La Universidad frente al
neoliberalismo
“La universidad con salsa “boloñesa” es la
muerte de la universidad. La universidad era un templo de sabiduría. Esto que
hacen ahora es una escuela politécnica……lo que se enseña es saber hacer cosas,
pero no saber cómo son las cosas”. José Luis Sampedro.
Alfredo César
Dachary
Con la llegada y el control del mundo por el
neoliberalismo, las transformaciones que se dan en la sociedad y sus
instituciones han generado una verdadera revolución, que como toda
transformación profunda es irreversible, o sea, irrevocable.
De estos profundos cambios, no podía quedar fuera
la universidad, institución que viene desde muchos siglos atrás, desde la Edad
Media cuando el saber y la educación se encontraban relegados a las escuelas
existentes en los monasterios y catedrales, ya que los controlaban y legitimaban
al poder, ejercían el “poder” de administrar la educación, según sus criterios o
desde la religión.
A
partir del siglo XII, cuando los profesores empiezan a agruparse en defensa de
la disciplina escolar, preocupados por la calidad de la enseñanza y a partir de
allí se comienza a evolucionar hasta acabar con la formación de las primeras
universidades.
Se dice que la primera universidad en Occidente,
se fundó en Bolonia, varios siglos después en la misma ciudad se genera el
Tratado de Bolonia, eje del último asalto a la universidad ya descrito en el
comienzo por Sampedro, uno de los grandes científicos y
humanistas.
Los ejemplos cada vez son más fuertes y
constantes, y ratifican la idea central de Sampedro, sobre la degradación de la
universidad como constructora de un saber, lo cual está en contradicción directa
con la nueva idea de un conocimiento único, común a todos, expresado en el
proceso de globalización como la homogenización cultural a partir del
eurocentrismo, la ideología que construyó Europa occidental a partir del absurdo
de ser la gran civilización y única y que heredó Estados Unidos y que hoy se
trata de implantar como sostiene Fukuyama derivado del Fin de la
Historia.
En el caso de Estados Unidos, el país más
poderoso y eje del sistema dominante, el embate es muy resistido ya que las
universidades han sido un centro de transformación principalmente a partir de la
segunda mitad del siglo, en sus luchas por los derechos civiles, de las
minorías, el ecologismo, contra la guerra y a favor de la paz; pero eso son
otros tiempos, ya idos.
Para Noam Chomsky, un académico excepcional, el
asalto neoliberal a las universidades, se expresa sobre todo en la contratación temporal de profesores y la
desaparición de la carrera académica, que él considera como expresión de un
modelo de negocio, ya que estas contrataciones temporales son dominantes
en los meganegocios globales como es Walmart que eufemísticamente los llaman
“asociados”, empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria o de
desempleo, a fin de reducir costes laborales e incrementar el servilismo
laboral.
Por ello para Chomsky cuando las universidades se
convierten en empresas, su modelo de negocio entraña que lo que importa es
mantener los costos bajos y asegurarse de que el personal laboral es dócil y
obediente.
La universidad impone costos a los estudiantes y
a un personal docente que, además de tenerlo apartado de la carrera académica,
se le mantiene en una condición que garantiza un porvenir sin seguridad, lo cual
es perfectamente natural en los modelos de negocio empresariales, pero nefasto
para la educación, pero su objetivo no es la
educación.
A comienzos de los 70’s, suscitaba mucha
preocupación en todo el espectro político establecido en Estados Unidos el
activismo de los 60´s, comúnmente conocido como “la época de los líos”, que fue
una “época de líos” porque el país se estaba civilizando con las luchas por los
derechos civiles, y eso siempre es peligroso.
La
gente se estaba politizando y se comprometía con la conquista de derechos para
los grupos llamados “de intereses especiales”: las mujeres, los trabajadores,
los campesinos, los jóvenes, los viejos, etc. Eso llevó a una grave reacción,
conducida de forma prácticamente abierta.
De particular preocupación les resultaban las
escuelas y las universidades, que, decían, no cumplían bien su tarea de
“adoctrinar a los jóvenes” convenientemente: el activismo estudiantil, el
movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento
feminista y los movimientos ambientalistas probaban que los jóvenes no estaban
correctamente adoctrinados.
Bien, ¿cómo adoctrinar a los jóvenes?, para
Chomsky, se ideó una forma perfecta que era cargarlos con deudas
desesperadamente pesadas para sufragar sus estudios. Pero esa deuda es una
trampa, especialmente la deuda estudiantil, que es enorme, mucho más grande que
el volumen de deuda acumulada en las tarjetas de crédito.
Es una trampa para el resto de su vida porque las
leyes están diseñadas para que no puedan salir de ella, porque si los
estudiantes suspenden pagos, nunca podrán conseguir una tarjeta de la seguridad
social, o sea, es también una técnica de disciplina.
Pero ocurre en otros países, no en Estados
Unidos, que la educación superior es casi gratuita. Los países con los mejores
niveles educativos, como es el caso de Finlandia, la educación superior es
pública y gratuita. Y en un país rico y exitoso como Alemania es también pública
y gratuita. En México, un país pobre que, sin embargo, tiene niveles de
educación muy decentes si atendemos a las dificultades económicas a las que se
enfrenta, es pública y gratuita.
Pero los años 40´s y 50´s, recuerda Chomsky, en
Estados Unidos la educación superior se acercaba mucho a la gratuidad, ya que la
Ley GI ofreció educación superior gratuita a una gran cantidad de gente que
jamás habría podido acceder a la universidad y eso fue muy bueno para la
economía y para la sociedad; y fue parte importante de las causas que explican
la elevada tasa de crecimiento económico.
La situación es similar en el otro líder europeo,
el Reino Unido, donde en septiembre del 2016, 500,000 jóvenes se enfrentan al
acceso a la universidad donde deberán pagar matrículas que se encuentran entre
las más altas de las universidades públicas del mundo, más costosas que las de
Estados Unidos, Canadá y Australia.
El esfuerzo económico de las familias es grande,
pero hoy la universidad ya no garantiza un ascenso social automático y menos el
éxito. Para Steve Kemp-King, autor de un informe del grupo de expertos
Intergenerational Foundation, menciona que el aumento de la deuda estudiantil a
un promedio estimado de 40,000 libras o más significa que, para la mayoría, los
costos superan los beneficios.
En la actualidad más de 40% de la fuerza laboral
de Reino Unido tiene un título, más que cualquier otro país de la OCDE pero, sin
embargo, los empleadores ahora exigen un grado para empleos de baja
calificación, lo cual erosiona cualquier “prima por graduarse”, es decir, la
cantidad adicional que ganan los graduados durante su
vida.
El estudio realizado por Kemp-King tiene el
respaldo de los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadísticas de Reino
Unido, que muestran que el salario promedio de un año después de la graduación
es de 16,500 libras, mientras que después de 10 años es de 31,000 libras. Para
un cuartil más bajo, las ganancias promedio un año después de la graduación es
de 11,500 libras y aumenta a 20,000 una década después de salir de la
universidad.
Los políticos que usan el pretexto de las
ganancias financieras de toda la vida como una razón para permitir que las
universidades tripliquen el costo de sus matrículas y que ahora elevan además la
de grados medios “son culpables de un abuso brutal”, dice Kemp-King. “Es una
situación terrible”.
La cartera de los préstamos estudiantiles antes
de 1998 se vendió, el experto agrega que si el resto de la deuda también se
privatiza, “vamos a tener a toda una generación que efectivamente tenga
obligaciones con alguna institución financiera aún desconocida por el resto de
sus vidas”.
La idea de la prima de los graduados la impulsó
en noviembre de 2002 la Ministra laborista de Educación Superior, Margaret
Hodge. Argumentó que los graduados ganaban más de 400,000 libras durante su vida
que quienes no contaban con un título. Este argumento se utilizó para justificar
la eliminación de los límites en el número de lugares disponibles para
estudiantes, al igual que para el incremento en el costo de las
carreras.
Estas cifras no solamente son imprecisas
-principalmente porque dependen de un promedio que se distorsiona por los que
tienen mayores ingresos-, sino que después de una década de aumentos en el costo
de las matrículas y de los salarios estancados, ahora están más fuera de la
realidad, dice Kemp-King. “¿Qué es esta prima? Es una prima superior a la de los
empleos de menor categoría, los empleos de medio tiempo o de contratos de cero
horas”.
Kenneth Baker, alguna vez Ministro en el gobierno
de Margaret Thatcher, es otro que desafía la idea de que la universidad siempre
tiene resultados. Pasó los últimos cinco años con la creación de una red de 48
colegios universitarios técnicos, instituciones híbridas que ofrecen
capacitación vocacional para casi 10,000 jóvenes entre 14 y 18
años.
Hay un gran nivel de subempleo entre los
graduados y el problema se acentuó con la revolución digital, que terminó con
los puestos del estilo de mandos medios para la gente con títulos en
humanidades, así una brecha de las capacidades provocó que las calificaciones
técnicas se eliminen de las escuelas y de los cursos de educación
superior.
Otros países lograron superar de mejor forma el
problema que se conoce como “barista con doctorado”. Suiza, Austria, Alemania y
los Países Bajos mezclaron la educación formal, la formación, el trabajo y la
experiencia internacional para poder proporcionar las habilidades que requieren
los empleadores, de acuerdo con una investigación de Adecco, la firma de
reclutamiento con sede en Suiza.
Para Charlie Ball, subdirector de investigación
de Higher Education Career Services Unit, dice que todavía es mejor tener un
título que un grado medio para poder ampliar la habilidad necesaria para lidiar
con los rápidos cambios en la tecnología y en las empresas, ya que a las
compañías no les preocupa cuál es exactamente la carrera que estudiaron sus
empleados, agrega.
En medio de este mar de transformaciones donde
los robots ya compiten con el humano por el empleo, la formación universitaria
se enfrenta a grandes retos, por sus altos costos en los países más neoliberales
o por un mercado de trabajo que se comprime cada vez más y genera muchos empleos
basura como en el amplio espectro del área de servicios.
El reto de las universidades será asumir ese
papel nuevo como formadores de técnicos para un mercado cambiante y profesiones
elásticas para demandas flexibles, sin pretender crear o sostener nuevas ideas o
alternativas salvo las tecnológicas que son bienvenida en la gran carrera por
acelerar las transformaciones del sistema.
alfredocesar7@yahoo.com.mx