El turismo: más allá del
viajero
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Antonio
Machado
Alfredo
César Dachary
El viaje es parte de la historia del desarrollo
del hombre como especie, ya que comienza siguiendo los ritmos de las estaciones,
persiguiendo los animales para cazar y concluye con la revolución agraria,
cuando el hombre logra transformar su vida en sedentaria.
Los viajes fueron la excepción, ya que se
requería de una gran valentía o inconsciencia hasta el siglo XV, en que
comienzan a caer las visiones fantásticas y falsas del mundo que se habían
sostenido en la era anterior, donde el mar tenía un fin: el infierno y alojaba
criaturas gigantes y malévolas; los bosque tenían zonas pantanosos donde salían
las miasmas, fuentes de enfermedades; las montañas eran los restos del diluvio y
otras tantas visiones que mostraban a la naturaleza como enfrentada con la fe de
la época.
Por ello los viajeros, primero por necesidad,
luego por fe y más adelante por cultura era una selecta agrupación de gente que
podían de diferentes maneras financiarse una expedición a lugares donde no había
ni servicios ni infraestructura específica y los caminos eran un verdadero
albur, tanto en tierra como en el mar.
Con la emergencia del capitalismo y el cambio de
era, nace la era industrial, empiezan a darse grandes transformaciones en la
sociedad occidental, que es nuestro referente, comienza la sociedad a vivir los
orígenes del nacimiento de la ciencia moderna y se trata de buscar explicaciones
a todo, incluido los “otros” que llamaban indígenas y que creían que no eran
similares a ellos, origen de la visión racista.
La mujer comienza a tener una mayor independencia
la cual se logra en el siglo XX, los hábitos cambian, la calidad de vida mejora
para unos y empeora para la gran mayoría: los nuevos obreros, y en medio de esto
se da la revolución del transporte, que implica la liberación del hombre de la
atadura a su tierra, una revolución que tiene una gran repercusión en las
poblaciones, especialmente rurales.
Allí nace el turismo como un modelo propio del
emergente capitalismo, un modelo de negocios que crecerá y llegará a ser uno de
los referentes ideológicos del sistema, además de uno de los soportes de la
futura sociedad del consumo.
El turismo vive un siglo sin que se piense que es
y luego aparecen los primeros estudios, inicialmente dominados por la idea del
otro, el extranjero, el diferente, coincide con la época en que se “descubrían”
nuevos pueblos y se ampliaba el conocimiento del mundo.
Así pasó la mitad del siglo XX y en el comienzo
de la nueva sociedad del consumo, preámbulo del fin de la era industrial y el
fordismo, comienzan los estudios del turismo primero como terciarios y luego al
final del siglo los hacen universitarios, aunque el fenómeno no tenga un
paradigma de base, sino teorías parciales de fenómenos y la mayoría de los
estudios han sido de análisis casuísticos, ante la falta de una teoría central.
Jafari habla de plataformas no de teorías, de
transformaciones y adecuaciones, mientras De Kadt, unas décadas antes, habla del
modelo de desarrollo, lo cual se suma a la visión antropológica de Jurdao que
analiza las transiciones de las comunidades rurales a ciudades turísticas, y
luego MacCannell analizará éste desde la
sociología.
Ramón Martínez Fraile ha sido uno de esos
pioneros que ha transitado el camino del turismo inicialmente como Teniente de
Alcalde de Barcelona, luego en empresas hoteleras como AC Hotels, domo directivo
de RENFE (Ferrocarriles de España), presidente del Patronato de Turismo de
Barcelona, director general de turismo también de Barcelona de 1994 al
2000.
En el 2004 Martínez Fraile es designado
Secretario General de Turismo del gobierno de Zapatero, para pasar en el 2005 a
ser el Presidente del Salón Internacional del Turismo de Barcelona, y luego como
premio final fue designado por el Secretario General del OMT, Taleb Rifai,
Special Adviser de esa organización.
Antes de fallecer en el 2015, éste que ha sido
considerado por gran parte de la academia como de la industria del turismo como
un gran maestro publicó un libro donde en un lenguaje sencillo plantea grandes
verdades que normalmente no nos permitimos escribir.
“El Gran turismo, mitos y verdades de uno de los
motores de la economía” se editó en el 2013, y ha tenido un fuerte impacto en
los que trabajamos en el turismo, mucho más en la propia España donde es uno de
los motores principales de la economía del país.
Al hablar de la educación en turismo hace una
clara diferencia, ya que para Martínez Fraile, “el turismo no es una ciencia, no
tiene una teoría general, por ello es un oficio y como tal no requiere de
escuelas universitarias, sino de muy buenas escuelas de formación
profesional”.
Esto coincide con un estudio que realizó el
Ministerio del Trabajo sobre 350,000 egresados en España para ver sus niveles de
empleo y crecimiento. La Diplomatura en Turismo y la Ingeniería Técnica Forestal
son las dos carreras universitarias con menos opciones en el mercado de trabajo
español. Tanto en una como en otra, uno de cada dos titulados han acabado
empleados en algo para lo que no necesitaban ningún tipo de cualificación: ni la
universitaria ni ningún estudio previo, más allá del graduado escolar.
El 45% de titulados españoles trabajan por debajo
de su cualificación, según las primeras grandes cifras de este informe, cuyo
contenido se publicitó parcialmente hace un mes. Este porcentaje, que dobla la
media europea, denota un desfase entre la oferta y la demanda y refleja también
una realidad muy específica del mercado español, con las tasas más altas de paro
del continente, un 50% de desempleo juvenil, y la resaca de una burbuja
inmobiliaria que estalló por los aires. Algo menos de la mitad de ese porcentaje
(el 20%) de los titulados han encontrado un empleo que requiere una formación
media y el 24,4% se dedican a algo que no requería ningún tipo de estudio
previo.
El informe, analizado por El País, ofrece una
fotografía fija de las carreras con más sobrecualificación, que encabezan la
lista distintas diplomaturas (Turismo, Gestión y Administración Pública o
Relaciones Laborales), ingenierías (Técnico Forestal, Técnico de Minas) y
Licenciaturas como Historia del Arte o Geografía.
El autor termina esta reflexión preguntándose, si
conocemos directores de grandes cadenas que son egresados de turismo y la
realidad es que haciendo historia nos es difícil poder encontrar uno en estos
grupos de ejecutivos y sí muchos que tienen una educación básica y una larga
experiencia.
Los grandes gurús de la economía, así como los
principales organismos internacionales como la CEPAL para Latinoamérica, obvian
hablar del turismo, aunque sea unos de los motores de las economías de estos
países, ya que parten del error de considerarlo como una exportación, consumida
en el lugar, un error doble, porque desconocen el peso del turismo interior y el
papel del turismo en las inversiones para la industria del destino que las
aloja.
Pero además hay muchas cosas a sumar, como la
visión simplista que ha llevado a una limitada inteligencia que se ejerce para
la explicación del fenómeno, que siempre se lo limita a los viajeros del
exterior y los que se alojan en establecimientos formales, algo que hoy ya ha
sido superado por nuevas formas de alojamiento y viaje especialmente por los
jóvenes.
El modelo de desarrollo del turismo tiene
ejemplos no solo en los paraísos turísticos de las islas tropicales en las
cuales domina, sino que si bien España no tiene petróleo pero ingresa el doble
de lo que ingresaba Irán por exportaciones petroleras, por el turismo.
La otra diferencia es que en el petróleo los
beneficios van al Estado o las grandes transnacionales, y en el turismo la
derrama se redistribuye entre muchos sujetos además de los grandes empresarios.
Otro mito es que los puestos de trabajo que crea el turismo no tienen valor
añadido, y la experiencia de ellos ¿no vale?, el idioma que hablan no es valor
añadido, ¿son todos puestos simples?
El Presidente de Brasil en la segunda parte de la
primera década de este siglo, Lula da Silva, basó su “revolución” en dos
industrias: la pesca y el turismo, y de los nuevos 10 millones de empleos que
generó esta “revolución”, el 80% fueron en el
turismo.
Al final del texto plantea lo que él denomina los
diez mandamientos del turismo, de los cuales sacamos algunos para este artículo.
Comienza con afirmar que el turismo nacional es esencial, una realidad que ha
chocado siempre con la burocracia de la OMT, y que es un principio aceptado por
los grandes países turísticos comenzando por Estados
Unidos.
Otro mandamiento es “la distancia es el tiempo no
los kilómetros”, y da como ejemplo que Lula corrió la capital turística de
Brasil, Río de Janeiro a Salvador de Bahía para acercarla a dos emisores
fundamentales: Estados Unidos y Europa.
Otro mandamiento es que “el producto prima sobre
el destino” y a veces en la promoción esto no está claro, ya que lo que genera
las ganas de conocer un destino es el producto bandera u otro que pretendemos
redescubrir.
Por último, el maestro plantea “… el turismo es
economía, no es ni fiesta ni boato ni parafernalia, no es fiesta, juerga o
casualidad, es un motor que genera más de 500 millones de puestos trabajo”.
Estas ideas de este gran maestro y directivo del
turismo, empresas e incluso subsidiarias como RENFE van más allá de la academia,
reflejan la experiencia en la gestión pública y en la privada, los dos
escenarios donde el turismo requiere de una gran visión para seguir creciendo y
confirmar su posición como la gran industria de escala global.
alfredocesar7@yahoo.com.mx