Integración o subordinación: la historia del
Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión
(TTIP)
Alfredo César
Dachary
Los procesos de integración económica, acuerdos
para mejorar el intercambio y el movimiento de productos inicialmente, comienzan
a darse a partir de 1950 y se han ido desarrollando hasta la actualidad,
adecuándose a los nuevos intereses, ya sea de las partes o del grupo dominante
en la negociación. En 2013 se han dado una serie de tratados de libre
comercio.
Entre estos destacan la Zona de Libre Comercio de
la Unión Europea, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, mejor conocida
como ASEAN, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLACAN) y el
Acuerdo Económico y Comercial
Global (AECG) y una larga serie de tratados de libre comercio entre países,
principalmente promovidos por Estados Unidos.
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica
(TPP) es predecesor del igualmente secreto pacto entre Estados Unidos y la Unión
Europea (UE), el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) o Alianza
Transatlántica de Comercio e Inversión, para el cual el Presidente Obama inició
las negociaciones entre Estados Unidos y la UE en enero del 2013.
Este tratado es obra de las mayores corporaciones
de Estados Unidos y de Europa y tiene su origen desde 1995, cuando éstos crearon
el Diálogo empresarial trasatlántico (TABD), cuyo objetivo es integrar y
“armonizar” las economías de Estados Unidos y la UE, con normas para remplazar a
gobiernos, leyes y jueces en el manejo de la cuestión pública cuando afecte a
las grandes compañías.
Por filtraciones de plataformas como Wikileaks o
Filtra.la, en 2014 se conoció la materia secreta de este tratado, que era
negociado por un mandato que otorgaba competencia exclusiva a la Comisión
Europea en representación de los 28 países que la integran.
Lo que intriga de este acuerdo de libre comercio
e inversiones entre Europa y Estados Unidos son sus severas cláusulas, que hoy
descubierto ha llevado a que la Unión Europea haya prometido que no se cruzarán
las líneas rojas “y que nuestros valores están protegidos en la negociación”.
Sin embargo, a nadie se le escapa que no se trata de un simple tratado
comercial, por el tamaño del socio, Estados Unidos, como por su ambición, al
querer renovar, armonizar o converger las barreras protectoras que dificultan
los intereses del comercio en el Atlántico norte; estamos frente algo nuevo y
con un potencial de impacto gigantesco.
El documento del TTIP es poco conocido y los
diputados europeos solo tuvieron dos horas en una habitación controlada, sin
copias de ningún tipo para verlo en la versión electrónica, no se puede sacar
copia y además hay una cláusula que una vez aprobado tendrá que ser secreto por
tres décadas, ¿Por qué?
El motivo esgrimido como objetivo principal es la
reducción de los aranceles que son muy bajos del 2 al 3% salvo en la
agricultura, donde se defiende las denominaciones de origen y una agricultura
familiar con una gran tradición además de las prohibiciones sobre transgénicos,
agroquímicos y otros productos que impactan en la salud humana.
Si se da este tratado 13.000,000 de familias en
Europa no podrán competir con las granjas mecanizas y tecnificadas de Estados
Unidos, con grandes subsidios, algo que a México ya le pasó, porque dejaron de
tener competitividad más de 2.500,000 campesinos con sus
familias.
El objetivo es crear un área comercial con 800
millones de consumidores, pero la ciudadanía europea está en alerta, sumida en
un proceso de deterioro social y con su blindaje social deteriorado, debido al
retroceso del estado del bienestar, dañado por años de
crisis.
La
desconfianza crece en un planeta en el que el 1% de la población tendrá para
2016 más dinero que el 99% restante, según el último informe de Oxfam Intermon,
la asimetría se profundiza en vez de reducirse.
Los principales puntos conocidos de este tratado
son: el primer objetivo es eliminar, tanto como sea posible, todas las
"obligaciones aduaneras" entre la UE y Estados Unidos, aunque esto ya ha sido
prácticamente conseguido, excepto en el sector agrícola donde permanecen
elevadas.
El segundo objetivo es reducir o incluso
eliminar, lo que la jerga especializada denomina barreras no arancelarias, y
esto hace referencia a las normas, reglas y regulaciones legales y
constitucionales alegables de limitar la amplitud de la competencia económica,
definida aquí como una libertad fundamental suprema e inalienable. Estas normas
pueden ser de cualquier tipo: éticas, democráticas, legales, sociales,
referentes a la salud o de orientación medioambiental, financieras, económicas o
técnicas. Un artículo establece que los servicios audiovisuales no están
incluidos en el acuerdo.
El tercer objetivo es proporcionar a las
corporaciones privadas derecho de litigio contra las leyes y regulaciones de los
diversos estados, en aquellos casos en los que dichas corporaciones sientan que
tales leyes y regulaciones representan obstáculos innecesarios para el comercio,
el acceso a los mercados públicos y a las actividades de suministro de
servicios. Estos litigios no serán ya más establecidos de acuerdo a las
jurisdicciones nacionales, sino a través de estructuras privadas de arbitrio
denominadas "mecanismos de resolución de conflictos". Los artículos 23
(inversiones), 32 (normativas laborales y medioambientales) y 45 (para todo el
acuerdo), requieren la creación de este mecanismo.
Los otros puntos conflictivos importantes son las políticas europeas
de limitación de las importaciones de alimentos
transgénicos, así como la normativa de la UE relativamente más laxa sobre la
regulación del sector financiero, en oposición a las leyes domésticas más
estrictas de aplicación sobre los bancos
estadounidenses.
La Resolución de Conflictos entre Inversores y
Estados (RCIE) es un instrumento que permite a los inversores crear un caso
directamente contra el país que alberga sus inversiones, sin la intervención del
país de origen del inversor.
En diciembre de 2013, una coalición de 200 organizaciones
medioambientalistas, sindicales y defensoras de los consumidores en ambos lados
del Atlántico mandaron una carta a la oficina del Representante
de Comercio de Estados Unidos y a la Comisión Europea solicitando que los mecanismos de
resolución de conflictos entre inversores y estados fueran eliminados de las
conversaciones comerciales, arguyendo que "la resolución de conflictos
inversor-estado es una vía de sentido único por el cual las corporaciones pueden
vetar políticas gubernamentales, pero ni los gobiernos ni los individuos
obtienen ningún derecho comparable a exigir cuentas a las
corporaciones".
De forma simple, éste es un proyecto para
establecer una zona de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos,
que por su negociación secreta como sus cláusulas es un peligro democrático,
social y ecológico. Ante todo es un peligro democrático: está siendo negociado
de forma opaca y de espaldas a la ciudadanía, además es totalmente ilógico
negociar con Estados Unidos mientras no se ha solucionado el espionaje de la
Agencia de Seguridad Americana a millones de ciudadanos
europeos.
Por otro lado, el TTIP amenaza gravemente el
modelo social, servicios públicos, agricultura o propiedad intelectual y de
aprobarse, supondría por ejemplo que se pudiesen comercializar alimentos o
transgénicos hoy en día prohibidos en Europa por considerarse nocivos para la
salud o el medioambiente. Todo esto sin ni siquiera crear empleo y riqueza para
la ciudadanía.
Si se aprueba el TTIP, los europeos están sujetos
a consumir alimentos contaminados con químicos, desde la carne a los peces y las
verduras, todos altamente expuestos. Hasta hoy las agencias de la UE aceptan los
principios de Precaución, algo que no aceptan los empresarios de Estados Unidos
que exigen en este tratado que se pruebe al 100% la toxicidad de los alimentos,
algo muy difícil.
Se trata en el TTIP de abolir las denominaciones
de origen europeas, más de 3,000, para que se puedan “reproducir” masivamente en
Estados Unidos, eso es despojar de la identidad a una región. Las comisiones de
control regulatorio se terminarían y Estados Unidos exportaría autos defectuosos
o con problemas a un precio bajo.
El TTIP es un tratado de comercio e inversión, por lo que le permite a las grandes
corporaciones demandar a los gobiernos ante tribunales de arbitraje, cuando una
norma del país afecte a estas empresas, donde las empresas saldrán ganando. Un
ejemplo claro es la empresa Lone Paint, a la cual el gobierno de Québec impuso
una moratoria sobre el fracking ya
que tenía previsto perforar la cuenca del río San
Lorenzo.
La verdadera batalla que se libra por el TTIP es
entre modelos de agricultura y alimentación de las grandes corporaciones frente
a la producción de los campesinos pobres. Europa había apostado por un modelo de
defensa a la agricultura familiar y Estados Unidos lo opuesto, las grandes
agroindustrias.
Estados Unidos tiene tres veces más tierras
explotables que Europa y tres veces menos explotaciones agrarias y en Europa la
media de la explotación es de 18 has y en Estados Unidos son 176 has.
En España, la mayoría de las granjas tiene menos
de 5 has, la superficie agraria útil (SAU) es de 24.800,000 de has., las grandes
explotaciones agrarias en Estados Unidos tiene una media de más de 800 has y en
Europa más de 50 has: síntesis es beneficioso el TTIP para los grandes
productores y a los campesinos los condena a desaparecer, esto lleva al control
oligopólico de la mayoría de la cadena productiva y de distribución y abre la
puerta a una nueva dependencia: “la alimentaria”.
Si éstos se logran terminar en Europa que es la
aliada principal de Estados Unidos, ¿cuál será la propuesta para los otros
continentes?
alfredocesar7@yahoo.com.mx