Fidel
Castro visitó Argentina en mayo de 2003 para la asunción de
Néstor Kirchner como Presidente. Entre actos
oficiales y el encuentro con el mandatario argentino en la Casa Rosada, el
entonces jefe de Estado cubano habló durante dos horas con
Clarín. El reportaje fue realizado
por Ricardo Kirschbaum, Julio Blanck, Eduardo van der Kooy y Oscar
Raúl Cardoso, y fue publicado en cinco páginas el domingo 1° de
junio de ese año. En la entrevista exclusiva, tocaron temas como la violencia y
los cambios sociales en América latina, el terrorismo y la lucha armada, los
fusilamientos en Cuba, el enfrentamiento con los Estados Unidos, el peligro de
una guerra en Colombia, el protagonismo de la clase media y las razones de su
visita a la Argentina.
A continuación, el reportaje
completo:
-Hay en marcha una etapa de rediseño del
sistema internacional que no se hará sólo por la ley sino también por la fuerza,
como acabamos de ver en el golfo Pérsico. En vista del enfrentamiento de décadas
que Cuba mantiene con Estados Unidos, ¿cree que la seguridad política de la isla
es hoy más precaria a partir del proyecto de George W. Bush?
-Depende de las posibilidades que ese rediseño
tenga. Pero puedo responder que, sí, que esta situación es más peligrosa y más
grave. Pero no sólo para Cuba, sino para quién sabe cuántos, porque habría que
despejar de aquella ecuación, cuando Bush se refiere a "sesenta o más países",
esa incógnita que suponen las palabras "o más".
-Este rediseño tiene lugar cuando en toda
la región surgen propuestas políticas que hablan de un cansancio latinoamericano
con la injusticia del modelo neoliberal. Esto aumenta las probabilidades de
confrontación con quienes abogan por ese modelo, como Washington. ¿Cómo ve el
futuro de la seguridad de las democracias latinoamericanas?
-Hay peligro. Pero no sólo en la región, es
mundial. En cuanto a la región, los peligros son a partir del riesgo de agresión
o del engullimiento. Riesgo de sometimiento, de apoderamiento de los recursos,
de imponer un sistema realmente en crisis. Todo lo que viene sucediendo no son
más que expresiones de la crisis de la globalización neoliberal. Cuba ocupa un
primer lugar en ese riesgo.
-¿No cree que el primer peligro puede
concretarse en Colombia a través de una intervención militar multilateral en la
larga guerra civil de ese país?
-Sí, pero ese riesgo viene desde antes de esta
administración norteamericana. Como también antes de esta administración se
produjo un hecho como el de Kosovo.
La primera página del reportaje
exclusivo a Fidel Castro, publicado en Clarín el 1° de junio de
2003.
-¿La intervención de la OTAN en 1998, en
los Balcanes?
-Eso es. Y respecto también de la esfera atlántica.
Un día yo pregunté, en Brasil, en una reunión con europeos, latinoamericanos y
caribeños, si América latina estaba dentro de esa esfera euroatlántica de
seguridad. Gerhard Schroeder, el alemán, presidía el encuentro y mi pregunta fue
muy franca: "Dígame, ¿todos nuestros países, los que estamos aquí representados,
estamos dentro de ese concepto donde se puede producir una intervención por
distintas causas?" Hablaron de una cosa, de otra, y nadie mencionó el tema.
Desde entonces, la correlación de fuerzas se ha profundizado. Estados Unidos
siempre ha sido el dirigente de todo eso. Aquella política que se insinuaba como
una concepción de dominio en el que participan las superpotencias y sus aliados
viejos es distinta hoy de cuando yo hice aquella pregunta. Esta actitud del
presente ya no necesita pretextos. Aquella más o menos se enmarcaba dentro de
Naciones Unidas y de los privilegios del Consejo de Seguridad. Esta ya ignora a
Naciones Unidas, al Consejo de Seguridad, a Europa, a la OTAN, a todo el mundo.
Esta concepción nueva es absolutamente unilateral por parte de Estados
Unidos.
-Hace treinta años esa fatiga de injusticia
de la que hablábamos también estaba en América del Sur y tuvimos gobiernos que
la expresaron, pero terminaron trágicamente. ¿Por qué hoy podría ser
distinto?
-¿A qué experiencia te refieres?
-A Chile con Salvador Allende, a la
Argentina de Héctor Cámpora y Juan Perón: una ola contestataria que terminó en
dictaduras y muertes contadas por miles.
-Cosas terribles las que ocurrieron. Parecen de
fantasía. Pero esta época es distinta. Yo diría que éste es el mejor momento de
América latina.
-¿Por qué?
-Aquella rebelión era más aislada. No existía el
problema de la deuda externa que para 1985 llegó a 300.000 millones de dólares.
Los factores que determinan la inconformidad están hoy mucho más generalizados
en todo el hemisferio. Ya no hay oasis ni en el Caribe ni en Centroamérica ni en
México ni en el resto de América latina. En la época que mencionan no había
surgido esta etapa de globalización neoliberal, que es terrible, y de
privatización forzosa de todos los recursos; de medidas muy rigurosas que
condenan a las monedas de los países latinoamericanos a huir.
-Habla de un buen momento actual, pero casi
todas las condiciones que menciona son negativas.
-La protesta de hace 30 años de la que ustedes
hablaron era un poco aislada. En cambio, hoy se da una protesta generalizada,
que comprende a todos los países de América latina. La situación es
verdaderamente insostenible, insoportable.
-¿Esta rebelión, esta impaciencia, son
sustentables en el tiempo o América latina corre el riesgo de democracias menos
democráticas o giros autoritarios?
-Yo pienso que la violencia no parece ser el
camino. Hay fenómenos nuevos. En Colombia hay un viejo problema de violencia. A
ningún militar se le ocurre hoy un golpe de Estado: hay un cambio en las
conciencias. Los militares saben que hay una situación social tremenda. Algo que
no dije es que en aquella época, hace 30 años, la población era mucho menos de
la mitad de la presente. Mucho menos de 250 millones de habitantes. Hoy hay 524
millones. El 80% del empleo que crece no es formal, sino informal. Muchas veces
me he puesto a pensar si debíamos suponer que el ALCA traería para cualquier
país latinoamericano el desarrollo enorme que promete. Supongamos que ese
desarrollo fuera el de Alemania. Se me ocurrió pensar que la Argentina llegara a
adquirir el nivel de industrialización de Alemania. ¿Habrá resuelto con esto el
desempleo? No. Al contrario. Los alemanes, siendo el país más industrializado de
Europa, tienen un 10% de desempleo, y en el desempleo no hay grandes
seguridades. Es verdad que con lo que se paga por un subsidio de desempleo se
puede hacer un viaje turístico al Caribe, pero eso dura un tiempo limitado.
Entonces, hay otras fórmulas, que no son necesariamente fórmulas cubanas.
Nosotros, ante la necesidad, nos hemos visto obligados a inventar. Pero el
problema del desempleo crecería, no se resolvería con el ALCA. Bueno, yo soy
anti-ALCA, eso es bien conocido.
-¿Qué quiso decir exactamente cuando afirmó
que "la violencia no parece ser el camino"?
-Digo que no veo la violencia, la violencia armada,
como el gran fantasma. Veo a las masas, y las masas están empezando a hacer
cosas que antes no hacían. Es un ejemplo un poco añejo: Irán era el gendarme de
Estados Unidos en la región. Y sin embargo, los shiítas y el ayatolá Jomeini
sublevaron a la sociedad y, sin armas, derrocaron al sha. En Indonesia había
otro señor poderoso, con un gran ejército: Suharto. Fue muy tolerado porque
había matado cientos de miles de gente de izquierda: se discute si fueron 800
mil o un millón. Pero de un pestañazo, las masas lo derrocaron. Tal vez, si
ustedes piensan un poco, verán que ha habido cambios en la Argentina, sin que se
haya producido un disparo de un arma. En Ecuador, sin ir más lejos, un día los
indígenas entraron en el Palacio, determinaron el cambio de gobierno, y también,
sin un arma. Hubo algunos militares que se sumaron. El que hoy se pusiese a
pensar en organizar una acción de fuerza para resolver los problemas estaría
realizando una actividad prehistórica.
-Respecto de la violencia, ¿habla de la
derecha y de la izquierda por igual?
-Estoy pensando ahora en aquellos que quieren
cambios porque están en esta situación insostenible. Ahora, esta gente de las
capas medias está jugando un papel muy importante. Cuando ocurren determinadas
cosas, las capas medias son peligrosas, en este sentido: tienen conocimiento. La
gente más pobre es la que paga el sufrimiento. Pero cuando a un hombre de capas
medias le confiscan los fondos, el problema es muy serio. No quiero mencionarles
a ustedes problemas que ya conocen. Estos son fenómenos nuevos y mundiales,
movidos también por conocimientos nuevos. Hay mucha incultura todavía, pero de
las universidades ha salido mucha gente en los últimos años. Esa gente tiene
conocimientos, medios para informarse.
-La falta de conocimiento puede ser otra
forma de opresión.
-El conocimiento está instalado en las capas
medias. Ha aparecido Internet y el valor de las grandes cadenas informativas ha
ido disminuyendo. Porque al surgir Internet y masificarse, les ha dado a las
capas medias enormes posibilidades de transmitir mensajes y conocer más.
¿Quiénes organizaron la protesta de Seattle en 1999? Gente de capas medias
canadienses, norteamericanas, latinoamericanas. Se organizaron y dieron una
batalla impresionante, que no fue bélica. Bélicos eran los métodos de represión.
En Quebec y en Davos ocurrió lo mismo.
-El 1° de enero será el aniversario del
triunfo de la Revolución Cubana...
-Sí, de lo que parecía un triunfo de la revolución,
pero había que organizar aquello.
-Pero resultó que era un
triunfo.
-El derrocamiento del régimen aquél y el inicio de
un gobierno por parte de gente bastante inexperta en eso.
Parece tiempo de pensar en una transición
para Cuba. ¿Cómo la imagina?
-¿A cuál te refieres? ¿A la que hicimos o a una
nueva?
A una nueva.
-¿Y hacia dónde? Porque si hay un mejor modelo que
el nuestro les juro que haría todo lo posible, empezaría otra vez a luchar otros
cincuenta años.
-Cuando se trata de una figura histórica
como usted, los que piensan en la etapa posterior son los otros. ¿Cómo imagina
el futuro de Cuba cuando Castro no esté en el escenario?
-Esa pregunta también yo me la hago. El error es
creer que Castro es todo. Porque todos dicen: "Castro hace esto, Castro hace
aquello". Por ejemplo, yo puedo atribuirme —con vergüenza, porque no quiero
estar exaltando cosas personales— la idea de cómo resolver el problema de
Batista cuando se da el golpe de Estado el 10 de marzo del 52. No teníamos ni un
centavo, ni un arma, y aquello era una fuerza tremenda. Además, nadie nos hacía
mucho caso. Porque el gobierno derrocado sí tenía muchos recursos. Tuvimos
reveses muy fuertes, aunque no hay mucho mérito donde también hay mucho azar.
Porque ustedes me pueden decir: ¿por qué está usted ahí? Y yo digo: cuestión de
suerte, cuestión de azar, entre otras cosas. Pero también resolver ese
problema era bien difícil y se corrieron grandes riesgos personales. Después
vinieron otros problemas, como los del bloqueo. Después vino el "período
especial", que fue un bloqueo dentro de uno más riguroso. Y por la supervivencia
de la revolución nadie daba un centavo. Si se conociera bien la información
real, se nos podrían hacer todas las críticas que se quisieran. Pero podrían
entender, de verdad, que si nosotros fuéramos la gente que pintan, no tendríamos
el apoyo del pueblo, que ha sido clave y sin precedentes. Usted me preguntaba
por un cambio, pero yo le preguntaba hacia dónde. ¿Hacia lo que vemos alrededor?
¿Renunciando a lo que tenemos?
-¿Cómo explica la reciente ejecución de
disidentes en Cuba que tuvo tanta repercusión?
-Tuvimos que tomar medidas, que eran legales. Y a
través de juicios, no de ejecuciones extrajudiciales. Lo hicimos con mucho
dolor. Sabemos el costo, pero tú tenías que decidir sobre una maniobra para
crear un conflicto —porque hay quienes quieren provocar un conflicto entre
Estados Unidos y Cuba— y que el problema se resuelva de la misma forma que lo
que ocurrió en Bagdad, con decenas de miles de bombas cayendo sobre
Cuba.
-(Intervención de Felipe Pérez Roque,
canciller de Cuba) Dijo "ejecución de disidentes", dijo
"disidentes"...
-Ah, caramba, no me di cuenta. Muchas gracias,
Felipe. Esa es una de las desgracias. Que son dos cosas totalmente diferentes.
Los que asaltaron barcos y aviones no tienen absolutamente nada que ver con los
llamados "disidentes"... y pongo comillas: son delincuentes comunes. Hay
provocación planeada. Estados Unidos nombró como vicesecretario para América
latina a un señor que es un gángster completo, Roger Noriega, pero que tiene
fama. Es de los muy socios de la mafia cubano-americana, extremista. Yo no me
explico cómo en Estados Unidos se puede hablar de democracia: todo el mundo sabe
exactamente que hubo fraude electoral.
-Suele decir que no busca involucrarse en
los asuntos internos de otro país. ¿Menos de uno?
-Ah, sí, sí pero hay una diferencia. No hablo de un
país, sino de un gobierno. Yo tengo mucho respeto por el pueblo norteamericano.
Pero, bueno, estoy dispuesto a contestar lo que ustedes quieran sobre este tema
de las ejecuciones. Allí se mezcló el problema de los llamados disidentes con el
hecho muy extraño de que en diez años no se había producido un secuestro de
barcos o aviones con rehenes y cuchillo en la garganta, como aquel que hicieron
con los aviones que lanzaron contra las Torres de Nueva York y contra el
Pentágono. Hubo que tomar la decisión porque usted veía un país con una
belicosidad tremenda como Estados Unidos y un representante, enviado con la
misión específica de provocar incidentes o para que lo expulsaran y desbaratar
así un movimiento que, hoy, dentro de Estados Unidos, es cada vez más fuerte
contra el bloqueo y contra la prohibición de los viajes.
-¿Está hablando de James Cason, el jefe de
la Sección de Intereses Estadounidenses de la Embajada de Suiza, que representa
a EE.UU. en La Habana?
-Sí, llegó en setiembre del año pasado. Era
increíble. Yo critico a nuestra propia gente por no haber informado a qué nivel
había llegado el hombre. Pero Cason recorría la isla en virtud de la necesidad
de monitorear a los que emigraron y que ellos habían enviado de regreso. Contra
los cubanos que han enviado de regreso no hubo, no hay, ningún tipo de
represalia. La mayoría de los que intentan irse a Estados Unidos como ilegales
lo son porque, por medios normales, ellos no les conceden visa, muchas veces por
antecedentes penales. Y aquí se mezclaron de mala fe dos hechos diferentes. El
14 de marzo, cuando se toma la decisión, ya este hombre había estado organizando
abiertamente todos estos grupos, llevando de contrabando valijas llenas de
radios, creando las llamadas bibliotecas independientes (que incluían dos o tres
autores buenos y después veneno puro: la peor literatura y la peor propaganda).
Ya el hombre quería de hecho ser un procónsul en Cuba. Hizo unas declaraciones
que eran insoportables, creo que el 24 de febrero en una recepción, como si
fuera un jefe político. Bien. No pasó nada. El 6 de marzo yo hablo ante la
Asamblea Nacional y le respondo al individuo que no se imaginara que le íbamos a
tolerar eso, que si querían llevarse la embajada o querían acabar con el acuerdo
migratorio, nada de eso era preocupante para nosotros. Se planteó que aquello de
ir a monitorear era una concesión que no estaba en el acuerdo. Ellos no pedían
autorización para moverse. Les dijimos: "Esa norma no va a continuar por ahora,
hay que pedir permiso con tres días de anticipación y sólo si recibe el permiso,
se mueve". Prestó la sede diplomática para asiento de reunión. Era el puesto de
mando de esos grupos, a veces llamados disidentes. Tenemos todas las pruebas
habidas y por haber del dinero que reciben. Aun con todas las pruebas, la acción
fue limitada. Muchos amigos del norte decían: "Oigan, no expulsen a los
norteamericanos". No los íbamos a expulsar: nunca hemos expulsado a
nadie.
-Pero la decisión de no expulsar a los
presuntos instigadores extranjeros no parece proporcional a la de ejecutar o de
condenar a largas penas de prisión a ciudadanos cubanos.
-Veo que persiste una confusión. Ninguno de esos
llamados disidentes ha sido castigado a pena de muerte, ni a cadena perpetua, ni
a 30 años. Son sanciones que oscilan entre 28 meses y 5 años, según la
responsabilidad. La pena de muerte se produce con relación a unos individuos que
no eran disidentes sino de potencial criminal. El 19 de marzo, el mismo día en
que estalla la guerra en Irak, un avión cubano de la isla de la Juventud, con 39
o 40 pasajeros a bordo, es secuestrado por unos individuos con cuchillos. Al
llegar el avión a Estados Unidos —es la primera vez que ocurría eso—, arrestan a
los pasajeros, a los cómplices les dan residencia y a los cuatro días un juez
decide que éstos tenían derecho a libertad condicional. Hablamos de individuos
que habían hecho lo mismo que los que originaron la catástrofe del 11 de
setiembre. A la gente que deja Cuba de manera ilegal no le dan visa. Los
norteamericanos seleccionan la visa de residencia y no se la dan a alguien con
antecedentes penales comunes. Pero esta era gente responsable por hechos
criminales netos. Entonces, eso fue como un alerta. El 31 de marzo, en un
segundo avión, del mismo lugar, con 46 pasajeros, alguien con una supuesta
granada dice: "Hay que desviar". El piloto regresó a Cuba y aterrizó. Pero
estaban en la pista con la granada. Hubo negociación. Había alguna gente en
Estados Unidos que comprendía que eso era una locura y no estaban muy de
acuerdo. Se vieron criterios opuestos: unos los querían reventar. Eso se
discutió. Los norteamericanos dijeron con mucha energía que iban a castigar y
hasta nos pidieron que publicáramos esa posición. Hicimos todo eso. Ellos mismos
no querían que el avión aterrizara en la Florida. Se logró bajar, se logró
cargar combustible y el avión aterrizó en Cayo Hueso. Cada vez que se roban un
avión, también humillan a los pasajeros. ¿Impunidad para los secuestradores,
entonces? En la Florida hay un estado semiindependiente, y ahí se hace lo que
les da la gana: tienen control total de policía, autoridades, jueces, fiscales.
Hemos tenido que investigar como 35 casos de intento: todo ese es el potencial
delictivo peligroso. La ola de asaltos y secuestros de aviones es inadmisible.
El otro caso fue el de un barco de pasajeros en aguas interiores de la bahía,
que llevaba cuarenta personas. Las secuestran también con pistola y cuchillo.
Luego de esta explicación quiero decir que yo comprendo y le doy la razón a la
inmensa mayoría de los que se oponen a la pena de muerte, porque a nosotros nos
desagrada tremendamente. Y si nosotros, que teníamos una moratoria de casi tres
años en la aplicación de la pena de muerte, la hemos tenido que romper, es
porque ellos, los norteamericanos, con lo que hicieron —que fue deliberado— ya
lo tenían pensado. Querían crear una especie de ola migratoria que sirviera como
argumento de peligro para la seguridad de Estados Unidos. Esa palabra la usan
para todo. Si la Argentina produce demasiada carne y amenaza con bajar el precio
internacional, puede ser un peligro para la seguridad de Estados Unidos. O mucho
trigo, o más barato. La idea era que se produjera un éxodo. Que nosotros nos
calentáramos y dijéramos "Bueno, en huelga, que salgan todos". Usted no puede
permitir que se desate una ola porque se potencia. Basta que un tipo tenga una
granada aquí, en el bolsillo... Que es lo que nosotros hemos dicho: ya un avión
se fue, al otro se le dio combustible, a los otros se les salvó la vida a los
30... Les dimos auxilio allí con los barcos. Vinieron a tierra firme pero sin
deponer la actitud, a buscar combustible. Y allí es donde se realiza toda la
tarea para lograr recuperar el barco y el pasaje. No se usó la violencia, porque
los mismos pasajeros se sublevaron.
-¿Hay dos adversarios, uno Estados Unidos,
otro el estado de Florida?
-Ese es el problema. En la Florida piensan que son
dueños, y no lo son porque algunas prerrogativas tienen que compartirlas, aunque
suelen hacer lo que les da la gana, porque la administración Bush les debe el
triunfo, y se los agradece. Entonces, estas son las cosas que se juntaron. Los
arrestos en Estados Unidos son el 18 de marzo, y lo del barco se produce el
1° de abril. Amenazaron, incluso, si no les daban otra nave, con ir tirando
rehenes al agua. En situaciones como éstas, hay un ejemplo y un precedente.
Nosotros, a los que se robaban los aviones norteamericanos, los sancionábamos,
devolvíamos el avión en el acto y atendíamos a los pasajeros. Ellos inventaron
eso del secuestro, pero después se les convirtió en un búmeran. Los pilotos
cubanos suelen tener instrucciones de que no pueden correr el menor riesgo: "A
La Habana". Antes había penas, sanciones de veinte años de cárcel, que se
cumplían. Las fuimos subiendo, pero no hacían el menor efecto. Porque no habría
necesidad de fusilar a nadie si a los secuestradores los devolvieran, como
devolvimos nosotros. Era obvio que Cuba tenía que cortar de raíz el problema del
secuestro de sus aviones y barcos de pasajeros. En esta sanción, el Consejo de
Estado no ejerció clemencia. Esos delitos están sancionados hace rato con la
pena capital. Incluso algunas de esas leyes no se usaron. Porque no había una
situación de peligro de guerra como ahora.
-¿Hay en realidad una guerra
ahora?
-Esa de la cual tú hablabas al comienzo. Peligro de
una ola de secuestros de barcos. No les faltaba nada más que agarrar un avión de
turismo, tres tipos con un cuchillo y decir "mato a los turistas si no me llevan
para el aeropuerto y me dan un avión". Hubo necesidad de hacer una declaración
fuerte: "Y los que repitan eso se verán enviados a los tribunales en forma
sumarísima y el Consejo de Estado no ejercerá clemencia". Ahora, incluso, ponen
en riesgo a los pasajeros. ¿Quién tiene la responsabilidad de esos muertos?
¿Nosotros o los que están provocando eso allí, en Estados Unidos?
-Una guerra es algo diferente de una
polémica por sanciones. ¿Regresamos al tópico de una posible
invasión?
-¿Y cuánto le costaría una guerra en Cuba a Estados
Unidos? Mire, no baja de millones, porque en mi país, que tiene ya una
mentalidad y una cultura, la guerra no se acaba en tres días ni en diez ni en
cien. Porque ya hemos estudiado todas las invasiones que han hecho y cómo
defendernos. Pero es una guerra que no queremos, una victoria que no queremos,
pero desde luego, no entregaremos el país.
-Aquí se ha interpretado su presencia en
Buenos Aires como una retribución de gentileza por la posición argentina de
abstenerse en la votación sobre Cuba en Naciones Unidas. ¿Es una lectura
correcta?
-Entre otras causas, sí.
-¿Cuáles son las otras?
-Nos alegramos mucho por la Argentina, por la
evolución que van llevando los acontecimientos. Es importante no sólo para el
pueblo argentino, sino para el proceso en su conjunto, en la búsqueda de
soluciones en momentos difíciles. Entonces, solidaridad con la Argentina, con el
pueblo y con la actual administración. Lo que me obligó a no decidir casi hasta
el final el venir o no fue que me pusieron un avión, a seis mil metros, para
interferir nuestra televisión y nuestro programa educacional. Pero tuvimos en
cuenta otra cosa muy importante: si venir podía ocasionarle algún daño al nuevo
gobierno. Por eso, quería percatarme de que no sería visto con malos ojos que yo
aceptara la invitación. Hasta de eso me preocupé.
-La Argentina y Menem, según Fidel ¿Por qué
no cuenta cómo fue su relación con Carlos Menem en la década
pasada?
-Bueno, nos llevábamos... Ustedes lo conocen a él
bien. Me invitaba a La Rioja cada vez que venía. Amiguísimos, conversábamos lo
más bien, hasta el momento en que él iba para la conferencia de prensa. Allí,
hablaba en contra. "Pero usted no puede tomar en serio todas esas cosas", me
decía después Menem. Yo al caballero no le guardo enojo. Lo conozco bien y
políticamente discrepo completamente. Pero no voy a aprovechar esta oportunidad
para hacer ningún género de insultos, apenas un poquito de ironía. Por cortesía,
no puedo poner cara de malo ante la mención de Menem. Pero las cosas son
distintas ahora. El domingo todos los presidentes estaban discutiendo problemas
entre ellos y yo, calladito. Descubrí que puede haber un espíritu casi de unidad
con relación a los problemas económicos. Nunca había visto nada parecido, en
ningún lugar, a pesar de que los criterios no son iguales.
-¿En qué coinciden? ¿En que el socialismo
ya no es alternativa política?
-¿La única alternativa es el
capitalismo?
-Es lo que dicen los gobiernos de estas
repúblicas, incluyendo a Lula en Brasil.
-Yo creo que los problemas necesitan su solución en
concreto. Te digo que Cuba no tendría lo que tiene hoy, especialmente lo que va
teniendo a un ritmo impresionante, si no fuese por el socialismo. Porque también
están el aprendizaje y la experiencia que enriquecen. El derrumbe del campo
socialista enriqueció nuestra experiencia. Aunque fue una desgracia y una
tragedia, porque nos regaló a todos la superpotencia hegemónica. Nyerere decía
que cuando los elefantes se fajan la que sufre es la hierba. Sí, pero más vale
dos elefantes, con ciertos límites, que un elefante dueño de la pradera y de
todo. Dueño de correr y estar pisoteando las veinticuatro horas. Eso es lo que
ha pasado y nosotros hemos tenido que enfrentarnos a ese poder.
-Hace más de diez años en Guadalajara, en
la primera Cumbre Iberoamericana, usted pronunció una frase inapelable: "Pudimos
haber sido todo y no somos nada", refiriéndose a América latina. ¿Modificó hoy
esa visión?
-No, no creo haberme equivocado entonces y sigo
creyendo lo mismo. Pero creo también que empezamos a ser alguien. La modificaré
si realmente llegamos a ser alguien. Pasaron más de 150 años y ¿que pasó con la
independencia? Los británicos metidos por acá y los del norte invadiendo a
México. Nos han gobernado, directa o indirectamente. Derrocaron gobiernos. Si
este hemisferio se hubiera unido, la historia habría sido otra. No debe haber
guerra aunque debamos luchar. Incluso para buscar soluciones que están en
cualquier parte. También en Colombia. No debe haber guerra, porque la guerra no
resuelve. Yo pienso que es el gran error cometido hoy por Estados Unidos. El
mismo 11 de setiembre del 2001 yo estaba inaugurando una escuela. Y Bush habló
de la vía de la guerra para resolver lo del terrorismo. Yo pensé, en cambio, que
había que unir a toda la opinión mundial, a todos los partidos, a todas las
iglesias. El terrorismo, como lo veo yo, son aquellas acciones que hacen
víctimas a personas que son ajenas al conflicto, inocentes. Nosotros nunca
practicamos el terrorismo. Yo planteé con toda sinceridad otro camino porque sé
que eso no se podía resolver por la guerra. El tema es político, hay que crear
una cultura contra el terrorismo, que no es lo mismo que una lucha armada. Yo
hablo con mucho realismo, en virtud de la experiencia que tengo: si estuviera en
aquella época, en los 50, habría hecho lo que hice. Yo no he cambiado
absolutamente. Pero ahora es otra época, y las tácticas, las que veo en los
pueblos, son espontáneas y distintas. También hay problemas más serios y
nuevos.
-¿Cuál es el camino hoy,
entonces?
-Colombia es un ejemplo de las diferencias entre
ayer y hoy. Allí en Colombia había guerrilla antes que en Cuba. Ya "Tiro Fijo"
Marulanda estaba alzado antes de que en Cuba hiciéramos la revolución. Y estaba
bastante tranquilo. La verdad es que lo provocaron cuando arrasaron la República
de Marquetalia, famosa en el 61. Cuando en la reunión con el ex presidente
Andrés Pastrana quedó vacía la silla de Marulanda fue porque este tenía —tiene—
gran desconfianza por todo lo que había ocurrido. Y ahí está la lista completa,
con cada chivo, cada vaca, cada gallina, cada mulo, de la República de
Marquetalia; allí vivían unos cuantos, y estando en paz, se la invadieron. Otras
veces, en medio de negociaciones, lo bombardearon. Ahora, el problema de
Colombia sólo se puede resolver por la paz. Y en la paz, todo el mundo debe
tener su parte. Paz verdadera, digo, porque unas cuantas paces por allí han
terminado en cementerio. De la misma forma en que los latinoamericanos piensan
que hay que unirse para buscar soluciones, hay que unirse para evitar tragedias,
porque no conviene en este hemisferio ninguna intervención militar. Y créanme
que si no continúo hablando con ustedes no es porque me falten deseos de
explicar, sino porque tengo que ver al Presidente a las tres de la
tarde.