La robotización y la
deshumanización
Alfredo Cesar
Dachary
“Hay un culto a la ignorancia en los Estados Unidos y siempre ha
existido. La cepa de anti-intelectualismo ha sido un hilo conductor que
serpentea a través de nuestra vida política y cultural, alimentado por la falsa
noción de que la democracia significa que ‘mi ignorancia es tan buena como tu
conocimiento’ ”. Isaac Asimov.
Hoy vivimos en una sociedad donde domina el
miedo, inducido por los factores que controlan el poder y manipulado para
hacerlo coincidir con situaciones y coyunturas difíciles. Así tenemos que los
noticieros son cada vez más violentos y llenos de sangre y, con ello, el miedo
aumenta y la sensación de inseguridad de la gente los paraliza para iniciar
otras actividades.
Sin embargo, esta vez los arquitectos del proceso
de deshumanización de la sociedad y, por ende, los que tienen hipotecado el
futuro de la misma fueron los encargados de anunciarlo y, una vez más, la
sociedad no se enteró, porque los medios lo ocultaron o lo diluyeron en los
tipos memes u otras formas simplificadas de hacer de una verdad, una duda o una
mentira.
El futuro de la humanidad es trágico en el campo laboral, ya que éste implica la supervivencia del hombre y,
coincidentemente, ésta es la principal conclusión de un abultado
informe sobre el futuro del trabajo que elaboraron los investigadores
del Foro Económico
Mundial, más conocido como el Foro de Davos, un documento que reúne
la opinión de los expertos de Recursos Humanos y directivos de
estrategia de las más grandes compañías del mundo.
El documento comienza por anunciar que en cinco años,
la disrupción
tecnológica logrará interactuar con las otras variables socieconómicas,
geopolíticas y demográficas para generar lo que denominan “una tormenta
perfecta” que hará que el mercado
laboral caiga abruptamente para el empleo de los
humanos.
Esta tragedia perfecta logrará que el desarrollo tecnológico en campos
antes inconexos como la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología,
la impresión 3D, la genética y la biotecnología, se están interconectando y creando así una
nueva realidad diametralmente diferente a la que hemos vivido, aunque ya hay
varios llamados de atencion, desde el libro “1984”, en
adelante.
A lo largo de la historia de la humanidad, los avances tecnológicos
han acabado con determinados empleos y han creado otros, pero pocos dudan ya que
en los años venideros la destrucción
de profesiones vaya a ser mucho mayor que nuestra capacidad para crear otras
nuevas, porque lo que entrará en obsolescencia será el hombre al no ser
“competitivo” con las máquinas que trabajan sin parar logrado incrementar la
acumulación, única meta del poder económico.
Hace tres lustros que Jeremy Rifkin escribió
sobre "El fin del trabajo" que generaría la Tercera Revolución Industrial, pero
la Cuarta no está mucho más lejos, ya que además del poder está en juego la
hegemonía global, que transforma al líder en el arquitecto de un nuevo mundo.
En plena cris mundial, la del 29´, el economista
inglés John Maynard Keynes predijo que los avances tecnológicos harían que
muchos trabajadores se vieran reemplazados por máquinas y definió a este cambio
como el "desempleo tecnológico".
En
realidad, ya se preveía que a un plazo determinado, antes o después, nos
quedaremos sin empleos y esta vez, a diferencia de comienzos del siglo XIX que
promovían la destrucción de las máquinas, hay que prepararse para un futuro de
más tiempo libre, posibilitado por la automatización, pero para ello es
necesario que haya una revolución en el pensamiento social.
En 1932, el filósofo y matemático Bertrand
Russell, en un artículo significativamente titulado “Elogio de la ociosidad”
consideraba que trabajar menos permitiría a la gente disfrutar de "las
necesidades y confort elementales de la vida", si hoy viviera este filósofo,
¿pensaría lo mismo?
De la automatización y la robotización surgirá lo
que el historiador alemán Werner Abelshauser llama un nuevo "sistema social de
producción" que afecte incluso a los trabajos que no son fácilmente
automatizables. Ante ello, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de
Alemania es uno de los que ha ido más lejos en sus reflexiones sobre el impacto
de estos cambios en el "Trabajo 4.0", donde serán necesarias formas atractivas
de flexibilidad, interconexión y, a la vez, de digitalización.
El concepto tradicional de empleo y de trabajo está de hecho
cambiando, al ser sustituido por el de "ocupación", aunque centrarse en las
ocupaciones es, según un informe de McKinsey, un error, pues pocas empresas
lograrán ser automatizadas en su totalidad, generando un empleo 0.
Es mejor hablar de "actividades", ya que puede
ser que los mismos empleos no desempeñen las mismas actividades, y éstas se
automaticen más, en torno a un 30%. Osborne realiza una investigación y llega a
la conclusión de que un 45% de las actividades pagadas en Estados Unidos, lo que
representa una masa salarial de dos billones de dólares, serán automatizadas y
estos cambios serán permanentes, ya que a las máquinas solo las reemplaza otra
máquina mejor.
El empleo de por vida en una empresa es algo que
se fue, antes como una de las grandes victorias del neoliberalismo, y en 2012,
la estabilidad en un empleo se había reducido a 4,6 años promedio en Estados
Unidos y la esperanza de vida de las compañías se está reduciendo más aún, ya
que han pasado de 60 años a unos 18 años.
Las nuevas formas de trabajo flexibles son la
expresión de la caída del estado del bienestar, porque significa sin derecho
sociales, desde la cobertura médica al retiro, son los nuevos parias que creó el
neoliberalismo, que se adelanta a Davos en el proceso de reducción del empleo
humano.
En los Estados Unidos, los freelances son los
autoempleados con mucha menor protección y regulación; en otros países son un
tipo nuevo de autónomos y en Sudamérica son los que abren un quiosco o una
pequeña tienda para vender
refrescos y cigarrillos, entre otros. ¿Ésta es una nueva forma de trabajo
o un nuevo modelo de marginal, al que se denominaría supervivientes?
Así, en el país del norte, que generalmente suele
ir por delante en muchas de estas tendencias, los freelances suman ya 53
millones, al comenzar la segunda década del siglo XXI, frente a 104 millones de
asalariados, es decir, una tercera parte de los que trabajan. Se está cumpliendo
con la meta de dejar sin estabilidad a gran parte de la población que tenía
empleo fijo, pero esto no termina aquí, ahora hay una campaña para fomentar ser
freelances, una nueva forma de ser “libre”, un nuevo modelo para idotizar más a
los millennials sobre el mundo que
viene y no lo esperan así.
Para Sarah Horowitz, fundadora y directora del
sindicato de freelances a medida que escasean los trabajos que sostenían a la
clase media, "la economía freelance está revolucionando la manera en que vivimos
y trabajamos", desde el 2008 cuando la gran crisis redujo mucho más los empleos
y muchos vieron en el freelancing una manera de lograr nuevos ingresos.
En un estudio encargado por el citado sindicato a
la empresa Edelman Berland, más de la mitad de los freelances encuestados en
Estados Unidos señalan que empezaron a hacerlo por elección y no por necesidad,
porque la economía ofrece ahora ese tipo de flexibilidad, y la mitad de ellos no
aceptaría ahora un empleo fijo, incluso si lo encontraran. La propaganda ha sido
efectiva ya que muchos son emprendedores y un 38% de ellos
son millennials.
Para Steve
Jobs no tenía sentido contratar a personas inteligentes y después
decirles lo que tienen que hacer, una gran idea o una salida a lo que viene, que
nos lleva a pensar si la autogestión de los profesionales es posible o tan sólo
una bonita utopía de las que les gusta contar a los gurús
empresariales.
Quien se ha atrevido a aplicarse al pie de la letra las palabras de
Steve Jobs es la
estadounidense Zappos. Hace unos años esta tienda online de ropa y calzado apostó por
adoptar como sistema organizacional la holocracia, una estructura en la que no
hay cargos ni jerarquías. En Zappos no hay jefes en el sentido convencional de
la palabra, por ello dirigir a los demás o decirles lo que tienen que hacer no
forma parte de las tareas y en su lugar, se estimula la iniciativa individual y
el control y la responsabilidad sobre el propio trabajo.
Zappos puede parecer ciencia-ficción por lo
extremo, pero lo cierto es que cada vez hay más ejemplos de compañías, que
adoptan estructuras más planas en las que las relaciones jerárquicas se
suavizan, donde hay jefes pero su papel es menos intrusivo y más
facilitador.
Los autónomos no han alcanzado “El Dorado”, pero
la economía freelance crece, pero no así la protección de los que la integran,
ya que no tienen salario mínimo ni cobertura sanitaria y además, no se les
permite el acceso a subsidios. Tampoco tienen prestaciones por desempleo ni
vacaciones pagadas y se tienen que sufragar ellos mismos sus propios planes de
pensiones.
Todo estos cambios pueden llegar a suponer el fin
de la división entre la vida privada y la laboral, por el lugar de trabajo a
menudo el hogar y el tiempo, sin jornada fija, y esto es parte de la
fragmentación del trabajo. Es que frente a agencias de empleo temporal están
surgiendo plataformas que conectan a gente con tiempo dispuestas a trabajar con
gente sin tiempo dispuestas a que trabajen para ellos en tareas específicas.
Este es el caso de Task Rabbit, especializada en
actividades de limpieza o jardinería, pero esta plataforma no funciona como un
empleador, e incluso exige a sus clientes que asuman responsabilidades en casos
de litigios. Ocurre algo similar con Uber.
Todos estos modelos de “emprendedores” son
interesantes e importantes, pero se transforman en una respuesta a la pérdida
masiva de empleo, ya que esta sociedad de autónomos sería muy frágil y llena de
conflictos ante la carencia de los derechos básicos del que trabaja.
alfredocesar7@yahoo.com.mx