al
descubierto, especialmente a los ojos de una masa del pueblo. Habrá que ver qué
margen de acción ha dejado esta crisis para el lunes próximo -¡19 de diciembre!
Menos de dos meses después de la victoria electoral del macrismo y sus aliados,
la zozobra estalló a varias bandas: del gobierno con el massismo (sus
acompañantes a Davos y a numerosos proyectos de ley); con gobernadores
pejotistas; dentro del macrismo – no solamente con Carrió, que al final le salvó
las papas, sino dentro del gabinete. El episodio del decreto de necesidad y
urgencia, por ahora encarpetado, demuestra que Macri caracterizó a la crisis
como una ruptura con sus aliados parlamentarios. Los puentes con el pejotismo
los salvó, hasta nuevo aviso, Carrió- la anti-peronista ‘par excellence’.
Incluso si el compromiso de sacar un DNU para el bono apacigua las
contradicciones, dejará en claro que Macri fue jaqueado por una repulsa popular
generalizada, por un lado, y por las manifestaciones impulsadas por los
activistas del movimiento obrero, direcciones clasistas y una minoría de la
burocracia sindical. Como se comenta que Macri habría dicho: “quedé expuesto a
la extorsión”. El Presidente profesor emérito en este oficio.
Nadie discute que el descontento popular con el desfalco a los
jubilados fue esencial en la obstrucción al proyecto y el naufragio de la
sesión. Eso, sin embargo, no había ocurrido, semanas antes, cuando lo aprobó el
Senado. La oposición popular fue animada, voluntaria e involuntariamente, por
las críticas cada vez más pesadas de distintos voceros del capitalismo a la
marcha de la economía y del plan económico. Como ocurre con más frecuencia de lo
que se piensa, la palabra “estallido” salió más de la boca de la derecha y las
patronales que de la izquierda y los luchadores. Los “medios hegemónicos” dieron
a conocer, aunque sin mucho empeño, que el robo a los jubilados pasaba las cien
millones de lucas. El veterano Juan Carlos de Pablo aseguró, a quien se lo
preguntara, que “esto termina mal”. Redrado pidió que la política del Banco
Central la fijara un comité interministerial – a sabiendas del ‘mal momento’ que
tal cosa provocaría a los traficantes de Lebac, y la disparada que sufriría el
dólar. Blejer insistió con el efecto demoledor que podrían tener los cambios
financieros en el exterior. Un diario dijo saber que el gobierno piensa dar la
supervisión monetaria a una comisión bicameral. En la reunión de la OMC, en
Buenos Aires, después que el representante de Trump advirtiera que su jefe
piensa usar munición pesada contra las importaciones de China, el ítalo Paolo
Rocca tiró los dardos en la misma dirección – lo que significaría devaluar el
peso para encarecer las mercancías extranjeras. Rocca fue el gran intrigante de
2001 – desde el reclamo de la devaluación hasta la exigencia de la
contrarreforma laboral Banelco. El moño al paquete lo puso ayer el economista
Calvo, un argentino radicado en Washington, que tuvo su rato de fama cuando
pronosticó la inminencia del derrumbe de la convertibilidad: ahora dice que “el
crédito es excesivo”, en alusión a los préstamos hipotecarios indexados que
entusiasman a la propaganda oficial. Una reversión del ingreso de dinero del
exterior dejaría en quiebra a una masa de deudores de vivienda
propia.
La conclusión es que Sturzenegger, el ‘co-equiper’ de Cavallo, bajo
el gobierno de De la Rua, en el ‘full back’ de la convertibilidad, tiene de
nuevo el pescuezo en la picota. Las “metas de inflación” son un evidente fracaso
y las Lebac son un “arma de destrucción masiva”, que la “división explosivos” de
la burguesía no sabe cómo desarmar. Las Lebac son un ancla financiera tan
combustible como lo fue la ‘convertibilidad’. Los políticólogos se preguntan,
frente a esto, si el arrebato callejero a los jubilados justifica una crisis de
alianzas políticas cuando la amenaza mortal, el llamado ‘defol’, marcha por otro
carril – o cuando un ‘defol’ podría mandar al diablo la tentativa de reconvertir
a Anses en una AFJP al servicio del “mercado de capitales”.
El reacomodamiento de alianzas que se irá manifestando en el
Congreso será el reflejo del impasse del plan económico y de un principio de
realineamiento de la burguesía. La presencia destacada de la UOM, el jueves
último, refleja un guiño de la patronal del sector afectada por las
importaciones. La mira del kirchnerismo no está puesta en impulsar
movilizaciones de masa de los trabajadores, sino conseguir cambios de camiseta
en el Congreso y en la interna peronista – que ha quedado más dislocada que
antes. La atomización del oficialismo político es mayor.
Aunque el martes y miércoles próximo, 19 y 20 de diciembre, no se
va a producir un “argentinazo”, el episodio del jueves pasado puso al desnudo el
gen de las contradicciones insalvables, por un lado del macrismo, por el otro
del conjunto del régimen político y social. Esta caracterización debe guiar la
intervención de la clase obrera y la izquierda revolucionaria en cada fase del
desarrollo de esa crisis.
La crisis del
movimiento obrero
No se equivocan quienes equiparan el macrismo al menemismo y la
etapa actual a la de los 90. Pero analogía no es repetición. No solamente los
límites del macrismo son considerablemente mayores, lo mismo que su capacidad de
cooptación. Tampoco el cuadro del movimiento obrero en su conjunto es una
película ya vista.
La burocracia de los sindicatos ha jugado un papel fundamental en
la viabilidad del macrismo. Firmó convenios a la baja y ahora no reclama que se
efectivice la indexación por mayor inflación. Ha aprobado la contrarreforma
laboral con absoluta conciencia de lo que está haciendo, que es la posibilidad
de retener la gestión de las obras sociales y la negociación con la patronal,
dentro de los términos de la nueva ley laboral. No se movió contra el ataque a
los jubilados y prometió un paro para después que la ley fuera aprobada. La
burocracia sindical acogió la experiencia macrista con un libreto viejo, en
cambio los trabajadores se encuentran buscando su camino, con huelgas y
ocupaciones de fábrica de carácter aislado, y con la elección de nuevos
delegados, a veces incluso sin un trabajo preparatorio previo, y de algunos
pocos sindicatos. El cambio de escenario político – del kirchnerismo al
macrismo, incluido el reciente triunfo de este último -, aún no ha sido
asimilado.
El desfalco a los jubilados ha modificado esta situación, en una
medida que deberá verificarse en la práctica, o sea la organización y la lucha.
La declaración de un paro ficticio por parte del triunvirato de la CGT, fue un
reconocimiento perverso del impacto que la crisis estaba teniendo en los lugares
de trabajo – precisamente porque se conoció en medio de la crisis del jueves. La
combatividad de la movilización, en respuesta a las provocaciones de la
Gendarmería, fue validada políticamente por el hundimiento de la sesión y por la
simpatía de los trabajadores. La crisis política que ha detonado por arriba,
también ha impactado abajo, y se manifiesta en una nueva conciencia de la
situación política y del lugar que ocupa cada una de las fuerzas políticas en
pugna. La influencia que los medios de comunicación y los diversos sectores
políticos patronales han atribuido a los planteos, consignas y movilización de
la izquierda combativa, es otro indicador de un cambio en la situación política
tomada en su conjunto.
El desequilibrio histórico irreversible del capitalismo a nivel
mundial se manifiesta en Argentina con agudeza particular desde hace tiempo. La
efectivización de la huelga anunciada para el viernes por la CGT, habría dado un
golpe mortal al proyecto y un giro indudable en la situación política. Lo que
vale como realidad potencial es también la realidad corriente. Por otro lado, el
impasse electoral en Chile, la súbita crisis política en Perú, las destitución
del vicepresidente en Ecuador, los golpes ‘parlamentarios’ o los fraudes
electorales como en Honduras; por último la descomposición sin vueltas del
chavismo, son expresiones de este desequilibrio en América Latina. Las fuerzas
socialistas en presencia (en lugares de trabajo, estudio, sindicatos, urnas) son
un resultado de ese largo desarrollo de crisis del Estado capitalista y la lucha
política de clases.
Es necesario trabajar una tesis política frente a esta
etapa.
* "Macri en la cuerda floja"
Publicado en
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