En el cerro
Otto
El jueves 20 los chicos durmieron gran parte de la
mañana, momento que aproveché para comenzar mi recorrida por todo tipo de
comercio de Bariloche en busca de pilas doble A para mi cámara fotográfica; pero
fue una misión imposible. Así que, con toda la pena de no poder capturar
imágenes de semejantes paisajes, almorzamos en la fonda de la calle Rolando, y
por la tarde tomamos la excursión al cerro Otto.
Desde Mitre y Villegas salía un micro que nos
llevaba hasta la base del teleférico, y desde allí ascendimos hasta la
confitería giratoria, pudiendo observar el entorno en trescientos sesenta grados
desde sus ventanales, mientras disfrutábamos de sendos
submarinos.
Luego nos dirigimos al mirador, donde un fotógrafo
profesional tomó una fotografía a los chicos con la perra San Bernardo llamada
Paris. Y en el puesto donde fui a retirarla, ¡conseguí
pilas!

Martín, Laurita y Ludmila junto a
Paris
El cerro Otto, perteneciente a los Andes
Patagónicos, tenía una altura de 1405 m.s.n.m., y se encontraba a la vera del
lago Nahuel Huapi.

Cerro Otto, perteneciente a los Andes
Patagónicos
El cerro debía su nombre a Otto Goedecke, uno de
los primeros pioneros que tuvo su chacra en los faldeos, en la zona de
Melipal.

Vista panorámica del mirador desde la terraza de
la confitería

En lo alto de la montaña predominaban las lengas
(Nothofagus Pumilio)

Flores de cardo y amancays completaban la
flora

Vista del lago Nahuel Huapi desde el mirador del
cerro Otto

Los cúmulos se reflejaban en las tranquilas aguas
del lago

Vista de San Carlos de Bariloche y del Nahuel Huapi desde el mirador
del Otto

Laurita, Martín y Ludmila en el mirador del cerro
Otto

Reforestación en los faldeos
superiores

Vista del cerro Tronador desde el mirador del
Otto

De entre las montañas se alcanzaban a ver las
agujas del cerro Catedral

Preparando los parapentes

Se lanzaban en parapente

A Martín le encantaba ver los
parapentes

Abundante vegetación en las zonas más
bajas

Ludmila, Martín y Laurita quisieron quedarse en el
mirador durante toda la tarde
Como era habitual en Bariloche, por más que
estuviéramos en pleno verano, a medida que avanzaba la tarde comenzó a
refrescar, por lo que decidimos disfrutar de los atractivos internos. Y uno de
ellos era una pequeña galería de arte que contaba con réplicas de diversas obras
de Miguel Ángel como el David, el Moisés, La Piedad, El Juicio Final, y la
Capilla Sixtina. Las esculturas habían sido reconstruidas en polvo de mármol y
resina acrílica a escala natural y se complementaban con algunos dibujos
realizados por el artista antes de esculpirlas en mármol de Carrara. No entendí
demasiado cuál había sido el motivo de dicha representación en un lugar tan
ajeno, pero consideré que para mucha gente que no tenía posibilidades de ir
hasta el Vaticano, podrían tener sentido.

El David

El Moisés

La Piedad

El Juicio Final

La Capilla
Sixtina
Mientras nos desplazábamos por los pasillos,
habíamos visto exhibidas algunas fotografías de gente colgada de los funiculares
en situaciones realmente peligrosas. ¡Y todos creímos que eran reales! Yo
pretendí explicarles a los chicos que seguramente las habrían tomado mientras el
vehículo estaba detenido, pero de ninguna manera sospeché que se trataba de
imágenes trucadas. Cosa que nos enteramos cuando ingresamos al microcine, donde,
después de mostrarnos diversos videos del lugar, invitaron a tomarse la
fotografía en un teleférico que estaba en una sala cerrada al pie del cerro, al
que le agregan el fondo que quisiéramos. ¡Qué ilusos que habíamos
sido!

Laurita y Martín en el teleférico

Ludmila demostrando lo bien que lo había
pasado

Vista panorámica durante el
descenso

Laurita y Martín admirando el paisaje sin vértigo alguno

Disfrutando del
descenso

Mirando hacia
arriba

La confitería giratoria en la cumbre

Algunas de las laderas habían sido
raleadas

La nube, el lago y la ciudad

En la ladera puede verse el camino para ascender en auto

Cada funicular tenía capacidad para seis
personas

Las laderas inferiores estaban cubiertas con
cipreses

Pasando por sobre las
casas

Barrios construidos sobre la ladera del Otto y en
medio del bosque.
Gran peligro en caso de
incendio

Privacidad cero en quienes buscaban tranquilidad

Y cruzando la ruta, llegamos a la
base
En cuanto llegamos a la base nos pusimos en la
fila para tomarnos la foto “en situación de peligro”, que prontamente enviamos a
nuestros familiares y amigos. Y lo que salvó nuestro honor fue que algunos de
ellos creyeron que era real. Y eso nos demostró que nuestra “inocencia” era
genética.

¡En “emergencia”!
Al llegar a la calle Mitre entramos al Mc
Donald’s, y si bien Martín quiso su hamburguesa con papas fritas, el principal
propósito era el de utilizar los juegos.

Las nenas jugando y Martín
mirando

Ludmila y Martín al ritmo de la
música
Esa noche, volvimos a la fonda para cenar y nos
desternillamos de risa al recordar nuestra credulidad y la de nuestros allegados
ante las fotos truchadas del teleférico.
Ana María
Liberali