Los diputados del Partido Obrero no hemos venido
a Tucumán a compartir honores ni ágapes. Sí hemos venido a esta asamblea
legislativa a expresar la posición de los socialistas en este momento crucial de
la vida nacional y a 200 años de 1816. La historia, se sabe, se escribe desde el
presente, en la mirada del pasado forjamos la conciencia política, la conciencia
popular y un proyecto de futuro. Nos ha llamado la atención poderosamente la
completa ausencia de deliberación popular que ha caracterizado a este
bicentenario, porque desde el poder (no me refiero sólo al gobierno, sino a
todas las fuerzas políticas de Estado, la unión industrial, las entidades
rurales, los sindicatos), no hay un impulso de una auténtica deliberación
popular. Nosotros ayer hemos marchado en Tucumán con las víctimas de la
impunidad de esta provincia, hemos hecho un acto con los obreros azucareros, hoy
haremos un acto público porque lo nuestro es la organización de los trabajadores
y es la deliberación popular. Por otro lado, hubo un congreso eucarístico, que
vino a reforzar una idea de participación clerical en la educación y de bloqueo
de derechos fundamentales de la mujer. Una reunión cerrada de una Justicia de la
impunidad. Tenemos una celebración de un gobierno y fuerzas políticas que
gobiernan desde la colonización financiera, que gobiernan con el ajuste al
pueblo trabajador. Hay algunos actos militares que son alarmantes porque están
abriendo un nuevo punto final, una autonomía alarmante de las fuerzas armadas,
un alineamiento internacional reforzando el envío de tropas argentinas a Haití y
reforzando todo un alineamiento para participar de las aventuras del
imperialismo en el mundo.
Notoriamente, no se ha convocado a los ex
presidentes. Claro, alguno ha sido senador para evitar gravísimas causas por
contrabando de armas, otro ha sido ignominiosamente sobreseído por los 33
muertos del 20 de diciembre, por las causas de las coimas del Senado, otro es
responsable político de los crímenes del Puente Pueyrredón. La señora ex
presidenta está hoy compareciendo en los tribunales por el estallido de causas
de corrupción en la Argentina. De hecho, son representantes políticos que marcan
la realidad dura de una clase social que nos gobierna. Y resulta todavía más
duro que se invite al rey de España, al rey del Estado español, una monarquía
declinante y corrupta. Es como invitar un 2 de abril al primer ministro del
imperialismo británico, Cameron.
Aquel congreso de 1816, vamos a decir brevemente,
dio a San Martín la declaración formal de la independencia, que fue importante
para la campaña sanmartiniana del Perú y las guerras de la independencia que le
siguieron. Fue, sin embargo, un congreso que dio la espalda a la unidad de las
provincias del Río de la Plata, al Paraguay, al Uruguay, al Alto Perú. Un
congreso que consagró la división dejando afuera a cinco provincias, dejando
afuera el gran proceso de los pueblos libres de la Banda Oriental. Creemos que
el Estado nacional conoció su verdadera prefiguración después de pasar por la
anarquía del 20, por la división de Mitre y Urquiza, después de Rosas; la
conoció en la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, un emprendimiento
contrarrevolucionario que marcó definitivamente la constitución de un Estado de
los estancieros y de una burguesía comercial que nos condenó como colonia
financiera del imperialismo. Una característica y una condición que no hemos
abandonado hasta hoy.
Para nosotros no hay una grieta como la que se le
presenta a los argentinos. La verdadera grieta es entre el parasitismo
capitalista, entre los que fugan los capitales y ese pueblo trabajador de la
República Argentina que protagonizó tantas gestas -la última de ellas, la de la
rebelión popular, el Argentinazo de 2001. Nos referenciamos en las tradiciones
de los últimos cien años de la clase obrera argentina, que irrumpe en la escena
constituyendo un partido en 1896, en las huelgas generales, la constitución de
los sindicatos, la huelga general del Centenario, el gran proceso de la Semana
Trágica, de sus luchas, de la Patagonia Rebelde, de la clase obrera que irrumpe
el 17 de octubre, de los trabajadores que hacen el Cordobazo y desarrollan el
clasismo, empezando a prefigurar lo que hoy es como alternativa política el
Partido Obrero y el Frente de Izquierda, reivindicando, como dije, las jornadas
de 2001.
El pago a los fondos buitre ha constituido en
estos días, en estos tiempos, votado por todas las fuerzas políticas de este
Congreso con mayor o menor disidencia, la columna vertebral de un nuevo rumbo de
sometimiento al capital financiero internacional. Por eso vivimos el ajuste, el
blanqueo de los que se llevaron los capitales y han vaciado la Argentina. Por
eso tenemos esta Argentina de un 40% de trabajadores en negro y una Anses
saqueada que caracterizan el momento. No creemos en una independencia con la
mayoría nacional explotada, con un tercio de los argentinos en la pobreza. Por
eso, hemos venido a reivindicar esta tradición histórica y a plantear que la
clase social que nos gobierna, y sus partidos, ha agotado su cometido histórico,
incluidos los movimientos nacionalistas. Que el cometido de la unidad de América
Latina, que se ha abandonado como reivindicación, lo harán los trabajadores bajo
la forma de la Unidad Socialista de América Latina. Viva la clase obrera, vivan
los trabajadores, viva la Unidad Socialista de América Latina, viva el
socialismo en todo el mundo.