Visita a la Comarca Andina del Paralelo
42
El sábado 11 de octubre por la mañana, algunos de
los participantes del XVI Encuentro Humboldt, nos reunimos en el centro Cívico
de Bariloche para encarar una salida de campo a la Comarca Andina del Paralelo
42.

Llegando al Centro Cívico
desde la calle Mitre

La torre del reloj del Centro
Cívico

En el piso de la plazoleta del
Centro Cívico
estaban pintados los pañuelos
blancos de las Madres de Plaza de Mayo
Desde fines del siglo XIX, la historiografía
argentina consideró al General Julio Argentino Roca como el héroe máximo de la
“Conquista del Desierto” o “Guerra contra el Indio”, por la cual se había
avanzado en la ocupación del territorio pampeano-patagónico por parte del
gobierno argentino, de los oficiales de la campaña, y de estancieros tanto
argentinos como británicos. Sin embargo, un siglo después, un justo
revisionismo, había considerado que tal acontecimiento había sido un verdadero
genocidio, no sólo por no tener en cuenta la ocupación previa de las comunidades
ranqueles, mapuche y tehuelche, sino por la diferencia de tecnología
armamentista entre unos y otros. Por esa razón, una estatua en homenaje al
General Roca en el Centro Cívico de Bariloche constituía una ofensa para gran
parte de sus habitantes, en especial, para los descendientes de dichos pueblos.
Esa era la razón de la inscripción ASESINO, en el caballo del monumento.

La inscripción ASESINO en el monumento al General Roca
Partimos recién a las nueve y media
rumbo al sudoeste y pasamos por varios barrios periféricos, esos que no se le
mostraban a los turistas, y que crecían cada vez más, como en tantas otras
ciudades del país, pero con el agravante de estar cubiertos de nieve gran parte
del año.

Uno de los barrios periféricos. El Bariloche que no veían los
turistas
Ya dejando la zona urbanizada, por la ruta 40, comenzamos a bordear
el lago Gutiérrez por su margen oriental, observando la cordillera de los Andes,
que en el sector patagónico era, geológica y geomorfológicamente, muy diferente
a los Centrales. Y justamente esas diferencias, habían sido las que habían
ocasionado problemas de límites con la vecina República de Chile.

Por la ruta 40 bordeamos el
lago Gutiérrez
La mayor parte del límite entre Argentina y Chile,
fue establecido mediante el Tratado de 1881, así como por otros acuerdos
producto de conflictos posteriores.
En dicho documento se determinó que la línea
fronteriza correría de norte a sur por las cumbres más elevadas de la cordillera
de los Andes que dividieran aguas, desde el cerro Zapaleri (punto tripartito
entre Argentina, Chile y Bolivia), hasta los 52° S. Y que en la parte austral
del continente y al norte del estrecho de Magallanes, el límite entre ambos
países sería una línea que, partiendo de Punta Dungeness, se prolongaría por
tierra hasta Monte Dinero; y desde allí continuaría hacia el oeste, siguiendo
las mayores elevaciones de las cadenas de colinas hasta Monte Aymond. Desde ese
punto se extendería hasta la intersección del meridiano 70°S con el paralelo
52°S, y luego por el divortium aquarum de los
Andes.
Pero cuando fueron a hacer las demarcaciones, se
encontraron con la sorpresa de que las altas cumbres de la Cordillera coincidían
con la divisoria de aguas entre el Atlántico y el Pacífico hasta la provincia
del Neuquén, donde las glaciaciones habían generado morenas mucho más elevadas
que el propio plegamiento andino, que a la vez se había erosionado con mayor
intensidad. Por lo tanto, muchos ríos y lagos que se encontraban hacia el este
de las altas cumbres, desaguaban hacia el océano
Pacífico.
En toda la cordillera patagónica, dichos
conflictos fueron dirimidos por árbitros que tomaron diferentes criterios en
cada caso. Y en la zona donde nos encontrábamos, se podía verificar que
estábamos parados sobre una morena que separaba al lago Gutiérrez que desaguaba
en el Nahuel Huapi, de vertiente atlántica, del Marcardi, que lo hacía hacia el
Pacífico a través del río Manso. En ese sector, el límite pasaba por las altas
cumbres del cerro Tronador que contaba con tres picos: uno argentino, otro
chileno, y el más elevado, internacional.

Divisoria de aguas entre el Atlántico y el Pacífico entre los lagos
Gutiérrez y Mascardi
A medida que avanzábamos hacia el sudoeste, las precipitaciones
aumentaban, y, por ende, la flora se hacía más densa y diversa. Se trataba de
una morena glaciaria frente a un bosque de coníferas donde predominaban los
coihues, las lengas y los ñires.

Los bosques sobre la morena estaban
compuestos por coihues, lengas y ñires

Vista parcial del lago
Mascardi

Área de derrumbes por erosión mecánica y
glaciaria

Altas cumbres de los Andes
Patagónicos en época de deshielo

Nacientes de un río
patagónico

Gran cono de deyección

Blancos cúmulos, señal de buen
tiempo

Paisaje andino en
la provincia de Río Negro

Transitando por la ruta
40

Uno de los tantos cursos de agua, alimentado por
lluvias y deshielo
Después de transitar por la increíble ruta 40
atravesando la provincia de Río Negro por el oeste cordillerano, llegamos a El
Bolsón, localidad situada a los pies del imponente cerro
Piltriquitrón.
Allí hicimos una breve recorrida y nos detuvimos a almorzar
degustando platos típicos de la región. Yo probé tallarines con hongos de pino,
¡deliciosos!

Llegada a El Bolsón al pie del cerro
Piltriquitrón

Fideos con hongos de
pino
Continuando hacia el sur, en las primeras horas de
la tarde arribamos a El Hoyo, un pequeñísimo pueblo a ciento cincuenta
kilómetros de Bariloche y a sólo doce de El Bolsón, pero ya en la provincia del
Chubut.

Por la ruta 40 llegamos a El
Hoyo, en la provincia del Chubut
En toda la zona se extendía el bosque andino
patagónico, un bioma caracterizado por la presencia de coníferas con especies
como el Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis), el Radal (Lomatia
hirsuta), el Cohiue (Nothofagus dombeyi), el Ñire (Nothofagus antárctica), y la
Lenga (Nothofagus pumilio); además de pinos implantados de diversas variedades,
y arbustos nativos y exóticos.

A principios de la primavera
las especies caducifolias aun no tenían
hojas

En el mirador de El
Hoyo

Vista del valle del río Epuyén desde el mirador de El Hoyo

Las alturas de las montañas no
soprepasaban los 2500 m.s.n.m.

La localidad de El
Hoyo tomaba su nombre de la topografía del lugar donde se encontraba
emplazada
Entre las principales actividades económicas se destacaba la
producción de cerezas, frambuesas, frutillas, moras y otras frutas finas de
manera artesanal en pequeñas chacras, además de otras de carácter
forestal.

Visita a El Hoyo, Capital Nacional de la Fruta
Fina
Santiago Böndel, quien estuvo a cargo de la guiada científica durante
toda la jornada, nos comentó acerca de un emprendimiento dedicado a la
extracción de turba y su posterior industrialización.

Santiago Böndel dando explicaciones al grupo sobre las
características del lugar

Explotación de turberas en las cercanía de El
Hoyo

La turba es un carbón vegetal de baja ley que se
encuentra en áreas pantanosas

En 2014, momento en que nos
encontrábamos allí,
El Hoyo contaba con una
población aproximada de tres mil habitantes

Tranquila calle de El
Hoyo

La localidad se encontraba a 226
m.s.n.m.
Dejamos El Hoyo y continuamos viaje hasta el Parque Nacional Lago
Puelo, que, como toda la región andina patagónica, se caracterizaba por su
paisaje montañoso con lagos tectónico-glaciarios. Sin embargo, algo lo hacía
diferente, y era su microclima que daba origen a fuertes ingresiones de la flora
valdiviana chilena, única en el país. Entre las especies más llamativas se
encontraban el tique, el avellano, el ulmo, el lingue, el deu, el boqui blanco,
la Gaultheria insana, además de las del bosque andino patagónico.

Angie en el Parque Nacional
Lago Puelo

Detalle del ulmo o
muermo, planta característica del lugar

Estás disfrutando de uno de
los lugares más sanos del mundo.
Es tuyo,
cuidalo

Lago
Puelo
Acceso Zona
Portuaria
Prohibido
bañarse

Embarcadero del lago Puelo

Con Omar a la vera del lago
Puelo

Foto grupal de todos los participantes
de la visita a la Comarca Andina del paralelo 42
Desandamos el camino, y después de una
cena compartida, terminamos la noche con típicos cafés en una confitería de la
calle Mitre de Bariloche.

Terminamos la noche en una confitería
del Centro de Bariloche
Antes de dormirme, con la cabeza sobre
la almohada, me quedé pensando todo lo que había conocido durante ese día, a
pesar de haber recorrido la zona más de una vez tiempo atrás. Entonces recordé
la famosa frase anónima que afirmaba que “el verdadero viaje de descubrimiento
no consiste en buscar nuevos caminos sino en tener nuevos ojos”. Y yo
evidentemente los había tenido.
Ana María Liberali