Por los campos de Acheral en la senda
del Tafí
Ya era sábado 10 de setiembre cuando, en el micro
de la empresa Aconquija, partí desde San Miguel de Tucumán pasado el mediodía,
con rumbo a Santa María, al norte de la provincia de Catamarca. Se trataba de un
servicio, al que vulgarmente se lo llamaba “lechero” ya que le paraba
permanentemente a cada uno que le hiciera seña. Así que costó bastante abandonar
la zona urbanizada dada la cantidad de pasajeros que subieron fuera de la
terminal.
Cuando ya llevábamos una hora de viaje, supuse que
ya no se detendría, sin embargo, los choferes pararon en un local que se
encontraba en las cercanías de Famaillá, a la vera de la ruta 38, con el fin de
adquirir hojas de coca para mascar en el camino. Y si bien luego ingresaríamos
en una zona de montaña, no creí que se tratara de una necesidad ya que no me
pareció que fuera punosa, sino que además de tratarse de una cuestión cultural,
de esa forma evitarían el adormecimiento propio de quienes repiten
permanentemente los mismos itinerarios.

Sauce llorón en las cercanías
de Famaillá

Venta de hojas de coca a la vera de la ruta
38
En pocos minutos más nos encontrábamos en Acheral,
uno de los tantos pueblos surgidos a partir de las estaciones ferroviarias
creadas a fines del siglo XIX cuando la Argentina se insertó en la División
Internacional del Trabajo como productora de cueros, lanas, carnes y cereales. Y
si bien la privilegiada fue la región pampeana que concentraba todas las
exportaciones, debido al privilegio de contar con la conexión del moderno
transporte de la época, se catapultó como la proveedora de azúcar para el
mercado interno que crecía exponencialmente debido al proceso inmigratorio que
se estaba desarrollando.

Acheral era uno de los pueblos
surgidos a fines del siglo XIX
a causa de la llegada del ferrocarril y
de la industria azucarera
Sin embargo, en agosto de 1966, durante el
gobierno de facto presidido por el Gral. Juan Carlos Onganía, se decidió la
intervención de varios ingenios azucareros tucumanos, determinando el posterior
cierre de las fábricas, originando consecuencias catastróficas en la estructura
económica y social de la provincia. El propósito había sido la asignación de
recursos para el sector transnacional de la economía con la supuesta idea de
producir un salto cualitativo y cuantitativo en el país, privilegiando a los
grandes industriales y a las inversiones extranjeras en detrimento del comercio
y la pequeña industria. Paralelamente el Proyecto de la Revolución Argentina le
quitó poder a los obreros y a los sindicatos.

En 1966 se cerraron muchos
ingenios
poniendo en crisis económica y social a
la totalidad de la provincia de Tucumán
Las consecuencias de dichas políticas no hicieron
más que acentuar las contradicciones de clase, y a lo largo del período
1966-1976 se profundizó la lucha popular contra el régimen, encabezada por el
ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) en las zonas
rurales.
Esta ofensiva comenzó a ser derrotada desde de
febrero de 1975 a partir del llamado Operativo Independencia, ejecutado por un
decreto del gobierno de María Estela Martínez de Perón, terminando con la
oposición de toda índole, tanto en el campo de la lucha armada, como también a
nivel político e intelectual. Donde fuera el ex ingenio Santa Lucía se
constituyó la Base Militar con tres mil soldados con reglamento de toque de
queda, y funcionó “El Zótano”, primera cárcel clandestina con desaparición de
personas. En este contexto la dictadura instaurada el 24 de marzo de 1976,
encabezada por Jorge Rafael Videla, procuró terminar con el trabajo iniciado por
Onganía y sus sucesores.

El 30 de mayo de 1974, la
Compañía Ramón Rosa Jiménez del ERP
realizó una toma de la
localidad de Acheral
Sin embargo, pese a la fuerza de su historia, los
campos de Acheral se habían hecho famosos por la zamba “Luna Tucumana” que
Atahualpa Yupanqui (pseudónimo de Héctor Roberto Chavero) escribiera en 1949
junto
con Pablo del Cerro (pseudónimo de su esposa Paula Nenette Pepín), que decía
así:
Yo no le canto a la
luna
Porque alumbra nada
más
Le canto porque ella
sabe
De mi largo caminar
Ay lunita tucumana
Tamborcito calchaquí
Compañera de los
gauchos
En la senda del Tafí
…………………………………..
Con esperanza o con
pena
En los campos de
Acheral
Yo he visto a la luna
buena
Besando el cañaveral

Acheral era considerado punto
de partida y acceso a los Valles Calchaquíes

Cañaveral en los campos de
Acheral
Acheral era el pueblo desde el cual el cantor
emprendía sus viajes a lomo de mula hacia Tafí del
Valle:
- (…) Para hacer esa travesía de treinta horas
cuesta arriba, cuesta abajo, tres cerros, algunas quebradas y un largo faldeo en
el Valle de las Carreras para entrar a Tafí; yo tenía una mula en Acheral. Una
deliciosa aldea que conocí, amé y jamás olvido…
¡Acheral de Tucumán! Ahí tenía mi mula y de ahí
salí ocho o diez veces durante ocho o diez años seguidos. Jamás fui en automóvil
a Tafí del Valle, siempre al montao, desde Acheral a Tafí del Valle”.
…………………………………………………………………………………………………………………………..
“Yo salía a las cinco de la mañana, a las cuatro
de la mañana, ensillaba mi caballo, mi mula y salía. Y recién me amanecía en el
faldeo, a mitad de camino… ¡recién me amanecía! Vale decir que la luna me
acompañó siempre, por eso digo en los versos “Yo no le canto a la luna, porque
alumbra y nada más, le canto porque ella sabe de mi largo
caminar”.

¡Acheral de Tucumán! Ahí tenía mi
mula

Circulando por la ruta 307
rumbo al Aconquija

Río Santa Lucía, uno de los subafluentes del Salí,
en época de estiaje, desde la ruta 307
Si bien me parecía muy placentero el recorrido,
sin duda, el paisaje más imponente era el del faldeo oriental del Aconquija, que
recibía los vientos húmedos del Atlántico por lo que se generaba un bioma de
selva subtropical, que en la región era conocida como yungas. El variado tapiz
vegetal estaba representado por el pino del cerro, el saúco, el aliso, la
quinua, el molle, el horco molle, el cebil, el jacarandá, la tipa, el tala, el
zapallo caspi y arbustos de añagua.

Las yungas en la ladera
oriental del Aconquija

Abundante vegetación producto
de las lluvias orográficas
En esa ladera, además, se presentaban estrechas y
profundas quebradas por donde corrían gran cantidad de rápidos y caudalosos
ríos, todos ellos subafluentes del Salí, el principal río de Tucumán, que
alimentaba al embalse de Río Hondo en Santiago del
Estero.

Algunas
quebradas…

Monumento al Indio
En gran parte del camino bordeamos el Parque
Nacional Campo de los Alisos sobre su límite norte. Contaba con diecisiete mil
hectáreas donde se mezclaban las eco-regiones de las yungas con la de los
nevados, dando origen a diferentes ambientes de transición denominados
ecotonos.

Recién me amanecía en el faldeo, a
mitad de camino…

La Sierra del Aconquija pertenecía al Sistema de
las Sierras Pampeanas

Cuesta arriba, cuesta abajo, tres
cerros…

Muchos cerros superaban los
5000 m.s.n.m.

VIRGEN DE LAS
FLORES

Mucho tránsito en la tarde del
sábado

Llegando a lo más alto de la
cuesta…
Apenas pasamos lo más alto de la cuesta comenzamos el descenso por la
ladera occidental del Aconquija que miraba hacia los Valles Calchaquíes, y el
paisaje cambió en forma abrupta. Debido a que la mayoría de los cordones
superaban los 5000 m.s.n.m., los vientos húmedos del Atlántico ya no podían
pasar; y los del Pacífico estaban contenidos por la corriente de Humboldt y la
cordillera de los Andes. Así que nos encontramos con una zona árida y rocosa
presentando vegetación de arbustos espinosos como las tolas, los quimiles, las
chilcas y los cardones, cubierta de matorrales xerófilos.

Ladera occidental del
Aconquija, absolutamente desértica

Nacientes de ríos formando
quebraditas

Vegetación higrófila sólo en
las márgenes de los arroyos

Árboles caducifolios al final del
invierno

En la rotonda de El
Mollar

El Mollar con el dique La
Angostura de fondo

Dique El
Mollar
Después de más de dos horas de haber salido de la terminal de Tucumán
estábamos arribando a Tafí del Valle, donde bajó la mayor parte del pasaje,
mientras que otros se abastecieron de bebidas y comidas para continuar
viaje.

Un largo faldeo en el Valle de las
Carreras para entrar a Tafí…
El valle de Tafí hacía un hiato o separación de la Sierra del
Aconquija respecto de las Cumbres Calchaquíes, por las que transitaríamos en lo
sucesivo hasta llegar a destino.
Ana María Liberali