A lo
Menem
Esta política del
macrismo había sido anticipada en Prensa Obrera desde comienzos de febrero. Fue
cuando señalamos que “el gobierno ha decidido tomar el rumbo de Menem, que ganó
las primeras elecciones que enfrentó después de propinarle a los trabajadores
una derrota de envergadura”. Y agregamos que por esa vía el gobierno se juega a
ganar las elecciones, que “no son el reflejo de la libre opinión de la
ciudadanía, sino de las relaciones de fuerza establecidas entre las clases
sociales” (Prensa Obrera N° 1.446, “Lo que está en juego”). Desde que hicimos este señalamiento hasta la fecha mucha agua
pasó bajo el río. El sentido de la corriente fue muy clara: el gobierno agravó
su impasse, como resultado de las contradicciones insolubles que generan los
intentos de salida a la bancarrota económica y, muy especialmente, por la
irrupción de los trabajadores, que desde la ocupación de AGR-Clarín el 16 de
enero ha adquirido un ritmo ascendente.
Lejos de aplacarla, el impasse del gobierno ha reforzado
su política antiobrera. La lógica es la señalada más arriba. Si Carlos Menem
buscó superar la crisis inicial de su gobierno derrotando las luchas contra las
privatizaciones, ahora Mauricio Macri pretende imponer un principio de autoridad
política enfrentando a los docentes. Claro que, a diferencia del ‘turco’, Macri
no tiene un patrimonio estatal a privatizar ni una coyuntura internacional
signada por lo que se dio en llamar la ‘ofensiva neoliberal’. La agudización de
la crisis mundial, los cambios en la política internacional con el triunfo de
Donald Trump y el Brexit y la bancarrota de Brasil le quitan margen de acción a
Macri.
El gobierno sólo tiene para ofrecer un esquema de
endeudamiento que ya está llegando a sus límites y, sobre todo, una política de
ataque a fondo a las conquistas de los trabajadores. En su agenda están la
eliminación de los convenios colectivos, los tarifazos y la reforma previsional
privatizadora. Un horizonte de ajuste recargado, que hará aún más insoportable
la situación de las masas.
Coalición del ajuste
Si Macri puede intentar esta ofensiva en un cuadro de
impasse se debe, únicamente, a que cuenta con el aval activo de la llamada
oposición. Los gobernadores del FpV-PJ empezaron el año en una reunión convocada
por María Eugenia Vidal, en el Hotel Savoy, donde se comprometieron a defender
en bloque la paritaria del 18%. Cuando el PO habla de la ‘coalición del ajuste’
se refiere exactamente a esto. Esa coalición incluye a Alicia Kirchner, aunque
es necesario reconocer que el gobierno de Santa Cruz se distingue del resto en
‘ofrecer’ una paritaria del 0%. La cuñada de “ella” y la hermana de “él” es la
vanguardia de la coalición ajustadora. El siempre locuaz Sergio Massa tampoco
creyó necesario abrir la boca para defender a los docentes, para no contrariar a
sus financistas de la Unión Industrial. Que los progresistas de Margarita
Stolbizer hayan decidido presentarse como aliados menores de Massa en las
elecciones, muestra hasta dónde avanzó la descomposición del centroizquierdismo
local y su carácter irreductiblemente patronal.
Para el macrismo, el ataque a los trabajadores es una
forma de mantener el apoyo de la clase capitalista, cuando las contradicciones
de la política oficial suscitan divisiones en las patronales sobre el tipo de
cambio, la tasa de interés del BCRA, los tarifazos que encarecen los costos
industriales y las importaciones. Pero esas divergencias son de segundo orden en
relación con el objetivo superior de recomponer la tasa de beneficio mediante
una reducción efectiva de los salarios y la imposición de una flexibilidad
laboral generalizada.
Esta coalición del ajuste tiene a la CGT como su pilar
fundamental. El paro dominguero convocado para el 6 de abril debe ser entendido
como una confirmación de su política de arreglo con el Presidente. Cuando es más
necesario que nunca un paro inmediato para contrarrestar la ofensiva contra la
huelga docente, la CGT lo posterga para abril, en la expectativa de una derrota
previa de la lucha. El reclamo realizado por la Coordinadora Sindical Clasista
de que el paro se realice de inmediato, y el llamado a Ctera y los gremios
docentes de que realicen esta exigencia, no sólo apunta a poner todos los
cañones en el triunfo de la huelga sino a denunciar la verdadera política de la
burocracia sindical.
Vamos por el triunfo
La orientación derrotista de la burocracia se levanta
como un obstáculo para el triunfo de la lucha docente, pero contradictoriamente
aporta al desprestigio de una casta cada vez más desacreditada a los ojos de los
trabajadores. La huelga docente es un acicate a la lucha desde abajo, que se
expresa en distintas fábricas y gremios. Es ahí donde están los recursos para
ganar la lucha, ante un gobierno que también está sufriendo un importante
desgaste.
La dirección kirchnerista de Ctera-Suteba se muestra
inconsistente para llevar la lucha a la victoria. Numerosos gremios de base de
Ctera ya han cerrado acuerdos salariales con los gobernadores, dando cuenta de
una integración profunda a los Estados y gobiernos. En el caso de la provincia
de Buenos Aires, Roberto Baradel ya ha salido a declarar que buscarán ‘otros
métodos de lucha’, anticipando lo que puede ser un desmonte de la huelga. Existe
la ilusión de que Vidal se conforme con un ‘empate’, ofreciendo un aumento de
algunos puntos sobre el nefasto 18%, pero muy lejos de las necesidades reales.
Pero esa ilusión es el camino más seguro a la derrota.
La huelga docente vuelve a plantear el vínculo
indisoluble entre las luchas reivindicativas y la acción política. Sólo una
orientación independiente de todos los partidos patronales puede permitir
desarrollar la lucha sin ningún tipo de condicionamiento, ya sea de los
gobiernos provinciales o de la burocracia sindical de la CGT. La campaña en
defensa de la huelga docente y la exigencia del adelantamiento del paro, así
como el carácter activo que el activismo le dará al 6 de abril, deben servir
para impulsar por abajo la organización de la clase obrera, recuperando cuerpos
de delegados, comisiones internas y sindicatos.
Para la izquierda, la
conclusión necesaria debe ser reforzar la unidad entre la acción política y la
lucha por las reivindicaciones inmediatas, incluyendo la política electoral. El
lanzamiento unilateral de candidatos en vistas a unas Paso de agosto es
sencillamente criminal, pues declara de antemano un propósito faccional y
divisionista en oposición a la lucha contra la coalición del ajuste de los
Macri, Massa y CFK. Nuestra propuesta de realizar un congreso del movimiento
obrero y la izquierda, para actuar como frente único en la lucha y en las
elecciones, adquiere ahora más vigencia que nunca. Desarrollemos esta
perspectiva con una gran movilización política.