Robot, machismo y
sexo
Alfredo César
Dachary
El machismo es una forma de sexismo en la que se discrimina y
menosprecia a la mujer, considerándola inferior al hombre y que se ha expresado
de diferentes maneras en cada etapa de la humanidad, y en occidente, al extremo
que ha sido una de las bases de la ideología dominante de los últimos cinco
siglos: el eurocentrismo.
Por ello no nos puede sorprender que en esta corta historia de la segunda
parte del siglo pasado y los primeros años de éste, hasta en la tecnología se
ven aún rastros de esa “enfermedad” condenada por la sociedad moderna.
Al ver los avances de los robots para el uso sexual, inicialmente todos
se orientaban a representar mujeres, como el objeto del placer que la tecnología
moderna ofrece al hombre.
En la década de los 60´s aparece un film, Barbarella, con un gran
contenido erótico, que quizás en esta época no escandalizaría a nadie, pues no tenemos
nada explicito pero los personajes, así conocerá el verdadero amor, acompañada
de Pygar el ángel, que en sus propias palabras dice “un ángel no hace el amor, un ángel es
amor”, y luego será sometida a la máquina del placer, todo esto fue sin
dudas en su época un escándalo, algo natural en el director Roger Vadim y cuya
actriz principal era su esposa.
Medio siglo después los avances en este campo han
sido muy grandes, y en gran parte responden a una nueva organización social
donde el individualismo reina por encima de todo y la familia tradicional es una
especie en proceso de extinción, en algunos países y en las grandes ciudades y
en ciertos sectores sociales.
El doctor Ian Kerner, un terapeuta sexual, ha
sugerido que los robots podrían ser utilizados como sustitutos del
sexo para ayudar a los
seres humanos a superar problemas sexuales y traumas así como hoy se utilizan
las madres de alquiler. Por eso para este experto, el sexo con robots podría ser
un servicio para personas que sufren de problemas de eyaculación precoz o que
han tenido una experiencia sexual muy
limitada.
Pero esta idea, que seguramente se logrará
imponer frente a nuestras grandes dudas, hoy es rechazada por diferentes
científicos y grupos de trabajo porque creen que el sexo con robots podría
aportar más problemas que soluciones, y profundizaría las tendencias de
disolución de una sociedad basada en los lazos humanos.
Para Gareth Price, experto en inteligencia
artificial, si hay toda una generación que crece con juguetes sexuales
inteligentes que aprenden sus preferencias, esto podría acabar con el contacto
de esas personas con otros seres humanos, y los costos serían muy fuertes para
la propia sociedad.
En el otro extremo están quienes desde el punto
de vista médico, como el Dr. Ian Kerner, ve grandes ventajas para usar estos robot con los
pedófilos, como una manera de que estos abominables sujetos
puedan expresar su sexualidad, lo grave de esto, más allá de alimentar a un
enfermo, es que los robot tendrían el cuerpo de un
niño.
El año pasado, los principales expertos en
robótica dijeron que la aparición de “sexbots” que se parezcan a los niños, es
inevitable, y según Arkin, director
del Georgia Tech’s Mobile Robot Lab, robots con aspecto infantil podrían ser
utilizados por los pedófilos de la misma forma que la metadona se utiliza para
tratar a los adictos de drogas, y añadió si con ello podemos salvar algunos niños,
creo que es un proyecto que vale la pena
estudiar.
En
la actualidad, la robótica gracias a los grandes avances en diferentes campos,
incluido la inteligencia artificial, permiten a las nuevas generaciones de robot
que puedan hablar, responden a estímulos, pueden llegar a aprender lo que más
agrada o disgusta a sus dueños y su aspecto cada día se asemeja más al de los
humanos, con lo que el robot sexual ha dejado de ser ciencia
ficción.
Por ello es que hoy hay varias empresas que
dedican grandes esfuerzos, tanto humanos como económicos, en la creación de esas
máquinas con el único objetivo de proporcionar placer, y su prospectiva se
orienta a que en menos de dos
décadas el robot sexual formará parte de la cotidianidad de los
humanos.
Las muñecas inflables, invento de los nazis
durante la Segunda Guerra Mundial para proteger de la sífilis a sus soldados,
han pasado a la historia, frente al robot sexual del presente e inmediato
futuro que ha añadido, a la cada vez más sofisticada piel sintética de silicona,
inteligencia artificial, sensores para simular emociones y complejos programas
informáticos para manifestar sentimientos.
Un ejemplo de esto es Roxxxy el robot que tiene 1,74 metros y con medidas muy
femeninas ideales de 96-76-94, lo que es un claro ejemplo de lo fuerte que pisa
esta próspera industria de la maquinaria del placer.
David Linden, profesor de neurociencia de la
Escuela de Medicina de Johns Hopkins University, escribía semanas atrás en un
artículo publicado en The Wall Street Journal que Roxxxy, salvando sus flecos
todavía muy rudimentarios, es hoy el robot sexual más avanzado que existe en el
mundo.
Los especialistas coinciden en que estos robots,
definitivamente no reemplazarían las relaciones íntimas entre personas y más
bien terminarían siendo un complemento para cierto público, como son hoy los
diferentes tipos de juguetes sexuales, cuya presencia en las grandes ciudades es
ya cotidianidad.
En el 2013, el Huffington Post, junto con la
firma YouGov, realizó un estudio entre 1,000 adultos de Estados Unidos y el
resultado fue que un el 9% de ellos estaban dispuestos a irse a la cama con un
ser artificial, frente a un el 42% que afirmaba que eso podía considerarse una
infidelidad, mientras el 31% dijo que no le atraía la idea, y un 26% restante no lo tenía
claro.
Es por ello que ahora ante esta realidad de
consecuencias impensables hace muy poco tiempo, se plantean muchos interrogantes
respecto a estos robots, porque se los considera inicialmente como una amenaza
para las relaciones íntimas, y que además se puede dar la posibilidad de que un
hombre o una mujer se enamoren de alguna de estas
máquinas.
Un grupo académico que ha reaccionado con firmeza
y ha llegado a solicitar la
prohibición de los robots sexuales ha sido el que dirige la investigadora sobre
ética y robótica, Kathllen Richardson, de la Universidad británica de Montfort,
y uno de sus principales argumentos es que el sexo con robots deshumanizará aún
más a las mujeres, al asemejarse el uso de esas máquinas a lo que ahora ocurre
con las prostitutas, "compradas" como objeto
sexual.
Psicólogos, sexólogos, profesores de ética y
estudiosos de las relaciones humanas consultados en diferentes medios, más que
hablar de prohibición prefieren reflexionar sobre las consecuencias que el uso
común de esos robots sexuales tendría en las relaciones
humanas.
Todos los consultados consideran que en
estos momentos, es muy improbable que una máquina pueda llegar a sustituir a un
compañero o compañera sentimental, como afirma el sexólogo Ezequiel López, al
sostener que esta sustitución es prácticamente imposible porque ligados al sexo
siempre estarán la comunicación, las sensaciones y emociones, que son
irremplazables.
Para Francesc Colom, psicólogo clínico especialista e investigador del
Programa de Trastornos Bipolares del Hospital Clínica de Barcelona, tampoco cree
que el robot sexual acabe sustituyendo a una pareja, ya que hace ya muchos años
que convivimos con la inteligencia artificial y una máquina sólo podría poner en
peligro las relaciones íntimas con nuestros iguales en casos con graves
problemas de timidez, introversión o trastornos de personalidad o
ansiedad.
Para Norbert Bilbeny, catedrático de Ética de la
UB, considera que "la sexualidad robotizada no tiene que ser ilegal ni inmoral"
y sólo los prohibiría en aquellos casos en que alentaran la pedofilia u otras
formas de abuso de seres y derechos, contestando a una sugerencia de los que
pretenden ligarla a esta desviación sexual.
Ficción o Utopía
El año pasado, dos expertos en cibernética dieron
sus puntos de vista sobre cómo los robots podrían llegar a reproducirse y el
novelista George Zarkadakis dijo que robots fabricados de silicio y carbono,
podrían tener relaciones sexuales a nivel molecular para producir una
descendencia robótica, aunque no está nada claro cómo podría desarrollarse esta
técnica.
Para este escritor del mundo de la ficción,
George Zarkadakis, si los robots pudieran mantener relaciones sexuales, eso los
defendería de los virus informáticos y los haría más robustos, aunque nos
preguntamos si de alguna forma no servirían también para transmitirse virus
entre sí, como sucede con los humanos.
El profesor experto en inteligencia artificial
Noel Sharkey, dijo que otra manera en que los robots del futuro podrían producir
descendencia, podría ser imprimiendo a sus hijos, mediante un proceso parecido
al de una impresora 3D y que incluso los propios robots podrían montar y
ensamblar sus propios descendientes.
El tema es del futuro, pero el problema es que este tiempo es el que
estamos viviendo, por ello es que día a día aparecen nuevas propuestas, aunque
la idea del sexo con robot aún posible, si hay antecedentes que lo van
promoviendo como las muñecas mecánicas que están en el mercado, un ejemplo del
regreso a un machismo más atrasado que el que hemos superado, aunque le
brindemos la duda de su uso científico. ¿Estamos entrando en la etapa de la
prostitución robótica?
alfredocesar7@yahoo.com.mx