De Firenze a
Napoli
Lunes 3 de febrero. Caminamos con el equipaje las
pocas cuadras que nos separaban de la estación ferroviaria “Santa Maria
Novella”. Y al llegar al área de los andenes, descubrimos algo en lo que no
habíamos reparado los días anteriores, un recordatorio de que el 9 de noviembre
de 1943, desde allí habían partido mujeres, ancianos y niños judíos rumbo al
campo de concentración de Auschwitz.
Tomamos un refrigerio en uno de los bares y a las
doce y cuatro minutos del mediodía partimos en el tren de alta velocidad Freccia
Rossa rumbo a Napoli.

Homenaje a los judíos que
desde allí partieron en 1943 rumbo a
Auschwitz.
En el fondo el tren de alta
velocidad Freccia Rossa
El clima del Mediterráneo se caracterizaba por la alta concentración
de lluvias en el período invernal, pero en 2014, las precipitaciones estuvieron
por encima del promedio habitual, e Italia quedó prácticamente bajo las
aguas.

Canales de riego saturados a
poco de salir de Firenze
El tren iba siguiendo el curso del río Tiber, que
nacía en el sector occidental de los Apeninos para desembocar en el mar
Tirreno.
Los Apeninos formaban la columna vertebral de Italia por extenderse
de norte a sur, pero su altura promedio apenas superaba los dos mil metros, la
tercera parte de la de los Andes Centrales. Y si bien las laderas orientales
eran escarpadas, las occidentales, que eran por las que estábamos desplazándonos
eran mucho más suaves terminando en llanuras donde estaban situadas la mayoría
de las ciudades históricas.

Viviendas rurales con el marco
de los Apeninos Centrales

Omar en el Freccia
Rossa

Suaves colinas en el sector
occidental de los Apeninos Centrales

Formación de lagunas en las cercanías de Bassano
In Teverina,
en la provincia de Viterbo, región en el
Lazio

No paró de llover en todo el
trayecto

El tren iba siguiendo el curso
del río Tiber

Y lo cruzamos más de una
vez…

Suaves y verdes
laderas en el sector occidental de los Apeninos
Centrales

Campos inundados en las
cercanías de Roma
Tras una breve parada en Roma
llegamos a Napoli a las 15,30 con veintiséis minutos de atraso. Habíamos
recorrido quinientos cincuenta kilómetros, que habitualmente se hacían en sólo
tres horas, pero algunas zonas donde el agua llegaba hasta la vía habían
impedido que se mantuviera el promedio de alta
velocidad.

Casas rodantes en los
suburbios de Roma
Tomamos un taxi hasta el hotel
Piazza Bellini, ubicado en la Via Santa Maria di Costantinopoli, a veinte
cuadras de la estación, pero nos cobró como si hubiésemos hecho un citytour.
Algo habitual en Italia, pero no estábamos para discutir bajo una lluvia
torrencial.
El hotel Piazza Bellini, de
tres estrellas, funcionaba en un edificio del siglo XVI, el que fuera el Palazzo
del Tufo, y perteneciera posteriormente a los Castriota de Scandenberg. Cuando
ingresamos nos detuvimos a admirar los elementos ornamentales y estatuas
conservadas de la larga historia del edificio; pero al ingresar a los pasillos
superiores nos sorprendió la elevada incorporación de elementos modernos,
generando un ambiente algo contradictorio. Nuestra habitación era un pequeño
duplex, con todas las comodidades, por el que habíamos pagado solamente
setecientos diez pesos argentinos.

Patio interior del hotel
Piazza Bellini, conservando su antigua
ornamenta

Antiguo arco, célebre obra del
siglo XV,
que había pertenecido a la
Capilla de Santa María de Mezzagosto,
colocado allí por el Conde
Gioacchino Sabatelli, en el año 1889

Pequeño y modernísimo duplex
en el hotel Piazza Bellini

Habitaciones modernísimas en
un edificio antiguo
Salimos a caminar a pesar de la lluvia, y a cuatrocientos metros,
desde la Via Santa Maria di Costantinopoli hacia la izquierda nos encontramos
con la Piazza Museo, donde estaba el Museo Arqueológico Nacional de
Napoli; y hacia la derecha, la Piazza Cavour, una zona muy
comercial.

Museo Arqueológico Nacional de
Napoli, en la Piazza Museo

Vista de la Piazza Cavour desde la
Via Santa Maria di
Costantinopoli
Avanzamos por Piazza Cavour, donde nos tuvimos que
detener para comprar un paraguas ya que la lluvia era cada vez más fuerte, y en
pocos metros más descubrimos un angosto callejón, y por allí doblamos.
Ya nos encontrábamos en pleno casco antiguo, donde
todo se tornaba laberíntico, lúgubre, con mucha marginalidad y
santulonería.

Via San Giovanni in
Porta

Via Porta San
Gennaro entre Vico Consolazione y Via San Giovanni in
Porta

Ropa tendida en la calle frente a la Piazzeta San
Giovanni in Porta

Continuamos caminando por la Via San Giovanni in
Porta

Tomamos la Via San Paolo…

Uno de los tantos santuarios
que vimos durante la recorrida.
Via San Paolo en intersección
con Fondato San Paolo

Por la Via San Paolo llegamos a la Via dei
Tribunali

Via dei Tribunali bajo una
intensa lluvia

Bar Partenopeo en la Via dei
Tribunali

Venta de libros en
la Via Port’Alba esquina Via Santa Maria di
Costantinopoli
Cenamos al lado en “La Stanza del Gusto”. El
lugar, muy agradable. Con luces bajas y buena decoración. Omar pidió M y M
(Melanzana y Muzzarella) berenjenas con muzzarella; y yo, lasagnas de calabaza.
¡Una exquisitez! El chef era el famoso Mario Avallone, y pagamos por lo que
valía.
Al volver al hotel, Omar se puso a trabajar con la
computadora y a responder mensajes, y yo me dediqué a pasar a pendrive las
fotografías que había tomado, y a hacer anotaciones en mi cuaderno de
viaje.

Omar trabajando con la
computadora al regresar al hotel
La primera impresión de Napoli no había sido muy
agradable, por lo que esperábamos conocer otros lugares que justificaran la
famosa frase: ”Vedi Napoli…, e dopo morire”.
Ana María Liberali