WASHINGTON.- El
incesante movimiento de submarinos y barcos espías rusos en las inmediaciones de
los cables interoceánicos que transportan casi la totalidad de las
comunicaciones mundiales por Internet ha generado alarma en algunos militares y
funcionarios de inteligencia norteamericanos, que temen que Rusia tenga planeado
atentar contra esos cables en tiempos de tensión o de conflicto.
El problema trasciende aquel
viejo temor surgido durante la Guerra Fría de que los rusos pudieran "pinchar"
las vías de comunicación, un método -por otra parte- que las agencias de
inteligencia de Estados Unidos también dominan desde hace décadas. Ahora la
preocupación es más profunda: el hackeo ruso definitivo contra Estados Unidos
sería cortar los cables de fibra óptica en lugares remotos de difícil acceso,
para interrumpir las comunicaciones instantáneas de las que actualmente depende
Occidente, tanto sus gobiernos como sus economías y sus
ciudadanos.
Aunque aún no hay evidencias de
ningún corte de cables, el tema se suma a la creciente preocupación de los
agentes de inteligencia y altos mandos militares de Estados Unidos y sus aliados
por la escalada de operaciones de las fuerzas armadas de Rusia en todo el mundo.
Al mismo tiempo, esa discusión interna deja en evidencia que Estados Unidos mira
cada vez con más desconfianza cualquier movimiento de los rusos, un hecho con
reminiscencias de la Guerra Fría.
Tanto en el seno del Pentágono
como de las agencias de espionaje norteamericanas, las evaluaciones sobre el
aumento de las actividades de la marina rusa son altamente clasificadas y no se
discuten públicamente en detalle. Los funcionarios nada dicen sobre la
vigilancia de esos movimientos ni sobre sus planes para reponer rápidamente esos
cables si son cortados. Pero en líneas generales, más de una docena de
funcionarios confirmaron que el tema pasó a ser una de las prioridades del
Pentágono.
El mes pasado, el barco espía
ruso Yantar, equipado con dos sumergibles autopropulsados de aguas profundas,
pasó lentamente junto a la costa este de Estados Unidos en su camino a Cuba,
donde sube a tierra uno de los cables maestros, cerca de la base norteamericana
de Guantánamo. El barco estuvo bajo monitoreo constante de Estados Unidos, a
través de satélites espías, barcos y aviones. Los funcionarios de la marina
norteamericana afirman que los dos vehículos sumergibles con los que está
equipado el Yantar tienen la capacidad de cortar cables a kilómetros de
profundidad.
"El actual nivel de actividad y
movimiento es comparable al que vimos durante la Guerra Fría", señaló un alto
diplomático europeo.
Noruega, miembro de la OTAN,
está tan preocupada que les pidió ayuda a sus vecinos para rastrear los
submarinos de bandera rusa. El almirante James Stavridis, ex máximo comandante
militar de la OTAN y actual decano de la Escuela de Leyes y Diplomacia Fletcher,
dijo que "ésta no es más que otra evidencia de un régimen sumamente autoritario
y belicoso que al parecer pretende retrotraerse a las herramientas de la Guerra
Fría, aunque con un alto grado de avance tecnológico".
Ese aumento de la presencia rusa
en los mares está en consonancia con la expansión de las actividades militares
del Kremlin en lugares como Crimea, Siria y el este de Ucrania, donde el
presidente Vladimir Putin también ha buscado demostrar el largo brazo de sus
fuerzas militares de tierra, agua y aire.
"El peligro es que cualquier
país podría dañar el sistema y hacerlo de manera totalmente encubierta, sin
necesidad de contar con un barco de guerra con equipo cortacables en la zona",
señala el investigador Michael Sechrist.
Traducción de Jaime Arrambide
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