Educación y alienación: dos caras de una nueva
realidad.
“La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo.
¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la Humanidad? Mahatma
Gandhi
Alfredo César
Dachary
En un reportaje a un grupo de familias que habían salido de la pobreza en
Brasil, se les preguntó cuáles eran las próximas aspiraciones, una vez que han
logrado estabilizar su subsistencia, y la mayoría planteó en garantizar el
futuro a través de los hijos, y allí es donde aparece algo “diferente”;
aspiraban a poder estudiar en instituciones privadas, porque las consideraban
mejores y porque sus hijos tendrían amistades de otro nivel social o similar,
que los ayudaría en el futuro.
Cuando la universidad era una institución orientada a la formación de un
nuevo pensamiento además de las tradicionales ciencias duras, las instituciones
oficiales eran los centros de excelencia, lo cual empieza a cambiar en la medida
en que la sociedad del consumo transforma valores y principios de las personas
haciendo del individualismo hedonista una nueva meta ante la existencia de un
mundo que se ha complicado y cada vez es más difícil de generar empleos para los
nuevos ciudadanos.
Hoy, países como Japón plantean sacar las Humanidades de las
universidades oficiales y hacer todo Ingenierías, para poder así crear nuevas
tecnologías, que es también, más allá de lo técnico, una postura ideológica muy
concreta, las nuevas tecnologías nos recolonizan, nos alienan y son adictivas,
además que cada vez nos aíslan más del otro, aunque nos sirven en la relación
con el sistema.
En los parques o lugares de tránsito, áreas
comunes, el ciudadano se aísla entre escuchar música y mandar mensajes de Whats
app, hace deportes aislado con su música, viaja con su Tablet y con ella junta
sus preferencias con sus obligaciones, todo se centra en un instrumento
electrónico que es parte fundamental en su vida ya que por esta “ventana global”
recibe propagandas de consumo, información y hasta capacitación, lo que lo
transforma en el nuevo “tutor” del tecno sujeto.
Este cambio en la relación sociedad – tecnología
ha incidido en uno de los procesos más complejos como es el de la educación, hoy
valorado desde la tecnología, como un nuevo paradigma que remplaza al
razonamiento o una caja de pandora que tiene respuesta a todo lo que el hombre
se plantea, y esto se refleja en la educación universitaria, cada día más
tecnologizada y menos humanizada.
Por ello es interesante preguntarnos ¿por qué la Universidad privada ha
crecido en las últimas décadas y las que administra el Estado han tenido grandes
limitaciones? En el caso de México el crecimiento geométrico de jóvenes lleva a
que las universidades del Estado se saturen y las privadas con un respaldo
financiero y un control de su matrícula acorde a sus intereses mantienen su
objetivo central, crear profesionales afines a sus ideas de libre mercado y que
no cuestionen lo social, la pobreza o las asimetrías porque ello amenaza a sus
fuentes de trabajo, y al sistema y sociedad que los
empleará.
Esto se ha ido consolidando porque las universidades privadas se han
adecuado rápidamente al cambio de modelo y han tomado el liderazgo de la
formación profesional y con ello marcan el rumbo de lo que es la “Excelencia”,
formados bilingües, promoviendo la “creatividad”, competitividad, y dispuestos a
ascender y mantenerse a cualquier precio, ya que es una prioridad para mantener
el estatus que le asigna el nivel consumo en la sociedad.
El modelo a seguir de las universidades de
excelencia de la periferia es el de las que se han implementado en Estados
Unidos, de las denominadas universidades de élite, por ello es que hemos tomado
un análisis de éstas, para entender los resultados y las consecuencias de una
“educación de élite”.
La educación de élite en Estados Unidos para unos es una meta a
lograr o seguir, ya que para otros ésta produce borregos excelentes, definidos
como “súper personas”, que fue el nombre que les dio James Atlas, editor
de The New York Times
Magazine y presidente de Atlas & Company , ya que se los orienta para llegar en esa sola dirección.
Para el profesor William Deresiewicz, de Yale,
son niños mimados que sólo conocen el éxito, lo que termina por deprimirlos, en
síntesis, los nuevos licenciados son perfectos, pero para las empresas que los
contratarán.
Esta nueva raza de “héroes”, un término muy usual
en la ideología de la competitividad extrema, tienen varias carreras, practican
deportes como si fuesen profesionales, pueden hablar en varios idiomas, han
“cumplido” su cuota de lo social trabajando en alguna ONG como Greenpeace o
Human Rights, en los rincones más desfavorecidos del planeta.
Ellos son el producto de la formación en estas
grandes universidades, de un país central y hegemónico por lo que tiene la idea
de que el futuro está en sus
manos, ya que se lo respalda con un brillante currículum. Pero esto es la
cara exterior ya que también están llenos de miedo, inseguridad, angustia y
timidez.
Son “emprendedores”, no tienen grandes
preocupaciones intelectuales y desconocen qué otra cosa se puede hacer con la
vida, además de ganar dinero y prestigio para así poder seguir el camino que su
familia ha construido para ellos, y con ello logran conseguir la aprobación de
los demás, que los ubica en un excelente posición en la
sociedad.
El profesor William
Deresiewicz, que ha expuesto su tesis en un celebrado artículo publicado
en The
New Republic y en su libro “Borregos excelentes: la mala educación de la
élite americana y el camino a una vida plena”, publicado por Free
Press, de donde salen reflexiones interesantes y contundentes.
Deresiewicz cuenta su experiencia como profesor
de estudiantes de Harvard, Yale o el resto de centros de la Ivy League, que
los convierte en esos “borregos excelentes” del título: “Son excelentes porque
cumplen todos los requisitos para entrar en una facultad de la élite, pero es
una excelencia muy limitada. Son
chicos que cumplirán todo aquello que les mandes, y que lo harán sin
saber muy bien por qué lo hacen. Sólo saben que volverán a pasar por el
aro”
Para Deresiewicz, este cambio de paradigma viene
desde la década de los 60´, plena revolución social y transformación de la vieja
sociedad rígida por una flexible y más manipulable, lo que ha llevado a que los
valores que rigen los grandes centros educativos han cambiado por completo
aunque, en apariencia, sigan defendiendo la excelencia y el auxilio de los más
desfavorecidos.
Pero
para este académico, los estudiantes no son los culpables, sino las víctimas de
la “adecuación” de los institutos privados, los ambiciosos padres, el sistema de
admisión, las grandes marcas universitarias y los empleos donde éstos serán
contratados y, en general, un modelo adecuado a la mentalidad de clase
media-alta.
Este modelo los llevará a que algún día se
convertirán en CEO (Director ejecutivo) de una gran empresa y allí emerja
lo que se encontraba latente, una gran inseguridad que se caracteriza, sobre
todo, por una enfermiza aversión al riesgo, ya que por definición, nunca han experimentado algo que no sea el
éxito.
Los
requisitos académicos y personales para ser admitido en cualquiera de estos
centros son tan elevados que conseguir menos que un sobresaliente no es una
opción, por ello, al no tener margen para el error, evitan la posibilidad de
cometerlo.
Entre los requisitos se encuentran la música o
participar en una organización caritativa, algo que no hacen para los demás,
sino para sí mismos y su currículo, ya que la experiencia ha sido reducida a su función
instrumental. Por ello es que durante cuatro años, los que aspiran a
matricularse en una gran universidad se dedican exclusivamente a tachar de su
lista todos esos hitos que deben haber alcanzado, pero nunca llegan a
reflexionar sobre si realmente desean ser ricos y poderosos, o vivir de una
manera muy diferente.
En la universidad no hay ningún problema ya que no tienen más que
seguir el camino preestablecido y todo irá bien, y se ha llegado a un “pacto de no agresión” entre profesores y
estudiantes, por el cual los alumnos son “clientes” que reciben altas calificaciones a cambio de un esfuerzo mínimo
y los profesores siguen profundizando en sus proyectos de investigación, lo que
le garantiza que reciban incentivos económicos.
Hay un momento en el que dejan de decirles qué
tienen que hacer y allí emergen los delirios de grandeza y la
depresión, son dos de los grandes problemas a los que tienen que
enfrentarse. El primero, ocasionado por el hecho de que sus padres les hayan
dicho que son los mejores y los más listos desde su infancia, un refuerzo
positivo que desaparece en el momento en que se dan cuenta de que no son
especiales.
El periodista de Newsweek, Ezra
Klein, afirma que Wall Street se dio cuenta de que las facultades
están produciendo una gran cantidad de licenciados muy listos y completamente
centrados en el trabajo, que tienen una gran resistencia mental, una buena ética
de trabajo y ni idea de lo que quieren, por lo que son muy útiles, por ser
manipulables.
El número de estudiantes de la mitad menos rica de la sociedad
norteamericana se ha reducido en la educación de élite desde el 46% de 1985 al
15% actual, como explicaba el fundador del Proyecto
Minerva Ben Nelson, los
habituales métodos de selección de los estudiantes de las universidades de élite
no hacen nada más que dar preferencia a los más ricos, puesto que ellos son los
que tienen el dinero para contratar a los mejores profesores y enrolar a sus
hijos en las clases de música, fútbol americano, matemáticas, francés, béisbol,
viajes al extranjero, economía y literatura que necesitan para garantizarse su puesto en la
élite.
Por ello más allá de la academia, el elemento que
hoy distingue a los grandes centros de elite es el gran confort inmobiliario y
las grandes oportunidades de hacer varias cosas que les complemente su
formación, pero hay un detalle que se ha olvidado, es el de cuestionar,
reflexionar y replantear lo que se ve y estudia, la sociedad en la que se vive,
para poder dotarse de una visión integral y metas concretas para transformarla o
profundizarla, según la perspectiva que debería tomar el egresado: pero eso ya
está procesado y es la columna vertebral de la educación de élite, es parte del
paquete que les garantiza el integrarse plenamente a esta sociedad en su
nivel.
alfredocesar7@yahoo.com.mx