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Asunto: | NoticiasdelCeHu 177/15 - 20 años: 2005 | Fecha: | Jueves, 21 de Mayo, 2015 02:57:22 (-0300) | Autor: | Noticias del CeHu <noticias @..............org>
|
NCeHu 177/15
20
años: 2005
Libro
Geografía(s) de América Latina
En
el mes de marzo de 2005, el Centro Humboldt editó el libro Geografía(s) de
América Latina, junto con la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la
Unión Geográfica de América Latina y la Red Latinoamericana de Estudios
Geográficos de la UGI (Unión Geográfica Internacional).
La
compilación estuvo a cargo de Ana María Liberali (Argentina) y de Álvaro Sánchez
Crispín (México). Allí se publicaron artículos de geógrafos argentinos,
mexicanos, brasileños y chilenos. Y para el prólogo se contó con José Luis
Palacio Prieto (UGI/ Universidad Nacional de México).
Dicha
publicación fue presentada en el X EGAL (Encuentro de Geógrafos de América
Latina) realizado en la ciudad de Sao Paulo (Brasil).

Séptimo
Encuentro Humboldt
Se
realizó en el mes de setiembre en la Villa de Merlo, provincia de San Luis –
Argentina, bajo el lema “América
Latina en el Sistema Mundial”, coordinado por Haydée
Aravena.

Exponiendo
Juan José Bertolino, de Villa Mercedes (San Luis). A su lado Brisa Varela (de la
Universidad Nacional de Luján). Moderador Santiago Böndel, de la Universidad
Nacional de la Patagonia (Comodoro Rivadavia - Chubut)

José
Omar Moncada Maya, Álvaro Sánchez Crispín,
Ana
María Liberali y Álvaro López López,
todos
miembros del Centro Humboldt
AMÉRICA
LATINA EN EL SISTEMA MUNDIAL.
Una
crisis estructural
Prof.
Omar Horacio Gejo
Lic.
Jorge Osvaldo Morina Centro
Humboldt
Universidad
Nacional de Luján
Durante
la década pasada asistimos impávidos a la reposición con inusitada vehemencia de
los antiguos eslóganes de la "economía de mercado". Uno de los motivos
esenciales para ello, qué duda cabe, lo constituyó el fin del "sistema
socialista". Con él se desató una descomunal ofensiva ideológica que allanó la
triunfal marcha de la catequesis "pro-mercado". Y América Latina, nuestra
geografía, fue entonces el escenario privilegiado de la cruzada de la
vulgaridad mercantil[1]. Argentina, en particular, fue uno de los
dilectos abanderados de la campaña en favor de las "reformas estructurales", el
eufemismo noventista, la versión edulcorada, pretendidamente positiva, de los
desgastados -cuando no denostados y resistidos- "ajustes estructurales" de los
ochenta, el epítome de la cartilla terapéutica de las agencias de gestión del
imperialismo, el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) y el Banco Mundial
(B.M.). Los resultados están a la vista. El rotundo fracaso -anunciado por
cierto- ha horadado y resquebrajado aquel monolítico discurso que se abrió paso
a tambor batiente por aquellos años. La "ortodoxia", por lo tanto, ha perdido
peso específico, acuerdo general, consenso; el mismo que ha ido ganando, por el
contrario, la "heterodoxia", que está retornando, hasta cierto punto, con
algunos bríos[2].
El
presente trabajo abordará la problemática de la región latinoamericana
confrontando, como es lógico, con la visión tradicional, ortodoxa, en
retirada, pero también cuestionaremos la nueva orientación, en vías de
constituirse en paradigmática, la de recambio, la que podría resumirse en la
acepción de "neodesarrollismo"[3].
La
ideología de la globalización
Los
noventa fueron el epicentro de lo que se ha denominado "globalización", una
nueva era, que como toda nueva época llegó para instalarse definitivamente y
producir un corte neto entre ella y la que le precedió; un verdadero divisor de
aguas, un antes y un después, la "historia" dejando atrás a la prehistoria, o
aun algo más provocador, yendo más allá de la historia. En diversos
trabajos hemos enfrentado, valiéndonos de nuestro modesto arsenal
interpretativo, estos postulados que calificamos, sin ambages, como
declarada y descaradamente antigeográficos (Gejo y Morina, 2004; Gejo, Liberali
y Morina, 2001; Gejo y Liberali; 2001).
A
nuestro entender, la globalización puede resumirse en unas pocas ideas clave
desde una perspectiva geográfica. La primera de ellas, engendradora del resto,
es aquella que anuncia el fin de la etapa recesiva o estancacionista de la
economía mundial, abierta desde fines de los sesenta o principios de los
setenta. Ese período de casi dos décadas se habría dejado atrás en los años
noventa con la irrupción de una "nueva economía", menos industrial, menos
material, con una tendencia inmanente al crecimiento continuo. Se habrían
abolido, por lo tanto, los ciclos económicos. Si bien esta visión esmerilaba la
materialidad de la realidad, la que en el límite de la audacia era transformada
en virtualidad, la avasallante proclamada inmaterialidad terminaba, sin embargo,
referenciándose, anclándose geográficamente en la aparente hegemonía indisputada
norteamericana de la posguerra Fría.
La
segunda idea, consecuencia de ésta que acabamos de presentar, es la que presumía
la probabilidad de una especie de condominio capitalista fraternalmente
universal, que cabalgaría sobre la briosa marcha de esa economía de crecimiento
rápido y sostenido: era el capitalismo transnacional consumado, expresado como
global, sin nacionalidad. Es decir, a la puja Este-Oeste le habría sucedido, o
le sucedería, esta entente de los capitalismos centrales,
desarrollados.
Por
último, una tercera pieza en este renovado tablero del entrante milenio era la
desaparición de las categorías problematizadoras de las desigualdades inherentes
al desarrollo del capitalismo. Es que se postulaba que esta nueva etapa dorada
daría cabida plena, por fin, a aquellas realidades nacionales hasta aquí
desdichadas. Las nociones de periferia, de dependencia y hasta de subdesarrollo,
entonces, dejaban así de existir en la práctica. Como un fenómeno paralelo,
como consecuencia de este sueño, se propaló desde fines de los ochenta la idea
de los mercados emergentes, una gruesa concesión a los hipotéticos beneficios
del automatismo mercantil, condición ahora aparentemente suficiente para el
logro del desarrollo[4]. Era evidente que el propósito central de
estos desatinos no era otro que el de enterrar el concepto geográfico de
imperialismo[5].
Trasladando
estos burdos planteos al caso latinoamericano, la conveniente y congruente
receta argüía la necesidad de una absoluta inserción de la región en el mercado
mundial -como si esto no fuera una realidad tangible ya, histórica-, allanando
esta vía por el fértil expediente de una abrupta "mercantilización" de su vida,
ensayo al que propendían las mentadas "estructurales"
reformas.
Nuestra
posición al respecto es clara y sencilla: no se puede analizar a América Latina
al margen del sistema económico-político mundial; y es esta integración
sistémica, y capitalista, en su correspondiente fase imperialista, el
insoslayable punto de arranque para la comprensión de su problemática y de
sus manifiestos visos de insustentabilidad.
Una
participación comercial marginal irresuelta
Uno
de los objetivos básicos de las “reformas estructurales” era el devolverle
competitividad a las economías nacionales de la región. Por ello debía
entenderse, entre otras cosas, el escalar posiciones en el comercio
internacional, indicador supremo, según este credo, de la capacidad de una
economía para desenvolverse.
Ateniéndonos
a cifras del año 2002, América Latina, tras una década larga de aplicación
extendida de la mentada pócima rejuvenecedora[6], sigue constituyendo una región de
participación acotada, limitada, en el comercio mundial. Para ese año, en su
conjunto la región apenas superaba la vigésima parte de él, siendo su registro
exacto 5,4% de las exportaciones mundiales, equivalente a 350.300 millones de
dólares[7].
Encabeza
la participación regional México, que con 160.700 millones de dólares
prácticamente araña el 50 % de ella (Véase el cuadro Nº 1). Con estos números
alcanza a ubicarse en el puesto número trece de los exportadores mundiales, un
lugar asombroso para un referente latinoamericano. Luego le siguen Brasil, con
60.400 millones de dólares, el 0,9 % del comercio mundial (puesto 27);
Venezuela, con 26.900 millones de dólares, el 0,4 % (puesto 40); Argentina, con
25.400 millones de dólares, también con el 0,4 % (puesto 42) y Chile, que
con 18.300 millones de dólares es el 0,3 % (puesto 45). Esto cuatro países
representan, respectivamente, el 17,2 %, el 7,7 %, el 7,2 % y el 5,2 % de la
participación del conjunto regional[8].
Cuadro
Nº 1: La marginalidad latinoamericana
(1990-2002)
PAÍSES |
2002
miles
de millones de U$S |
2002
PM% |
1990
PM% |
2002
PR% |
1990
PR% |
México |
160,7 |
2,5 |
0,8 |
45,9 |
27,7 |
Brasil |
60,4 |
0,9 |
0,9 |
17,2 |
21,4 |
Venezuela |
26,9 |
0,4 |
0,6 |
7,7 |
11.9 |
Argentina |
25,4 |
0,4 |
0,4 |
7,2 |
8,4 |
Chile |
18,3 |
0,3 |
0,3 |
5,2 |
5,7 |
|
|
4,5 |
3,0 |
83,2 |
75,1 |
Fuente:
O.M.C. (2003) / CeHu.
Si
nos remontáramos a 1990 como punto de partida de los mentados cambios, el
ejercicio comparativo sería ilustrativo de la situación comercial regional:
estos mismos cinco países aparecerían como los únicos representantes dentro
de las cincuenta economías más dinámicas mercantilmente. Como una excepción en
cuanto a su evolución se hallaría México, ya que siendo el país 26 en ese
año ha avanzado trece puestos en el período, pasando de 27.700 millones de
dólares a los ya mencionados 160.700 millones de dólares de 2002, y de su lejano
0,8 % al actual 2,5 % de significación internacional, catapultándose del 27,7 %
de la región al ya conocido 45,4 %. Por supuesto que esta performance encuentra
su explicación en la articulación de su economía con el mercado estadounidense,
el que ha oficiado de norte absoluto para las exportaciones mexicanas[9]. Una situación no fácilmente reproducible
para el resto de las economías de la región.
Por
lo tanto, los años noventa no han representado cambio alguno para la
participación de la región en el comercio internacional, a excepción del
peculiar caso mexicano. La estatura mundial de la participación regional, por
ende, sólo puede caracterizarse como marginal y, como veremos, se podría hablar
de ella como de un verdadero piso, dando cuenta así del mínimo casi histórico en
el que se encuentra.
Una
declinación de larga data
En
el cuadro Nº 2 puede observarse la evolución del comercio internacional de los
siete países de la región con mayor participación comercial. Se trata de la
historia económica moderna al abarcar más de 130 años, involucrando desde el
último tercio del siglo XIX a la actualidad. En él pueden observarse distintos
cortes temporales, la mayoría referentes significativos. Observamos en el
comienzo de la serie, por ejemplo, el arranque mismo del proceso de constitución
de lo que ha dado en llamarse el mercado mundial; sigue 1913, como la antesala
de la Primera Guerra Mundial; luego 1929, señalando la Gran Crisis, llamada a
ser un parteaguas; después 1950, momento de cambio tras la Segunda Guerra y el
advenimiento de la guerra de Corea; más tarde 1973, año de la crisis del
petróleo, imputada como la bisagra frente a la larga onda de crecimiento de la
posguerra; finalmente, dos registros: uno para el inicio de la década del 90 y
el otro, el de cierre, a la sazón, hoy.
Cuadro
Nro 2: Una larga declinación (1870-2002) (en porcentajes del comercio
mundial)
PAÍSES |
1870 |
1913 |
1929 |
1950 |
1973 |
1992 |
2002 |
Argentina |
0,6 |
2,8 |
2,8 |
1,9 |
0,6 |
0,3 |
0,4 |
Brasil |
1,5 |
1,7 |
1,4 |
2,2 |
1,1 |
1,0 |
0,9 |
Chile |
0,5 |
0,8 |
0,9 |
0,5 |
0,2 |
0,3 |
0,3 |
Colombia |
0,3 |
0,2 |
0,4 |
0,6 |
0,2 |
0,2 |
0,2 |
México |
0,5 |
0,8 |
0,9 |
0,9 |
0,4 |
0,7 |
2,5 |
Perú |
0,5 |
0,2 |
0,4 |
0,3 |
0,2 |
0,1 |
0,1 |
Venezuela |
0,3 |
0,1 |
0,5 |
1,5 |
0,8 |
0,4 |
0,4 |
Total |
4,2 |
6,6 |
7,3 |
7,9 |
3,5 |
3,0 |
4,8 |
Fuente:
Maddison (1997) / O.M.C. (2003) / CeHu
Las
observaciones del cuadro son obvias. Se ve la expansión regional que culmina
hacia 1929, que cierra así la etapa primario-exportadora exitosa, que tendrá sin
embargo una prolongación, parcial, hasta 1950. Y decimos parcial porque atinge
sólo a Brasil, Venezuela y Colombia, debiendo interpretarse este fenómeno como
los estertores del viejo programa oligárquico de desarrollo, el que durante las
dos décadas que van entre la Crisis y la Segunda Guerra tuvo en estos tres
países las ventajas situacionales de unas acrecentadas necesidades de
abastecimiento por parte de los Estados Unidos.
Pero
a partir de allí queda patéticamente retratada la dramática caída de la
participación de las exportaciones regionales, que llegan a ser a comienzos
de los noventa apenas un tres por ciento del total mundial, y que marca el
registro más bajo de toda la serie. De allí a la actualidad, al rebote,
limitado, circunscripto al repunte de la evolución exportadora de un solo país,
México, encadenado a la demanda estadounidense.
Agregaríamos
nada más que tres apreciaciones. Es impactante el derrumbe de Argentina: su
participación relativa ha caído siete veces desde los años treinta. También es
interesante constatar el retroceso de Brasil desde los cincuenta y su falta de
respuestas en los últimos veinte años. Y de conjunto, con estos dos ejemplos, es
evidente la falta de participación mundial activa del proceso de
industrialización en la región. Aparece en toda su magnitud allí la “restricción
externa” de una industrialización dependiente de los debilitados ingresos del
sector primario, amurado por las modificaciones del mercado
internacional.
El
oscuro contexto de posguerra (1948-2002)
En
el cuadro Nº 3 se puede observar la crucial evolución del comercio internacional
a lo largo de algo más de media centuria, la segunda parte del siglo XX, la
etapa en que hemos visto se produce una clara regresión comercial regional.
Veremos ahora aquí el trasfondo de aquella declinación.
Cuadro
Nº 3: El oscuro contexto de Posguerra (1948 –
2002)
|
48 |
53 |
63 |
73 |
83 |
93 |
2002 |
Mundo
en miles de millones de U$S |
58,0 |
83,0 |
157,0 |
578,0 |
1835,0 |
3.752,0 |
6.272,0 |
EN
PORCENTAJES |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
Eu.
Occ. |
31,0 |
34,9 |
41,0 |
44,8 |
39,0 |
43,7 |
42,4 |
Asia |
13,8 |
13,2 |
12,6 |
15,0 |
19,1 |
26,3 |
25,8 |
Am.
Norte |
27,5 |
24,6 |
19,4 |
17,2 |
15,4 |
16,8 |
15,1 |
Am.
Latina |
12,3 |
10,5 |
7,0 |
4,7 |
5,8 |
4,4 |
5.6 |
Eu.
C/O. |
6,0 |
8,2 |
11,0 |
8,9 |
9,5 |
2,9 |
5,0 |
Or.
Medio |
2,1 |
2,1 |
3,3 |
4,5 |
6,8 |
3,4 |
3,9 |
África |
7,4 |
6,5 |
5,7 |
4,8 |
4,4 |
2,5 |
2,2 |
Fuente:
O.M.C. (2003) / CeHu
Debe
tenerse en cuenta, ante todo, el cuadro geoeconómico y geopolítico de ese
período. Se asistió en lo inmediato, tras la Segunda Guerra, al esfuerzo de
reconstrucción de Europa Occidental por parte de los Estados Unidos, frente al
desafío de la constitución de la Europa Oriental socialista. Poco después, tras
el año 1949, los sucesos de China, de Corea y, finalmente, de Vietnam hicieron
que Asia también se transformara en otro escenario primordial del período. Así,
las reconstrucciones de los capitalismos centrales europeos y japonés resultaron
en dos décadas los hechos definitorios de la futura circulación económica
internacional y de la transnacionalización del último tercio del siglo pasado
(Hobsbawn, 1999; Gejo, 1995).
En
este cuadro de situación nos encontramos con el incremento sostenido de la
participación comercial central, desarrollada, entendiendo por esto a la
sumatoria de Europa Occidental, América del Norte y Asia, que de un 72,3 % en
1948 llega a 83,3 % en 2002. Estos once puntos de ganancia de las regiones
centrales los ha cedido el mundo periférico, es decir, la conjunción de América
Latina, África, Medio Oriente y Europa Oriental.
En
la esfera central es digna de mencionar la caída relativa de América del Norte,
hecho que refleja el re-posicionamiento de las otras dos regiones desarrolladas,
en particular Asia. De todas maneras, el retroceso productivo-comercial de
Estados Unidos no puede analizarse al margen de la indiscutida primacía que esta
economía mantuvo al encabezar la transnacionalización, proceso que naturalmente
desconcentró, en términos norteamericanos, la geografía capitalista
desarrollada, beneficiando, ante todo, la eclosión de la potencialidad asiática
de la posguerra. Un comentario ulterior, complementario, lo merece la
reconfiguración geoeconómica al interior del espacio asiático: allí la
declinación británica también dejó sus huellas[10].
Con
respecto a la periferia, la zona de nuestra referencia, los números son
dramáticamente elocuentes: América Latina y África juntos representaban casi el
20 % de las exportaciones mundiales (19,7 % exactamente) en 1948; en el año
2002, únicamente 8% (7,8 %, para ser más precisos), lo que implica una caída del
60 % en términos relativos. Para decirlo polémicamente, al parecer de una
lectura desprevenida, la historia independiente de África ha sido una ruina
comercialmente hablando; y la industrialización sustitutiva de importaciones en
América Latina casi otro tanto[11].
América
Latina frente al “regionalismo” imperialista
Nos
adentraremos ahora en el seguimiento de las tres áreas centrales del capitalismo
en su evolución en los últimos cuarenta años. Es decir, nos centraremos en pleno
proceso de “transnacionalización”, de consolidación de las geografías
capitalistas desarrolladas. Apuntamos a reconocer allí dos elementos
determinantes de estos acontecimientos: 1) la densidad creciente de los
denominados bloques, comprendiéndolos como la expresión geográfica de los
imperialismos concretos; y 2) la extrema desconexión periférica de estos
circuitos de demanda concentrada, primordiales, básicos para la expansión de las
periferias, de los capitalismos periféricos. Utilizaremos para esta tarea el
cuadro Nº 4.
Cuadro
Nº 4: América Latina frente al regionalismo imperialista (1963 –
2002)
A) Europa
Occidental
|
X |
M |
X |
M |
Europa
Occidental |
64,1 |
56,1 |
67,3 |
67,3 |
Europa
Oriental |
4,0 |
4,2 |
6,3 |
6,5 |
Europa |
68,1 |
60,3 |
73.6 |
73,8 |
América
del Norte |
8,8 |
13,9 |
10,2 |
7,3 |
Asia |
7,6 |
7,0 |
7,8 |
11,3 |
Centro |
84,5 |
81,2 |
91,6 |
92,4 |
África |
7,7 |
7,6 |
2,5 |
2,8 |
Oriente
Medio |
2,5 |
4,3 |
2,6 |
1,6 |
Latinoamérica |
4,5 |
6,2 |
2,1 |
2,0 |
Periferia |
14,7 |
18,1 |
7,2 |
6,4 |
B)
Japón
|
X |
M |
X |
M |
Asia |
34,9 |
28,2 |
45,5 |
48,4 |
América
del Norte |
30,2 |
35,6 |
30,7 |
19,7 |
Europa Occidental |
13,3 |
10,0 |
10,0 |
14,4 |
Europa
Oriental |
3,3 |
2,7 |
0,7 |
1,4 |
Centro |
81,7 |
76,5 |
86,9 |
83,9 |
Oriente
Medio |
3,2 |
11,2 |
2,7 |
12,1 |
África |
6,3 |
3,9 |
0,9 |
1,7 |
Latinoamérica |
5,8 |
8,4 |
2,5 |
2,6 |
Periferia |
15,3 |
23,5 |
6,1 |
16,4 |
C) América
del Norte
|
X |
M |
X |
M |
América
del Norte |
5,4 |
4,3 |
0,3 |
4,8 |
México |
2,7 |
2,5 |
10,5 |
10,1 |
Am.Norte
+ Méx. |
38,1 |
36,8 |
50,8 |
34,9 |
Asia |
17,6 |
15,9 |
21,5 |
34,0 |
Europa
Occidental |
27,6 |
24,3 |
17,9 |
19,8 |
Europa
Oriental |
1,1 |
0,4 |
0,4 |
0,2 |
Centro |
84,4 |
77,4 |
90,6 |
88,9 |
América
Latina |
9,6 |
14,4 |
5,6 |
5,5 |
Oriente
Medio |
1,9 |
1,8 |
2,1 |
2,6 |
África |
3,5 |
3,8 |
1,2 |
1,8 |
Periferia |
15,0 |
20,0 |
8,9 |
9,9 |
Fuente:
O.M.C. (2003) / CeHu
Y
comenzaremos por el caso europeo occidental. Puede verse en él nítidamente el
papel creciente del propio bloque o región para el fenómeno comercial, sobre
todo al hablar de las importaciones. En la práctica casi ¾ partes de su
comercio exterior se desarrolla al interior de Europa, quedando establecida una
tendencia al incremento del peso específico de Europa Oriental, apuntando,
probablemente, a restablecer una conexión histórica intra-europea, bloqueada por
la Revolución Rusa y por su proyección a Europa Oriental tras la Segunda Guerra
Mundial. Si se lleva la mirada un poco más allá, quedará en evidencia que la
vinculación intra-central –o interdependencia de los centros- expresa más del 90
% de la realidad comercial europea. Concomitantemente, aparece en toda su
magnitud la envergadura del retroceso de la periferia, que pasó de representar
casi el 20 % de las importaciones euro-occidentales hace 40 años a significar
hoy simplemente algo más del 6%, una caída en términos relativos apabullante,
superior al 60 %.
El
segundo caso que analizaremos es el de Japón, que es el último de los
capitalismos centrales derrotados reconstituidos y el más dependiente de las
importaciones de materias primas, a priori una ventaja para las
periferias.
Los
números, empero, refuerzan lo visto para el ejemplo europeo. Se consolidan las
cifras del comercio internacional con un impresionante vuelco hacia la
importación en su propia área de influencia, un fenómeno digno de ser estudiado
en profundidad: en cuarenta años hay casi 16 puntos de avance asiático en las
importaciones niponas; movimiento que es padecido, evidentemente, por Estados
Unidos, el principal responsable de la reconstrucción del capitalismo oriental
insular.
Pasando
a la observación de la relación con la periferia, los registros no dejan lugar a
duda alguna. La caída de las importaciones desde las regiones no desarrolladas
es constatable, siendo profunda tanto en América Latina como en África; no así,
sin embargo, con Medio Oriente, el proveedor petrolero por excelencia de la
economía asiática. La factura petrolera se mantiene intacta, incólume, lo que
define claramente a la matriz consumidora japonesa. Alguna palabra adicional
merece el caso de las exportaciones japonesas a la periferia. Allí la
declinación es aún mayor, lo que delata el hundimiento de los mercados no
desarrollados en los últimos años, y la falta de adaptación del imperialismo
nipón en zonas donde sus multinacionales no han sentado sus reales [12]
Por
último nos queda el caso norteamericano, de suma importancia para nuestra
región, por constituirse en el imperialismo de referencia. Aquí también
notaremos las tendencias vistas para los ejemplos anteriores, claro que con
algunas modificaciones. La circulación intra-central luce incontrastable,
constituyendo el 90% del comercio norteamericano. Es remarcable además el
enclaustramiento exportador de esta región central, hecho que no se verifica en
las importaciones por la notoria dependencia de los productos asiáticos[13].
En
cuanto a la relación con la periferia nuevamente es abrumador lo acontecido.
Para las importaciones, por ejemplo, éstas caen 10%, desde 20% a menos de 10%.
En particular, es América Latina la gran perdedora, al reducirse su
participación efectiva un 9%, una colosal declinación que casi da cuenta en
su totalidad de la pérdida efectiva del conjunto de las
periferias.
A
modo de resumen
Nuestra
región tiene una participación marginal en el comercio mundial; ella no se ha
modificado durante los años de la “transformación”, los de las “reformas
estructurales”.
Ahora
bien, esta marginalidad no es nueva y forma parte de una tendencia temporalmente
profunda, ya que desde la Crisis del 30, o desde fines de los años cuarenta, ha
sido el signo prevaleciente. Ese contexto de posguerra ha consolidado la
primacía central y la decadencia de las regiones periféricas, sobre todo de
aquellas que no han podido jugar el papel de retaguardias activas en el proceso
de conformación de los bloques, fenómeno este último que no es otra cosa que el
resultado de la renovada puja interimperialista, llevada al plano material,
concreto.
En
estas condiciones, hablar de “crecimiento sostenido”, de “desarrollo
sustentable” y de algunas otras futilidades sólo indica desconocimiento
cuando no encubrimiento.
En
América latina siguen estando a la orden del día, por lo tanto, las
transformaciones estructurales. Claro que le damos a “estructural” un sentido
diferente al utilizado por los propagandistas sistémicos y que, por ende,
también re-significamos aquello de las “reformas”, escala de los cambios que
creemos que queda estrecha al confrontarla con las reales necesidades de la
historia en general, y de la nuestra en particular.
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