La desigualdad crece en el
mundo
Alfredo César Dachary
Graca Machel Trust es una mujer excepcional, que
ha sido testigo de la descolonización en África, de la guerra por impedirla y
del proceso de desmantelamiento del Apartheid, es un personaje fundamental para
entender la lucha por la equidad, las minorías y el antirracismo, entre otras.
En Mozambique, de donde es originaria, luchó
primero como militante del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) y luego
formó parte del primer gobierno revolucionario, además de ser la esposa del
líder de la revolución Samora Machel.
Junto a él enfrentó en el largo y sangriento
proceso de descolonización de Portugal y la guerra de guerrillas que le impuso
el colonialismo de forma “disfrazada” de oposición “democrática”, a fin de no
perder el control sobre un territorio con grandes riquezas
naturales.
Fue una larga década que abarcó parte de los 70´s
y los 80´s, un camino que acompañó hasta su muerte al líder Samora Machel en
1986, por una década donde ocupó importantes cargos y orientó su accionar en
defensa de los niños y las mujeres, principales víctimas de estas guerras.
En 1998, se casa con el presidente de Sudáfrica y
líder histórico del Congreso Nacional Africano (ANC), Nelson Mandela, siendo su función la de
continuar su labor en defensa de los grupos más vulnerables desde los niños
explotados en guerras a las niñas en contra del matrimonio infantil, la
alimentación de los niños y ancianos, entre sus múltiples
tareas.
Esta introducción es para ubicar la calidad
humana y el respaldo moral de quien lidera el informe de OXFAM denominado
“Iguales, Acabemos con la desigualdad extrema es hora de cambiar las reglas”, un
largo análisis sobre las profundas asimetrías que hay en este planeta que
condenan a más de las tres cuartas partes de la población mundial a una vida
miserable.
Este estudio constituye un riguroso y oportuno
retrato de la creciente desigualdad que caracteriza a gran parte de África y del
mundo en la actualidad, a fin de reducir la brecha que separa a las personas más
ricas de las más pobres, así como abordar los efectos que ésta tiene sobre otras profundas desigualdades
(como las que existen entre hombres y mujeres o entre las razas, ya que es un
imperativo de nuestro tiempo).
Este estudio muestra, a través de nuevas
investigaciones y ejemplos de todo el mundo, la magnitud del problema que
constituye la desigualdad económica extrema, y pone de manifiesto los diversos
peligros que ésta acarrea para la población mundial, algo que hoy lo vemos no
solo en los países de la periferia pobre, sino en el centro desde Europa al
propio Estados unidos, con índices de pobreza inaceptables, en relación a la
riqueza del país.
Pero lo más interesante es que este trabajo
identifica los dos poderosos factores que han impulsado este rápido aumento de
la desigualdad en tantos países: el primero es el fundamentalismo del mercado,
único eje del sistema global y la base para la especulación y ampliación de la
asimetría, y el segundo es la causa del primero y el secuestro democrático por
parte de las élites. El informe destaca algunas de las medidas concretas que
pueden adoptarse para hacer frente a esta amenaza y demuestra que el cambio es
posible.
La desigualdad económica extrema se ha disparado
en todo el mundo durante los últimos 30 años, convirtiéndose en uno de los
mayores problemas económicos, sociales y políticos de nuestro tiempo. Las
antiguas desigualdades, basadas en el género, la casta, la raza y la religión y
que constituyen injusticias en sí mismas se ven agravadas por el aumento de la
desigualdad entre ricos y pobres, y hoy más por el empobrecimiento masivo de
grupos en países que entran en crisis como es el caso de Grecia, España,
Portugal y otros que nunca han podido acceder a nada como Haití.
OXFAM se funda en 1995 por un grupo de ONG, a fin
de luchar contra la pobreza, el hambre y las desigualdades, y en la actualidad
esta organización se une a una corriente de opinión muy diversa que incluye a
multimillonarios, líderes religiosos y directores de instituciones como el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, así como a sindicatos,
movimientos sociales, organizaciones de mujeres y millones de ciudadanos de a
pie de todo el planeta, que exigen a los líderes de todo el mundo que adopten
medidas para hacer frente a la desigualdad extrema antes de que sea demasiado
tarde.
Las actuales tendencias de las rentas y la
riqueza dan cuenta de una historia clara: la distancia entre ricos y pobres es
más amplia que nunca y sigue aumentando, mientras que el poder está, cada vez
más, en manos de las élites.
La desigualdad está aumentando rápidamente en la
mayoría de los países: 7 de cada 10 personas viven en un país donde la
desigualdad entre ricos y pobres es mayor ahora que hace 30 años, y, en países
de todo el mundo, la minoría rica está aumentando aún más su participación en la
renta nacional.
Thomas Piketty, economista francés y autor del
libro “El capital en el siglo XXI”, ha generado un gran interés y numerosos
debates, ya que en su libro que desentraña 250 años de evolución de los ingresos
y la riqueza en el capitalismo, sobre todo en Estados Unidos y Europa, y que
propone, en definitiva, un impuesto sobre el
patrimonio.
La conclusión a la que llega es que el sistema de
mercado económico genera espontáneamente una creciente desigualdad, con un
período intermedio desde 1914 hasta finales de los años 70´s y que se explica por la existencia de
shocks, guerras, y no por el desarrollo "normal" de la sociedad
capitalista.
Esta tesis no ha sido bien recibida por los
neoliberales y ultraconservadores, que descubiertos trataron de desacreditar los
fundamentos de su análisis, un largo camino que lideró Piketty con un equipo de
investigadores, lo que le permitió trazar la ruta a largo plazo de la riqueza y
su acaparamiento por unos pocos; explotando los datos
existentes.
Sus resultados son ratificados por el informe de
OXFAM a nivel mundial, ya que la desigualdad en términos de riqueza individual
es aún más extrema y se ha calculado que, en 2014, las 85 personas más ricas del
planeta poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la
humanidad.
Entre marzo de 2013 y marzo de 2014, estas 85
personas incrementaron su riqueza en 668 millones de dólares diarios,
mayoritariamente fruto de la especulación y no de la producción, como lo fue en
etapas anteriores.
Desde el comienzo de la crisis financiera del
2008, el número de mil millonarios se ha más que duplicado hasta alcanzar la
cifra de 1,645 personas (los poseedores de más de mil millones de dólares de
Estados Unidos).
La
riqueza extrema no es sólo un fenómeno que se da en los países ricos, ya que el
hombre más rico del mundo era el mexicano Carlos Slim, que desbancó de la
primera posición a Bill Gates en julio de 2014.
En el continente con mayor número de problemas y
las más altas densidades de pobreza en la actualidad, África, hay 16 mil millonarios y en África
subsahariana que conviven con los 358 millones de personas en situación de
pobreza extrema en la región.
OXFAM ha calculado que, si justo después
de la crisis financiera, se hubiese aplicado un impuesto de sólo el 1.5% sobre
la riqueza de las personas con una fortuna superior a los mil millones de
dólares, se podrían haber salvado 23 millones de vidas en los 49 países más
pobres del mundo, proporcionándoles dinero para invertir en atención
sanitaria.
Tanto el número de mil millonarios como su
riqueza conjunta se han incrementado tan rápidamente que en 2014 un impuesto del
1.5% podría subsanar el déficit anual de financiación para poder escolarizar a
todos los menores y proporcionar atención sanitaria en esos
países.
Es necesario un cierto grado de desigualdad para
premiar el talento, las capacidades y la voluntad de innovar y de asumir riesgos
empresariales. Sin embargo, la actual desigualdad económica extrema debilita el
crecimiento y el progreso y no da lugar a una inversión en el potencial y las
capacidades de cientos de millones de personas.
Por ello es que la desigualdad extrema es un
obstáculo para la reducción de la pobreza, y el rápido incremento de la
desigualdad económica extrema dificulta considerablemente la lucha contra la
pobreza.
The Brookings Institution también ha desarrollado
una serie de supuestos que demuestran que la desigualdad impide que se erradique
la pobreza a nivel mundial, ya si se redujese la desigualdad, podrían salir de
la pobreza 463 millones de personas más que si la desigualdad aumentase.
Actualmente, líderes de todo el mundo están
debatiendo sobre nuevos objetivos para acabar con la pobreza extrema en 2030,
pero sin embargo, si no establecen un objetivo para hacer frente a la
desigualdad económica, no conseguirán acabar con la pobreza, perdiéndose así
innumerables vidas.
El drama final es que el sistema cada vez requiere menos fuerza de
trabajo y la que busca es la más especializada, el trabajo pleno es una especie
en peligro de extinción, por lo que la combinación pocos empleos muchos
demandantes es la fórmula para revivir el fenómeno, ya no excepcional sino
constante de la “esclavitud moderna”.
alfredocesar7@yahoo.com.mx