Del maltrato al feminicidio: una tragedia
global
“No les deseo, a las mujeres, que tengan
poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas” Mary
Wollstonecraft.
(1759-1797)
Alfredo César
Dachary
Ha pasado medio siglo desde que se dio de la
revolución femenina, junto con la de la juventud y el ocaso del patriarcado,
centro de la asimetría histórica entre los hombres y las mujeres, una tragedia
que en diferentes magnitudes está en todo el planeta y es común a todas las
religiones.
Han pasado pocos años y la tragedia continua, ya
no se trata que en una parte del mundo que no tengan acceso al trabajo, aunque
con menor remuneración o a los derechos de ciudadano, aunque siempre bajo
ciertas normas a veces ridículas como las de la equidad de género a partir de la
igualdad de número de diputados, lo que dio lugar a las famosas “Adelita”.
Lo que de golpe se empieza a ver como una de esas
plagas que azotan a la humanidad, aunque sea solo a las mujeres, es el hoy
conocido como feminicidio, que es el asesinato de mujeres por razones de género,
término que se utiliza por primera vez en 1976 ante el Tribunal Internacional
sobre los Crímenes contra la Mujer en Bruselas, para definir las formas de
violencia extrema contra la mujer.
En 1990, la conceptualización fue ampliada por
dos mujeres que redefinieron este concepto como el asesinato de mujeres por
hombres motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las
mujeres, por ello estamos hablando de un crimen de odio.
Para la Agencia de las Naciones Unidas conocida
como ONU Mujeres y según los datos por países disponibles, entre un 15% y un 76%
de las mujeres sufren violencia física y/o sexual a lo largo de su vida,
violencia que se produce mayormente en el seno de las relaciones íntimas, y
muchas mujeres, entre un 9% y un 70%, señalan al cónyuge o pareja como el
maltratador.
Y es que en el mundo, hasta un 50% de las
agresiones sexuales son cometidas contra jóvenes menores de 16 años y se
calcula, según informe de la ONU, que 150 millones de chicas menores de 18 años
sufrieron algún tipo de violencia sexual sólo en 2002, y que además la primera
experiencia sexual de aproximadamente el 30% de las mujeres fue forzada. El
porcentaje es incluso mayor entre las que eran menores de 15 años en el momento
de su iniciación sexual, y hasta un 45% denunció que la experiencia fue
obligada.
Para ver la doble situación de las niñas y jóvenes mujeres que deben
sufrir los ritos que tenían sus ancestros como un ritual obligatorio, se estima
que 130
millones de niñas y mujeres en el mundo han experimentado la mutilación genital
femenina o ablación, y debido a que esto sigue, pese a las grandes condenas de los
organismos internacionales, cada año más de tres millones de niñas en África
corren el riesgo de padecer esta práctica.
La otra base de la violencia es el matrimonio
forzado de niñas con hombres maduros, que trae como resultado que más de 60
millones de chicas en todo el mundo se casan antes de cumplir los 18 años,
principalmente en el sur de Asia y en el África subsahariana.
Estos “casamientos forzados” derivan en la
violencia contra estas “mujeres –niñas”, además del abuso que implica,
caracterizan la vida matrimonial de estas jóvenes, situación forzada por
acuerdos de familia, deudas u otros motivos que nada tienen en común con el
amor. Las mujeres que se casan a una edad temprana tienen más probabilidades de
recibir palizas o amenazas, así como de creer que el marido puede tener motivos
justificados para pegar a su mujer, traer otras más al hogar y repudiar si ésta
no puede tener hijos, sin buscar las causas reales de
esto.
Sin embargo, y pese a que la información
generalmente se distorsiona por los mismos prejuicios que hemos heredado del
colonialismo, este tema no es únicamente de los países emergentes o pobres. En
la Unión Europea, un poco más de una de cada cinco mujeres ha sufrido violencia
física y / o sexual por parte de un hombre, según lo expresa el informe de la
Agencia Europea de Derechos Fundamentales para el 2014.
En los países pobres y con una población
mayoritaria de pueblos originarios, que no alcanzaron a aprender la lengua del
dominador, la situación es de extrema violencia, como es el caso de Guatemala,
donde la media de feminicidios es de dos mujeres por cada
día.
No hay país o continente que se pueda excluir de
esta negra lista de atropellos a los derechos humanos de las mujeres,
especialmente niñas o jóvenes; así tenemos que, en la India, en 2007 se
registraron 8,093 casos de muertes relacionadas con la dote; un número
desconocido de asesinatos de mujeres y jóvenes fue calificado falsamente de
“suicidios” o “accidentes”.
Esto ha llegado al extremo que las violaciones
colectivas contra jóvenes en el transporte o zonas aisladas no generan condena,
sino más bien la víctima, que generalmente muere, es la que termina siendo
responsable de estos agravios.
Del otro lado del mundo, el desarrollado, la
situación es también degradante, así tenemos que, en Australia, Canadá, Israel,
Sudáfrica y los Estados Unidos, entre el 40% y el 70% de las mujeres asesinadas
murieron a manos de su pareja.
En esta parte del mundo, uno de los mayores
ejemplos de feminicidios, sin que el estado los resuelva, se dieron en el Estado
de Chihuahua, México, donde según las autoridades el 66% de los feminicidios
fueron cometidos por esposos, novios u otros familiares. Hoy el Estado de México
y Puebla ya están en la larga lista del feminicidio de
México.
México tiene la frontera más dinámica del mundo
con Estados Unidos, donde millones de mexicanos, centroamericanos y de otros
países de Latinoamérica vienen a ver si pueden pasar a ese país, un viaje
generalmente de tráfico y donde las violaciones a las mujeres son moneda de
cambio en todo lugar, más en el tren transfronterizo llamado: “la
bestia”.
Según las cifras de la ONU, se calcula que el 80%
de las 800,000 personas que son víctimas cada año de la trata transfronteriza de
seres humanos son mujeres y niñas, y que la mayoría de éstas (79%) están
destinadas a fines de explotación sexual o de esclavitud
doméstica.
Las guerras son un campo propicio para desatar
estos instintos animales que tenemos y según estimaciones conservadoras, entre
20,000 y 50,000 mujeres fueron violadas durante la guerra en Bosnia y
Herzegovina ocurrida de 1992 a 1995, mientras que aproximadamente entre 250,000
y 500,000 mujeres y niñas fueron víctimas del genocidio cometido en Rwanda en
1994.
Entre 50,000 y 64,000 mujeres que habitaban en
campos para desplazados internos en Sierra Leona sufrieron agresiones sexuales a
manos de soldados entre 1991 y 2001, y en la parte oriental de la República
Democrática del Congo, desde 1996 se han documentado al menos 200,000 casos de
violencia sexual, en su mayoría contra mujeres y niñas, y se cree que las cifras
reales son mucho más elevadas.
No hay continente que se salve de esta tragedia
generada por las ideas dominantes del patriarcado, el racismo y cuando los
derechos sociales empiezan a reducirse, la violencia se termina imponiendo y
muchas veces las víctimas son mujeres, desde niñas a jóvenes y mujeres maduras.
En Argentina también el feminicidio emerge
coincidentemente con la gran pobreza y violencia que ha desatado el gobierno
neoliberal de Macri, lo que generó otro masivo reclamo, que a la vez se replicó
en todo el país y hasta en el exterior, por la solidaridad de otros grupos de
mujeres en América.
Una anécdota marca el tono del movimiento y del
sentido de la gran marcha, y se dio al mediodía, cuando la conductora del metro
de un convoy de la línea H que iba hacia el centro, a la marcha, después de
anunciar la siguiente estación, la voz de la mujer advirtió: “Cuide sus
pertenencias, pero también cuide a las mujeres, que no son sus pertenencias. Ni
una menos, vivas nos queremos”.
Los ejemplos de la misoginia son muchos y
variados, aunque algunos son difíciles de repetir porque son imposibles de
creer, como es el caso del Obispo de la Prelatura Cancún - Chetumal, Pedro Pablo
Elizondo Cárdenas, que en estos días cuestionó una eventual puesta en marcha de
la alerta de violencia de género (AVG) en Quintana Roo, con el argumento de
“¿por qué las mujeres tienen que ser diferentes? y ¿por qué su muerte
no es un homicidio como todos?”
Durante el anuncio del 22º. Encuentro Mariano
2016, que se realizará el 5 de noviembre en esa ciudad, el representante de la
Iglesia católica puso en entredicho la necesidad de decretar la AVG, la cual
diversas asociaciones y organizaciones civiles pidieron desde el año pasado,
cuando se cometieron 16 feminicidios en Cancún en ese
período.
No se trata de la pobreza, de la miseria social,
se trata de ejemplo de desubicación absoluta en el tiempo que le toca vivir y
predicar. ¡Que podrá dar como ejemplo un prelado que no considera al feminicidio
como delito de odio!, que nos duele a todos por igual, porque antes que nada
somos humanos.
alfredocesar7@yahoo.com.mx