Drogas y sociedad: un tema a
discusión
Alfredo César
Dachary
Hoy el problema de la economía criminal es un
complejo tema que ha crecido por causas muy diferentes y donde ningún gobierno
puede decir que lo ha logrado controlar. Dentro de este complejo entramado de
actividades destaca el tema de las drogas que también es una fuente de grandes
conflictos, enfrentamientos, persecuciones y hasta la muerte, éstos son países
inicialmente emisores y comercializadores aunque hoy ya son consumidores de las
diferentes drogas.
Otros países, que tienen grandes masas de
consumidores y coincidentemente tienen un nivel de desarrollo más alto, como
Holanda, los países nórdicos o algunos estados de Estados Unidos, la marihuana
se está aceptando para el consumo con fines medicinales, con fines de placer
personal e incluso permitiendo el cultivo bajo control y algunos casos el
expendio de ésta.
Un estudio divulgado por el diario británico The
Independent, el gobierno inglés, en la primera década de este siglo, hablaba de
18 drogas en diferente grado de peligrosidad, comenzando por la primera que es
la heroína, la segunda la cocaína, la tercera los barbitúricos, la cuarta la
metadona y la quinta el alcohol, considerado en la mayoría de los trabajos de
libre circulación como una droga más peligrosa que la marihuana. En el octavo
lugar están las anfetaminas, en el noveno el tabaco, y en el 11 la cannabis y en
el último, el lugar 18 está el éxtasis.
En México, en 2015, la Suprema Corte de Justicia
del país ha otorgado el amparo a la
Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART), ONG que agrupa
a cuatro personas, para su uso con fines recreativos, y con ello se ha revivido
el debate en la sociedad sobre el qué hacer y qué consecuencias puede tener a
favor o en contra una medida de apertura o flexibilidad en el uso de las
denominadas drogas blandas, como es el caso de la marihuana.
El tema no es nuevo, diríamos que es muy antiguo,
y viene de diferentes partes de la geografía del mundo en diferentes épocas,
desde los pueblos originarios con el peyote al rape de los nobles franceses, por
decir dos ejemplos de mundos diferenciados.
En el siglo XIX hay ejemplos muy especiales, que
llaman la atención de la gente hoy como fue el caso del pueblo de Draperstown, en Irlanda del Norte,
donde tuvo lugar el más célebre brote colectivo de eterización, o sea, una
verdadera invasión del gusto por inhalar el éter. La razón de su éxito se debe,
en primer lugar, a que era muy
barato y su consumo era muy sencillo: bastaba con impregnar un trapo con
él e inhalarlo por la boca y la nariz y la segunda razón de su éxito es que sus
efectos eran inmediatos, y además se decía que no producía
resaca.
Este hecho tuvo lugar en 1840, cuando el éter
estaba de moda y los habitantes de esta ciudad se enviciaron en masa por sus
efectos, hasta el punto de que compartían dicha droga con los niños,
y esto último nos parece muy grave hoy en una sociedad que condena las drogas y
más en los niños, pero en esa época no había de que alarmarse porque era
infrecuente que los padres la administraran a sus hijos a través de jarabes y
golosinas porque así estaban más “tranquilos”.
Para ello usaban una serie de productos de venta
en las boticas, como fue el caso del jarabe tranquilizante de la señora
Winslow, con opiáceos para los niños que estaban en el período de la
dentición, y otro ejemplo era el uso de la benzoilmetilecgonina, un alcaloide de
la cocaína, que se usaba en caramelos para niños, para dormir
mejor.
Varias décadas después, un artículo escrito por
el editor del British Medical
Journal llevó a la formación de una comisión parlamentaria para
investigar los efectos del éter en la ciudadanía y posteriormente, se acabó
imponiendo una normativa de su uso, como en el caso de la prohibición de la
heroína, la prohibición del alcohol, la prohibición de la marihuana y otras
formas de regulación de las denominas drogas.
La prohibición del éter no tuvo tanto éxito, ya
que en 1910, el éter era todavía
frecuente en Draperstown, y no se extinguió hasta la década de 1920,
cuando fue sustituido por el alcohol, que ya fue más barato y fácil de
conseguir.
Aunque parezca mentira, el consumo de estupefacientes no siempre ha
estado prohibido, perseguido y castigado con cárcel o pena de muerte, hasta
comienzos del siglo XX la mayoría de estas sustancias que hoy se vetan de forma
legal, fueron tan legales que se prescribían a las personas desde su más
tierna infancia.
La heroína que es la droga “mala” por antonomasia fue un
eficaz calmante y
antitusígeno por los médicos y fabricada por Bayer, que tenía la
propiedad de la marca, la heroína fue despachada desde 1898 en boticas de medio
mundo como un sustituto de la morfina que, según decían los anuncios de la
época, “no crea adicción ni
otros efectos secundarios”.
En 1913, Bayer suspendió la producción de
heroína, supuestamente al observar que los pacientes que prolongaban mucho su
uso acababan desarrollando un galopante síndrome de abstinencia; en 1914,
Estados Unidos restringió su uso a fines terapéuticos y en 1924 la prohibió por
completo, y en el resto del mundo, también la fueron prohibiendo poco a poco.
La cocaína fue legal hasta el primer tercio de siglo XX y se despachaba en farmacias e incluso
la Coca Cola contuvo en sus
orígenes unos nueve miligramos de cocaína por vaso, hasta que en 1903 se cambió
ésta por cafeína. La cocaína se
prohibió en forma gradual ya que se fue ilegalizando en casi todo el
globo, mientras su venta ilegal se multiplicaba. En la actualidad es una de las
drogas de consumo masivo, que permea a todas las clases sociales y por ello es
que se transformó en un fabuloso negocio ilegal a escala
planetaria.
Los
efectos de la marihuana “Cannabis”, varían de una persona a otra, suele
potenciar los sentidos y provocar sociabilidad, introspección o paranoia, según
el caso, y tiene efectos analgésicos y beneficiosos para ciertas dolencias, pero
algunos artistas la han utilizado para potenciar su creatividad e incluso como
parte de sus creencias, como fue Bob Marley, que logró hacer una bandera de “liberación” de ella, principalmente en su natal
Jamaica.
En 1850, la Pharmacopeia de
Estados Unidos incluyó la marihuana como medicamento legal indicado para tratar
cantidad de dolencias, desde la lepra al tifus, pasando por la rabia o la
disentería, y hacia 1919, alrededor del 6% de los medicamentos despachados en
las farmacias norteamericanas contenían cannabis. El mejor ejemplo es
el Fluis Extract Cannabis
Americana, que fue elaborado por Parke, Davis & Company. Por su
parte, Grimault & Company vendía cigarrillos “indios” para combatir el asma,
así como afecciones del sistema nervioso.
Ésta se prohibió en 1925 durante la Convención Internacional del
Opio celebrada en Ginebra (Suiza) y allí se dio el comienzo de la
prohibición de la marihuana a nivel mundial. Inglaterra ilegalizó el cannabis en
1928 y Estados Unidos no mucho después y el resto de los países no quisieron ser
menos, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, y en la
actualidad, está prohibido su consumo, venta y posesión en gran parte del mundo,
salvo excepciones como Holanda, Uruguay o algunos estados de Estados
Unidos.
Las anfetaminas son pastillas para sobre estimular el sistema nervioso, por ello
eran usadas por deportistas y hasta políticos como J. F. Kennedy que las consumía. Por
ello es que fueron legales hasta
bien entrados los 70 del siglo XX y se vendían con marcas comerciales
como Simpatina o Centramina, luego pasaron a
despacharse solo con receta y a extenderse poco a poco por el mercado
negro.
Hoy estas pastillas “mágicas” más que ilegales, son alégales, pues se siguen fabricando, pero se
recetan solo para casos médicos muy determinados y eso ha propiciado el uso
de Speed y de sustancias análogas que
intentan imitar sus efectos.
El Informe de las Drogas 2014 elaborado por la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) nos da un
panorama general de la situación del consumo de drogas en el mundo, que siguen
causando un daño considerable, reflejado en la pérdida de vidas valiosas y años
productivos de muchas personas.
En 2012 se informó de un total aproximado de
183,000 muertes relacionadas con las drogas (margen de variación: 95,000 a
226,000). Esa cifra se corresponde con una tasa de mortalidad de 40.0 (margen de
variación: 20.8 a 49.3) muertes por millón en la población de entre 15 y 64
años, y aunque ese cálculo es inferior al de 2011, dicha reducción puede
atribuirse al número menor de fallecimientos que indicaron algunos países de
Asia.
A nivel mundial, se calcula que en 2012 entre 162
y 324 millones de personas, es decir, del 3.5% al 7.0% de la población de entre
15 y 64 años, consumieron por lo menos una vez alguna droga ilícita,
principalmente sustancias del grupo del cannabis, los opioides, la cocaína o los
estimulantes de tipo anfetamínico.
El número de muertes a nivel planetario que
generan las drogas por su consumo es muy inferior al del alcohol, ya que éste
cada año genera 3.3 millones de muertes en el mundo debido a su consumo nocivo,
lo que representa un 5.9% de todas las defunciones.
La mayoría de las drogas se usaron hasta que
Estados Unidos logra emerger como potencia imperial, allí promueve el
prohicionismo y la persecución a consumidores y comercializadores, dando lugar a
uno de los negocios más grandes del planeta, pareciera ser que la lección que
les dejó la prohibición del alcohol y la mafia no fue
suficiente.
El
tema de hoy es como enfrentar esa situación cuando los grandes centros de
consumo están en el corazón de estos países centrales y los de producción en
países aliados. La pregunta obligada es ¿por qué no se persigue eficientemente
en estos países de mayor consumo?, y de esto deriva otra pregunta, si el tema
objeto ¿es el consumo y protección de la salud pública o el control de las
grandes ganancias que este complejo negocio genera? y que hoy ya tiene un peso
significativo en el PIB global.
Un dato interesante lo da el Estado de Colorado
en Estados Unidos, donde los beneficios recaudados por los impuestos del
cannabis en ese país han superado por primera vez en la historia a los del
alcohol, una industria conocida por la inmensa riqueza en impuestos que genera.
Entre 2014 y 2015 el gobierno de Colorado ha recaudado alrededor de 70 millones
de dólares en impuestos de la marihuana, suma que supera con creces los 42
millones recaudados en el mismo periodo en impuestos por alcohol, su principal
rival en la actualidad.
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