NCeHu
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Syriza: del
centroizquierda a la derecha
Guillermo Almeyra
La
Jornada
México,
23/8/15
Alexis Tsipras, elegido en
enero como representante de Syriza, una izquierda reformista y que actúa dentro
del sistema pero democrática y antiimperialista, a partir de julio gobierna
solo, con el apoyo de la derecha, para el capital financiero internacional y en
particular para el imperialismo alemán, acaba de convocar a nuevas elecciones
para sacar a la izquierda del Parlamento y unir más la derecha bajo su
dirección.
Tsipras
aprovechó la profunda desmoralización de la mayoría del pueblo griego después de
que su gobierno desoyó el resultado del referéndum sobre las exigencias de
Bruselas, cuando el No reunió a 61 por ciento; también utilizó las vacaciones de
verano que dispersan a los griegos o los concentran para tratar de aprovechar el
turismo extranjero en esos meses y la situación ambigua de la Plataforma de
Izquierdas dentro de Syriza, que se opuso siempre a las concesiones a la
Troika, pero sin romper con el gobierno que las hacía y sin presentar
alternativas sólidas a esa política criminal. De todos modos, el
demócrata Tsipras no convocó a un congreso extraordinario de Syriza por
temor al peso en el partido de grupo de diputados y ex ministros de izquierda y
prefirió que dicho congreso se realice después de las elecciones, o sea del
voto, para el cual reúne tras su candidatura a toda la derecha, incluso sobre
los partidos de dicha derecha y del centroderecha tradicional. Para mayor
seguridad, llamó a elecciones sin que en 30 días haya tiempo para explicar las
diversas posiciones ni para organizar ni movilizar los descontentos, y las hará
después de la escisión del grupo de izquierda que le deja el control del
partido, pues dicho grupo está concentrado en crear el nuevo partido Unidad
Popular convocando contra Syriza a todos los que están en contra del pago de la
deuda, las privatizaciones y el memorándum impuesto por la
Troika.
La historia sólo
registra una voltereta semejante: la del ex secretario del Partido Socialista
Italiano a fines de la primera década del siglo pasado, que de un día a otro se
convirtió en primer ministro del rey y de la derecha unida: Benito Mussolini,
que terminó colgado cabeza abajo.
Tsipras, como Pablo
Iglesias y Podemos, en España, se inspiraron siempre en el eurocomunismo
del Partido Comunista Italiano (PCI) –el más grande del mundo después del
soviético y del chino–, que creía que el objetivo era llegar desde las
instituciones al cuarto de los botones de comando (el gobierno) como si
el poder estuviera allí y eso bastase para derrotar a los dueños de la
maquinaria estatal, los grandes capitalistas. Como es sabido, el PCI, que en
1976 tenía 34.4 por ciento de los votos, se disolvió tres meses después de la
caída del bloque soviético, en enero de 1991, para dar origen al actual Partido
Democrático, que tiene como modelo al partido estadunidense de los Clinton y
Obama.
PCI, Tsipras,
Syriza, Iglesias, Podemos y todos los vendedores de humo frito semejantes
ignoraron siempre el principio elemental de que la independencia nacional así
como las conquistas democráticas y las reformas son el subproducto de las luchas
anticapitalistas independientemente del Estado de los patrones; ellos vivieron o
viven sembrando ilusiones, desperdiciando el apoyo popular y organizando
fracasos estruendosos que desarman, desorganizan y desmoralizan a los
trabajadores.
¿Qué resultados
podrían salir de las urnas en Grecia? Sin duda, un aumento de votos de Amanecer
Dorado, el xenófobo grupo neonazi, estimulado por el gigantesco ploff
de Syriza y por la llegada masiva de inmigrantes a las islas que recibían antes
sólo los tan necesarios turistas. También un derrumbe de NeoDemocracia y del
Pasok porque el voto de la derecha se concentrará detrás de Syriza y de Tsipras,
que podría llegar a tener mayoría absoluta en el Parlamento. Es muy difícil que
Unidad Popular (los ex dirigentes de la Plataforma de Izquierdas de Syriza)
logre crear un frente fuerte con los comunistas, Astarsya y algunos sectores
sobrevivientes a la desmoralización masiva que provocó la firma por Tsipras del
memorándum rechazado el Oxi masivo y esperanzado.
Tsipras
organiza elecciones en sólo un mes, entre otras cosas para pasar a dirigir la
derecha con el apoyo de Bruselas y para expulsar del Parlamento a los diputados
de izquierda. Aprovecha que ésta, hasta el viernes último, estaba empantanada en
Syriza y, sobre todo, no tiene una política ni propuestas comunes, aunque está
unida en el repudio a la sumisión total frente a Alemania y la
Troika.
Deberán pasar meses
hasta que Unidad Popular, que por algo no tuvo el coraje de romper antes con
Syriza, elabore una política sobre qué parte de la deuda pública se debe pagar,
sobre qué hacer frente a la Unión Europea, sobre cómo oponerse a la venta por
casi nada de las propiedades del pueblo griego (aeropuertos, puertos, servicios
de todo tipo) y sobre cómo reordenar la economía griega. Sobre todo, porque
Grecia está sola y en Alemania, Francia, Italia e incluso España hay sectores
pobres y trabajadores que se aferran a la ilusión de una leve recuperación
económica capitalista, alentada además por la caída del precio del petróleo que
abarata la producción y el transporte.
Un nuevo gobierno de
Tsipras probablemente acentuará los rasgos bonapartistas, tratará de cooptar
direcciones sindicales y recurrirá a la represión frente a quienes protestarán o
resistirán tanto por la derecha como por la izquierda social. Además, es muy
duro el golpe que Tsipras acaba de dar a Podemos (golpe multiplicado por la
estupidez de Iglesias que respalda lo que hizo Tsipras). Si Podemos esperaba
crecer en España a costa del PSOE, serán los socialistas, en cambio, los que
concentren la oposición a Rajoy, ganando votos entre los ex votantes potenciales
de Podemos y eso aislará aún más en Grecia a quienes luchen por la independencia
nacional, las conquistas democráticas, la defensa del nivel de vida de los
trabajadores griegos.
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