La desigualdad como fuente del
poder
“No sólo hay desigualdad en la distribución de la riqueza, sino en la
satisfacción de las necesidades básicas”
José Saramago.
Alfredo César
Dachary
Hace mucho tiempo que los amos no tienen
esclavos, aunque cada día se encuentran en el mundo más casos de esclavitud, que
según la Guía mundial del año 2014 llegaban a 36 millones de personas. Esta
nueva esclavitud es muy similar a la histórica, parten de una misma base, los
sectores más débiles, niños y mujeres, los más vulnerables, los que no figuran
en las estadísticas, los verdaderos marginados, porque están fuera del
sistema.
Pero atrás de esto que vemos como la gran
“excepción”, hay pueblos enteros que trabajan en régimen esclavo, a la vez que
hay países muy desarrollados donde se dan muchos casos de esclavitud moderna,
como en Inglaterra y Estados Unidos, con la gente que llega a trabajar sin más
capital que su vida.
¿No vivimos en la modernidad, no hemos superado
la explotación, ya todos somos libres y
la democracia está generalizada? Quizás en la teoría esto sea posible
porque en la práctica más del 60% de la población del planeta, aproximadamente
unos 4,200 millones de personas viven con dos dólares al día, y ello incluye a
su familia.
Detectar esta profunda asimetría, que viene desde
mucho tiempo atrás, fue un trabajo titánico que realizó Thomas Piketty, tomando
como referente el siglo XVIII hasta la actualidad. Esa asimetría fue creciendo y
hoy lo es mucho más, ya que se basa en un complejo proceso que tiene cuatro
circunstancias, según el análisis que ha publicado Vicenc Navarro y Juan Torres
López.
La primera es la consolidación de un poder
monetario privado al margen del debate político, que condiciona y encuadra el
resto de las políticas económicas y un fenómeno que fue apoyado por la libertad
de los movimientos de capital, la independencia de los bancos centrales y el
fortalecimiento de la capacidad de maniobra de los fondos y entidades
financieras que han sido quienes en mucho han contribuido a este fenómeno, que
deja a los gobiernos atados de mano frente a los mercados, operados por estos
nuevos amos del mundo.
La segunda es el incremento voluntariamente
planificado de la desigualdad, el desempleo y el empleo precario y de la deuda,
que es la que alimenta de riquezas a estos grandes centros del poder. La
reducción del empleo en principio reduce los beneficios de los grandes
capitales, pero les asegura el control de la sociedad y luego mayores ingresos
ya que el endeudamiento es de por vida e incluye a veces a la segunda
generación.
El tercero es la complicidad creciente entre el
poder económico, el financiero y el mediático que el impulso de las
concentraciones de capital está llevando hasta extremos insospechados, ya que
pocas personas concentran grandes cantidades de riqueza, medios de comunicación
y otros recursos.
El cuarto es que los poderes fácticos de la gran
empresa y de la banca han logrado que los partidos políticos y las autoridades
del Estado terminen siendo irresponsables por lo que hacen, ya que el poder no
es el que se ostenta como gobierno, porque no es lo mismo el puesto y función
que el poder efectivo.
Esto nos lleva ver por resultados el proceso de
desmantelamiento de las democracias, que aparentan tomar decisiones que ya se
tomaron antes por los grupos de poder como se puede ver en la Unión Europea y
más fuerte será con el Tratado de Libre Comercio e Inversiones entre la Unión
Europea y Estados Unidos, un proceso de recolonización pero financiera, que de
allí pasará a la industria donde perderán los últimos grandes derechos de la
sociedad del bienestar.
¿Pero esto existe o es ficción?, es la pregunta
que se haría cualquier ciudadano responsable al enfrentar estos hechos, donde
aparecen estas situaciones, y el tema es muy amplio, pero está lo
suficientemente trabajado, entre otros, por Stefania Vitali, James B.
Glattfelder y Stefano
Battiston.
Estos investigadores suizos hicieron un estudio
que muestra como unas pocas empresas tejen una red muy tupida de intereses y
relaciones con los cuales controlan la inmensa mayoría de los mercados
mundiales.
En el estudio se analizaron 43,060
transnacionales y han podido demostrar que 737 controlan el 80% del valor
accionario total, pero al profundizar el estudio se han dado cuenta que la
concentración es mayor ya que 147 transnacionales tienen el 40% del valor de todas las
empresas a nivel mundial.
Los ejemplos son muy representativos y nos
permiten ver con mayor claridad las
concentraciones:
-
6 grandes compañías controlan la industria discográfica
mundial.
-
4 controlan el 70% del mercado
mundial de la comida
-
3 grandes transnacionales controlan el mercado del café tostado
molido
-
10 grandes complejos transnacionales
controlan:
o El 53% del mercado farmacéutico mundial
o El 54% del beneficio del sector de las
biotecnologías
o El 62% del sector de las farmacias
veterinarias
o El 80% del mercado global de pesticidas y el comercio mundial de
alimentos.
o El 95% del mercado mundial de semillas
comerciales
o Prácticamente la totalidad del mercado internacional del
petróleo
Hay casos extremos donde una sola empresa global
controla la mayoría del mercado mundial, como es el caso de Lladro que controla
el 70% del mercado mundial de porcelanas de lujo, Apple domina el 60% del
mercado táctil a nivel mundial y De Beers controla el 75% del comercio mundial
de diamantes.
En el 2013, según el Banco Mundial, de las 100
economías mayores del planeta había:
-
51 que eran las grandes corporaciones internacionales
-
49 eran
países.
En el análisis anual que realiza Forbes, las 15
empresas más grandes del mundo tiene acciones por un valor que equivalente a
todo el PIB de la Unión Europea, formada por (27 países). Así mismo, las veinte
empresas más grandes del planeta, según esta consultora, superan en casi dos
billones de euros al PIB de los Estados Unidos.
Este es el “nuevo poder”, el que hoy promueven
las dos mayores alianzas o mecanismos de control de los dos grandes mercados
mundiales, hacia el Atlántico con la Unión Europea y hacia el Pacífico con los
países asiáticos.
En ambos casos, las grandes corporaciones
globales tienen sus propios equipos por encima de los nacionales y como tal
actúan coordinadamente en favor de
estos gigantes globales.
En la Organización Mundial del Comercio (el
principal foro mundial de esta actividad central en el sistema), los grandes
lobbies de los países centrales, son los de las grandes corporaciones y hay un
total de 15,000 lobistas, uno por cada miembro o empleado que trabaja en la
misma y, de éstos, el 70% representan los interés económicos, el resto
comerciales y sólo el 10% ambientales.
Sólo en la OMC, el Departamento de Comercio de
Estados Unidos registró un total de 742 asesores, de los cuáles el 93%
representan a los grandes lobbies, y a grandes corporaciones globales. En la
OMC, uno de los grupos con mayor poder es el lobby farmacéutico, encabezado por
la multinacional Pfizer, que ha logrado según lo explica la ONG Ayuda en Acción,
grandes avances para bloquear la propuesta de los países en desarrollo para
poder replicar medicamentos a bajo costo.
En Bruselas, en la Comisión de la Unión Europea
están registrados 20,000 lobbies, que tienen un gasto operativo de 3,000
millones de euros, con el fin de asegurar sus intereses ya que la mayoría son
empleados de las grandes empresas financieras y multinacionales, que son
aproximadamente un 68%, frente a un 1% que representa a ciudadanos y
sindicatos.
En otro de los extremos del mundo global, en
Estados Unidos, en el Congreso en
Washington hay registrado unos 17,000 lobbies, que son 30 veces más negociadores
que el total de los legisladores.
Cuando la economía mundial se transforma en un
casino operado por los grandes grupos financieros, su impacto afecta a todo el
aparato productivo y a la propia sociedad.
El valor monetario de la actividad en la bolsa,
en los mercados de obligaciones y
en operaciones financieras y bancarias es cuatro veces superior al PIB
planetario, por el volumen de divisas de las transacciones reales de comercio
sólo representan el 2% de todo el movimiento mundial de divisas. Así el régimen
de especulación improductiva, reduce el capital que se aplica a la producción y
aumenta el de la especulación.
Entre el 2007 y el 2010, la Reserva Federal de
Estados Unidos había dado en secreto 16 billones de dólares a los principales
bancos y grandes empresas mundiales, un volumen de divisas que es 84.65 veces
mayor que el coste total de los ocho objetivos del
milenio.
Mientras tanto más de mil millones de personas
están siendo exterminadas por hambre, que mata diariamente 40,000, mensualmente
1.200,000 personas y al año 438 millones, mayoritariamente
niños.
Así se expresa en la realidad la desigualdad, se
muestra la profundidad de las asimetrías y se plantea la “ética del sistema”
algo muy lejano a este principio y más próximo al más grande individualismo
posible, aquel que se construye a partir de hambre y la población famélica, que
traerá como consecuencias ciudadanos débiles de su pensamiento, fruto de la
construcción de un pueblo con hambre.
alfredocesar7@yahoo.com.mx