Despidiéndonos de
Genova
Nos quedaba mucho por conocer de Genova, pero nuestro tiempo era
tirano. Fue por eso que nos desplazamos hasta la estación Piazza Principe para
comprar los pasajes del tren que al día siguiente nos llevaría a
Firenze.

Estación Principe del metro en la Via Andrea
Doria

Fachada principal de la estación ferroviaria Piazza
Principe

Vista lateral de la estación Piazza
Principe

Placa en honor a los ferroviarios muertos durante la Segunda Guerra
Mundial
Frente a la estación se encontraba la Piazza Acquaverde donde había
un monumento a Cristoforo Colombo, quien supuestamente había nacido en esa
ciudad hacia el año 1451. Desde joven se había dedicado a la venta de mapas y
cartas, siendo marinero desde los quince años, y con mando en barco a partir de
los veinte. Entre 1470 y 1476 había recorrido todas las rutas comerciales
importantes del Mediterráneo, desde Chios en el mar Egeo hasta la península
Ibérica, al servicio de las más importantes firmas genovesas. Participó en el
enfrentamiento entre Renato de Anjou y el rey de Aragón, Juan II, por la
sucesión a la Corona de Nápoles. Y tras pasar un año en la isla de Chios,
regresó a Italia financieramente independiente. Parece ser que llegó a Lagos, en
las costas del sur de Portugal, tras un combate naval acaecido cerca del cabo de
San Vicente, el 13 de agosto de 1476. Incendiado su barco, salvó su vida
agarrándose a un remo y nadando hasta la costa. Residió en Portugal casi diez
años, donde aprendió a conocer el océano y a frecuentar las rutas comerciales
que iban desde Islandia a Madeira. En 1479 contrajo matrimonio con Felipa
Perestrello e Monis, hija de una adinerada familia portuguesa, con quien tuvo a
su sucesor, Diego Colón. En 1485 enviudó y dos años después tomó como amante en
España a Beatriz Enríquez de Arana, de quien nació su hijo Hernando
Colón.

Monumento a Cristoforo Colombo en la Piazza
Acquaverde
Fue en 1483 cuando Cristoforo Colombo propuso a los portugueses su
proyecto de circunnavegación, pero ellos lo rechazaron. Por lo tanto, junto con
su hijo Diego, se dirigió al puerto de Palos de la Frontera, en el golfo de
Cádiz, visitando el monasterio franciscano de Santa María de La Rábida, donde
recibió ayuda material. Recién en 1486 los Reyes Católicos lo recibieron por
primera vez en Alcalá de Henares y a continuación nombraron una junta de
expertos para valorar su proyecto. A pesar de que muchos no dieran crédito a lo
que prometía, nunca le faltaron protectores, como el incondicional astrólogo y
entendido en navegación fray Antonio de Marchena, fray Diego de Deza, y el
fraile de La Rábida Juan Pérez; además de contar con el apoyo de algunos
cortesanos distinguidos como Luis de Santángel, Juan Cabrero y Gabriel Sánchez.
Los Reyes Católicos decidieron respaldar su plan firmando las
Capitulaciones de Santa Fe o documento-contrato, que estipulaba las condiciones
en que Cristoforo Colombo haría el viaje descubridor.
Después de cuatro viajes, sin saber que había descubierto un nuevo
continente, fracasado y enfermo, reclamó a la corte infructuosamente sus
derechos, falleciendo en 1506 en Valladolid, a causa del síndrome de Reiter,
también conocido como artritis reactiva.

Los genoveses mostraban una profunda admiración por Cristoforo
Colombo
Retomamos nuestra recorrida por la Via Balbi donde, además de pasar
por varios hoteles y casas de comida, volvimos a cruzar callejones, y a admirar
imponentes palacios.

Via Balbi

Hotel Vittoria en la Via Balbi

Cruzando antiguos callejones
El Palazzo Reale, junto con otros cuarenta y uno más de los Rolli de
Genova, había sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006. Y
se había convertido en un museo cuya pinacoteca contenía una de las principales
colecciones de arte de la ciudad. Su construcción había comenzado entre 1618 y
1620 por obra de Stefano Balbi y Gio Francesco Balbi II, cuya potente familia ya
estaba implicada en la planificación y construcción de otros edificios de la
calle que posteriormente tomara su nombre. Después de varias ampliaciones, en
1677 la familia Balbi se lo vendió a la familia Durazzo, que además de
incorporarle un edificio vecino, lo elevó, le modificó el portal, el atrio, los
escalones, le añadió un patio, un jardín colgante y la fuente del puerto. Allí
también había funcionado el Theatro Falcone, el primero de la ciudad. En 1823
los herederos vendieron el palacio al rey de la Casa de Saboya quien lo dedicara
a residencia oficial, para en 1919 pasar a propiedad del estado. El palacio
tenía un anexo en el lado que daba hacia el mar, al que los genoveses llamaban
“Ponte Reale”. Dicho anexo pasaba por encima del camino de acceso
(posteriormente Via Gramsci), y lo unía directamente con el embarcadero del
puerto, el que fuera demolido en 1964 en ocasión de la construcción de la
”strada sopraelevata”.

Museo Palazzo Reale

Detalle del pórtico del Palazzo Reale
La Universitá degli Studi di Genova ocupaba varios edificios sobre la Via Balbi. El
correspondiente al Rectorado y a la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias
Políticas, era el del ex Colegio de los Jesuitas, que fuera construido entre
1634 y 1636. Mientras que la biblioteca de la Universidad funcionaba en la
antigua iglesia de los Santos Gerolamus, que databa de 1667. Y por otra parte,
la Facultad de Letras y Filosofía tenía su sede en el Palazzo Balbi Raggio, que
había sido construido por encargo de Francesco Maria Balbi entre 1656 y 1674.
Este palacio más tarde fue propiedad de la familia de Durazzo, y en 1890 fue
adquirido por Edilio Raggio, quien hiciera varias
modificaciones.

Universitá degli Studi di Genova en el ex Colegio de los Jesuitas

Biblioteca de la Universitá degli Studi di Genova, en la antigua
iglesia de los Santos Gerolamus

Palazzo Balbi Raggio donde funcionaba la Biblioteca de la Facultad de
Letras y Filosofía
Al final de la Via Balbi llegamos a la Piazza della Nunziata, donde
se encontraban la iglesia Santissima Annunziata del Vastato y la sede genovesa de la Flota Lauro, una compañía de navegación entregada al mercado de los
transportes marítimos, de los petroleros y de los cruceros, con casa matriz en
el puerto de Nápoles. Y en los callejones cercanos, las trabajadoras sexuales
sentadas en pequeños banquitos, ofrecían sus servicios.

Iglesia de la Santissima Annunziata del
Vastato

Edificio de la empresa napolitana Flotta Lauro, sede Genova, en la
Piazza della Nunziata
Trabajadoras sexuales en los callejones cercanos al
puerto
Ya había pasado el mediodía así que nos instalamos en un restorán
especializado en pastas. Omar pidió spaghetti con frutos del mar; pero como a
mí, a pesar de tener ancestros del Tirreno y del Adriático, no me agradaban los
mariscos, preferí ñoquis pomodoro.

Omar comiendo spaghetti con frutos del mar
Por la tarde salimos a tomar nuestra merienda. Primeramente nos
detuvimos ante algunas vidrieras donde se exhibían confituras de todo tipo, para
luego inclinarnos por unos bollos de crema y chocolate acompañados por sendos
capuccinos. Y a pesar de que nuestra intención era continuar con la caminata, el
intenso frío y el viento proveniente del mar hicieron que nos recluyéramos en el
hotel hasta la hora de cenar.

Máscaras de chocolate

Panes dulces y otras deliciosas confituras
A las 20,30 salimos a cenar. Lo hicimos a la vuelta del hotel. Omar
comió pizza de muzzarella y cebolla; y yo otra vez ñoquis, pero esta vez, al
pesto. Tomamos dos gaseosas, un café y un té de la India. Todo por quince
euros.
Antes de las diez de la noche ya estábamos
durmiendo.
Ana María Liberali