City Tour por Quito y regreso a
Buenos Aires
Ya viernes 2 de mayo. Sería nuestro último día en
Quito, por lo que Martín, Omar y yo salimos del hotel caminando por la calle
Simón Bolívar hasta Venezuela, y la tomamos hasta llegar a la esquina de la
calle José de Sucre, donde se encontraba el museo Casa de
Sucre.
El museo Casa de Sucre estaba dedicado a la
memoria de sus más célebres ocupantes, el mariscal venezolano Antonio José de
Sucre, héroe independentista latinoamericano y su esposa, la dama quiteña
Mariana Calderón, marquesa de Solanda y Villarocha. Y además de exhibirse
muebles y objetos personales de la pareja, podían encontrarse documentos y mapas
de la época de la independencia.

Museo Casa de
Sucre
Y tomando la calle Sucre hasta García Moreno, a
sólo una cuadra se encontraba la iglesia de la Compañía de Jesús, una verdadera
reliquia del barroco americano.

Iglesia de la Compañía de
Jesús
García Moreno era conocida en el siglo XVI como
calle de las Siete Cruces debido a que los conventos e iglesias católicas que
allí se localizaban, habían levantado varias cruces de piedra que servían como
altares populares durante las celebraciones del Corpus
Christi.

Cruz de piedra de la iglesia de la Compañía de
Jesús
En esa esquina permanecimos unos minutos hasta
subir al ómnibus de turismo, porque a pesar de ser la tercera vez que
visitábamos esta ciudad, siempre quedaban rincones e información que
desconocíamos.
El bus continuó por García Moreno y llegando a Loja nos encontramos
con una gran explanada donde había algunas esculturas y gran cantidad de
canteros en sus bordes. Y desde allí nos dirigimos a El Panecillo, la colina
desde la cual podían tenerse hermosas vistas de la ciudad.

Amplia plazoleta entre las calles García Moreno y
Venezuela

Intersección de las calles García Moreno y
Loja

Vista de Quito desde El
Panecillo

Puesto de comida en El Panecillo

Venta de artesanías típicas en El
Panecillo
Al bajar de El Panecillo volvimos a pasar por la gran explanada, pero
esta vez, por la calle Venezuela, continuando así por el Centro Histórico hasta
llegar a la Plaza Grande o de la Independencia alrededor de la cual se
encontraban la Catedral, la Casa de Gobierno, importantes hoteles y otros
edificios destacados.

Vista de la explanada desde la calle Venezuela
esquina Loja

Casco histórico de
Quito

Almacenes FILIVENTAS, en la calle Venezuela y
Vicente Rocafuerte

Balcones sobre la calle Venezuela entre Sucre y
Simón Bolívar

Balcones coloniales en todo el Centro
Histórico

Balcones de la calle Venezuela entre Sucre y
Eugenio Espejo

Catedral y plaza de la Independencia

Placa con la inscripción ES GLORIA DE QUITO EL
DESCUBRIMIENTO DEL RÍO AMAZONAS,
en el muro de la Catedral Metropolitana

Plaza Grande o de la Independencia.
Arriba a la izquierda, con la bandera, se ve la
Casa de Gobierno

Librería y Papelería Apolo

Balcón simple pero muy
bonito

Basílica del Voto Nacional, de la Consagración de
Jesús o de San Juan, de estilo neogótico

Basílica del Voto Nacional vista desde la calle
Luis Vargas Torres
Por estar encajonada entre montañas, la ciudad de Quito no ha tenido
más posibilidades de crecimiento que no fuera hacia el norte o hacia el sur. Y
justamente en el norte del Centro Histórico se encontraban los barrios modernos
más elegantes, a los que arribamos transitando por la avenida
América.

Parroquia La Dolorosa y homenaje a José Martí en
la Quito Moderna

El DOCUCENTRO XEROX en la avenida Río
Amazonas

Edificio Amazonas
Park

Circulando por la avenida Naciones
Unidas

Banco del
Pacífico

Quicentro Shopping en la intersección de las
avenidas Naciones Unidas y de los Shyris

Concentración Deportiva de
Pichincha

Local de la cadena “Las Medialunas del Abuelo” en
la esquina de las avenidas de los Shyris y
Portugal
Y si bien la Quito moderna mostraba edificaciones
de altura y de calidad, así como cadenas comerciales internacionales, para
nosotros carecía de los atractivos del Centro Histórico, tal vez, el mejor
conservado de toda Latinoamérica. Así que al regresar de nuestro city tour,
volvimos a caminar por las antiguas callejuelas, porque una ciudad es un libro
que se lee con los pies.

Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
regresando al Casco Histórico
Al día siguiente a la madrugada fuimos en un taxi
hasta el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, también llamado Aeropuerto de
Tababela, por el lugar donde se encontraba emplazado a veinticinco kilómetros al
este del Centro de la ciudad. Había sido inaugurado en febrero de 2013, poco más
de un año antes de que nosotros estuviéramos allí, debido a que el anterior
había quedado en medio de la urbe, y se habían producido varios accidentes
fatales.
Y siendo las 8 a. m. decoló el avión de TAME rumbo
a Buenos Aires. Martín quiso ir al baño justo en el momento del despegue, y ni
nosotros ni la azafata pudimos impedirlo. Pero el hecho de que lo
contradijéramos lo puso muy nervioso y tuve que darle la máxima dosis de
medicación permitida. Pese a eso tardó más de una hora en dormirse por lo que me
mantuve tensa durante todo el viaje a pesar de que el vuelo fue muy apacible. El
azafato permitió que Omar y yo pasáramos al último asiento reservado para la
tripulación para que Martín pudiera dormir estirado en el asiento de tres. Y
pese a que el amable joven nos diera charla, me quedé preocupada pensando cómo
íbamos a hacer para bajar a Martín dormido cuando llegáramos a Ezeiza. Pero,
mientras estábamos sobrevolando la provincia de Santa Fe, se despertó de buen
humor y pudimos llegar a casa sin problemas.
Ana María
Liberali