Publicado en la edición
del 15 al 21 de enero de 1998, p. 76.
Le Nouvel Observateur: El
ex director de la CIA, Robert Gates, lo afirma en
sus Memorias [1]: los servicios secretos estadounidenses
comenzaron a ayudar a los muyahidines afganos 6 meses antes de la
intervención soviética. En aquella época usted era el consejero del
presidente Carter para los asuntos de seguridad. ¿Desempeñó entonces usted un
papel clave en este asunto? ¿Lo confirma usted?
Zbigniew Brzezinski: Sí, según la
versión oficial de la historia, la ayuda de la CIA a los muyahidines comenzó
durante el año 1980, cuando el ejército soviético ya había invadido Afganistán,
el 24 de diciembre de 1979.
Pero la realidad que se mantuvo en
secreto es diferente. Fue el 3 de julio de 1979 cuando el presidente Carter
firmó la primera directiva sobre la asistencia clandestina para
los opositores al régimen prosoviético de Kabul. Y ese día yo escribí una
nota al presidente donde le explicaba que en mi opinión esa ayuda
provocaría una intervención militar de los soviéticos.
LNO: A pesar de ese riesgo usted era partidario de aquella «covert
action» (operación clandestina).
¿Quizás usted hasta deseaba esa entrada en
guerra de los soviéticos y quería provocarla?
ZB: No es exactamente así. Nosotros no empujamos los
soviéticos a intervenir pero incrementamos conscientemente la probabilidad de
que lo hicieran.
LNO: Cuando los soviéticos
justificaron su intervención diciendo que su objetivo era luchar contra una
injerencia secreta de Estados Unidos nadie les creyó. Pero había un fondo de
verdad. ¿No siente usted algo de arrepentimiento hoy en
día?
ZB: ¿Arrepentirme de qué? Aquella
operación secreta era una excelente idea. Su efecto fue que atrajo los rusos a
caer en la trampa afgana ¿y usted quiere que me arrepienta de eso? El día que
los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, yo le escribí al presidente
Carter [diciéndole] sustancialmente: «Ahora tenemos la oportunidad de darle
a la URSS su guerra de Vietnam.»
De hecho, Moscú tuvo que librar
durante casi 10 años una guerra insoportable para el régimen, un conflicto que
provocó la desmoralización y finalmente el estallido del imperio
soviético.
LNO: ¿Tampoco se arrepiente
usted de haber favorecido el integrismo islamista, de haber aportado armas y
consejo a futuros terroristas?
ZB: ¿Qué es lo más importante para la
historia mundial? ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético? ¿Algunos
locos islamistas o la liberación de Europa central y el fin de la guerra
fría?
LNO: ¿Algunos locos? Si se
está diciendo constantemente que el fundamentalismo islámico representa hoy una
amenaza mundial.
ZB: Boberías. Según nos dicen,
Occidente debería tener una política global ante el islamismo. Eso es estúpido.
El islamismo global no existe. Veamos el islam de manera racional y no
demagógica o emocional. Es la primera religión del mundo, con 1 500 millones de
creyentes. Pero, ¿qué tienen en común la Arabia Saudita fundamentalista, el
Marruecos moderado, el Pakistán militarista, el Egipto prooccidental y el Asia
secularizada? Nada que no sea lo mismo que une a los países cristianos.