Chantal Mouffe (Charleroi, Bélgica,
1943) habla con gesto grave del futuro de la izquierda, de populismo y
posmarxismo, la corriente que inició junto a su marido, el filósofo argentino
Ernesto Laclau, fallecido hace un año. En 1985 escribió con él Hegemonía y estrategia
socialista, uno de los textos que inspiraron a los fundadores de Podemos.
Esta politóloga, docente en la Universidad de Westminster, es una de las
principales referentes teóricas de Pablo Iglesias e Íñigo
Errejón, con quien está a punto de publicar un
libro de conversaciones (Icaria Editorial).
Pregunta. Sus trabajos y los de su marido
han inspirado a gobernantes y formaciones políticas en las últimas décadas, de
Argentina a Venezuela. ¿Quiénes les han hecho caso?
Respuesta. Donde ha habido influencia de
nuestros trabajos ha sido en América Latina, de alguna manera en Grecia y ahora
con Podemos. Muchos de los ministros de Alexis Tsipras han estudiado en la Universidad de Essex [donde Chantal Mouffe
impartió clases]. Estuvieron en un entorno en el que la teoría del discurso
estaba presente. Ernesto y yo hemos tenido contacto hace bastante tiempo con la
izquierda griega. Teníamos en común el eurocomunismo y el interés por pensar a
la izquierda a partir de una concepción gramsciana [vinculada a la idea de
hegemonía cultural]. Me es particularmente grato ver que nuestras ideas son una
referencia importante para Podemos y que hay muchos puntos de convergencia entre
nuestras concepciones de la política.
P. Existe un debate en España sobre la
definición de la izquierda y su papel. ¿Podemos es de izquierdas?
R. Por una parte, la izquierda no puede
ser representada por partidos como el PSOE, el Pasok o el PS francés. Por otra parte, tampoco se puede decir que la izquierda es lo que
se llama extrema izquierda, que sigue pensando con las viejas categorías. ¿Es
Podemos de izquierdas o no? Me parece que no es una pregunta pertinente, porque
claramente no se pueden identificar con ninguno de esos dos planteamientos. Me
parece absurdo presentar a Podemos como un partido de extrema izquierda. Y
después critican su programa económico por ser socialdemócrata.
P. ¿Eso demuestra que las
nociones de izquierda y derecha han caducado?
R. Creo que hay que clarificar lo que se
entiende por eso. Una primera versión es la que uno encuentra en Anthony
Giddens, que afirma que no hay más antagonismos,
que no hay más fronteras porque, como decía Tony Blair, ya somos todos clase
media. Esa es la visión típica de la socialdemocracia hoy día. Cuando Podemos
dice que no son ni de izquierdas ni de derechas no quieren decir que ya no hay
más fronteras, sino que lo que hay que hacer es repensar las fronteras. Que la
frontera tiene que establecerse de manera distinta, entre el pueblo y la casta.
Lo que ha caducado es tanto el planteamiento anticapitalista ultraizquierdista
como el social liberal de centroizquierda.
P. ¿Entonces, izquierda y derecha ya no
son pertinentes en tanto categorías?
El planteamiento anticapitalista
y el social liberal
de izquierda han caducado
R. No diría que hay que abandonarlas,
pero sí hay que repensarlas.
P. ¿Y quien logra fijar estas nuevas
fronteras también logra imponer su visión de la realidad?
R. No basta fijar una frontera para ganar
la hegemonía. Es solamente el comienzo de la batalla, cuyo resultado va a
depender de la capacidad de convencer a la mayoría de que su proyecto político
es el mejor para la sociedad. De eso se trata en la lucha hegemónica.
Desgraciadamente, los partidos que entienden mejor la política hegemónica en
este momento son los partidos populistas de derechas. Mire el caso de
Marine Le Pen. Ha entendido que la política es
crear fronteras, que la política es crear identidades colectivas, y entiende el
papel de las pasiones. Todo esto el populismo de derechas lo entiende y por eso
tiene una ventaja en muchos países sobre la izquierda. Lo que hay que hacer es
reapropiarse de ese término porque la dimensión populista es demasiado central
en la política para dejarla a la derecha.
P. Está comparando izquierda y derecha.
¿Cuál es la diferencia entre populismo de derechas e izquierdas?
Uno de los problemas de la izquierda es que tiene
pánico a las pasiones
R. La manera en cómo se construye el
pueblo. Marine Le Pen lo construye excluyendo a los inmigrantes. Mélenchon [líder del Front de Gauche]
está tratando de construir un pueblo desde otra frontera, incluyendo a los
inmigrantes. Otra gran diferencia es cómo se construye el adversario. Para
Mélenchon son los representantes de las instituciones neoliberales.
P. Pero en Europa la idea de populismo no
convence.
R. Estoy harta de que a todos los que
tratan de cuestionar el consenso neoliberal y que afirman que hay alternativas
se les acuse de populismo. Es la manera de impedir que se piense diferente. Hay
una necesaria dimensión populista en democracia.
P. ¿A qué se refiere?
R. El modelo occidental de democracia
liberal pluralista proviene de la unión de dos tradiciones diferentes: la
tradición liberal del Estado de derecho y la
defensa de la libertad individual, y la tradición democrática de igualdad y de
soberanía popular. Hay que reconocer que esos valores de libertad e igualdad
nunca pueden ser perfectamente reconciliados y que siempre va a dominar uno
sobre el otro.
P. ¿Por ejemplo?
R. La historia de la democracia liberal
es la historia de la lucha por la primacía entre sus dos valores constitutivos.
Lo que ha pasado en las últimas décadas con el neoliberalismo es que la parte
liberal ha sido tan dominante que todo lo que tiene que ver con la democracia,
la igualdad y la soberanía popular, ha sido completamente eliminado. Si hablas
hoy de soberanía popular te tachan de hablar en términos anacrónicos. Yo creo
que eso explica la hostilidad de la izquierda europea respecto de los Gobiernos que en
América del Sur han tratado de recalibrar esa
relación para poner la igualdad y la soberanía popular en el puesto de
mando.
P. ¿Y qué hace Podemos en este
escenario?
R. Lo interesante de Podemos es que trata de poner en
práctica una concepción de la política que no consiste en negociar entre
intereses ya creados. Entienden que la política consiste en establecer
fronteras, en construir voluntades colectivas y en luchar por la
hegemonía.
P. Ha hablado antes de
pasiones.
R. Sí, en política los afectos tienen un
papel importante, son una de las fuerzas principales que llevan a la gente a
identificarse con un proyecto y a actuar políticamente. Uno de los problemas de
la izquierda es que le tiene pánico a lo que tiene que ver con movilización de
las pasiones, porque piensa que únicamente la derecha hace eso. Pero las fuerzas
progresistas tienen que meterse en ese terreno para movilizar las pasiones en
una dirección democrática. Y esa es una cosa que Podemos está entendiendo muy
bien.