Argentina
Sobre el foro de inversores en el CCK
Jorge Altamira
Prensa Obrera 1428
Buenos Aires, 15/9/16
La escenificación ofrecida a los jefes de monopolios
internacionales en Buenos Aires supera cómodamente a la del reciente
bicentenario de la Declaración de la Independencia. El despliegue parece también
inusitado porque son pocos los observadores que identifican a este aluvión como
un anticipo de inversiones extranjeras. ¿De qué se trata, entonces?
El foro en del gran capital es, antes que nada, un
acto de intimidación pública, incluso si esto suena como un dislate extremista.
¿Quién puede dudar, sin embargo, que asistimos a una advertencia para nada
velada de que cualquier tentativa de obstaculizar la gestión macrista
equivaldría a hundir el apoyo del capital financiero internacional, que es
presentado como el único recurso disponible para superar la crisis de conjunto
de Argentina y, como mínimo, de iniciar alguna reactivación económica? El
gobierno espera que tomen nota de esto la burguesía nacional que se queja por
motivos variables (desde la elevada tasa de interés hasta el ‘dumping’
industrial de China), la clase media que aspira a ascender al primer mundo y
finalmente, por supuesto, la burocracia sindical, que ha venido apoyando el
ajuste con una firmeza digna de mejores causas. El foro está al servicio de la
estrategia del macrismo de cooptar fuerzas ajenas, para apostar a ganador en las
parlamentarias de 2017 y asegurar su permanencia en la Rosada. Nadie pondría un
dólar en inversiones directas antes de ver los resultados electorales del año
que viene.
Por sobre todas las cosas, sin embargo,
la inusitada asistencia de Ceo’s de las principales corporaciones
internacionales tiene que ver con una política de los estados imperialistas. El
gobierno de EEUU, principalmente, enfrenta la necesidad de capitalizar el
derrumbe de los sedicentes gobiernos nacionales y populares, o sea meter a sus
países en una sólida red de control norteamericana y evitar (no hace falta
decirlo) que se produzcan situaciones revolucionarias. El cónclave en el recinto
CCK es una convocatoria política motorizada por el State Department de Obama –de
otro modo no hubiera reunido siquiera al 10% de la concurrencia. La presencia en
Buenos Aires ‘dei capi tra i capi’ del capital financiero es una señal política
de respaldo hacia Brasil, cuyo novel gobierno golpista es repudiado por la
población y cruzado por contradicciones insuperables de las ‘maffias’ que
auparon a Temer. Es también un mensaje sin encriptación para financiar el
recambio político en Venezuela con endeudamiento extranjero - naturalmente a
tasas usurarias, y la ‘asistencia’ del FMI. En esta red de pesca se encuentra
asimismo Colombia, para la cual el acuerdo de paz con las Farc viabilizaría las
condiciones de un enorme programa de ajuste y endeudamiento, al cesar la sangría
económica de la guerra civil. Los medios no han reparado que en el Centro
Kirchner no están los ejecutivos de China ni los de la rusa Gazprom, que han
brindado un generoso financiamiento a los gobiernos nac & pop en América
Latina, e incluso pretenden mantener sus negocios (petróleo, represas, un
comercio creciente) o entrar en otros (Vaca Muerta). En uno de los diarios de
hoy (13.9), uno de los ‘chief executives’ reclama “normalizar” las relaciones
con chinos y rusos, o sea poner fin a los favores excepcionales que les habría
brindado el kirchnerismo. Pagani y Rocca, los dueños de Arcor y Tenaris, se han
subido al centro del escenario para colocarse del lado norteamericano y europeo
en el enfrentamiento con China. La UIA ha reclamado una protección contra el
acero de China y Tenaris ha cuestionado la provisión de tubos de China para las
redes troncales de gas de Córdoba. La burguesía nacional de la UIA, Massa,
Pignanelli y el deshilachado FpV ha sido cooptada al foro del capital financiero
internacional.
Inversiones que veremos
Los comentarios de los especialistas (Dante Sica, en
Clarín) describen algunos de los condicionamientos que conspiran contra una
llegada de inversiones extranjeras (no mencionan que Macri debería ganar primero
las elecciones de octubre de 2017). Es el ‘impasse’ del huevo y la gallina,
porque sin ellas se le hará difícil ganarlas. Esos comentarios esquivan, además,
la cuestión esencial –que el prerrequisito de esas inversiones es una
reorganización integral de la economía, lo cual supone desplazamientos de
intereses y quiebras. Por eso el primer rubro inversor apuntará a la compra y la
reestructuración del capital instalado. Eso habrá de ocurrir con YPF, que no
tiene medios propios ni estatales para desarrollarse, cuando su deuda conjunta
es varias superior a un capital en Bolsa fuertemente desvalorizado. La brasileña
Petrobrás, con una deuda de u$s 250 mil millones, ya ha cumplido con el 60% del
plan de venta de sus activos, en tanto el Congreso de Brasil ha votado a favor
del ingreso de operadoras extranjeras en la actividad pre-sal. Lo mismo ocurre
con la siderúrgica Usiminas (Techint-Nippon Steel), que está vendiendo activos
para hacer frente a sus deudas. Gran parte del capital brasileño se encuentra en
“recuperação judicial” (concurso de acreedores), paso previo a la venta de
activos o a la cesión de capital. Las compañías de Argentina han colocado bonos
por varios miles de millones de dólares en el exterior, no para financiar
inversiones directas sino para arbitrar entre las tasas de interés externas (7%)
y las internas (30%), con un dólar planchado. En suma, asistimos a ‘inversiones’
para adquirir activos de empresas relativa o totalmente insolventes y a un mayor
endeudamiento internacional de características financieras especulativas. Las
compañías petroleras internacionales pujan por concesiones que les permitan
anotar como propias las reservas comprobadas, pero en las que invertirán
solamente si aumenta el precio internacional de los combustibles.
En Argentina, en esta área privilegiada de energía y
combustibles no convencionales, el gobierno ha anunciado precios reglamentados
de u$s 7.50 para un BTU que en el mercado internacional cotiza a u$s 2.50, y de
u$s 60 para un barril que cotiza a u$s 45. El punto crucial para el capital
internacional es, sin embargo, que el Estado abandone los poderes discrecionales
que le ha dado la emergencia decretada en 2002 y vuelva al régimen de contratos
de servicios dolarizados o, eventualmente, a un mercado desregulado. El
encarecimiento de la energía diezmaría a la industria nacional (ni qué decir de
la economía familiar) y, si prosigue la baja de precios agrarios, incluso al
complejo industrial agrario. La explotación del petróleo convencional está
condenada, reducida a pozos agotados –con la perspectiva de despidos masivos; su
lugar lo ocuparía las distintas variantes de gas no convencional (Vaca Muerta,
la apuesta nac & pop de CFK y Kicillof) y el petróleo del Atlántico Sur
(asociación con compañías instaladas alrededor de Malvinas, si los precios
internacionales lo habilitan –y, marginalmente, las nuevas energías. Esto
significará un cambio de manos en el mercado petrolero. Pampa Energía –del grupo
‘nacional’ Mindlin–, por ejemplo, solamente podrá aprovechar su compra a precio
vil de los activos de Petrobrás en Argentina (se ha iniciado un juicio contra la
venta en Brasil), si se hipoteca a la Bolsa de Nueva York. El derrumbe de las
economías y de los Estados latinoamericanos plantea una reorganización
estratégica de sus sociedades, que solamente podrán ejecutar las corporaciones
internacionales, con sus métodos de destrucción y de miseria, o en términos
históricamente progresivos, por los trabajadores con un gobierno y partido
propios. Significa una confrontación de poder.
Los
nueve meses de macrismo han mostrado la hilacha en forma suficiente: la deuda
conjunta de Nación, provincias y corporaciones se incrementó en u$s 40 mil
millones (la deuda a los buitres se pagó por encima incluso del valor de
emisión). La deuda del Banco Central es de $650 mil millones, unos u$s 65 mil
millones, la mayor parte colocada a 30 días, a tasas del 30% anual. El ‘método’
macrista de combate a la inflación es enormemente confiscatorio y puede derivar
en una explosión financiera. El desarme de esta bomba implicaría una negociación
con los acreedores locales para convertir esa deuda, progresivamente, en deuda
del Tesoro, lo que llevaría el monto de la deuda pública a unos u$s 500 mil
millones –el ciento por ciento del PBI. El Tesoro Nacional ingresaría al sistema
de la refinanciación permanente y convertiría a Argentina en un Estado Asociado
- “a la Puerto Rico”.
Crisis mundial
El derrumbe económico y político por el que atraviesa
América Latina muestra las limitaciones insuperables de los planteos y
movimientos nacionalistas burgueses que han gobernado desde hace más de una
década, pero es, antes que nada, la consecuencia de la crisis mundial. La
economía y la política del capital reclaman, en este cuadro de bancarrota, una
reorganización social y económica de alcances catastróficos, para lo cual
necesita reunir los recursos políticos y económicos que la hagan viable. Esta
reorganización plantea un nuevo reparto de mercados y de influencias
internacional. Una nación subdesarrollada que necesita un rescate para no ir a
la quiebra, pone en evidencia una acumulación capitalista que ha sobrepasado sus
posibilidades de rentabilidad y de mercado. La caída de los precios
internacionales de la exportación de las naciones de AL se suma a la fuga de los
capitales que buscaron explotar aquel período alcista. Esa ola de endeudamiento
internacional que ahora se bate en retirada, se verificó también en la Argentina
‘desendeudada´. En primer lugar porque pagó deuda externa con una deuda local
creciente y, en segundo lugar, porque liquidó el crédito propio que tenía con el
mercado mundial (los u$s 70 mil millones en el Banco Central, por ejemplo, que
fueron convertidos en Letras incobrables). El agotamiento del crédito con el
mercado mundial es equivalente a un aumento del endeudamiento neto (créditos
menos deudas).
Para el imperialismo mundial, el
realineamiento con América Latina es absolutamente fundamental de cara a las
guerras en Medio Oriente, Europa del Este y África. En todas las guerras
pasadas, la cuestión del “patio trasero” ocupó un lugar estratégico. La enorme
disputa en los servicios de inteligencia locales, la crisis que desató el
‘entendimiento’ con Irán, la muerte de Nisman, el asunto del narcotráfico –todos
se enlazan en torno al lugar estratégico que debe ocupar Argentina en un
conflicto de alcance mundial. Para el imperialismo norteamericano, América
Latina debe ser una frontera de seguridad, invulnerable a la operación de
potencias rivales. Reducir el ‘concilio inversor’ en el CCK a temas de economía
y estos temas a un cálculo de rentabilidad, es una ingenuidad.
La bancarrota capitalista mundial conduce, aunque por momentos de un
modo sinuoso, a una agudización excepcional de la lucha de clases. La evidencia
de que es así ha quedado demostrada en los últimos años en numerosos países y
regiones. De aquí debe partir una política obrera emancipadora.
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