20
años: 2008
Entre los días 13 y 17 de octubre, se llevó a cabo en la ciudad de
Rosario, provincia de Santa Fe, República Argentina, el X Encuentro
Internacional Humboldt, coordinado por Gustavo Buzai.
Como todos los años, concurrieron colegas de gran parte del
territorio argentino así como de otros países de América
Latina.
Algunas de las presentaciones las exponemos a
continuación.

El Centro Humboldt, la globalización y la
geografía

Prof. Omar H. Gejo
A mediados de la década pasada se conformó el Centro
Humboldt. Este hecho fue producto, como es lógico, de una compleja trama de
circunstancias, entre las que cabe hacer notar el peso decisivo del vuelco
de expectativas generado por el comienzo del fin de la euforia finisecular hasta
allí imperante, consistente ésta, básicamente, en la apología del capitalismo
globalizado [1].
Precisamente, la organización humboldtiana en la Argentina
surge como un intento de confrontar conceptualmente con los supuestos de la
presumida nueva etapa, signada, definida, determinada por la globalización[2]. Todos sus primeros pasos se encaminaron
a dar la batalla a esta omnipresente interpretación que entendíamos que
constituía un embuste y era, además, decididamente, un manifiesto
antigeográfico. Así, la revista Meridiano, en su primer número, en agosto de
1995, blandía una esclarecedora respuesta de la conservadora The Economist, que
colocaba en su lugar a los afiebrados seguidores del nuevo culto, y que estaba
sustentada en una abierta y clara reivindicación de la Geografía [3]. Con este antecedente dimos a conocer el
rumbo que elegíamos: defensa a ultranza de la geografía como punto de apoyo para
derrotar la vulgaridad reinante, la de los globalizadores, tanto en su versión
ortodoxa economicista como en el enfoque heterodoxo sociologizante, a menudo
presentado este último como progresista. Para este último, sobre todo, acopiamos
algunos materiales, siempre de fuentes inobjetables, es decir reconocidamente
sistémicas, que reprodujimos a través también de Meridiano[4]. No hubo tregua pues para unos, pero
tampoco tuvieron resuello los otros, los posaban de opositores, los que se
presentaban como una falsa alternativa.
En resumen, sería imposible escindir la creación y
construcción del Centro Humboldt al margen de aquel contexto, del que éramos
plenamente partícipes conscientes.
- Enfrentando a la "Globalización"
Una de las primeras tareas que el Cehu llevó a cabo, por
lo tanto, fue la de establecer un cuadro de situación que diera cuenta de
aquella realidad que enfrentábamos. El análisis de la globalización, por ende,
nos distrajo cierto tiempo. Este seudoconcepto, de fulminante desarrollo, lo
abarcaba casi todo. Superficialmente implicaba una geografización, pero en lo
profundo, en lo esencial consistía en una tajante negación de las bases mismas
de la geografía. Y como el manifiesto antigeográfico que era, por lo tanto, no
podía ser más que una burda tergiversación conceptual de la realidad, un fallido
abordaje de la problemática del presente.
La globalización era presentada como una divisoria de
aguas. En términos históricos representaba una nueva época; en términos
geográficos implicaba la dramática reducción, cuando no la desaparición, de las
distancias. Producto de la revolución científico-tecnológica el pasado era
pasado definitivo, intrascendente y la fricción del espacio también estaba
llamada al ocaso irreversible. El mundo se transformaba así en un mundo virtual.
Pero detrás de estas ensoñaciones se movía el carácter fundamental de esta
imposición, la supuesta disolución de los mecanismos históricos de
diferenciación material que, aparentemente, habían dejado de actuar
milagrosamente por obra y gracia de la fenomenal mutación tecnológica de las
últimas décadas.
Por supuesto que un factor aun más gravitante que el salto
tecnológico para esta formidable ofensiva ideológica era el derrumbe del orden
de posguerra, hecho que trastrocó definitivamente casi medio siglo de un
determinado equilibrio que involucraba a naciones, regiones y clases. Este
orden, surgido tras la segunda guerra mundial, estuvo signado por las
diferenciaciones y desigualdades. En cuanto a la política internacional se
conformó en base a un mundo bipolar, bajo la tangible división este-oeste, que
se sobrellevó hasta la caída del muro berlinés a fines de los años ochenta. A
nivel estatal, este período fue el gestor definitivo de la estatalidad nacional,
ya que en su transcurso se triplicaron los estados nacionales existentes, fruto
del desenvolvimiento de los procesos de descolonización que involucraron a las
ex geografías coloniales de las potencias europeas, por entonces asumiendo su
declinación por el advenimiento de la hegemonía estadounidense. Desde el
punto de vista económico, la dicotomía desarrollo-subdesarrollo fue el telón de
fondo de esa media centuria, señalando, claramente, las pronunciadas diferencias
socioeconómicas entre el capitalismo avanzado y el mundo capitalista rezagado,
aquel conformado por las zonas de las ex colonias
europeas.
La globalización, en este sentido, vino a zanjar este
mundo de diferencias, y si no hizo desaparecer las desigualdades por lo menos
las desproblematizaba. En primer lugar, la desaparición del bloque del este,
comunista, dejó abierto el horizonte a un único sistema, el capitalista,
quedando planteado entonces el desafío de la absorción por parte del "mercado"
de la inmensa geografía euroasiática del socialismo. En segundo lugar, la
consolidación del fenómeno transnacional erosionó los marcos nacionales,
relativamente impenetrables en la etapa previa, señalando las cuestiones de la
integración productiva, de la reducción efectiva de las soberanías nacionales y
de la pérdida de vigencia de los instrumentos clásicos de planificación
político-económica. En tercer lugar, finalmente, y no tan sólo por la sumatoria
de las dos característica previamente descriptas, la desaparición de las
categorizaciones problemáticas, ya que el mercado mundial volvía a ser
identificado plenamente como una oportunidad y no como un obstáculo [5]. Una consecuencia directa de esto fue la
irrupción del concepto de mercados emergentes, que reflejaba plenamente la
renovada ilusión en el desarrollo espontáneo [6].
La globalización se presentaba, entonces, como una ruptura
taxativa respecto del pasado y, además, como un fenómeno inevitable. Estas dos
características aunadas la muestran claramente como "ideología", entendiendo por
esto un intento de reinterpretar el mundo desde el poder, tendiente a quebrar
estratégicamente a la resistencia de los explotados, a incrementar la opresión
material baja la daga del terrorismo intelectual [7]. Este escenario reforzaba el
instrumentalismo, es decir, el tecnocratismo, y este papel degradante le cupo,
en gran medida, a los economistas, portadores de una especie de ciencia
suprema.
- La Cuestión Periférica
Desde el Cehu, a partir de este análisis, se decidió un
curso de acción concreto, enderezado a reintroducir cordura frente al frenesí
globalizador, tan insustancial y deletéreo como rabiosamente lesivo del abecé de
la geografía. Había que dotar de materialidad al dominio irrestricto de la
abstracción, pues ese era el legado fundamental de la pretenciosa cosmovisión de
fin de milenio.
Así nació "La cuestión periférica o Periferias en
cuestión", un programa de actividades decidido con el fin de restablecer la
discusión geográfica, articulando al paso los desperdigados esfuerzos de los
geógrafos de carne y hueso.
Como primer tarea se produjo una revisión de la
globalización. Esta fue redefinida mediante una conceptualización previamente
utilizada, la "transnacionalización madura"[8], cuyas implicancias más evidentes eran la
aceleración de los cambios, la imposición inevitable de la escala mundial como
marco comprensivo de los fenómenos y la necesaria impronta espacial de estas
mutaciones. Por último, como corolario de lo antedicho, y directamente
concernido por el título del programa de actividades, sostuvimos que estábamos
en presencia de una etapa donde las periferias se hallaban sometidas a una
presión como, tal vez, jamás antes se había visto. En otras palabras, asistíamos
a una profundización de la internacionalización, que reforzaba la unidad de los
procesos - claro que no la unificación, fútil idea transmitida por la cantinela
globalizante- así como también agudizaba la diferenciación, las
desigualdades.
La transnacionalización madura, pues, refrendando el carácter
sistémico de los procesos de diferenciación territorial, convalida tanto la
categoría periferia como la categoría región, y sobre todo esta última, ya que
siendo una especificidad concreta, superior, puede dar cuenta de ciertas
connotaciones territoriales (heterogeneidad situacional) que la periferia
(heterogeneidad posicional) no alcanza a vislumbrar, a
discernir.
En un mundo como geografía,
notas sobre una geografía periférica y dependiente[9]

Jorge Osvaldo Morina
Algunas palabras sobre el mundo (como
geografía).
La realidad socio-territorial argentina actual, y por lo tanto las
realidades regionales, son, en gran medida, producto de la particular forma de
acomodamiento de los grupos hegemónicos locales que, a través de distintas
etapas históricas, han subalternizado a vastos sectores populares en función de
“modelos” de dominación (sistemas de poder) liderados desde los denominados
“países centrales”. El punto de inflexión que reconoce el pasaje del modelo
mercadointernista al de apertura esencialmente importadora, concentración
económica y exclusión social, vivido en Argentina hacia 1975/76, debe ser
contextualizado en la imposición de una redefinición del sistema internacional.
Esta, se vincula con la expansión, a diferentes escalas y con intensidades
dispares, del “sistema de poder ultraliberal”, que contrariamente a su discurso
antiestatista, sólo sobrevive merced a un fuerte anclaje en el Estado.
El proceso de concentración continua de la economía global se va
agotando. La pelea por los mercados exige medidas extraeconómicas para triunfar:
emerge la amenaza de la guerra a nivel mundial. Pero la “guerra contra el
terrorismo” que EE.UU. declaró a partir del 11 de setiembre de 2001 es una
aventura errática. El capitalismo occidental, sobre todo el norteamericano,
procura salvarse a costa del resto del planeta. Bajo este esquema, los acuerdos
multilaterales tienden a favorecer los intereses unilaterales de EE.UU. Es el
caso de la OMC a partir del encuentro de Qatar y del ALCA a escala
americana.
Tarde o temprano la recesión desembocará en un desplome bursátil
global. En Estados Unidos las quiebras empresarias fueron en 2001 tres veces más
frecuentes que hacia finales de la década pasada. En esos años iniciales del
siglo XXI un reconocido especialista escribió: “En esta situación depresiva, en
el Norte las importaciones bajarán en volumen y precio. En consecuencia, los
países del Sur perderán toda capacidad para pagar la deuda externa, no les
quedará otra opción que hundirse en la miseria extrema o liberarse de esas
obligaciones para salvar (lo que queda) de sus mercados internos. Argentina es
un caso ejemplar de dicho fenómeno” (Dierckxsens, 2002: 14).
De todos modos, existe una especie de consenso amplio –gracias
también al derrumbe de la primera experiencia de construcción de una alternativa
socialista- sobre la idea de que el capitalismo representaría un horizonte
insuperable. Pero claro, esta interpretación deja de lado una serie de
características nuevas que expresan lo que se ha definido como la “senilidad”
del sistema capitalista (Beinstein, 1999; Amín, 2002). Por cierto, cuando se nos
presentan algunos discursos dominantes referidos a la nueva organización del
trabajo (la llamada “sociedad en red”), o también a las transformaciones en la
propiedad del capital (“modo de acumulación patrimonial”, o de modo más vulgar
“capitalismo popular”), o cuando se menciona a la ciencia convertida en “factor
fundamental de producción”, estamos en presencia de “ilusiones tecnicistas”. Por
supuesto, esas ilusiones se repiten a lo largo de la historia, porque la
ideología del sistema siempre ha tenido necesidad de ellas para evadir la
verdadera cuestión: ¿quién controla el uso de la tecnología? ¿quién controla los
conocimientos necesarios para la producción?
En su expansión mundial, el capitalismo ha construido, reproducido y
profundizado sin cesar, una asimetría entre sus centros de conquista y las
periferias dominadas. Es por eso que podemos coincidir en definir al capitalismo
como un sistema imperialista natural, representando el imperialismo la “fase
permanente” del capitalismo (Amín, 2002). En el contraste expresado a través de
las asimetrías crecientes, es interesante notar la contradicción principal del
capitalismo, entendido como sistema geográfico mundial. Tal contradicción se
manifiesta también en términos ideológicos y políticos, a través del contraste
entre el discurso universalista del capital y la realidad de lo que produce su
expansión, es decir, la creciente desigualdad entre los pueblos de la
Tierra.
Todo parece indicar que el capítulo de la expansión constructiva
(recordando el concepto “destrucción creadora” utilizado por Schumpeter) se ha
cerrado de manera definitiva. El actual flujo de ganancias y de transferencias
de capital “de Sur a Norte” supera con amplitud, y no sólo en términos
cuantitativos, el reducido flujo de nuevas exportaciones de capital en sentido
contrario. Este desequilibrio no es coyuntural, como pretende la prédica
liberal, y se traduce en un vuelco en las relaciones entre la dimensión
constructiva y la destructiva, ambas inherentes al capitalismo. Hoy, cada
expansión –incluso marginal- del capital en las periferias implica destrucciones
de alcance inimaginable. Por ejemplo, la apertura de la agricultura a la
expansión del capital, marginal en términos de oportunidades potenciales para la
inversión (y en términos de creación de puestos de trabajo modernos, de alta
productividad), vuelve a poner en discusión la supervivencia del género
humano.
Otro ejemplo se puede apreciar en la explotación de los recursos
energéticos. Uno de los incentivos más poderosos que la inversión extranjera
(IE) pide, y los regímenes influenciables ofrecen es el de la privatización de
los hidrocarburos. Una vez “atracados” los activos nacionales estratégicos,
la IE se asegura, a través de gobernantes sumisos o cómplices, con muy buenos
resultados, el control de los campos más lucrativos de petróleo y gas (Petras,
2005).[10]
Por razones de espacio cerramos aquí estos comentarios sobre la realidad
mundial[11].
Notas sobre una geografía periférica y dependiente
(como es la Argentina).
Decíamos en la introducción que hacia 1975/76 comienza una
transformación tan profunda de la Argentina que, sin duda alguna, puede hablarse
de una refundación de nuestro país. El alcance del proceso de destrucción
nacional que se estaba implantando para perdurar por décadas, no era imaginado
por demasiados librepensadores de aquel entonces, con algunas excepciones[12].
Sin dejar de lado otros ejes de análisis o claves explicativas,
entendemos que avanzar en el conocimiento de los procesos de endeudamiento
externo, reestructuración productiva, distribución del ingreso y redefinición
del Estado, puede resultar un camino metodológico adecuado para comprender los
dramáticos cambios acaecidos en nuestra geografía.
Aunque en realidad funcionen estrechamente articuladas e imbricadas,
una mejor comprensión procesual hace recomendable un estudio separado de esas
claves explicativas:
En este X Encuentro Humboldt la propuesta es reseñar sintéticamente una de esas claves de
las transformaciones iniciadas en la última dictadura, consolidadas desde su
finalización, y agravadas desde 1989 hasta nuestros días. En los párrafos
siguientes, seleccionamos la reestructuración productiva y nos dedicamos sobre
todo a la década de 1990 y a los años que van desde la enorme devaluación
posterior a la convertibilidad hasta 2008, recordando que en trabajos anteriores
estudiamos en detalle el período dictatorial 1976-1983[13].
Reestructuración productiva: los aspectos salientes de este proceso
han sido el estancamiento, la desindustrialización, la concentración de la
producción y la afirmación de un nuevo perfil productivo. El primero de ellos se
refiere a la notoria caída del ingreso promedio de los argentinos; el segundo
alude a la menor incidencia del sector industrial sobre el PBI total, a la caída
en el número de establecimientos y al descenso en la ocupación sectorial. Sobre
el tercer aspecto, también de acuerdo a información censal, se constata que las
ramas altamente concentradas generaban menos del 45 % de la producción en 1974,
51 % en 1984 y 61 % en 1994. La concentración ha continuado en los últimos años.
Acerca del nuevo perfil, la década del 80 mostró la creciente importancia de un
conjunto de bienes intermedios que conformaban la base principal de los grandes
grupos económicos. Durante la década del 90, en términos de composición
sectorial, se advierte una mayor participación de la producción de alimentos y
la refinación de petróleo. Esto supone el ascenso de las producciones vinculadas
a ventajas comparativas naturales.
En suma, el entonces nuevo patrón de acumulación otorgaba un papel
subordinado a la acumulación industrial, asignando recursos hacia sectores
primarios y desarticulando las cadenas de valor preexistentes. Lo descripto
explica, en parte, el elevado nivel de desempleo que se registró en Argentina
con la aplicación del Plan de Convertibilidad, que fue superado ampliamente en
el pico de la crisis social y el marasmo económico que se vivió durante 2002,
cuando la gigantesca devaluación constituyó un elemento medular de la política
oficial destinada a regenerar la capacidad de acumulación de los capitalistas,
como corresponde a un Estado creado históricamente a imagen y semejanza de las
clases dominantes.
En el segundo semestre de 2002 comienzan a perfilarse claramente
nuevas tendencias que, con el correr de los años se tornarían características de
aquello que se conoce como un nuevo “modelo” económico. Se trata en realidad de
transformaciones en el régimen de acumulación que, en nuestra formación social y
económica nacional, expresa la articulación al sistema internacional
imperialista desde lazos de dependencia que pueden cambiar su “ropaje” pero se
mantienen incólumes.
Este patrón de acumulación combina el énfasis industrialista que tuvo
la sustitución de importaciones con la fuerte asociación con el capital
extranjero del breve experimento desarrollista (1958-1962). Pero el esquema que
se viene gestando presenta, además, puntos de contacto con el régimen
agro-exportador en la centralidad de la actividad agraria y cierto parentesco
con el curso neoliberal financiero (1975-2001) en la regresividad social.
El “neo-desarrollismo” es un proyecto que comparten todas las clases
dominantes. Su comando recae sobre las grandes empresas argentinas que
internacionalizaron sus actividades. Se han entrelazado con capitales foráneos,
adoptaron un perfil exportador y tienen muchos negocios en el exterior. Pero no
priorizan el mercado interno, la acumulación endógena, ni la redistribución de
ingresos. Propician un rumbo “industrialista” aceptado por los sectores más
poderosos de los agro-negocios y alentado por empresas extranjeras que aseguran
su liderazgo en numerosos rubros. El PBI superó el nivel de actividad que
precedió a la crisis y el auge continuó en 2007. Esta dinámica ha sido
estimulada por el alza de los precios de los productos básicos que exporta el
país y obedece también a la magnitud de la depresión previa, que desvalorizó
masivamente el capital y la fuerza de trabajo, creando condiciones para un
rebote de la producción (Katz, 2007).
El nivel de concentración económica actual es capaz de hacer
palidecer a los objetivos en ese sentido que se trazara el propio plan
encabezado por Martínez de Hoz al inicio de la última dictadura [14].
El viraje manufacturero actual ya no cubre las carencias industriales
de los años treinta, sino que surge luego de un largo proceso de regresión
fabril que desarticuló la estructura productiva. Este resurgimiento es resultado
directo de la devaluación, el abaratamiento de la fuerza de trabajo y la
capacidad ociosa precedente y no conduce a reconstruir el viejo tejido
industrial centrado en el mercado interno.
En 2003 la producción industrial creció un 17 %, luego de acumular
una caída del 30 % entre 1998 y 2002. La utilización de la capacidad instalada
se ubicó en un 65 %, cuando en 2002 había sido de 56 %. Como la producción del
sector subió más que la ocupación, la productividad creció un 11 % en 2003. El
aumento de precios resultante de la devaluación provocó una fuerte caída en los
ingresos reales de los asalariados y, más aún, en los costos salariales de los
empresarios. En 2002 el salario medio industrial cayó un 19 %; los costos
salariales bajaron 36 % (Schoor, 2004).
Producto de lo anterior se observó un marcado incremento de la
rentabilidad empresaria. En 2003, el excedente captado por los industriales
(sobre todo por las fracciones más concentradas que lideran la expansión
reciente) creció “apenas” 9%. Luego de haber aumentado casi el 60% en 2002
(Schoor, op. cit.). Ciertamente, la contribución del sector a la resolución de
los problemas más acuciantes del país (desocupación e inequidad distributiva) ha
resultado mínima por ahora.
La revitalización industrial es auspiciada por el gobierno nacional a
través de subsidios a las empresas. Para financiar promociones, desgravaciones y
rebajas de cargas patronales, el fisco autorizó exenciones por $ 14.892 millones
en 2007, es decir el 10 % de la recaudación. Esto supera en 12 % el auxilio
concedido en el presupuesto anterior.
Este “modelo” tiene un basamento estratégico en el sector agrario,
pero la época dorada de Argentina en el comercio mundial ha concluido hace
tiempo, y las ventajas naturales de la Pampa Húmeda ya no le otorgan al país un
lugar privilegiado en la división internacional del trabajo. A diferencia de la
industria, el producto bruto de este sector viene creciendo sin interrupciones
en los últimos 15 años a una tasa de 5,7 %, sin frenos significativos. La
devaluación de 2002 incentivó este avance al generar una rentabilidad que bordea
los máximos históricos (Giarraca, N.; Teubal, M., 2005; Rodríguez, 2006).
Ese impulso consolida un esquema apoyado en la preeminencia de la
soja (transgénica en más del 95 %), la destrucción de cultivos regionales, el
cierre de tambos, el desplazamiento de campesinos y pequeños productores y la
fuerte concentración en la tenencia de la tierra (Pengue, 2005; Pengue, 2006).
Se estimula el monocultivo y se alienta la expulsión de trabajadores rurales.
También es afectada la ganadería que mantiene un plantel similar al de hace 50
años.
Cuando repunta la demanda local o extranjera se encarece la carne. A
pesar de las elevadas ganancias del sector, los ruralistas han retomado su
periódica beligerancia contra el gobierno de turno, dado que siempre se han
considerado propietarios del total de la renta agraria, identificando a las
retenciones como una inaceptable interferencia impositiva del Estado sobre sus
beneficios.
Si a las caracterizaciones de los párrafos previos le sumamos el
papel de perfiles productivos netamente exportadores y muy poco generadores de
empleo, como es el caso de la gran minería metalífera, o la consolidación del
esquema de gestión privada de los hidrocarburos, no será difícil imaginar los
problemas que se avecinan. Nos referimos a problemas que ya son y seguirán
siendo padecidos por gran parte de nuestra población, y no por empresarios
nacionales y extranjeros que sobre esta base económica acumulan rentas de
privilegio con pleno apoyo de la superestructura jurídica, política e
ideológica.
No es un secreto que los marcos normativos generados desde 1989
(bastante antes de la privatización de YPF) para la explotación de hidrocarburos
se siguen sosteniendo a rajatabla hasta nuestros días. De ese modo, las grandes
petroleras siguen cumpliendo sus objetivos de extraer mucho, explorar poco y
nada y exportar todo lo posible. Sin embargo, el Parlamento Nacional sancionó en
2006 una Ley (enviada por el PEN) que otorga subsidios por 15 años a esas mismas
compañías.
Otro tanto ocurre con la legislación minera, tan a medida de las
multinacionales que casi hay que pagarles para que continúen con el saqueo de
los recursos naturales. A tanto llegan las increíbles deducciones previas al
pago de las magras regalías, las exenciones impositivas, la posibilidad de girar
al exterior el 100 % de las divisas embolsadas por exportaciones, en un marco de
“seguridad jurídica” y estabilidad fiscal por 30 años (Nieva, 2005; Gutman,
2007). El “cofre bien sellado” que mencionaba J. V. González al comenzar el
siglo XX ya está bien abierto en el segundo lustro del XXI.
Cerramos este apartado recordando la interpretación de un destacado
investigador extranjero que, analizando el devenir de la Argentina entre 2003 y
2007, considera que se trata de un caso de “crecimiento tan intenso como
excluyente” (Salama, 2007).
Son tiempos de superávit fiscal y récord de reservas en el Banco
Central. El Estado atesora fondos, pero su finalidad es afrontar eventuales
tormentas financieras, como lo hacen todas las economías capitalistas en
resguardo del sistema. Los permanentes subsidios a los capitalistas también nos
advierten sobre el destino de una parte sustantiva de la recaudación.
Son tiempos también de modernización de la miseria. El esquema en
curso permite acceder al celular pero no a las cloacas, especialmente en el
norte del país, donde más de un tercio de la población carece de inodoro o
desagüe.
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La Culpa no es de la
Soja…

Ana María
Liberali
Centro Humboldt/
UNMDP
La Pampeanización de las Áreas
Extra-Pampeanas
Las Pampas, áreas de extensas llanuras sin
árboles naturales, con clima templado húmedo y tierras negras humíferas, habían
sido en la Argentina las únicas destinadas a cereales y oleaginosas. Sin
embargo, pese a las condiciones de marginalidad de las áreas denominadas
extra-pampeanas para estas producciones, a mitad del siglo XX se comenzaron a
utilizar terrenos con desniveles, climas rigurosos y suelos poco fértiles y
débiles, debido a la necesidad de aumentar la superficie cultivada. Sin embargo,
se trataba de una expansión relativamente lenta y en buena medida,
controlada.
Entre las principales características de la
Argentina, podíamos reconocer un elevado predominio de la ganadería con una
heterogeneidad agrícola en directa relación con la diversidad regional a nivel
climático y edáfico, y que permitía gozar de autosuficiencia
alimentaria.
Más allá de las posibles planificaciones y
deseos, esto no era más que una consecuencia de las demandas, en especial
externas, que determinaban en gran parte tal diversificación. Pero en la
actualidad, esto se ha modificado. Es entonces cuando, una oleaginosa que no
tenía casi presencia en el total de la producción nacional, pasa a constituirse
en el principal cultivo de exportación a costa de la sustitución de otros
cultivos como también de áreas ganaderas, tambos y tala indiscriminada de
bosques.
Mientras la producción de soja en la campaña
1970/71 era de 59000 tn ocupando una superficie de 37700 ha, llegamos a 2006/07
con 16134837 tn en una superficie de 7176250 ha. ocupando no sólo la región
pampeana sino también el NEA, el
borde oriental del NOA, la
provincia de Córdoba completa y San
Luis. (Ver Mapas Nros 1 y 2).
Mapa Nro 1. Evolución de la Producción de Soja
(1965-1975)

Fuente: SAGyP.
Mapa Nro 2. Producción de Soja
2007.


Foto Nro 1. Paisaje monótono a lo largo de toda
la gran región sojera
Los ’90 han sido para la Argentina sinónimos de
privatizaciones, redistribución regresiva del ingreso, concentración de poder
económico y político, desaparición de la red de ferrocarriles, endeudamiento
externo, pauperización, desempleo, desindustrialización y re-primarización de la
economía, entre otras tantas plagas de Egipto. Dicha re-primarización de la
economía incluye la agriculturalización de la producción rural, de la cual la
soja pasa a ocupar el 50% del total cultivado.
El punto de
inflexión, a partir de los cuales se acentuó esta tendencia se dio en de la
campaña 1996/97, cuando se liberaron al medio para su siembra los primeros
materiales de soja transgénica tolerantes a glifosato, en combinación con la
difusión de la siembra directa. La notable expansión del área bajo cultivo con
esta oleaginosa posicionó a la República Argentina como el tercer productor
mundial de grano después de EEUU y Brasil, y el primer exportador mundial de
aceites. (Ver Tabla Nro 1).
Tabla
Nro 1. Evolución de la Producción de Soja
Total
del País – 1997 - 2007
Total país |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
7.176.250 |
8.400.000 |
8.790.500 |
10.664.330 |
11.639.240 |
12.606.845 |
14.526.606 |
14.400.000 |
15.364.574 |
16.134.837 |
Superficie
Cosechada |
6.954.120 |
8.180.000 |
8.637.503 |
10.400.193 |
11.405.247 |
12.419.995 |
14.304.539 |
14.037.246 |
15.097.388 |
15.974.764 |
Producción |
18.732.172 |
20.000.000 |
20.135.800 |
26.880.852 |
30.000.000 |
34.818.552 |
31.576.751 |
38.300.000 |
40.467.099 |
47.460.936 |
Rendimiento |
2.693 |
2.444 |
2.331 |
2.584 |
2.630 |
2.803 |
2.210 |
2.730 |
2.680 |
2.971 |
Superficie:
expresada en hectáreas
Producción: expresada en toneladas
Rendimiento:
expresado en kilogramos por hectárea
Fuente:
SAGPyA
Sin duda, la
expansión de la superficie ha sido el principal factor del crecimiento
productivo, permitiéndose a través del paquete tecnológico incorporado, el
avance sobre áreas marginales, en particular en las regiones del NOA y del NEA.
(Ver Tablas Nros 2, 3, 4 y 5).
En la
provincia de Tucumán la soja ha desplazado cultivos de caña de azúcar y de
cítricos tanto en el este como en el sur, es decir, sobre el escaso espacio
llano con que cuenta la provincia. (Ver Tabla Nro 2)
Una de las
particularidades es que ya ha aparecido la “roya asiática”, enfermedad causada
por el hongo Phakopsora pachyrhizi
y que es atacada con fungicidas muy
poderosos.
Tabla
Nro 2. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Tucumán (NOA) – 1997 - 2007
Tucumán |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
111.270 |
150.000 |
125.000 |
180.000 |
239.139 |
260.000 |
230.000 |
259.630 |
283.518 |
281.450 |
Superficie
Cosechada |
109.820 |
147.000 |
124.850 |
180.000 |
229.139 |
257.000 |
224.353 |
244.572 |
278.378 |
281.450 |
Producción |
261.777 |
360.000 |
312.100 |
329.400 |
660.000 |
570.000 |
489.100 |
578.238 |
835.903 |
876.008 |
Rendimiento |
2.384 |
2.449 |
2.500 |
1.830 |
2.880 |
2.218 |
2.180 |
2.360 |
3.003 |
3.112 |
Fuente:
SAGPyA
|
|
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|
|
En Santiago
del Estero se ha desarrollado sobre otrora áreas de montes y de ganado. Se trata
de una región edáficamente débil sumado a elevadas temperaturas que contribuyen
a que las nutrientes que se agregan a los suelos se quemen. (Ver Tabla Nro
3)
Tabla
Nro 3. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Santiago del Estero (NOA) – 1997 - 2007
Santiago del Estero 1997/981998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
154.600 |
280.000 |
261.500 |
323.000 |
659.229 |
654.500 |
679.000 |
630.713 |
719.580 |
803.380 |
Superficie
Cosechada |
129.900 |
250.000 |
258.500 |
272.700 |
617.729 |
647.000 |
674.000 |
528.586 |
702.080 |
797.880 |
Producción |
279.900 |
520.000 |
631.400 |
509.400 |
1.380.000 |
1.473.600 |
1.219.900 |
713.920 |
1.572.281 |
1.974.800 |
Rendimiento |
2.155 |
2.080 |
2.440 |
1.868 |
2.043 |
2.278 |
1.810 |
1.350 |
2.239 |
2.475 |
Fuente:
SAGPyA
En Salta los
desmontes de las yungas
han generado, por un lado, el aumento de las inundaciones por falta de absorción
de las precipitaciones estivales; y por el otro, el reemplazo y/o corrimiento de
los otros cultivos tradicionales, en especial los cítricos. Actualmente la soja
es el cultivo de mayor superficie y volumen de la Provincia. (Ver Tabla Nro
4)
Tabla
Nro 4. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Salta (NOA) – 1997 - 2007
Salta |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
165.000 |
260.000 |
210.000 |
300.000 |
329.980 |
320.500 |
437.000 |
466.546 |
477.000 |
477.000 |
Superficie
Cosechada |
157.000 |
257.000 |
208.000 |
298.000 |
325.980 |
289.500 |
421.200 |
439.483 |
474.700 |
477.000 |
Producción |
237.100 |
660.000 |
535.700 |
671.200 |
750.000 |
743.000 |
821.200 |
733.748 |
1.367.338 |
1.361.000 |
Rendimiento |
1.510 |
2.568 |
2.575 |
2.252 |
2.304 |
2.566 |
1.950 |
1.670 |
2.880 |
2.853 |
Fuente:
SAGPyA

Foto Nro 2. Desmonte en el Chaco
Salteño.
El Chaco es
una de las áreas más castigadas a lo largo de toda la historia económica del
país. En una primera etapa fue víctima de la tala indiscriminada de
quebrachos;
más tarde, el monocultivo del algodón la llevó a una situación de inestabilidad
económica; y actualmente, la expansión sojera, generó una diferenciación social
nunca vista, amén del deterioro ecológico en casi toda la Provincia, incluyendo
“El Impenetrable”.
Siendo la
provincia con mayor cantidad de tierras fiscales del país, los gobiernos
“otorgaron tierras a las comunidades” a bajo precio, sin imponer normas pero
tampoco subsidios para emprendimientos productivos. Es así, como dichos
pobladores, sin contar con el capital suficiente para iniciar actividades
económicas, vendieron a precios irrisorios dichas tierras a empresarios de
diferentes tamaños. En este caso, gran parte de los desmontes están a cargo de
pequeños o medianos empresarios chaqueños o cordobeses, quedándose las grandes
empresas con campos anteriormente destinados al algodón o a la ganadería. (Ver
Tabla Nro 5)
La región
algodonera del norte argentino daba trabajo a miles de familias durante la
cosecha manual, pero los productores algodoneros se volcaron al cultivo de soja
transgénica y, al desaparecer el algodón, los recolectores pierden sus trabajos
y se concentran, desocupados, en las afueras de las grandes
ciudades.
En esas
regiones, 6 de cada 10 adultos ya no tienen trabajo, se amontonan en los
suburbios pobres y, en el mejor de los casos, reciben un subsidio de 150 pesos.
Cientos de miles de trabajadores rurales fueron expulsados de los campos donde
siempre vivieron y en los próximos años, su número seguirá aumentando ya que la
industria urbana, destruida por el menemismo, no puede ayudar a los expulsados
del campo. Así los suburbios de las grandes ciudades ven crecer los
asentamientos en el hambre, la indigencia, la violencia y la desesperación.
(Valente, 2005)
Es así como
puede verse en algunos de los pueblos a una clase media en ascenso que invierte
o envía dinero fuera del país, y a un sector pauperizado en extremo en los
bordes de estos poblados. En muchos casos se trata de comunidades toba o wichi
que reciben un subsidio del estado y que son vistos como “vagos” por ese sector
pequeño burgués.
Por otra
parte, debido a suelos de escasa fertilidad y clima subtropical con lluvias
estacionales que generan inundaciones seguidas de sequías extremas, se
desestabilizan las fuentes hídricas y la provisión regular de agua. Las elevadas
temperaturas estimulan la presencia de insectos, lo que es compensado con la
aplicación de mayores dosis de plaguicidas. En muchos casos, los aviones
fumigadores no toman en cuenta la presencia de poblados en la zona. (Liberali,
2008b)
Tabla
Nro 5. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Chaco (NEA) – 1997 - 2007
Chaco |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
130.000 |
215.000 |
350.000 |
410.000 |
600.000 |
768.000 |
772.000 |
664.475 |
642.309 |
710.350 |
Superficie
Cosechada |
85.800 |
195.000 |
350.000 |
406.400 |
561.000 |
754.700 |
736.250 |
639.229 |
576.709 |
700.947 |
Producción |
159.600 |
430.000 |
629.200 |
830.800 |
1.184.400 |
1.606.000 |
841.200 |
878.385 |
1.396.480 |
1.306.665 |
Rendimiento |
1.860 |
2.205 |
1.800 |
2.044 |
2.111 |
2.154 |
1.143 |
1.370 |
2.421 |
1.864 |
Fuente:
SAGPyA
La situación
actual en muchas provincias es por demás preocupante. En las zonas centro y sur
de Santa Fe se observa un proceso homogéneo y generalizado de agriculturización,
con 85,0 a 90,0% de la superficie cultivada con soja y se presentan problemas
muy extendidos de degradación y erosión de suelos. En la zona central, la
agriculturización con soja ha desplazado al tambo con el consiguiente efecto
sobre la mano de obra ocupada. Un fenómeno similar ocurre en la parte norte de
la provincia, con el desplazamiento del algodón por la soja. (Ver Tabla Nro
6).
Tabla
Nro 6. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Santa Fe – 1997 - 2007
Santa Fe |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
2.608.500 |
2.753.800 |
2.873.550 |
3.117.150 |
3.212.300 |
3.319.000 |
3.558.000 |
3.531.100 |
3.553.290 |
3.474.600 |
Superficie
Cosechada |
2.546.200 |
2.741.200 |
2.863.400 |
3.087.650 |
3.148.850 |
3.260.000 |
3.531.500 |
3.483.587 |
3.524.318 |
3.433.555 |
Producción |
7.310.500 |
7.300.000 |
6.637.500 |
8.657.700 |
8.350.300 |
10.223.500 |
9.141.950 |
10.448.196 |
10.257.415 |
11.295.735 |
Rendimiento |
2.871 |
2.663 |
2.318 |
2.804 |
2.652 |
3.136 |
2.589 |
3.000 |
2.916 |
3.290 |
Fuente:
SAGPyA
Por su parte
en Córdoba, la soja representa del 80,0 al 85,0% del área cultivada con granos,
por lo que su monocultivo se constituye en el principal problema, con el
consiguiente efecto sobre la degradación del suelo. Por otro lado los altos
costos de los arrendamientos y la ausencia de contratos a largo plazo, atentan
contra la planificación a mediano plazo (rotaciones). (Ver Tabla Nro
7).
Tabla
Nro 7. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Córdoba – 1997 - 2007
Córdoba |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
2.096.800 |
2.564.600 |
2.729.000 |
3.151.500 |
3.452.900 |
3.564.352 |
4.172.940 |
3.981.146 |
4.343.718 |
4.477.882 |
Superficie
Cosechada |
2.070.300 |
2.459.950 |
2.707.400 |
3.088.960 |
3.444.370 |
3.543.402 |
4.128.670 |
3.925.908 |
4.273.718 |
4.447.482 |
Producción |
5.820.700 |
5.263.300 |
6.932.900 |
8.154.200 |
9.658.300 |
9.851.100 |
8.376.200 |
11.190.869 |
11.123.165 |
14.173.030 |
Rendimiento |
2.811 |
2.140 |
2.561 |
2.640 |
2.804 |
2.780 |
2.030 |
2.850 |
2.603 |
3.187 |
Fuente:
SAGPyA
El fenómeno
de agriculturización en la provincia de Entre Ríos ha tenido un fuerte
incremento, superando la última campaña 1,7 millones de hectáreas, de las cuales
el 60,0% corresponden al cultivo de la soja. Los efectos negativos de este
proceso se pueden potenciar aún más, si tenemos en cuenta los siguientes
factores: la alta predisposición de los suelos a la degradación, la gran
subdivisión de las tierras, los arrendamientos por una campaña y las
posibilidades de contaminación.
En la
provincia de Buenos Aires se produjo la expansión de la soja a costa de los
cultivos de maíz y girasol. También muchos productores lecheros han arrendado
sus campos para el cultivo de soja, y en los últimos años gran cantidad de
tambos fueron cerrados. (Ver Tabla Nro 8).
“Los años noventa registran los más altos índices
de transferencias de tierras de toda la historia en la Provincia de Buenos
Aires, centro de la zona, núcleo en que se produce con mayor impacto el
desarrollo de los monocultivos de soja. La competencia por menores costos va por
otra parte, dejando en el camino a los más pequeños que son absorbidos por los
otros. Según informaciones empresariales, a finales de los años noventa veinte
millones de hectáreas de las mejores tierras están en manos de tan sólo dos mil
productores.” (Rulli, 2004)
Tabla
Nro 8. Evolución de la Producción de Soja
Provincia
de Buenos Aires– 1997 - 2007
Buenos Aires |
1997/98 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
2001/02 |
2002/03 |
2003/04 |
2004/05 |
2005/06 |
2006/07 |
Superficie
Sembrada |
1.604.000 |
1.732.300 |
1.808.450 |
2.413.010 |
2.188.090 |
2.475.653 |
3.205.523 |
3.324.129 |
3.709.800 |
4.057.028 |
Superficie
Cosechada |
1.560.860 |
1.699.930 |
1.744.160 |
2.304.368 |
2.151.310 |
2.450.723 |
3.133.613 |
3.249.179 |
3.665.000 |
4.009.918 |
Producción |
3.859.680 |
4.579.260 |
3.777.100 |
5.725.568 |
5.776.800 |
7.142.260 |
7.852.200 |
10.000.746 |
10.526.710 |
11.653.274 |
Rendimiento |
2.472 |
2.694 |
2.166 |
2.485 |
2.685 |
2.914 |
2.510 |
3.078 |
2.872 |
2.906 |
Fuente:
SAGPyA
La dependencia
tecnológica
“Las
modificaciones genéticas introducidas a la semilla de soja le ha conferido
resistencia a un herbicida llamado glifosato. El glifosato es un veneno para
hierbas y plantas que mata la mayor parte de las especies, incluyendo a la soja
no transgénica, y que, por lo tanto, no podía ser aplicado a los cultivos, ya
que los mataba. Los productores adoptaron la soja porque su cultivo es más
barato y les deja más ganancias con cuidados mínimos, poco personal, poca
maquinaria y poco combustible.” (Caldarone, 2006)
El Glifosato es un herbicida sistémico propiedad
de Monsanto. Su
venta como parte de un paquete tecnológico fue la verdadera razón comercial de
imponer Sojas que por manipulación genética eran tolerantes a su uso.
“(…) las pocas grandes empresas semilleras transnacionales no sólo
proveen la semilla sino también el paquete tecnológico y los insumos que lo
acompaña, los cuales el productor se ve obligado a comprar indefectiblemente. De
tal modo se produjo la creciente dependencia del productor agropecuario, no sólo
respecto de la agroindustria y la provisión de insumos agroquímicos, sino
también -y mucho más que antes- de las empresas proveedoras de semilla. (…) Es
el caso de la soja RR que el chacarero pampeano adoptó masivamente en los
últimos años debido a que estuvo asociado íntimamente a la siembra directa y la
reducción de costos que ésta trajo aparejada.” (Teubal, 2004)
Los nuevos
actores
Las sojas transgénicas no requieren mano de obra
rural. Los antiguos puesteros, alambradores, vendedores de insumos locales,
herreros, repuesteros de maquinaria agrícola, braceros, etc. ya no son
necesarios y desaparecen junto a un modelo del campo argentino agrícola pastoril
que desaparece también con los alambrados y los molinos que daban de beber al
ganado. Y con los poblados rurales y caseríos, en que coincidía la Estación del
Ferrocarril, con la escuela, la sociedad italiana con el templo y los comercios
locales, las casas de los trabajadores rurales jubilados y toda la Cultura
agraria, tradiciones e imaginería que expresaban en la Sociedad argentina esos
cientos y cientos de poblaciones, hoy desaparecidas. (Rulli, 2004)
El negocio de la soja quedó concentrado, según
Claudio Katz, en tres grandes sectores:
1) Los
contratistas (pool de siembra) que se nutren de fondos de inversión y operan a
gran escala sobre las tierras arrendadas.
2) Los
proveedores de agroquímicos (Monsanto, Dupont, Bayer). Acaparan lucros mediante
la fuerte dependencia que tiene la producción de soja de las nuevas semillas y
fertilizantes.
3) Las
cinco grandes compañías exportadoras, que manejan el 90 % de las ventas:
Cargill, Bunge, Dreyfus, Nidera y Aceitera General Deheza (AGD).
Sin embargo, es tan elevado el ingreso que la
soja produce, que “un productor chico de la región pampeana con una propiedad de
cien hectáreas (es decir una extensión minúscula para la zona) obtiene una renta
mensual de 10 mil pesos y en
menos de un año su propiedad territorial se ha valorizado en un 50%. Esta
ubicación social en gran medida explica por qué la Federación Agraria
(FAA) actúa
en bloque con la Sociedad Rural.
Tampoco los antiguos cooperativistas se parecen a los empresarios medianos que
controlan CONINAGRO. A su
vez, los grandes propietarios de CRA se
han convertido en grandes burgueses y los latifundistas ganaderos de
la Sociedad
Rural en agro-capitalistas.
El término de pequeño productor correspondería
más bien a los propietarios de 50 o 60 hectáreas, de las zonas con
rindes bajos, alejadas del boom sojero. También podrían encuadrarse en esa
categoría los campesinos extra-pampeanos que desenvuelven una agricultura
familiar en predios de 5
a 20 hectáreas. Este sector de
productores de frutas, hortalizas, legumbres, caña de azúcar, tabaco o yerba
mate estuvo ausente del bloque ruralista durante el conflicto, porque son
víctimas de la expansión sojera. (Katz, 2008ª)
Entre las verdaderas organizaciones de
trabajadores rurales desposeídos, podemos citar al MOCASE o al
Movimiento Nacional Campesino Independiente.
Primero…, los de
afuera
Como puede verse en las Tablas Nros. 9, 10 y 11,
el precio de la soja respecto al trigo y al maíz, es sustancialmente superior,
lo que permite explicar este fenómeno.
Como la Argentina, al igual que otros países
periféricos, ha estado desde el comienzo de su historia sujeta a las necesidades
del mercado externo, no es atípico semejante comportamiento que ya ha sido visto
en otras etapas de la evolución de su economía, cuando dejando de lado las
necesidades del mercado interno, se han expropiado y expoliado gran cantidad de
áreas para la producción agrícola-ganadera.
Tabla Nro 9. Precios de la soja
FOB |
Precio |
Var. |
Fecha |
Grano
SAGPyA |
u$s456 |
+ |
2008-08-07 |
|
Aceite
Cerc |
u$s1083.99 |
+ |
2008-08-07 |
|
Pellet
Cerc |
u$s352.4 |
+ |
2008-08-07 |
|
Disponible |
Precio |
Var. |
Fecha |
Fca/Tim-SM-SL-Ric-VGG-GL |
$810 |
- |
2008-08-08 |
|
Cámara |
Precio |
Var. |
Fecha |
Rosario |
$845 |
+ |
2008-08-08 | |
|
Fuente: Bolsa de Comercio de
Rosario. |
|
Tabla Nro 10. Precios del
trigo
FOB |
Precio |
Var. |
Fecha |
Emb Cerc v |
u$s310 |
= |
2008-08-07 |
|
SAGPyA |
u$s310 |
= |
2008-08-07 |
|
Disponible |
Precio |
Var. |
Fecha |
Exp/SM-AS Sin
Descarga |
$560 |
- |
2008-08-08 |
|
Cámara |
Precio |
Var. |
Fecha |
Rosario |
$597.4 |
+ |
2008-08-08 |
|
Fuente: Bolsa de Comercio de
Rosario. |
|
|
|
|
|
|
|
|
Tabla Nro 11. Precios del
maíz
FOB |
Precio |
Var. |
Fecha |
SAGPyA |
u$s209 |
+ |
2008-08-07 |
|
Disponible |
Precio |
Var. |
Fecha |
Exp/AS |
$400 |
- |
2008-08-08 |
|
Cámara |
Precio |
Var. |
Fecha |
Rosario |
$420 |
+ |
2008-08-08 |
|
Fuente: Bolsa de Comercio de
Rosario. |
|
|
|
|
|
|
|
|
Casi toda la
soja producida es exportada, a países del primer mundo o a China. El 70% se
exporta sin procesar y el resto se transforma en harina o aceites antes de ser
embarcado.
“Existe el peligro, de que nos estemos transformando en una típica
economía agroexportadora especializada en un solo cultivo, en detrimento de la
producción de alimentos básicos de consumo popular masivo. ¿No será que nos
estamos transformando en una republiqueta sojera?” (Teubal,
2006)
Al acabarse
el petróleo está comenzando a insinuarse un nuevo boom: el del biodiesel, o sea
la conversión de aceite de soja en combustible líquido para vehículos
automotores: ahora vamos a cultivar soja para hacer biocombustibles, mientras
Repsol, la empresa de los amigos de Kirchner, se lleva el petróleo y nos deja
los pozos vacíos.
Pasamos de
un mono cultivo destructivo de soja para engordar los chanchos y las vacas
europeas a un nuevo boom sojero para llenar los tanques de los autos de
españoles y franceses.
Claro que, Monsanto y los grandes capitalistas del
agro seguirán destruyendo nuestros campos y embolsando fortunas. (Valente,
2005)
Modo de
producción minero
“Los ecosistemas nativos y los suelos son puestos
en estado de precolapso, la biodiversidad es gravemente afectada cuando se
siembran hasta las banquinas, las cuencas hidráulicas se contaminan con el uso
masivo de agrotóxicos, el hábitat de los campesinos y de los pueblos aborígenes
es destruido, y se los deja sin posibilidades de sobrevivir en el nuevo desierto
verde de la soja; las poblaciones rurales son desplazadas de ese modo y deben
emigrar a los nuevos cordones de pobreza urbana.”
“El uso abusivo de un solo patrón agroquímico, el
Glifosato, sobre más de quince millones de hectáreas, provoca una reacción
previsible aunque no considerada por los técnicos oficiales del INTA que
festejaron los nuevos desarrollos biotecnológicos. Decenas de malezas
desarrollan resistencia al glifosato y deben ser combatidas con mayores dosis
del producto, llegándose a casos de más de diez litros por Hectárea y aún así es
preciso apelar a otros herbicidas aún más tóxicos, tales como el 2.4D y el
Paraquat que se usan en la pre-emergencia y en los barbechos químicos del
invierno.” (Rulli, 2004).
“La propuesta de la WWF (Fondo Mundial para la
Vida Silvestre) no cuestiona el actual modelo industrial de agricultura
implementado en Sudamérica. (…) De esta manera la WWF cumple el rol de
predicador del capitalismo verde: no interrumpir el flujo de intereses
financieros, apoyando el crecimiento de la producción agrícola de tipo
industrial como táctica, convenciendo a las transnacionales hacia un sutil giro
hacia prácticas que produzcan menores impactos negativos y de esta forma
ayudándoles a legitimar sus operaciones. La mesa redonda de la soja sustentable
se ha convertido en un club privado en que las corporaciones, con la anuencia de
los ambientalistas, podrán utilizar un sello de 'sustentabilidad' con que
verdear su industria.” (Grupo de Reflexión Rural/ MOCASE,
2004).
Pero este modelo de producción-destrucción no es
privativo de la soja sino también de la plantación de pinos para las pasteras y
de la minería a cielo abierto, entre otros
ejemplos.
Los únicos
privilegiados…, ¿serán los niños?
A
pesar de que los productores de soja han justificado sus prácticas con el
supuesto fin de terminar con el hambre, la realidad nos está mostrando lo
contrario.
El
éxodo rural producido tanto por la escasa demanda de trabajadores del modelo
sojero como por la expropiación forzada de comunidades que habitaban las zonas
desmontadas o marginales, provocó un incremento de la población en condiciones
de extrema pobreza en los cordones urbanos. Este hecho sumado a la pauperización
post-crisis 2001/2002 obligaron al gobierno a “resolver” el problema. Fue así
como a
principios del 2002 se puso en marcha un plan para regalar porotos de soja a
comedores comunitarios de todo el país, como una “forma de combatir el hambre”
sustituyendo carne y lácteos con soja. Lejos de constituirse en una solución y a
pesar de las campañas realizadas en su defensa, debe tenerse en cuenta que lejos
de reemplazar las nutrientes necesarias, la soja y la denominada “leche”
resultan particularmente dañinas para los niños, ya que inhibe la absorción de
nutrientes esenciales como calcio, hierro y zinc, imprescindibles para un
crecimiento sano y normal.
Verde soja por verdes
billetes
A partir de devaluación de 2002, se han producido
ciertos cambios en la Argentina, en especial los relacionados con el intercambio
comercial.
Aquellos sectores que estaban en crisis por no
poder competir en el mercado externo, se vieron favorecidos con un dólar que
llegó a valer 4$ y que posteriormente se mantuviera alrededor de los 3$ hasta el
día de hoy. Por otra parte, la industria, desintegrada por la libre importación
desde todas partes del mundo, también volvió a tener un lugar en el mercado
interno, tal cual ha ocurrido con el turismo y con otras actividades
concatenadas.
El “campo” fue una de las áreas beneficiadas por
esta situación, sumado desde ya al aumento coyuntural de los bienes primarios en
una situación de crisis a nivel mundial. Dentro de estos productos
agropecuarios, sin duda la soja, es la que ha presentado mayores ingresos, y
esto ha sido avalado y apoyado por todos los gobiernos desde Menem en adelante.
Es más, el kirchnerismo ha basado gran parte su política de subsidios en los
impuestos a este sector.
Pero a partir del 11 de marzo del presente año,
el Ministro de Economía Martín Lousteau, mediante la Resolución Nro 125, anunció
el aumento de las retenciones al sector, convirtiéndolas en móviles en relación
directa con los precios internacionales.
Este hecho generó un conflicto, que en situación de tensión duró
150 días, pero que lejos de haber concluido, prosigue generando grandes fisuras
en el Gobierno y ha partido a la sociedad entre quienes van por el Gobierno y
quienes apoyan al “campo”. La gran mayoría de la población se identifica con uno
de los dos “bandos” acríticamente, prevaleciendo quienes adhieren al
segundo.
Al respecto Christian Castillo denunció que "El gobierno quiere apropiarse de más retenciones no
para redistribuir la riqueza a favor de los intereses del pueblo trabajador,
sino para hacer honor al pago de la deuda externa, seguir subsidiando a los
capitalistas y tener una red política clientelar con gobernadores e
intendentes".
“En la protesta de las patronales del campo, hubo
una confluencia de intereses de todos aquellos vinculados al negocio sojero en
defensa de los recursos obtenidos por el aumento de la renta diferencial. Un
“negocio” que se ha desarrollado favoreciendo la concentración de la producción
agraria en manos del capital financiero y de los reyes del agronegocio, junto al
poder ganado por las multinacionales proveedoras de semillas y agroquímicos, y
del control de las exportaciones por un puñado de oligopolios, sobre la
superexplotación de los trabajadores rurales y los campesinos expulsados de sus
tierras.” (Castillo, 2008a)
Pero el sector más invisible que aglutina a los
explotados del sector está conformado por 1,3 millones de peones rurales. El 75%
de ellos trabaja en negro y percibe un sueldo promedio de 600 pesos, soporta el
mayor porcentaje nacional de accidentes laborales y carece de protección social.
Este segmento - no ha recibido ningún goteo de la bonanza exportadora y su total
ausencia durante el conflicto confirma el carácter pro-capitalista de las
demandas en juego.
La acción que convulsiona al campo es un lock out
y no una rebelión de oprimidos. Se ha desenvuelto como una acción patronal, con
cortes de rutas que coexisten con la continuidad de la actividad laboral
tranqueras adentro. Sus protagonistas retraen productos de la venta y especulan
con el momento oportuno de comercializar los granos o hacienda. Se guían por
cálculos de mercado y no por criterios de rebelión popular. (Katz, 2008b) (Ver
fotos Nros 3 y 4).

Fotos Nro 3 y 4. La patronal piquetera en la
provincia de Entre Ríos
(Sociedad Rural de
Gualeguay)
El gobierno primeramente justificó la medida
argumentando que su objetivo era el de disminuir el área de producción de soja a
partir de las consecuencias negativas que genera sobre el ambiente, la población
y las demás actividades económicas. Pero, como vino aplicando la política
contraria, se ganó el desprestigio ante la mayor parte de la población. A esto
sumó la organización de actos de apoyo a partir de los sindicatos oficialistas,
lo que le quitó el escaso crédito que le quedaba. (Ver Fotos Nros 5 y
6).

Fotos Nros 5 y 6. Los sindicatos del gobierno
dirigiéndose al Congreso.
Por otra parte, los medios en general jugaron a
favor del “campo”, vocablo que aglutinó a las cuatro principales agrupaciones
que se unieron en la denominada “Mesa de Enlace”, como también a quienes
comparten ganancias a través de inversiones bancarias de diferente monto, y que
están conformando diversos sectores de la sociedad, en su mayoría,
citadinos.
La lucha por alguna tajada de la torta, grande o
pequeña, o simplemente por su frutilla, puso al país en vilo durante meses, no
sólo con la consecuente renuncia del Ministro de Economía y de otros prominentes
miembros del staff gubernamental, sino con el envío del proyecto al
congreso.
Es allí cuando el bloque de diputados aprueba las
retenciones móviles mientras que en el bloque de senadores se llega a un empate
que debió dirimir el Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, y que para
sorpresa de todos, votara en contra de su propia compañera de fórmula, la
Presidente Cristina Fernández de Kirchner.
Además de la fractura política que este hecho
implica, se procedió a la anulación de la resolución 125, dando poder al bloque
ruralista que logró retrotraer las retenciones al 35 % fijo. Toda la cosecha
almacenada será comercializada a esa tasa y dentro del circuito de la soja se
repartirán los 1250 millones de dólares en disputa con el controvertido decreto.
Los ganadores inmediatos serán los exportadores y sobre todo los grandes
productores, que pagarán un impuesto inferior al estipulado en el proyecto de
ley que rechazó el senado. Sin embargo, a pesar del supuesto triunfo, los
productores más chicos no se han visto beneficiados y en el transcurso de este
mes de agosto de 2008, vuelven a las medidas de fuerza en las principales rutas
del país.
Ni al Gobierno ni al “campo” le interesan la
soberanía alimentaria y la conservación de los ecosistemas para las futuras
generaciones. Sólo aspiran a recurrir a la oleaginosa verde para obtener los
verdes billetes que resuelven la totalidad de sus
preocupaciones.
Para Katz “Dejar en libertad al campo” equivale a
multiplicar la desigualdad y reforzar un modelo que no industrializa, ni crea
empleo. El problema no es la soja, sino la agricultura capitalista. Llegó el
momento de comenzar a revertir ese sistema, generando alimentos para todos y
transformando la renta agraria en un bien
colectivo.
Conclusiones
El aumento repentino de la producción de soja en
la Argentina trajo aparejado mayor desempleo, éxodo rural, disminución de la
biodiversidad, gran concentración económica, aumento de precios en los productos
básicos de la canasta familiar, y mayor disparidad
económico-social.
Todo esto avalado desde hace más de una década,
pretende utilizarse como forma de aumentar ingresos del gobierno para subsidiar
una economía débil y pagar las obligaciones de la deuda externa. Por otra parte,
las diferentes asociaciones patronales del campo, logran imponerse ante la
sociedad primero y ante el gobierno después, argumentando escasas ganancias e
inconstitucionalidad de las medidas.
Gran parte de la población, tanto la que está
ligada a los agro-negocios de diferente escala en forma directa como indirecta,
como el ciudadano común cuyo imaginario es un campo homogéneo en cuanto a costos
y beneficios, apoyó masivamente a los grandes empresarios del sector
agropecuario.
La discusión no pasó ni por las condiciones
laborales de los peones, ni por la necesidad de contar con los alimentos
necesarios para paliar el hambre, ni por resolver los problemas de desempleo ni
por el futuro de los suelos o la destrucción de la fauna. La lógica que primó
fue la del derecho a la propiedad.
Sólo unos pocos se plantean la socialización de
los medios de producción como única forma de combatir no a la soja en
particular, sino al capital, que tal como lo aseverara Carlos Marx, atenta al
mismo tiempo contra la tierra y el hombre, verdaderas bases de la
producción.
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Artículo publicado en www.ecoportal.net/noti02/n912.htm
www.ecoportal.net:
Fotografía nro 2.
NOCHE EN EL BAR EL CAIRO –
DURANTE EL ENCUENTRO DE ROSARIO
Inaugurado en 1943 en la planta baja de una casona, famoso por sus
reuniones de artistas e intelectuales locales, nacionales e internacionales.
Inmortalizado por el escritor rosarino Roberto Fontanarrosa en su libro "La mesa
de los galanes" abrió su esquina en Sarmiento y Santa Fe, luego de que un voraz
incendio hiciera peligrar el proyecto de reconstrucción allá por Mayo del 2004.
Leyenda urbana por donde se lo mire, comenzó como un típico café, con mesas de
billar, donde los hombres de la ciudad se juntaban para hablar de fútbol,
política y mujeres. En la década del 70, tras ser remodelado, se convierte en un
lugar donde un público de jóvenes intelectuales hacían del bar un punto de
encuentro fundamental.

Nilde Ferreira Balçao (Brasil) y Omar Gejo
(Argentina)

Mexicanos, argentinos y brasileros compartiendo la Mesa del Negro
Fontanarrosa

Álvaro Sánchez Crispín (México) y Nathan Belcavello de Oliveira
(Brasil)

Omar Gejo (Argentina), Edson Trajano Vieira y Dulciene Da Costa
Fraçao (Brasil)

Telma Souza Chaves (Brasil) y Ana María Liberali
(Argentina)
CENA Y BRINDIS DE DESPEDIDA DEL X ENCUENTRO

Elián Babini (Rosario – Argentina) – Franco Martínez (Rosario –
Argentina)

Érica Lugo (Rosario – Argentina)

Liliana Díaz Zayas (Rosario – Argentina)

Nathan Belcavello de Oliveira (Brasilia – Brasil)
Omar Gejo (Buenos Aires - Argentina)

Nilde Ferreira Balçao (Taubaté – Brasil)

Edson Trajano Vieira (Taubaté – Brasil) – Joao Villas Boas (Juiz de
Fora – Brasil)

Omar Gejo (Argentina) – Solange Redondo (Luján –
Argentina)

Diego de Souza Pérez (Brasil) – María del Carmen Lascano (Rosario –
Argentina)
– Solange Redondo (Argentina) – Darío Garnero (Rosario -
Argentina)

Joao Villas Boas (Brasil) – Jussara Mantelli (Río Grande – Brasil)
–
Diego de Souza Pérez (Río de Janeiro –
Brasil)

Susana Fratini (Luján – Argentina)

Solange Redondo – Érica Lugo (Argentina)
Elián Babini (Argentina) – Darío Garnero
(Argentina)
[1] Por capitalismo globalizado podemos entender, desde una perspectiva
geográfica, la conjunción de tres ideas básicas falsas: el fin del ciclo
económico con la instalación de un crecimiento continuo (sostenido); la
conformación de un ultraimperialismo o un condominio interimperialista mundial;
y la factibilidad del desarrollo en la periferia por simple absorción del
mercado mundial. Estas tres ideas interrelacionadas constituyeron el meollo de
la ideología globalizadora y la descarada confesión de su carácter
manifiestamente antigeográfico.
[2] El año 1993 había finalizado en Argentina con la primera gran
convulsión "antimodelo": el 16 de diciembre una pueblada conmueve a Santiago del
Estero y señalará la senda de las posteriores rebeliones que culminarán el 19 y
20 de diciembre de 2001. En tanto que el primero de enero de 1994, en el
sur de México, se produjo el levantamiento zapatista, el preludio del
agotamiento del 'salinismo' y el punto de partida de los movimientos
antiglobalizadores.
[3] "Las personas no son máquinas pensantes (absorben al menos tanta
información a través de al vista, el olfato y los sentimientos, como los
símbolos abstractos), y el mundo no es inmaterial: la realidad virtual no es tal
realidad. El peso sobre la humanidad del tiempo y del espacio, del terruño y de
la historia - en suma, de la geografía- es mayor que el que probablemente pueda
levantar jamás cualquier tecnología agrícola". "La vigencia de Dos Tiranías", en
Meridiano - Revista de Geografía Nro 2, marzo de
1996.
[4] En los números 4 (marzo de 1997),5 (noviembre de 1997) y 6 (octubre
de 1998) de Meridiano - Revista de Geografía se aborda un tema decisisvo: la
manifiesta intervención del estado en el momento de la 'deserción' (sic) o
'ausencia' (sic) del estado. El 'progresismo' hacía de esta falacia su
plataforma de operaciones. Con "Brasil, ¿ayer?; "El 'otro' modelo" y "Deuda,
Bancos y Política Económica", quedaban al desnudo las gruesas falencias de esas
interpretaciones.
[5] Las nociones de periferia y dependencia han sido un producto del
pensamiento latinoamericano enmarcado en el cuadro de necesidades del desarrollo
capitalista atrasado tras la crisis del 30 y, principalmente, luego de la
segunda guerra mundial. Argentina primero, Brasil después, fueron las cunas de
estas percepciones problemáticas de la relación entre los países atrasados
y el mercado mundial.
[6] Los mercados emergentes significan, por un lado, el creciente
excedente de capital dinero en los circuitos centrales, y, por el
otro, las menguadas posibilidades de hacer de los mercados periféricos ( en
particular de los latinoamercianos) las superficies para reeditar las
experiencias desarrollistas. Gejo, Omar (1999): "La década del 90. Apuntes para
un cuadro de situación.". En: Boletin del Centro de Estudios Alexander von
Humboldt, año 3, N 5, Buenos Aires.
[7] Es conocido el término "pensamiento único" entre nosotros, o
"T.I.N.A." ( "No hay alternativa") entre los anglosajones y su claro significado
de extorsión intelectual..
[8] Nos referimos al último tercio del siglo veinte, signado por la
agudización de la puja interimperialista, la aparición de una periferia
exportadora de carácter industrial en el este de Asia y el arrumbamiento
comercial de las tradicionales periferias exportadoras primarias (véase en este
mismo texto el apartado "Un contexto mundial: haciendo Geografía
(1990-1995)".).
[9] Este resumen se desprende, en parte, de un trabajo del autor
elaborado para el Capítulo 1 (“Claves para entender una geografía periférica y
dependiente como es la Argentina”) del libro Cuestiones regionales en la
Argentina al comenzar el siglo XXI, Serie Publicaciones del PROEG Nº 5,
Departamento de Ciencias Sociales, UNLu, 2008.
1 Cualquier similitud o identificación de casos concretos en
Argentina, como la modificación del marco regulatorio y posterior privatización
de YPF, durante la gestión menemista, o la renegociación y prórroga hasta 2027
que se le otorgó a Repsol en el año 2000 para explotar el yacimiento gasífero
Loma de la Lata; o la más reciente entrega del patrimonio ejecutada en 2007 por
las autoridades de dos provincias patagónicas (Chubut y Santa Cruz), con aval
del gobierno central, al firmar la prórroga hasta 2027, con opción a 20 años más
(2047), con la petrolera Pan American Energy, para explotar los yacimientos de
la cuenca del Golfo San Jorge, incluyendo los muy productivos de Cerro Dragón,
difícilmente sea “pura coincidencia”
[11]Con el fin de no extendernos en este apartado, para el análisis del
contexto internacional en que se producen los cambios en nuestro país, además de
algunos trabajos ya citados, se recomienda recurrir a marcos teóricos y
desarrollos empíricos como los que pueden hallarse en: Palloix,
1975; Harvey, 2004; Toussaint, 2004; Ceceña; Sader, 2002; Calloni; Ducrot,
2004; Gavaldá, 2004; Petras; Veltmeyer, 2004; Dos Santos, 1998; Dos Santos,
2004; Gunder Frank, 2004; Beinstein, 2007; Jalife-Rahme, 2007; Chesnais,
2007.
[12]Merece destacarse el análisis claro y conmovedor realizado por el
escritor Rodolfo Walsh acerca del primer año de gestión de la última dictadura,
enviado a la prensa escrita el 24/03/1977. Un día después, R. Walsh fue
asesinado por el gobierno de facto en la Capital
Federal.
[13] Entre otros: Gejo; Morina; Velázquez, 2000; Morina; Velázquez; Gómez
Lende, 2004; Morina, 2005.
[14]Una compañía produce el 99 % de la chapa laminada en frío y 84 % de
la laminada en caliente; tres empresas concentran el 96 % de la producción de
cemento; una empresa comercializa el 77 % de los fertilizantes; otra vende el 79
% de los agroquímicos. En alimentos la gravedad de la cuestión no es menor: dos
empresas venden el 70 % de la leche fluida, chocolatada y yogures; otras dos, el
77 % de las galletitas saladas y el 73 % de las dulces; dos compañías concentran
el 81 % en cervezas. La concentración también es grande en energía,
petroquímica, telecomunicaciones, supermercados, etc. (Navarro,
2007).
Nordeste
Argentino.