La sociedad del tiempo
real
“Un hombre que se permite malgastar una hora de
su tiempo no ha descubierto el valor de la vida” Charles
Darwin.
Alfredo César
Dachary
El tiempo, algo común al hombre, al extremo que
lo logró medir para poder distribuirlo de una manera más racional, se ha
transformado en la sociedad del consumo en un producto muy preciado, en la
medida que el hombre ha comenzado perder la batalla por controlarlo acorde a sus
intereses.
El clásico libro sobre las horas y la reducción
del sueño ha sido uno de los nuevos focos rojos que enfrenta el hombre ante una
sociedad que quiere darle mayor utilización a las horas del día, incluida la
noche, para fomentar el consumo de ocio, compras o cualquier cosa que genere
beneficios a los vendedores.
Hoy hay un pequeño aparato, al que unos le
denominan celular, otros, móvil y otras denominaciones, que se ha transformado
en una década en el nuevo dictador del tiempo, un instrumento que rompió la
distinción histórica que venía del siglo XIX entre lo privado y lo público.
Por ello, hoy en esta columna hablaremos de este
nuevo “dictador”, que para muchos es la solución de su vida, como los que viven
aislados y pueden acceder a un teléfono satelital, como a los que ejercen
oficios invisibles para la mayoría de la sociedad pero que son fundamentales
como fontaneros, electricistas, plomeros, etc., que hoy están conectados a sus
clientes en forma directa.
Es más, hoy los albañiles y otros oficios usan el
celular y especialmente su cámara fotográfica, para mostrar el problema y poder
resolverlo, para pedir productos, materiales y otros elementos que les son
imprescindibles en sus trabajos, para todos ellos este instrumento los logra
“conectar al mercado”, hacerlos visibles y con ello aumentan sus posibilidades
de empleo.
La medición que hace el organismo especializado
de las Naciones Unidas para las Tecnologías de la Información y la Comunicación
reporta que en el año 2000 había en todo el mundo poco más de 700 millones de
líneas de teléfonos celulares y para el 2015 esta cifra inicial se multiplicó al
llegar los 7,000 millones, similar al número de habitantes de la tierra, pero no
significa que cada uno tenga un celular.
En la actualidad, como lo fue en el siglo pasado
el número de celulares da un indicador del dinamismo de una sociedad y en los
países con más alto desarrollo hay para el año 2015 un total de 86.7
suscripciones móviles de banda ancha por cada 100 habitantes. En los países
emergentes esta cifra se reduce a la mitad ya que para ese año 2015 había 40
suscripciones por 100 habitantes y el último escalón en los países
subdesarrollados la cifra era de 12.1 suscripciones por cada 100
habitantes.
Si a esto le sumamos que gran parte del proceso de consumo y la mayoría
del de información se dan a través del “Ipad”, llegamos a la conclusión que
nuestra realidad actual es que la estructura fundamental de la realidad social
parece ser ofrecida por internet, la revolución informática pasa a integrar la
cuarta revolución industrial.
Entre las voces que necesariamente se deben
buscar para aportar a esta nueva revolución están, entre otras, la del director
de Telefónica de España, José María Álvarez Pallete, que creemos aporta
importantes elementos para entender mejor estos grandes
cambios.
Para este ejecutivo, la disrupción tecnológica
que se está viviendo ahora medida objetivamente no tiene precedentes, ya que es
cuatro veces más de lo que fue la revolución industrial en potencial impacto en
PIB per cápita y lo está cambiando todo, desde el orden económico y empresarial
al social, al cultural, a la política o al deporte.
Lo que se está viviendo es una explosión
de tecnología en torno al mundo de los datos, que va más allá de la revolución
de Internet, ya que viene la revolución de la inteligencia artificial o de los
sistemas cognitivos. Las compañías que se dedican a la infraestructura de
telecomunicaciones hasta ahora han vivido de la voz, comunicación oral, pero
ahora hemos visto que la voz desaparece como producto porque la gente cree que
la voz debe ser ilimitada y estar incluida en el paquete de la conectividad, y
ha aparecido el mundo de los datos, para los que hemos de construir redes
distintas.
Pero no debemos olvidar de que esto es un paso
hacia algo que es todavía más grande, que es el mundo de la inteligencia
artificial y de los sistemas cognitivos, donde el potencial de información que
genera una red de telecomunicaciones es brutal porque la red no duerme ya que
opera 24 horas al día, los siete días de la semana, los 365 días del año
generando información. Esto ha sido fundamental en el mundo financiero donde las
diferencias horarias hacen presente el movimiento de fondos durante las horas
del día y en la creación de nuevos trabajos aprovechando las horas diferenciadas
de los países según husos horarios.
El epílogo de este ejecutivo es terminante e indiscutible, al teléfono fijo le costó 75 años alcanzar 100 millones de usuarios
y a Pokemon Go le ha costado 23 días, y esto es porque si las redes están
digitalizadas la capacidad de distribuir un producto digital es
inmensa.
El negocio de los datos es de nuestra intimidad o
privacidad, ya que una red de telecomunicaciones está suficientemente
digitalizada y genera una gran cantidad de información sobre los clientes: cómo
son, cómo pagan, cuáles son sus tipos de contratos, qué aplicaciones se
descargan, por dónde se mueven, etcétera. Es una información relevante, pero muy
fragmentada.
De allí que se propone centralizar la información
que la red genera en torno al cliente en una única plataforma y crear lo que
llamamos el banco personal de cada cliente, algo que ya hace Google y lo vende
como uno de sus grandes negocios, ya que es una radiografía de cada consumidor,
potencial cliente de futuro.
La
revolución tecnológica está produciendo un cambio de modelo de negocios, que
está llevando a una generación de riqueza pero que sigue concentrándose en pocas
manos, ratificando la asimetría social que viene desarrollándose desde la
revolución industrial y que parecía que sería superada pero las nuevas
condiciones no prevén eso.
El ingreso medio de una persona no ha aumentado,
no ha cambiado en los últimos 10 a15 años, por lo que sus perspectivas
económicas no son buenas, aunque todo cambio genera la esperanza de una mejor
situación, por ciertos indicadores como es el mismo celular, hoy común a todas
las clases sociales, aunque las diferencias de planes y calidades puede llegar a
ser muy amplia.
Para el presidente de Telefónica de España, lo que se está produciendo básicamente es que la vida analógica, la
vida como la conocemos y la vida digital se están fusionando, por lo que todo va
a ser distinto, el estilo de compras, cómo conduzcas, los contadores de gas,
agua, electricidad, el horno de micro-ondas, la nevera y el lavavajillas, todo
va a estar conectado a Internet y emitiendo información.
Esto origina el denominado internet de las cosas
donde la capacidad de procesar esa brutalidad de información que se va a generar
va a ir en aumento exponencialmente y ya hoy prácticamente no hay restricciones
en la capacidad de almacenamiento o de procesamiento.
Eso quiere decir que problemas que ahora
requieren unos escenarios de simulación enormes, como puede ser el tráfico en
las ciudades, o las enfermedades más complejas, van a empezar probablemente a
tener un tratamiento o una solución. Se va a poder saber el IPC en tiempo real y
no por una muestra sino con la totalidad de las transacciones de un país, vamos
a tener el pulso social y político del país en tiempo real y no va a ser con
encuestas, sino con datos reales y en tiempo real porque va a haber capacidad
para procesar eso.
Para que esto tenga una regulación hará falta
grandes cambios legales que permitan adecuar a las Constituciones, los nuevos
marcos legales para estas situaciones no planteadas anteriormente y hoy emergen
de esta cuarta revolución industrial, por supuesto los regulatorios, pero
incluso en los temas más sectoriales.
En la sociedad del consumo total que nos tiene
“obnubilados” con la oferta de una vida a la que podemos entrar por cortos
tiempos, la información será fundamental y hoy en el sector de la prensa está
ahora el debate sobre la pos verdad, la que nos hace consumir sistemas políticos
o vacaciones, nuevos autos o celulares, todo en un mismo paquete, en la misma
mentira.
En medio de la revolución, nuestro tiempo se
diluye entre el ocio, como forma de consumo, y el trabajo conectado con el ocio
en una relación en la que la libertad aparece como parte de la magia y el sobre
trabajo como resultado de una necesidad creciente de cosas que no nos hacen
falta, pero nos logran redefinir hacia la sociedad del consumo global.
alfredocesar7@yahoo.com.mx