Francisco y el nuevo paradigma
"Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se
han acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor”. Benito Juárez
García
Alfredo César
Dachary
El arribo del Papa Francisco a México ha sido un hecho muy especial
en la relación de la Iglesia Católica con el Estado mexicano, al ser el primer
Papa, que ha sido recibido con los honores de Jefe de Estado en Palacio
Nacional, principal bastión del Estado laico de México, que mantiene entre sus
añejas paredes un pequeño museo de Benito Juárez, presidente de origen mazateco
que se enfrentó a la Iglesia
Católica, representante del viejo orden, con la naciente República.
Un largo siglo y medio después, de la Revolución Mexicana, de la
Guerra Cristera y muchos enfrentamientos más, llega a México el Papa Francisco,
en un momento crucial de la historia de este país, en medio de una de sus
mayores crisis de la sociedad, el Estado y sus principales organismos e
instituciones, sin excepción.
Un mundo diferente una iglesia activa por la paz.
Pero no solo México está en crisis, sino el mundo en el cual se
aloja, donde las guerras fratricidas y divididas por grupos específicos, en
nombre de una religión, han generado grandes masacres que son la punta de nuevas
confrontaciones de un sistema que no quiere entender que la hegemonía absoluta
ha terminado.
La llegada de Francisco a México está precedida por una serie de
hechos muy importantes que han logrado sacar la presencia del Vaticano como
vocero de las potencias occidentales a un actor independiente y promotor
incansable de la paz.
Francisco y su diplomacia vaticana tienen influencia directa en los
acuerdos que han logrado Estados Unidos y Rusia para buscar la paz en Siria,
donde hay un importante grupo de católicos, al igual que en el Líbano, y también
han frenado por no apoyar las medidas radicales de profundizar la guerra contra
un pueblo que es rehén de varios grupos enfrentados.
La diplomacia vaticana ha sido un actor clave en el acuerdo que logra
una nueva relación entre Estados Unidos y Cuba, uno de los viejos reductos de la
guerra fría, y un empecinamiento de mantener un país de rodillas, algo que no
podía seguir siendo aceptado porque era rechazado por la gran mayoría de países
de la ONU.
La diplomacia que ha operado Francisco con las otras religiones
cristianas, de dialogar y buscar puntos y metas en común por la paz y un mundo
más justo ha llegado a un importante punto de acuerdo, con la reunión del
Primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa, hoy una verdadera
religión del estado ruso y el Papa Francisco, un acuerdo que servirá para
incidir en el conflicto de la OTAN con Rusia por Ucrania, un país católico.
Pero el Papa ve más allá de los límites materiales de su vida y
trabaja hacia un futuro cercano donde las condiciones demográficas van a ser
adversas a occidente, básicamente católico y cristiano, el ascenso acelerado de
la demografía juvenil islámica que superará en 2070 a todos
los cristianos quienes hoy representan 31.5 por ciento de la población
mundial, con una notable mayoría católica de 16.85 por ciento, frente a 6.15 de
protestantes, 3.96 de ortodoxos y 1.26 por ciento de anglicanos.
Más allá de la necesaria e imprescindible modernización y adecuación
de la iglesia como institución al siglo XXI, este trabajo no serviría de nada si
en un futuro medio una nueva generación de extremistas religiosos, o sea,
fanáticos, que han creado una lectura propia del Islam sea dominante como
población en el mundo.
El Papa en México.
No es casual que el nuevo líder de la derecha blanca en Estados
Unidos, además de unos cubanitos que están más a la derecha de él, haya opinado
ante la visita del Papa a México de manera negativa, porque sin duda tocaría los
temas en los cuales basa su campaña: el odio racial, el uso de la violencia
privada de las armas y un modelo que el neoliberalismo podría parecer de
avanzada.
Por ello el Papa, no ha medido ni limitado su pensamiento ante estas
amenazas y su discurso ha sido muy claro y directo, al Estado y sus
instituciones en esta trágica lucha contra el narcotráfico, la corrupción y la
crisis de credibilidad de la justicia y la clase política. Más fuerte fue al
interior de su iglesia, ante los obispos y luego ante el pueblo, en la casa de
la Guadalupana, elemento central de fe en la identidad mexicana.
En Palacio Nacional, Francisco comenzó por describir a México como un
gran país, bendecido con abundantes recursos naturales y una enorme
biodiversidad que se extiende a lo largo de todo su vasto territorio. Su
privilegiada ubicación geográfica lo convierte en un referente de América; y sus
culturas indígenas, mestizas y criollas, le dan una identidad propia que le
posibilita una riqueza cultural no siempre fácil de encontrar y especialmente
valorar. La sabiduría ancestral que porta su multiculturalidad es, por lejos,
uno de sus mayores recursos biográficos. Una identidad que fue aprendiendo a
gestarse en la diversidad y, sin lugar a dudas, constituye un patrimonio rico a
valorar, estimular y cuidar.
Esta primera parte se centra en una problemática que define el tema
central de la identidad, algo cada día más amenazado por una cultura chatarra y
sin principios que viene de los vecinos fuertes y se propaga como “cultura
universal”. El tema es fundamental porque la gran pobreza de México es la que
posee la herencia cultural, a la que un presidente, más recordado por las botas
que por el cerebro, sostenía que había que aprender inglés y computación para
inmigrar a Estados Unidos.
El otro tema nodal que planteó Francisco fue el que la principal
riqueza de México hoy tiene rostro joven, ya que un poco más de la mitad de la
población está en edad juvenil y esto permite pensar y proyectar un futuro, un
mañana y da esperanzas y proyección. “Un pueblo con juventud es un pueblo capaz
de renovarse, transformarse; es una invitación a alzar con ilusión la mirada
hacia el futuro y, a su vez, nos desafía positivamente en el presente. Esta
realidad nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre la propia responsabilidad
a la hora de construir el México que queremos, el México que deseamos legar a
las generaciones venideras”.
El tema siguiente que tocó el Papa es el del «bien común» que en este
siglo XXI no goza de buen mercado. La experiencia nos demuestra que cada vez que
buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del
bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil
para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la
violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando
sufrimiento y frenando el desarrollo.
Quizás ha sido la primera vez en los tiempos modernos que se ha
escuchado en Palacio Nacional un tema que es el que día a día nos agravia como
sociedad ante una violencia e inseguridad que no para y hechos cada vez más
graves, desde la desaparición de jóvenes a la persecución y exterminio de
periodistas, entre los hechos más fuertes que nos toca vivir, por ello colocarlo
en la agenda frente a todos los poderes ha posicionado a Francisco como el
pastor que el mismo se autodefine, que no excluye al enérgico líder de la
iglesia, que sabe de un mundo complejo donde las salidas son cada vez más
difíciles de lograr.
En otra parte de su mensaje para los dirigentes de la vida social,
cultural y política, les ratifica que son a ellos los que les corresponde de
modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser
dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos en
los que se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándoles a un acceso efectivo a
los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo
digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de
paz.
La gran asimetría del país fue el mudo testigo de un recordatorio de
la gran deuda social acumulada, que hoy hace eclosión de manera violenta,
contaminando a lo mejor de este país sus jóvenes, mestizos e hijos de los
pueblos originarios en su gran mayoría.
El segundo encuentro fue con los obispos donde con más fuerza pero el
mismo vigor les recordó sus deberes, “no son príncipes son pastores”, como
Francisco, les recordó también el compromiso con los laicos, con los más
necesitados y la necesidad que su trabajo sea fuerte y continuo incitándolos a
que “se cansen”.
Al recordarles que se necesita “una mirada capaz de reflejar la
ternura de Dios, les pidió que sean por lo tanto Obispos de mirada limpia, de
alma trasparente, de rostro luminoso, que no tengan miedo a la transparencia y
que la Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”.
Les ratificó “…Vigilen
para que sus miradas no se cubran de las penumbras, de la niebla de la
mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las
ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza
en los «carros y caballos» de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la
«columna de fuego» que rompe dividiendo en dos las marejadas del mar, sin hacer
grande rumor…”
Porque “…En las miradas de ustedes, el Pueblo mexicano tiene el
derecho de encontrar las huellas de quienes «han visto al Señor», de quienes han
estado con Dios. Esto es lo esencial. No pierdan, entonces, tiempo y energías en
las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de
carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses
o de consorterías y no se dejen arrastrar por las murmuraciones y las
maledicencias…”
Escribo en el tercer día de la visita, faltan otros por el interior
del país, por Chiapas y sus pueblos mayas tantas veces olvidados y más
explotados, Michoacán, la tierra donde hace cinco siglos Vasco de Quiroga
organizó a los pueblos originarios en la cuenca del lago de Pátzcuaro y hoy es
un Estado “semi-fallido”, cuyas heridas aún están sangrantes y de allí a Ciudad
Juárez, ese lugar donde la violencia ha reinado mucho tiempo y donde los
feminicidios tienen la desgracia de representar una gran parte de esta tragedia,
y todo esto frente a la gran frontera, donde los campesinos y demás inmigrantes
se juegan la vida en busca de una mejor oportunidad.
alfredocesar7@yahoo.com.mx