Por la ruta colombiana del café
El lunes 16 de enero, Omar y yo, estábamos dejando la ciudad de
Cali, para dirigirnos a Medellín, lo que hicimos en una buseta por la carretera
número 25, que corría casi paralela al río Cauca, por un verde valle que se
extendía entre la Cordillera Occidental y la Central de los Andes
Septentrionales.

El valle se encontraba a una altura promedio de 1200 m.s.n.m. por
lo que las temperaturas eran bastante moderadas en relación con la latitud que
era casi ecuatorial. Por esa razón, y sumado a la fertilidad de los suelos, se
desarrollaba una variada agricultura, predominantemente de cereales al sur y
cultivos tropicales, especialmente café, hacia el
norte.

Verde
valle entra las cordilleras Occidental y Central de los Andes
Septentrionales

Gran fertilidad en el valle intermontano del oeste de
Colombia

Presencia de molinos de viento
para dotar de agua a los cultivos

Cultivo de cereales a más de
1000 m.s.n.m.
En este sector del valle del Cauca la vegetación originaria era un
bosque subxerofítico donde abundaban varias especies de cactáceas, arbustos y
árboles espinosos, variedades de higuerones, leguminosas, acacias y bromelias;
pero el bioma natural había sido reemplazado por tiernas pasturas para la cría
de ganado bovino y equino.

Tiernas pasturas que
reemplazaban al bosque
subxerofítico

El alambrado indicaba la
presencia de ganado

Ganado vacuno en lo que fuera
previamente un bosque

Caballos pastando en las
verdes praderas

Casa de campo muy bien
dotada
El
río Cauca era la segunda arteria fluvial de Colombia, y en su recorrido pasaba
por más de ciento ochenta municipios.

Varios centros urbanos se localizaban a lo
largo del valle del río Cauca

Una población rodeada de
verde

Tránsito moderado durante todo
el recorrido

Diferentes tonos de verde en
todo el camino

Pueblos sobre la ladera de la
Cordillera Occidental

Cultivos intensivos de café
cercanos a las viviendas
En
general la carretera estaba en muy buenas condiciones, sin embargo, la
marginalidad de muchos pobladores se vislumbraba a cada paso.

Carretera moderna y alguien
caminando con su carga al hombro por la estrechísima
banquina

Por uno de los puentes de la
carretera número 25

Pasando por otro centro
urbano
La cuenca hidrográfica del Cauca comprendía un área de algo más de
sesenta y tres mil kilómetros cuadrados, y era el lugar de diversas actividades
productivas como la agricultura, la ganadería, la explotación minera, y la
generación de electricidad, entre otras.

Extensas praderas de pastaje
en suaves colinas

Cauce del río
Cauca

Plantaciones de especies
comercializables

Cultivo de
café

Mayor densidad de flora en áreas donde no llegaba el
ganado

La ruta en buen estado no
dejaba de ser peligrosa
En la zona se cultivaban gran variedad de productos que abastecían
tanto a la alimentación de la comunidad, como a las industrias alimenticia y
farmacéutica. Entre los alimenticios se encontraban el chontaduro, el plátano,
el banano, la naranja, el árbol del pan, el caimito, la papa china, el camote,
el coco, el borojo, y el café, entre otros. Y entre las plantas medicinales, el
limoncillo, la manzanilla y el toronjil.

Cultivos hasta en las laderas
más empinadas

Plantación de
pinos

Café y
plátanos

Diversidad de cultivos
alimenticios y medicinales
A mitad de camino, cuando ya habíamos pasado largamente el
mediodía, bajamos en un parador para almorzar. Omar prefirió una espesa sopa
acompañada por una arepa y una rodaja de limón, pero yo elegí un plato típico,
que incluía entre otras cosas, dos carnes, una banana y papas fritas. Pensé que
al tratarse de un lugar en la ruta donde todos debían permanecer poco tiempo, ya
tendrían los menús pre-elaborados, ¡pero no!; así que tardaron tanto que tuve
que comer apurada y dejar algo en el plato, cosa que me molesta
sobremanera.

Omar tomando una sopa
acompañada por una arepa y limón

Yo preferí una contundente
comida tradicional colombiana
Prosiguiendo el viaje por el Eje Cafetalero y la Región Paisa,
ingresamos al departamento Caldas, cuya capital era la ciudad de Manizales.
Manizales era considerada, además, la capital cafetera de Colombia, y reconocida
también como “La Capital Mundial del Café”.
La región cafetera de Caldas había sido incluida recientemente en
la lista de Patrimonio Mundial como Paisaje Cultural Cafetero por el comité de
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Y dentro de la zona, Chinchiná era el
municipio donde se cultivaban uno de los mejores cafés de exportación de
Colombia. Allí se ubicaban las plantaciones más tecnificadas para la producción
del grano, y una de las más grandes y sofisticadas procesadoras de café
liofilizado en el mundo.

Plantaciones
de café de Chinchiná
Caldas
se caracterizaba, además, por su topografía montañosa por lo que era posible
encontrar todos los pisos térmicos, y de hecho diferentes biomas en un espacio
muy acotado. Allí se destacaba la selva húmeda, hidrófila, que contaba con
cuarenta y cinco mil especies de flora y casi seis mil de
fauna.

Selva húmeda
hidrófila

Planta en forma de enorme
penacho

Manchones de pastizales en la
ladera selvática generados para la alimentación del
ganado

Laderas enteras raleadas para
dar paso a pastizales y cultivos

Establecimientos agropecuarios
en toda la región

Desde uno de los puentes del
río Cauca

Viviendas en ambas márgenes
del río Cauca

Gran marginalidad en zonas
ribereñas del río Cauca
A un lado y otro del río Cauca se desarrollaba una selva en galería
que contaba con diversidad de árboles como el laurel, el roble y los cocoteros,
parásitas, musgos, helechos, orquídeas, anturios, piñas, plantas trepadoras y
urticantes.

Selva en galería en ambas
márgenes del río Cauca

El Cauca corriendo con
fuerza
Continuando rumbo al norte ingresamos al departamento de Antioquía,
donde se encontraba un pequeño pueblo situado a un lado y otro del caudaloso río
Cauca, denominado La Pintada.
Esta población de apenas seis mil habitantes en 2012, año en que
nos encontrábamos allí, contaba con diferentes apelativos que daban cuenta de
sus características principales: “Emporio Turístico de Antioquía”, “La Mejor
Esquina de Antioquía”, y “La Puerta de
Antioquía”.
La Pintada se había ido creando espontáneamente como asentamiento y
agrupamiento de colonos en la región, la cual había venido siendo lugar de
convergencia de varias rutas y caminos del sur y oeste del país. Y si bien no
tuvo fundadores específicos, puede decirse que su vida comenzó en
1921.
Sus principales actividades económicas han sido los cultivos de
cítricos, cacao, la cría de ganado, la pesca, la minería, el comercio y cada vez
más, el turismo.

La Pintada desde uno de sus
puentes

Densa vegetación en alta montaña

Viviendas rodeadas de
vegetación natural y plátanos plantados

Casas precarias en los
suburbios de las ciudades principales

Viviendas de la clase
media en Antioquía

Centro urbano del departamento de
Antioquía
Los Andes Tropicales eran
los más ricos en biodiversidad de toda la cordillera, pero, tal como en otras
zonas, había sido talada indiscriminadamente la selva para dar lugar a la
plantación de pinos para la construcción de muebles y otras demandas de baja
calidad, y para expandir el área cafetalera, así como la de otros cultivos y la
cría de ganado.

Plantación de pinos
reemplazando a la selva

Plantaciones de
café

La mayor diversidad de toda la
cordillera de los Andes

Establecimientos agropecuarios
en Antioquía
En
sus mil trescientos cincuenta kilómetros de recorrido, el río Cauca era el
vertedero de aguas residuales de más de diez millones de personas, además de las
minas de oro que utilizaban mercurio en su extracción y varias areneras
artesanales e industriales localizadas en las cercanías de sus nacientes. Por
esa razón, ya al llegar a la ciudad de Cali, las empresas municipales debían
gastar importantes recursos en oxigenación de sus bocatomas. Pero, a su vez, el
canal colector de Cali vertía sus aguas sin tratamiento al río Cauca. En el
resto de su ruta, este curso fluvial recibía diariamente más de trescientas
treinta toneladas de residuos orgánicos de ciudades como Pereira, Manizales y
Medellín.

Río Cauca sumamente
contaminado
Después
de ocho horas de viaje arribamos a la ciudad de Medellín, y tras bajar del
vehículo que nos había transportado, advertí que había olvidado una hermosa
campera reversible con la inscripción UCR (Universidad de Costa Rica), que había
adquirido sólo seis meses atrás. Y como la buseta ya se había ido, reclamé en la
ventanilla de la terminal para que el chofer se allegara hasta allí; pero,
haciéndose ya de noche, nos informaron que no se encontraba en mi asiento, por
lo que alguien ya estaría luciéndola alegremente.

Llegando a El Poblado, una de
las dieciséis comunas de la ciudad de
Medellín
A
bordo de un taxi comenzamos a buscar un lugar donde hospedarnos. Nuestra
intención era hacerlo en un lugar céntrico y que cuyo costo no fuera elevado,
pero nuestros primeros intentos fueron infructuosos, ya que gran parte de dichos
alojamientos tenían un ambiente temible. Pero felizmente, después de dar varias
vueltas, conseguimos ubicarnos en el hotel Eupacla, de una estrella, pero
absolutamente tranquilo.
Salimos a caminar por la peatonal en busca de algo para cenar, y
después, ¡a descansar...!
Ana María
Liberali