XIX Encuentro Internacional Humboldt
“América Latina: balance de una “década”
Rio Grande/ Pelotas – RS - Brasil
11 al 15 de setiembre de 2017
MOVIMIENTO ALTERMUNDIALISTA

Profesora María Edit García
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Universidad de Morón
Los
orígenes de los movimientos altermundialistas, para algunos ambientalistas ya se
anticipaba en las luchas de los movimientos antinucleares y pacifistas de los
años ‘70, principalmente en Europa y EEUU. Otros, consideran que el movimiento
altermundialista estaba presente en las luchas por el
derrumbe del muro de Berlín en noviembre de 1989. Hay quienes estiman que el
levantamiento, la aparición sorpresiva del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (México) en enero de 1994 marca el punto de partida de esta corriente
social, política e intelectual que ha tenido una importancia singular.
Cualesquiera sean los orígenes puntuales de esta corriente, resulta conveniente
no alejarse demasiado en el tiempo y entenderla como una vertiente que se
desarrolló a fines de los años ’80, habiendo
sido la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, lo que marcó una
inflexión importante en las corrientes de intelectuales que se oponían y se
oponen a la mundialización capitalista, que modificó el marco geopolítico y geo
ideológico, a nivel mundial. El derrumbe de la URSS dejó momentáneamente
desamparados a muchos grupos y partidos políticos, principalmente los partidos
comunistas, muy activos en ese momento en América Latina, en Europa, sobre todo
en Francia, y en África. En una corta transición temporal, estas
agrupaciones y partidos perdieron
el pilar histórico e ideológico que los sostenía. Antes de noviembre de
1989, el 4 de junio de ese mismo año, se había producido en China la matanza de
Tiananmen y las corrientes maoístas que formaban parte de los movimientos
sociales opositores a la mundialización capitalista constataron, en aquel
momento, que el régimen chino ya no tenía nada de socialista y estaba
apareciendo claramente como un régimen capitalista autoritario y represor.
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A
fines de la década del ’80 la expansión capitalista iba
haciéndose cada vez más presente como un movimiento histórico
irrefrenable. Pero, la idea
del altermundialismo apareció cuando los mismos movimientos constataron
que no se trataba de tomar actitudes y posiciones anti mundialistas,
puesto que la mundialización era un fenómeno histórico ya instalado en
todo el planea, sino de desarrollar propuestas y presentar alternativas
frente a esa mundialización. Es decir, frente a la mundialización
capitalista había que proponer otro tipo de mundialización, más justa,
sustentable y solidaria, opuesta al modelo de mundialismo característico
de la década pasada. En efecto, la mundialización capitalista que se venía
imponiendo se hallaba bajo la hegemonía de las corrientes ideológicas del
neoliberalismo y de lo que fue la experiencia histórica y política de los
gobiernos de Margaret Thatcher en Inglaterra y de Ronald Reagan en EEUU
durante los ‘80. Se trataba entonces de generar propuestas alternativas
frente a esa mundialización capitalista, llamada globalización dentro del
ámbito anglosajón. A
comienzos de los ‘90 surgieron nuevas visiones, nuevas posiciones, nuevas
banderas, que incluían elementos singulares y renovados. Entre ellos, por
ejemplo, se valorizó mucho más el feminismo, que venía luchando y
expresándose desde hacía muchos años, las nuevas relaciones entre los
hombres y las mujeres, pero también relaciones entre los
movimientos y la sociedad a través de redes sociales. Internet estaba
dando sus primeros pasos, pero durante los últimos años del siglo XX ya
había comenzado a ser un instrumento de comunicación importante para
muchas redes y grupos ciudadanos. Los seres humanos y la naturaleza, la
búsqueda de una nueva visión que saliera de las prácticas sectarias y de
los partidos políticos, la superación de las posiciones corporativistas de
los sindicatos, etc.
El
movimiento altermundialista está constituido por el conjunto de luchas y
resistencias, de prácticas sociales, debates, investigaciones, de
creaciones intelectuales y artísticas que se inscriben en la perspectiva
de la alter mundialización. Esta perspectiva puede resumirse en el rechazo
de las desigualdades,
como de la Deuda de los países del Tercer Mundo, de las discriminaciones contra
el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones, (AMI), o el de la Asociación
por una Tasa sobre las Transacciones especulativas para ayuda de los
ciudadanos (ATTAC) en Francia. El
cuestionamiento a la globalización neoliberal, la exigencia de un control
democrático sobre las instituciones regionales, como la Unión Europea, e
internacionales como la OMC, FMI, BM, rectores de los lineamientos de la
mundialización capitalista.
El
nacimiento del movimiento Vía Campesina y su afirmación de que “otro Mundo
es posible” se vincula tradicionalmente con la manifestación organizada
contra la asamblea general de la OMC en noviembre de 1999 en Seattle.
Se
distinguen tres grandes etapas dentro del
Altermundialismo: |
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La primera Etapa, abarca los años ‘80,
desde 1981-1982 hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. En esa etapa las
luchas se focalizaban contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM), principalmente en América del Sur, y África, cuyas políticas de
ajuste provocaban cesantías, restricción del gasto público y disminución de los
salarios, tanto de los sectores públicos como privados. Fue una primera etapa en
la que el altermundialismo se expresó esencialmente a través de movimientos de
protesta.
Segunda
Etapa, tras la caída del Muro de Berlín, se empiezan a desarrollar alianzas y
redes a través de ONGs internacionales que convierten los problemas ecológicos y
la búsqueda de una nueva relación de los seres humanos con la naturaleza, en
nuevos baluartes de la lucha. Esa etapa se extendió de 1989 a 1999, momento de
la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio en Seattle (EEUU) Con
ocasión de ese evento en 1999 se produjeron grandes manifestaciones de las que
participaron sindicatos, ONGs y grupos contrarios a las políticas de la OMC y de
las demás organizaciones multilaterales, expresión institucional de la
mundialización capitalista.
Tercera
Etapa, a partir del año 2000/2001, que podemos llamar la de los Foros Sociales.
En enero de 2001, primer mes del primer año del tercer milenio, en Porto Alegre,
Brasil, organizaciones locales apoyadas por grupos latinoamericanos y también
europeos, principalmente franceses, españoles e italianos, organizaron un primer
Foro Social Mundial (FSM) que convocó a 10.000 participantes y generó,
sorprendentemente, un espacio de reflexión, intercambio y reunión para muchos
grupos, redes y organizaciones
nuevas, entre ellas movimientos indígenas, movimientos de mujeres, ONGs
internacionales, sindicatos que buscaban renovarse, partidos políticos de nuevas
culturas, como el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) etc.
A
pesar de diversas opiniones que consideran que los Foros Sociales han alcanzado
el máximo de sus potencialidades y ya no expresan una alternativa al capitalismo
neoliberal; otros informes infieren que el hecho que el capitalismo
neoliberal y la globalización económica hayan entrado en una crisis histórica y
profunda a partir de setiembre de 2008, se debe a causas geopolíticas,
geoeconómicas-tecnológicas, sociales y ambientales. Los movimientos sociales
embanderados con el alter-mundialismo, en detrimento de la globalización que
despoja a los pueblos de vivienda, salario y trabajo o
los reprime y exilia de sus países destruidos por la guerra, detrás del
saqueo y la avaricia por el petróleo que envenena la Tierra, tiene que enfrentar
y superar los viejos atavismos del sectarismo político e ideológico que aún
vulnera las relaciones entre grupos, movimientos y actores intelectuales. Sin
embargo nuevos movimientos sociales en Europa y América intentan “una
refundación profunda del Estado, de la democracia y de la justicia, a través de
estos movimientos, constituidos en la alternativa a una política de Estado
corrupta e ineficiente
(Souza
Santos, 2017)
En
América Latina, al comenzar del siglo XXI, se inicia un nuevo ciclo liderado por
gobiernos surgidos en las reivindicaciones de las luchas contra el
neoliberalismo, iniciando una época política signada por un fuerte proceso de
crecimiento económico y recuperación social que les permitió consolidarse
electoralmente y obtener amplios consensos políticos. Enmarcados en la lucha
antisistema, más allá de las resistencias y oposiciones de sectores
históricamente conservadores, los gobiernos progresistas (GP)[1]
imprimieron, teóricamente, el giro a la izquierda latinoamericano.
Dejando atrás un largo ciclo de ajustes, privatizaciones masivas, vaciamiento
del Estado y disciplinamiento social, vía recesión y desempleo generalizado. Los
Gobiernos Progresistas inauguraron un ciclo de nacionalizaciones, recuperación
del crecimiento económico, el empleo y el consumo en
general.
Entre
2002 y 2013, en un contexto mundial de recrudecimiento de la violencia por
conflictos socio-territoriales, los gobiernos progresistas no fueron la
excepción, reconocieron, una evidente expansión, intensificación y
complejización de los conflictos socio-ambientales. Estos conflictos se
extienden en la geografía de la región, alcanzando una gran diversidad de
problemáticas, abarcando todas las jurisdicciones territoriales de los Estados
Nacionales, y trasponiendo las distintas fronteras ideológicas de los
gobiernos.
Dentro
de este panorama, adquieren especial interés las características que estos
conflictos presentan en el escenario de los países cuyos gobiernos marcaron,
teóricamente, el denominado giro a la izquierda. Estos gobiernos, se vieron
rápidamente interpelados por una amplia diversidad de movimientos sociales
surgidos de la defensa de los territorios, ante el avance de distintos proyectos
extractivistas
.
Pese
a que estos movimientos constituyeron una fracción importante de sus bases
sociales, y aunque estas mismas fuerzas progresistas llegaron al poder del
Estado apoyados en las luchas libradas en la defensa
de los Bienes Comunes de la Naturaleza.
Sin tener en cuenta las promesas
electorales y en un contexto de notable aumento de las cotizaciones de las
materias primas, el renovado dinamismo primario-exportador de la región[4] pasó a ser económica y políticamente
decisivo para la nueva ecuación de gobernabilidad.
A
través de distintos mecanismos fiscales, los GP implementaron políticas de
captación y canalización de las rentas de exportación hacia la inversión social.
Nuevos programas y recursos volcados a Educación, Salud, Vivienda,
Infraestructura en general, y en la masificación de políticas sociales,
intentando cubrir demandas históricamente postergadas que, a la vez que
contribuían a la recuperación de las economías internas, tendían también a
fortalecer la legitimidad política y electoral de los gobiernos (Gudynas, 2009;
2010; Svampa, 2013). Estas políticas económicas fueron llevando hacia la trampa
del crecimiento extractivista. Las posibilidades de mejorar las condiciones de
vida de la población quedaron
sucesivamente supeditadas a la necesidad de expansión de la matriz
primario-exportadora; a su vez, sostener el crecimiento económico, se tornó
condición y objetivo clave para el afianzamiento electoral de las fuerzas
gobernantes. Tales fueron los condicionantes estructurales sobre los que se fue
configurando el Consenso de Beijing[5].
El crecimiento a tasas chinas tuvo importantes y complejos efectos políticos, se
tradujo en fiebre de inclusión y de consumo. Las altas tasas de expansión del PBI fueron
suficientes para la configuración de sólidas maquinarias electorales, de
izquierda, y de derecha.[6]
En ese marco, el auge del extractivismo exportador fue provocando la
reconfiguración de la conflictividad social, de la agenda política y del mapa de
los actores y coaliciones en disputa. Mientras que por un lado, el crecimiento con
inclusión social contribuyó a construir amplias y diversificadas bases de
legitimación social y política[7]
, por el otro, provocó una correlativa intensificación de los conflictos socio-
territoriales. En este escenario, los movimientos críticos a la expansión del
extractivismo y a la matriz territorial y socio-productiva que se iba
consolidando fueron quedando relativamente aislados y enfrentados a las
políticas gubernamentales.
Organizaciones
indígenas, campesinas y asambleas socio-ambientales, que no sólo fueron actores
claves en las luchas contra las políticas de los ’90, sino que incluso en los
casos de Bolivia y Ecuador tuvieron un protagonismo decisivo para el triunfo de
Evo Morales y el MAS[8]; de Rafael Correa y Alianza País, en
Ecuador, ahora aparecían como los principales opositores a estos gobiernos. Las intransigencias de unos y otros
fueron alimentando una violencia creciente. Lo que los GP han perdido de vista,
es que, “…lo que se desarrolla con el desarrollo no es ni un país, ni una
nación, sino el capitalismo como sistema hegemónico mundial” (Quijano, 2000). Y
con ello, se transforman, se intensifican y se complejizan las formas de
explotación de la fuerza de trabajo, las relaciones imperiales, coloniales entre
sociedades, regiones y países, y las formas de depredación de la naturaleza,
pues todas éstas no son excesos del capitalismo, ni efectos separados y
contingentes de cierto tipo de régimen de acumulación por ej., el
neoliberalismo, sino que es parte inherente e insoslayable, del
socio-metabolismo del capital (Foster, 2004). Como lo expresa John Bellamy
Foster, la explotación de clase, el imperialismo, la guerra y la devastación
ecológica no son, cada una por sí, meros accidentes de la historia, sino
características intrínsecas e interrelacionadas del desarrollo capitalista
(Foster, 2007).
En
definitiva, lo que, los GP y en general, todos los sujetos que, de una u otra
forma, adhieren al Consenso de Beijing han perdido de vista bajo la borrachera
del crecimiento, que, tras una década de desarrollo con inclusión social, lo que
tenemos no es menos capitalismo, sino más; más capitalismo
colonial-periférico-dependiente.
Foster John
Bellamy (2004) LA Ecología De Marx
Materialismo Y Naturaleza (Traducción de Carlos Martin y Carmen
González) FLACSO EL VIEJO TOPO https://radiozapatistasud.files.wordpress.com/2011/11/bellamy-foster-john-la-ecologc3ada-de-marx.pdf
Foster John Bellamy (2007), La ecología
de la Destrucción, Monthly
Review Revista Socialista Independiente.
Fundación Rosa Luxemburgo, Gudynas, Eduardo. Ecología
Política de la Naturaleza en las Constituciones de Bolivia y Ecuador. Publicado
18/10/ 2010.
Gudynas, Eduardo (2009), El mandato ecológico. Derechos de la
Naturaleza y políticas ambientales en la nueva Constitución.
Editorial AbyaYala, Quito.
Gudynas, Eduardo,
(2011), Debates sobre cooperación y modelos de desarrollo. Perspectivas desde la
sociedad civil en el Ecuador. Gabriela Weber, editora. Centro de Investigaciones
CIUDAD y Observatorio de la Cooperación al Desarrollo, Quito.
Quijano, Aníbal (2000),
La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Colonialidad del poder, eurocentrismo y
América Latina. Perspectivas
Latinoamericanas.
Revista de Conflictos Sociales Latinoamericanos,(2015), N°1, Vol.1,
-Críticas y Resistencias,. Colectivo de Investigación El Llano en Llamas. Ciudad
de Córdoba.
de Sousa Santos Boaventura(2017)
En
respaldo a Acción Ecológica http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Boaventura%20de%20Sousa%20Santos&inicio=0
Se denomina
“gobiernos progresistas” para resaltar el imaginario neo-desarrollista que los
comprende.
Nos referimos al proceso de cambios gubernamentales dado en
diversos países de la región con la llegada de líderes y/o fuerzas políticas
autodefinidas como de “izquierda” y que cronológicamente se inicia con el
triunfo electoral del comandante Hugo Chávez en Venezuela (1998), y prosigue con
el triunfo del PT y el acceso a la presidencia de Luiz
Inacio
Lula
da Silva en Brasil (2002), la presidencia de Néstor Kirchner en Argentina
(2003), de Tabaré Vásquez en Uruguay (2004), de Evo Morales Ayma en Bolivia
(2006), de Rafael Correa en Ecuador (2006) y de Fernando Lugo en Paraguay
(2008). Al tratar acá a los mencionados gobiernos en forma conjunta, no se
pretende desconocer las significativas diferencias existentes entre éstos, sino
tomar sus denominadores comunes y rasgos similares como eje central del
análisis.
Las exportaciones de
bienes primarios agropecuarios
se duplicaron entre 2000 y 2008, pasando de 28.399 millones de dólares a
72.250 millones de dólares, en tanto que las exportaciones de minerales saltaron
de 52.700 millones de dólares en el 2000 a más de 140.000 millones de dólares en
el 2008. (CEPAL, 2010).
En
efecto, cabe notar que mientras las políticas macroeconómicas eran bastante
similares, todas sujetas al dinamismo primario-exportador, en algunos países se
hablaba el lenguaje del “socialismo del siglo XXI”, en otros del “capitalismo
serio”, del “desarrollo nacional con inclusión social”, o del “éxito de las
sociedades de mercado”, según los casos.
Más
allá de fuertes confrontaciones iniciales de estos gobiernos con sectores
emblemáticos del poder económico y mediático de nuestras sociedades, en general,
las altas tasas de crecimiento y de
rentabilidad les permitió a los GP
conseguir apoyos de distintos sectores sociales y fracciones de clase: desde los
más humildes sectores populares, históricamente despojados, (beneficiados con
las nuevas coberturas de políticas sociales), hasta los grupos económicos y
empresariales más concentrados, pasando por el sector de pymes, cooperativas,
sectores de clase media (empobrecidas en los ’90), sindicatos y organizaciones
de trabajadores en general; todos sintiendo que el “crecimiento” les permitía
“recuperar” derechos/posiciones perdidas en los
’90.