NCeHu
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Imperialismo y geografía
La cuestión
"meso-oriental"
La
pesadilla extremista que desvela a dos países
La Nación
Buenos Aires, 4/4/15
ROMA.- Los
Al-Shabaab ("jóvenes", en árabe) surgieron en
medio de una Somalia sumida en el caos y la guerra civil tras la caída del
dictador Siad Barre, en 1991, a raíz de la intervención estadounidense y sus
aliados occidentales al lado de fuerzas rebeldes en la operación "Restore Hope".
El grupo comenzó a
definirse como una organización integrista pocos años después en el curso de la
insurrección contra las tropas etíopes que ingresaron en Somalia, en 2006, para
derrocar, siempre con el respaldo de Washington, a la Unión de los Tribunales
Islámicos, que había tomado el control de la capital, Mogadiscio.
En 2009, Al-Shabaab
declaró su alianza con Al-Qaeda, que oficialmente los integró a su red
terrorista a comienzos de 2012. Sin embargo, un año antes fueron obligados a
retirarse de la capital por los soldados de la Unión Africana (Amisom) y, poco a
poco, perdieron todos sus bastiones del centro y sur de Somalia. A pesar de ello
continúan controlando vastas zonas rurales, imponiendo a las poblaciones locales
una rígida interpretación de la sharia (la ley
islámica). Desde allí partieron para perpetrar atentados, ya sea en Mogadiscio
como, desde 2013, en la vecina Kenya. El gobierno de Nairobi, a su vez, lanzó a
fines de 2011 una campaña militar contra sus bases en el sur de
Somalia.
En septiembre de 2013, el
grupo perpetró un asalto al centro comercial de Westgate en Nairobi, que causó
67 muertos. Pero no fue el ataque más sangriento: tres años antes, en julio de
2010, una acción lanzada en Kampala, capital de Uganda, provocó 76
víctimas.
Uganda terminó en la mira
del grupo extremista por su participación en la misión Amisom.
Los jihadistas mataron
además a 37 cristianos en un solo ataque en diciembre, en la frontera entre
Somalia y Kenya al juzgarlos culpables de no ser musulmanes.
Anteayer en el asalto al
campus universitario en el este de Kenya, el grupo atacó sólo a los estudiantes
cristianos y liberó a aquellos musulmanes.
Actualmente, el grupo
cuenta entre 5000 a 9000 milicianos, según analistas, y se respaldan en la ayuda
de la población rural indefensa, abandonada a su suerte por el poder central
tanto de Kenya como de Somalia. Contra ellos fueron desplegados los militares de
la Unión Africana, unos 22.000 efectivos, pero hasta ahora no lograron
conquistar el sur de Somalia, bastión de la organización.
De profesor a terrorista
En Kenya, el jefe del
grupo jihadista y responsable del ataque de anteayer es Mohammed Kuno, fue
profesor de una madraza -escuela de teología musulmana- y trabajó en una
fundación de ayuda a los pobres.
Antes de dirigir al grupo
terrorista, Kuno trabajó para una fundación que se ocupaba de ayudar a los
musulmanes más pobres del mundo.
Después, entre 1997 y
2000, dirigió el Instituto Madraza Najah en Garissa y luego se incorporó a los
Tribunales Islámicos de Somalia.
Sus posiciones se
radicalizaron en los últimos años hasta que decidió dedicarse en cuerpo y alma
al terrorismo, uniéndose a Al-Shabaab. Con los jihadistas somalíes se atribuyó
la responsabilidad por el ataque del 22 de noviembre de 2014 contra un ómnibus
cerca de Mandera, una ciudad en la frontera entre Kenya y Somalia, en el que
murieron 28 pasajeros no musulmanes.
De acuerdo con la versión
de los sobrevivientes, los jihadistas les pedían a los pasajeros que recitaran
el Corán y si no podían repetir alguna estrofa, era fusilados.
La policía ofrece una
recompensa de 220.000 dólares a cualquiera que pueda dar información que
conduzca a su arresto.
El periódico keniano
Daily Nation contó anteayer que el jihadista era antes uno de los líderes del
grupo terrorista en la región de Juba en Somalia y luego comenzó a dirigir las
operaciones terroristas de Al-Shabaab en Kenya, utilizando a menudo a los
miembros de su familia en los ataques.
Agencia ANSA.
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